Biografía Stekel Wilhelm (1868-1940)

Biografía Stekel Wilhelm (1868-1940)

 

Stekel Wilhelm (1868-1940) Médico y psicoanalista austríaco

Junto con Max Kahane (1866-1923), Rudolf Reitler (1865-1917) y Alfred
Adler, este médico fue el cuarto miembro del núcleo fundador de la
Sociedad Psicológica de los Miércoles, que en 1908 se convertiría en la
Wiener Psychoanalytische Vereinigung (WPV), modelo de todas las
sociedades Freudianas de la International Psychoanalytical Association
(IPA). Nacido en Bojan, en la provincia rumana de Bucovina, Stekel
provenía de una familia de comerciantes judíos ortodoxos de lengua
alemana. Después de estudiar medicina en Viena, se instaló como
profesional generalista. En 1895 publicó un artículo sobre las
experiencias sexuales precoces (el coito) de los niños, que atrajo la
atención de Freud; al leer La interpretación de los sueños, libro
del que Stekel redactó una reseña entusiasta en 1902, se convirtió en
un discípulo ferviente. "Yo era el apóstol de Freud -escribió en su Autobiografía-, y él era
mi Cristo." Escritor prolijo, empleaba un estilo enfático, y adoptó las
tesis Freudianas sobre la sexualidad con un sectarismo que sin duda
remitía a sus propios problemas neuróticos. En efecto, consultó a Freud
para atender su impotencia sexual y su compulsión patológica a la
masturbación. Realizó con él un análisis de algunas semanas que pareció
aliviarlo sin poner fin a sus síntomas. Obsesionado por la cuestión del
sexo en todas sus formas, tenía además una escucha muy intuitiva de
todas las manifestaciones del inconsciente y un verdadero talento de
inventor y agitador de ideas nuevas. A partir de 1902 participó en
todos los grandes acontecimientos que marcaron la historia original del
Freudismo. En 1908 publicó una obra con prefacio de Freud, Los estados de angustia nerviosa y su tratamiento, pronto seguida de dos textos, en 1911 y 1912: El lenguaje del sueño y Los sueños de los poetas. La
producción de Stekel era inagotable, su actividad, intensa, y sus
declaraciones siempre exaltadas, incluso exhibicionistas. Este
discípulo molesto se interesaba por todos los temas que teorizaría el
maestro, y en particular por Tánatos, del que fue el primero en hablar.
Examinó también la cuestión de los "impulsos criminales vueltos contra
sí mismo", y "la represión en la religión y la moral". Freud admiraba
la imaginación de Stekel y su capacidad inventiva. Muy pronto, sin
embargo, lo exasperó su falta de tacto y su indecencia. En una carta
del 30 de diciembre de 1908, dirigida a Carl Gustav Jung, llegó incluso
a tratarlo de "cerdo absoluto". De hecho, Stekel sufrió ataques de
numerosos discípulos del primer círculo vienés, en particular los de
Viktor Tausk, quien lo acusó de inventar casos en respaldo de sus
hipótesis. El rumor de que era mitómano fue pronto recogido por Ernest
Jones. Cuando en julio de 1910 se creó el Zentralblatt für Psychoanalyse, Stekel
se convirtió en su corredactor con Adler. Pero estalló un conflicto a
propósito de Tausk, y Freud decidió entonces que Stekel dejara la
revista. El 6 de noviembre de 1912 Stekel renunció a la WPV y, un año
más tarde, el Zentralblatt dejó de aparecer. De modo
que Stekel fue el segundo disidente de la historia del psicoanálisis en
Viena, después de Adler. En cuanto ponía en juego un asunto de plagio,
este conflicto repetía asimismo el que se había producido entre Sigmund
Freud y Wilhelm Fliess. En su Autobiografía Stekel
sostiene en efecto que Freud le robaba sus ideas: "Utilizó mis
descubrimientos -escribió- sin mencionar mi nombre. En sus escritos
ulteriores ni siquiera se refirió a la primera edición de mi libro,
donde yo había definido la angustia como una reacción del instinto de
vida contra el empuje del instinto de muerte. En consecuencia, muchos
creen que el instinto de muerte se cuenta entre los descubrimientos de
Freud." Después de la ruptura, Stekel trató de volver a la Sociedad.
Pero Freud se mostró de una intransigencia terrible; quería liberarse
de sus discípulos extravagantes de la primera hora que, según él,
perjudicaban el trabajo científico. A fines de 1923 Stekel le envió una
carta para desearle un pronto restablecimiento después de que se le
declarara el cáncer, y Freud le respondió: "Considero falsa su
afirmación tan a menudo repetida de que me he separado de usted a
continuación de divergencias científicas. Esto tiene un efecto muy
bueno sobre el público, pero no corresponde a la verdad. Fueron sólo y
únicamente sus cualidades personales (lo que se llama el carácter y el
comportamiento) las que a mí y a mis amigos nos ha hecho imposible
cualquier colaboración con usted [ … ]. No sentiré ningún despecho si
me entero de que sus acciones médicas y literarias le procuran el
éxito. Reconozco que usted ha seguido fiel al psicoanálisis, y que le
fue muy útil, pero también le ha hecho mucho daño." Contrariamente a
Adler y Jung, Stekel, en efecto, siguió siendo un partidario del
psicoanálisis mientras continuaba con su actividad literaria, con su
propio nombre o con el seudónimo de Serenus. En sus obras de teatro o
sus narraciones relataba historias de enfermos que parecían más reales
que sus observaciones clínicas. Imitando a Freud, reunió a su alrededor
a discípulos y fundó una escuela. Pero sobre todo, como Sandor Ferenczi
y los futuros fundadores de la Escuela de Chicago (desde Franz
Alexander hasta Heinz Kohut), fue uno de los primeros profesionales
practicantes que criticaron los análisis interminables de los
Freudianos, y propuso un modelo de cura psicoanalítica basado en los
principios de la técnica activa. Cuando los nazis anexaron Austria,
logró huir a Suiza, y en 1938 llegó a Inglaterra, donde lo aguardaba
una brillante carrera. Al emigrar a su vez el propio Freud, Stekel le
envió una carta amistosa en la que evocaba de manera melancólica los
primeros momentos del psicoanálisis vienés. Una vez más, reivindicó su
estatuto de ex discípulo del maestro venerado. Enfermo de diabetes y
sabiéndose afectado de gangrena en un pie, se suicidó en Londres el 25
de junio de 1940, en una habitación de hotel, con una fuerte inyección
de insulina: la entrada de los nazis en París y la perspectiva de que
la peste negra se apropiara de la totalidad de Europa lo habían hundido
en la melancolía.