Biografía Alexander Franz (1891-1964)

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 Franz Alexander
 Franz Alexander

Alexander Franz (1891-1964). Médico y psicoanalista norteamericano

De origen húngaro, Franz Alexander emigró a Berlín en 1920, cuando el régimen del almirante Horthy obligó a la mayor parte de los psicoanalistas a abandonar el país. Conocía bien Alemania, donde se había iniciado en la filosofía siguiendo la enseñanza de Husserl. Estudió medicina en Budapest, y efectuó su análisis didáctico con Hanns Sachs, llegado de Viena; fue el primer alumno del prestigioso Instituto Psicoanalítico de Berlín (Berliner Psychoanalytischen Institut). Convertido en docente, formó después, como didacta o controlador, a numerosos representantes de la historia del Freudismo, entre ellos Charles Odier, Raymond de Saussure, Marianne Kris. A principio de la década del treinta fue también el analista de Oliver Freud, el hijo de Sigmund Freud. Aceptó de inmediato la segunda tópica, así como la noción de pulsión de muerte, y siempre puso de manifiesto un gran interés por la criminología. Tenía el arte de escenificar los conceptos Freudianos, como lo atestigua su comunicación de 1924 en el Congreso de la International Psychoanalytical Association (IPA) de Salzburgo, donde explicó el problema de la neurosis en términos de «frontera». Comparó la represión de la pulsión proveniente del ello con una mercadería prohibida que se rechaza en la frontera de un Estado: el país del yo. El superyó aparecía con los rasgos’ de un aduanero obtuso y corruptible, y el síntoma neurótico era asimilado a un contrabandista que le pagaba al aduanero para pasar de modo fraudulento. Estas imágenes no carecen de relación con el destino del propio Alexander, hombre en movimiento, afecto a los cambios y a atravesar territorios. Viajero infatigable, muy pronto pensó en emigrar a los Estados Unidos. Después de una primera estada y de pasar por Boston, se instaló definitivamente en Chicago entre 1931 y 1932, mientras que Freud, con quien mantuvo una correspondencia aún no publicada, trataba de retenerlo en Europa, aunque desconfiaba de él: «Me gustaría tener una confianza inquebrantable en Alexander -le escribió a Max Eitingon en julio de 1932-, pero no lo logro. Su simplicidad real o fingida lo aleja de mí, o bien yo mismo no he superado mi desconfianza respecto de América.» En Chicago, Alexander creó un instituto (el Chicago Institute for Psychoanalysis) tan dinámico como el de Berlín, y lo impulsó hasta el fin de sus días. El psicoanálisis, por el cual tenía una verdadera pasión, fue la principal actividad de su vida. Todo atraía su curiosidad: la filosofía, la física, el teatro y la literatura; fue también el iniciador de una de las principales corrientes del Freudismo norteamericano, conocida con el nombre de Escuela de Chicago. Esta corriente, en la que se volvía a encontrar la inspiración ferencziana de la técnica activa, apuntaba a transformar la cura clásica en una terapéutica de la personalidad global. Estudiando el problema de la úlcera gastroduodenal, lo impresionó la frecuencia de su aparición en personas activas. A partir de allí, demostró que en el origen de la enfermedad se encuentra una necesidad de ternura originada en la infancia, necesidad que se opone al yo y se traduce en la emergencia de una agresividad intensa. En suma, cuanto más importante es la actividad, más se despliega el sentimiento infantil inconsciente. Éste se traduce en una demanda de comida, que arrastra a una excesiva secreción gástrica, seguida de una úlcera. Frente a tales síntomas, Alexander preconizó la asociación de dos terapéuticas: una se basaba en la exploración del inconsciente y privilegiaba la palabra, y la otra, orgánica, curaba la úlcera. Esta posición lo llevó a crear una medicina psicosomática de inspiración Freudiana y a cuestionar la duración canónica de las curas y las sesiones, lo cual le creó dificultades con la American Psychoanalytic Association (APsaA). En 1956 participó con Roy Grinker en la creación de la American Academy of Psychoanalysis (AAP), más abierta que la APsaA a todas las novedades terapéuticas. En 1950, en el primer congreso de la Asociación Mundial de Psiquiatría, organizado por Henri Ey en París, declaró: «El psicoanálisis pertenece a un pasado en el que tuvo que luchar contra los prejuicios de un mundo poco preparado para encararlo [.. . ]. Hoy en día podemos permitimos divergir entre nosotros, porque la investigación y el progreso sólo son posibles en un clima de libertad.»