Biografía Balint Michael (1896-1970)

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Balint Michael (1896-1970). Psiquiatra y psicoanalista británico de origen húngaro

Nacido en Budapest en una familia de la pequeña burguesía judía, Michael Bergsmann era hijo de un médico clínico que confesaba su decepción por no haber llegado a especializarse. Amado por la madre, una mujer simple e inteligente, el joven Michael comenzó a oponerse a la autoridad paterna, pero no obstante decidió estudiar medicina. Como muchos judíos húngaros cuyos antepasados habían adoptado nombres alemanes, al final de la guerra quiso «magiarizarse» para afirmar de tal modo su pertenencia a la nación húngara. Tomó entonces el apellido Balint. En la universidad conoció a Alice Székely-Kovacs, estudiante de etnología, quien despertó su interés por el psicoanálisis. La madre de ella, Wilma Prosnitz, se había casado muy joven con un hombre al que no amaba (Székely), y en segundas nupcias con Frederic Kovacs, un arquitecto a quien conoció en el sanatorio donde ella atendía su tuberculosis. Este arquitecto estaba en tratamiento con Georg Groddeck, por trastornos somáticos diversos. Después del matrimonio, él adoptó a los tres hijos de Wilma, y ésta se convirtió en psicoanalista con el nombre de Wilma Kovacs (1882-1940), después de haber realizado un análisis con Sandor Ferenczi, quien la curó de una grave agorafobia. En 1921, Michael se casó con Alice, y la pareja se instaló en Berlín. Analizado por Harms Sachs y controlado por Max Eitingon, en el marco del prestigioso Berliner Psychoanalytischen Institut (BPI), Balint se orientó hacia la medicina psicosomática, atendiendo pacientes en el Hospital de la Caridad. Después volvió a Budapest, donde hizo un análisis con Ferenczi. Cinco años después de la muerte de este último tomó el camino de] exilio, y llegó en 1939 a Manchester con la mujer y el hijo. Como todos los inmigrantes, debió volver a cursar la carrera de médico y, además del exilio, enfrentó el dolor de perder de pronto a casi todos los miembros de su familia. Alice Balint (18981939), su mujer, y Wilma Kovacs, la suegra, a la cual él estaba muy apegado, murieron en el lapso de un año. Después de la guerra supo que sus padres se habían suicidado para escapar a la deportación. Al cabo de algunos años de celibato, Balint volvió a casarse con una ex paciente, Edna Oakeshott, convertida en psicoanalista. Sin duda la situación no era muy cómoda, y la pareja no tardó en experimentar dificultades. A partir de 1946, Balint cambió de vida. Instalado en Londres, comenzó a trabajar en la Tavistock Clinic, donde conoció a las grandes «estrellas» de la escuela psicoanalítica inglesa: John Rickman y Wilfred Ruprecht Bion. Fue también allí donde conoció a Enid Albu-Eichholtz, su tercera mujer. Analizada por Donald Woods Winnicott, Enid Balint (1904-1994) inició a Michael en una nueva técnica, el case work. Se trataba de comentar e intercambiar relatos de casos en el seno de grupos compuestos por médicos y psicoanalistas. Esta experiencia dio origen a los que hoy se denominan grupos Balint. A pesar de la separación de la pareja en 1953, Michael y Enid continuaron trabajando juntos. Con la doble genealogía de Ferenczi y la escuela inglesa, Balint definió una noción nueva, la «falta básica—, con la cual designaba una «zona» preedípica caracterizada por la ausencia, en ciertos sujetos, de un tercero estructurante, y por lo tanto de toda realidad objetal externa. El sujeto está entonces solo, y su principal preocupación consiste en crear algo a partir de sí mismo. La existencia de esta falta no permite establecer una contratransferencia. El analista se ve obligado a proceder a un reordenamiento del encuadre técnico, que permita aceptar la regresión del paciente. Los grupos Balint, por otra parte, permitieron extender la técnica psicoanalítica a una mejor comprensión de las relaciones entre médico y paciente, sobre todo en el terreno hospitalario, en los servicios de pediatría y de medicina general. También contribuyeron a la humanización de las dos disciplinas. Por ello tuvieron tanto éxito, no sólo en Gran Bretaña sino también en otros países, y particularmente en Francia, donde el psicoanálisis estaba menos subordinado a la psiquiatría. En 1954 fue el primer invitado extranjero de la Société française de psychanalyse (SFP). En esa oportunidad conoció a Ginette Raimbault. Alumna de Jenny Aubry y miembro de la École Freudienne de Paris (EFP), Raimbault introdujo la práctica de los grupos Balint en el Hospital de los Niños Enfermos en 1965, en el marco del servicio del profesor Pierre Royer. Enid y Michael Balint asistieron a varias reuniones. Y fue Judith Dupont, miembro de la Association psychanalytique de France (APF), nieta de Wilma Kovacs, hija de Olga Dormandi (nacida Székely) y sobrina de Alice Balint, quien tradujo su obra al francés, además de convertirse en ejecutora testamentaria de la de Ferenczi. Todo esto contribuyó a la afirmación de la escuela húngara en Francia y a la expansión de una corriente particular de la historiografía Freudiana, cuya huella se encuentra en la revista Le Coq Héron, creada en 1971. En Suiza, André Haynal, después de haber recibido de Enid Balint los manuscritos y correspondencias, abrió en Ginebra los Archivos Balint. Gran técnico de la cura, Balint supo aliar el espíritu innovador de su maestro, Ferenczi, con la tradición clínica de la escuela inglesa. En este sentido, fue por cierto el «húngaro salvaje» de la British Psychoanalytical Society (BPS), cuyos rituales y esclerosis criticó con mucho humor, rindiendo homenaje, en cuanto podía, a las costumbres más liberales de la antigua sociedad de Budapest: «Su gentileza, su humanidad, su comprensión -escribe André Haynal-, la repugnancia que les suscitaban las reacciones autoritarias o de dependencia, sólo podían equipararse con su independencia de espíritu. Su convicción de que el psicoanálisis tenía que evolucionar gracias al aporte de pensadores independientes, animados por un deseo exclusivo de verdad [ … ] lo persuadió de que ésta es una de las disciplinas más importantes que existen, al servicio del hombre y la humanidad. En consecuencia, lo afectó mucho la pequeñez de algunas personas que participaban en sus investigaciones.»