Biografía Kohut Heinz (1913-1981)

Biografía Kohut Heinz (1913-1981)

Kohut Heinz (1913-1981) Psiquiatra y psicoanalista norteamericano

Biografía Kohut Heinz (1913-1981)

Lo mismo que Wilfred Ruprecht Bion, Jacques Lacan, Donald Woods Winnicott y Marie Langer, Heinz Kohut perteneció a la tercera generación psicoanalítica mundial. Tuvo entonces que enfrentar como ellos la esclerosis de las instituciones de la International Psychoanalytical Association (IPA) y la necesidad de renovar el Freudismo clásico. Con este enfoque, se convirtió en los Estados Unidos en un verdadero jefe de escuela y en el principal iniciador de la corriente de la Self Psychology, basada en una nueva clínica de los trastornos narcisistas. Nacido en Viena y proveniente de una familia judía melómana y cultivada, Kohut tuvo una infancia triste y solitaria. Sus padres se ocupaban muy poco de él, que sufría por ello. Después de recibirse de médico en 1938, y de analizarse con August Aichhorn, quiso conocer a Sigmund Freud. El mismo día en que el maestro partía a su exilio londinense, Kohut fue a la estación y lo saludó mientras el tren se alejaba. Freud, se dice, le hizo una señal amistosa cuyo recuerdo Kohut conservó durante toda su vida. Obligado a huir del nazismo, se instaló en Chicago, donde realizó su segundo análisis con Ruth Eissler-Selker (1906-1989), una vienesa originaria de Odesa, a su vez analizada por Theodor Reik, antes de que emigrara a los Estados Unidos en compañía de su esposo, Kurt Eissler. Neurólogo en 1944, psiquiatra tres años más tarde, Kohut se incorporó al prestigioso Instituto de Chicago fundado por Franz Alexander siguiendo el modelo del Berliner Psychoanalytisches Institut. Fue presidente de la American Psychoanalytic Association (APsaA) en 1964, y vicepresidente de la IPA entre 1965 y 1973. Entonces renunció a las tareas administrativas, prefiriendo dedicarse a la clínica. Como todos los Freudianos de su generación, Kobut tuvo que enfrentar en la década de 1960 una crisis generalizada de la clínica psicoanalítica. En efecto, en esa época el annaFreudismo, la Ego Psychology, incluso el kleinismo en su versión dogmática, no permitían encontrar soluciones clínicas a los trastornos de la personalidad que no eran de naturaleza neurótica ni asimilables a una psicosis: se los llamaba borderline (estados límite). Por otra parte, las reglas coaguladas de la cura clásica, con sus rituales, sus silencios y su exploración quirúrgica del inconsciente y la libido, daban una imagen desastrosa del psicoanálisis. Resultaba urgente poner en marcha una verdadera revolución cultural en el interior del establishment Freudiano, para que la cura recobrara su inspiración humanista: «La preocupación por la humanización y la deshumanización no es ajena -escribió Agnés Oppenheimer (1948-1997)- a lo que Kohut vivió en el momento del nazisrno». Formado en el redil de una diáspora ansiosa de adaptarse al pragmatismo de la psiquiatría norteamericana, Kohut se reveló contra un sistema clínico y teórico que, a su juicio, llevaba al psicoanálisis a un atolladero normativo y adaptativo. Trató de volver a encontrar la pasión que había animado a los primeros Freudianos de la Sociedad Psicológica de los Miércoles. De allí el sobrenombre que se le puso: Mister Psychoanalysis. Para la primera generación Freudiana, la sexualidad era la clave de la elucidación de las neurosis. Después, los kleinianos ubicaron el odio Y la destrucción en el corazón de toda relación de objeto: según ellos, se trataba de crear un tratamiento psicoanalítico apropiado a la psicosis. Heredero de ambas tendencias, y marcado por los problemas propios de la sociedad norteamericana (puritanismo, individualismo, liberalismo), Kohut propuso una tercera vía, consistente en recentrar el psicoanálisis en los trastornos mixtos vinculados con las representaciones y la identidad del sí-mismo. Desde Freud hasta Kohut, se pasó entonces de la idea (Freudiana) del clivaje del yo a la idea (kleiniana) de un objeto elivado que da forma al yo mediante la incorporación o la introyección, y después a la idea (kohutiana) de un sí-mismo (self) convertido en objeto de todas las investiduras nareisistas. En Kohut, el mito de Narciso reemplaza al de Edipo en un mundo dominado por el estallido definitivo de la familia patriarcal y por la valorización de una figura de la subjetividad hundida en la contemplanción infantil y desesperada de sí misma: «El psicoanálisis clásico -escribió Kohut en 1978- descubrió la desesperación del niño en la profundidad del adulto (la realidad del pasado); la psicología del self ha descubierto la desesperación del adulto en la profundidad del niño (la realidad del futuro)». A diferencia de Lacan, que preconizó un retorno a los textos de Freud y quiso ser el garante de una nueva ortodoxia, Kohut propuso «superar» o ir más allá de la doctrina original. Y así como Lacan creó una nueva teoría del sujeto a partir de la lingüística y la filosofía, Kohut construyó una nueva teoría del yo sumando al Ich Freudiano (traducido al inglés como ego) una idea del self no extraña a la del falso self introducida por Winnicott en 1960. El propio Kohut había sufrido en su infancia una falta de afecto materno, y a mediados de la década de 1950 observó que numerosos trastornos psíquicos tenían por causa una deficiencia arcaica del self. Ésta se producía en sujetos que no habían tenido una madre que los amara suficientemente, y que por lo tanto, en su vida social, eran incapaces de llegar a una verdadera relación con su entorno. Estaban «vacíos», y para enmascarar el núcleo central de su mutilación original se construían una armadura: un sí-mismo de pacotilla, de carácter puramente defensivo. Estos sujetos se caracterizaban por su malestar relacional, su constante vulnerabilidad, su incapacidad para establecer relaciones duraderas con el prójimo. A veces cedían a un exceso de arrogancia, y otras a un sentimiento de inferioridad. Con tales pacientes, el análisis clásico no daba resultado. En consecuencia, Kohut, lo mismo que Otto Rank y Sandor Ferenczi, propugnó la introducción en la cura de la «empatía» del analista, a fin de permitir que el analizante, por medio de una transferencia «creativa», avanzara hacia una restauración de su self. Después de haber definido en 1959 la empatía como un elemento central de la técnica psicoanalítica, Kohut introdujo en 1964 la expresión «self (o sí-mismo) grandioso». De tal modo designaba la ¡mago parental idealizada, es decir, una instancia pulsional, anterior al ideal del yo, en la que se condensa un imaginario exhibicionista encargado de superar las heridas y las humillaciones infligidas en el pasado al sí-mismo arcaico. Gracias al sí-mismo grandioso, al terror y la angustia los suceden actividades creadoras compensatorias. De allí la necesidad de establecer en la cura una «transferencia narcisista», destinada a restituirle al paciente un narcisismo normal. El analista debe entonces abstenerse de toda injerencia interpretativa, y dejar que el paciente regrese hacia el estadio del «sí-mismo arcaico fragmentado». Kohut distingue tres tipos de relaciones transferenciales: en primer lugar, la transferencia idealizante, que proviene de la movilización de la imago parental idealizada; luego, la transferencia especular, derivada del sí-mismo grandioso, y finalmente la contratransferencia del analista, que responde a la transferencia idealizante. Según Kohut, el narcisismo es un equivalente de la pulsión de muerte Freudiana. Es una enfermedad de la personalidad, una patología, y conduce a una «furia» de destrucción del otro, la cual no es más que la contrapartida del miedo que tiene el self a ser víctima de su propia aniquilación. A partir de 1970, Kohut extendió su análisis del narcisismo a los fenómenos colectivos (o self grupal), interesándose sobre todo en el modo en que se construyen las relaciones paranoides en los grupos constituidos por un jefe y sus adeptos. Observemos que él mismo no logró evitar lo que denunciaba. Muy narcisista, no toleraba las críticas, y se rodeó de una cohorte de fieles apegados a su imagen y persona. Obsesionado por su teoría, la aplicó a la literatura, la historia, la política, al punto de atribuir todas las neurosis a una patología narcisista. En todos los casos el esquema era el mismo: según Kohut, en el lugar de la deficiencia arcaica del yo, el sujeto se construye un sí-mismo grandioso estructurado por una ¡mago parental idealizada. Con este enfoque, Kohut transforma al personaje de Hamlet en un héroe, no edípico, sino narcisista, cuyo self debilitado no resiste las tragedias de una sociedad que ha perdido sus valores. Del mismo modo, convierte a Hitler en un enfermo narcisista invadido por la obsesión del «microbio judío». En cuanto a Edipo, en la versión de Kohut pasa a ser un hombre herido y humillado, aniquilado por el deseo de muerte de sus progenitores. En 1972, afectado de leucemia desde un año antes, y cuando su madre acababa de morir después de haber padecido trastornos psicóticos, él tuvo que afrontar los ataques de la ortodoxia Freudiana, en particular los de Anna Freud, quien primero había aceptado sus innovaciones, pero más tarde declaró que eran «antipsicoanalíticas». Para la IPA, Kohut era un «gurú»: no sólo no respetaba las reglas clásicas de la cura, sino que además hacía escuela, arrastrando detrás de él a números alumnos en formación. Por otro lado, analizaba en términos narcisistas la evolución del propio movimiento psicoanalítico. En 1970 calificó la esclerosis institucional de «defensa narcisista» contra la creatividad, y en 1971 señaló que los hijos de los psicoanalistas padecían trastornos de identidad por lo menos tan graves como los de los pacientes que atendían sus padres. En 1979, ya célebre en los Estados Unidos, provocó un verdadero escándalo clínico al publicar un historial extraordinario, «Los dos análisis de M. Z.», algunos de cuyos elementos presentaban grandes semejanzas con su propia historia. Se trataba de un hombre de 25 años, huérfano de padre, que vivía con la madre. Entra en análisis por primera vez para atender a sus angustias, sus fantasmas masturbatorios y sus accesos de rabia y depresión. Durante la primera cura, Kohut interpreta en términos edípicos la fijación regresiva de su paciente a una madre omnipotente. Cuatro años después del final de ese tratamiento, el mismo paciente reaparece cuando la madre ha caído en un delirio alucinatorio. Pero entre tanto Kohut ha cambiado de teoría. En consecuencia, en lugar de «edipizar» a M. Z. le permite la transferencia idealizante y la movilización del sí mismo grandioso. Esta publicación, la primera de ese tipo, valoraba sin reservas la problemática transferencial, en detrimento de la potencia doctrinaria. Además sacaba a luz la naturaleza de las disputas psicoanalíticas acerca de la interpretación en sí. Por ello, el caso suscitó múltiples comentarios y numerosas polémicas. La mayor parte de los colegas y amigos de Kohut, así como su mujer y su hijo, pensaron que el «caso» tratado no era otro que el del propio autor. En efecto, Ruth Eissler habría sido la analista de la primera cura, mientras que el supuesto segundo intento habría consistido en un autoanálisis, emprendido por Kohut cuando enfermó la madre y se declaró su propia leucemia. Kohut murió en Chicago a los 68 años. Su hijo es historiador y publicó un libro sobre Guillermo II inspirado en las teorías del padre.