Biografias, Weiss Edoardo (1889-1970)

Weiss Edoardo
(1889-1970)
Psiquiatra y psicoanalista norteamericano

Nacido en Trieste, Edoardo Weiss era hijo de un empresario judío de Bohemia. Realizó sus
estudios secundarios en su ciudad natal, de la que era originaria la madre.
En 1908, como muchos de sus contemporáneos triestinos, Weiss optó por estudiar medicina en
Viena.
En cuanto llegó a la capital austríaca solicitó una entrevista con Sigmund Freud, a quien vio por
primera vez el 7 de octubre de 1908. En esa ocasión se cruzó en la sala de espera con un niño
de 5 años: mucho más tarde iba a enterarse de que se trataba de Juanito (Herbert Graf), que
había ido a visitar a Freud algún tiempo después de su tratamiento. Freud parece haber
manifestado de entrada una gran simpatía por ese joven italiano que anunciaba querer dedicarse
al psicoanálisis. ¿Fue acaso porque el muchacho comparó con humor a Wilma Federn con
Mussolini, y a su marido con el rey de Italia, Víctor Manuel, por lo que Freud envió al joven Weiss
a ver a Paul Federn, para que emprendiera su análisis sin tardanza? La historia no lo dice…
Fuera como fuere, Weiss se hizo amigo de Federn después de haber sido analizado por él, y
adoptó una gran parte de sus concepciones teóricas, en particular en lo concerniente a la
psicología del yo.
Weiss había comenzado a interesarse por el psicoanálisis muy pronto. Aún liceísta en Trieste,
leyó La interpretación de los sueños, y en sus "Recuerdos de Sigmund Freud", publicados con
las cartas que le dirigió el maestro vienes, narra que desde esa época tuvo noticias de "la
enemistad que los dirigentes de la psiquiatría y la neurología abrigaban respecto del
psicoanálisis".
En 1913, sin haber terminado aún sus estudios de medicina, Weiss se incorporó como miembro a
la Wiener Psychoanalytische Vereinigung (WPV). Al estallar la guerra fue movilizado en el
ejército austríaco como médico militar: esto no le impidió publicar sus primeros trabajos en el
Internationale Ärztlische Zeitschrift für Psychoanalyse (IZP), ni casarse en 1917 con Wanda
Shrenger, a quien había conocido mientras estudiaba.
De nuevo en Trieste en 1919, Weiss fue contratado como médico psiquiatra por el hospital
psiquiátrico de la provincia, y comenzó a tomar pacientes en análisis, convirtiéndose así en el
primer psicoanalista en ejercicio en Italia. Bien insertado en los ambientes intelectuales de
Trieste, muy abiertos a la influencia austríaca (Giorgio Vogliera ha comparado lo que fue la
pasión de la intelligentsia triestina por el psicoanálisis con un verdadero "ciclón"), Weiss se
relacionó en particular con el escritor Italo Svevo (1861-1928) y el poeta Umberto Saba
(1883-1957). Criticaría severamente al primero por el empleo incorrecto del psicoanálisis en su
célebre novela La conciencia de Zeno, y se convertiría en analista del segundo en 1929.
La intensidad de esta vida intelectual no debe sin embargo hacer olvidar las dificultades con las
que tropezó Weiss en su ciudad y, más allá de ella, en toda Italia. Al final de la Primera Guerra
Mundial
, el país se sentía humillado y, lejos de interesarse por la doctrina freudiana, la clase
dirigente italiana y los ambientes intelectuales se volvieron hacia las ideologías nacionalistas y la
concepción positivista de la ciencia. Weiss trató de vincularse con unos pocos y raros
defensores del psicoanálisis, en particular Mario Levi-Bianchini.
Al mismo tiempo, Enrico Morselli (1852-1929), eminente representante de la psiquiatría
organicista en Trieste, recurrió a él para que lo iniciara en la teoría freudiana. Servicialmente,
Weiss respondió a su pedido, y Morselli, por su parte, lo invitó a presentar una comunicación en
el marco del XVIII Congreso Nacional de Psiquiatría, que se reunió en Trieste en 1925. Pero la
decepción de Weiss fue grande: después de una recepción muy fría, sufrió los ataques tan
virulentos como inesperados del propio Morselli.
Unos meses más tarde, éste publicó una obra en dos volúmenes titulada La Psicanalisi, en la
cual caricaturizaba abiertamente al psicoanálisis y a su fundador. Weiss experimentó una gran
amargura. A esto se sumaba la tristeza por la actitud ambivalente de Freud respecto de Italia.
Con la esperanza de implantar sus ideas en el país, Freud estaba dispuesto a realizar
concesiones, a fingir que ignoraba agresividades o estupideces, por poco que creyera
descubrir un posible interés por el psicoanálisis. Por ejemplo, a propósito del libro de Morselli,
Freud pareció compartir la cólera de Weiss. En efecto, le pidió que hiciera una crítica implacable
de esa obra "miserable y aviesa", cuyo autor no era a sus ojos más que un "asno". Pero al
mismo tiempo le escribía a Morselli una carta cuyo tono no dejaba de ser el de los más amables.
En dos oportunidades, Freud adoptó la misma actitud con Levi-Bianchini. A las advertencias de
Weiss acerca del turbulento fundador de los Archivi di Neurologia, Psichiatria e Psicanalisi, a
quien él consideraba poco fiable, Freud respondió de manera bondadosa, e insistiendo en que
Weiss le confiara al propio Levi-Bianchini el cuidado de editar su traducción al italiano de las
Conferencias de introducción al psicoanálisis (lo que Levi-Bianchini hizo muy mal). De estos
diversos incidentes, de las dificultades que Freud ponía de manifiesto más o menos
explícitamente cuando enfrentaba las consecuencias de la transferencia de sus discípulos con
él, Weiss fue uno de los pocos que hablaron más tarde sin ceder al rencor ni a la adulación.
A partir de 1927, Weiss encontró cada vez más obstáculos en su camino: al negarse a italianizar
su apellido y adherir al Partido Fascista, lo obligaron a renunciar a su puesto en el hospital.
Pensó entonces en emigrar, y se lo comentó a Freud, quien el 10 de abril de 1927 le respondió
desaconsejándoselo: "Sé que hay épocas particularmente desfavorables y otras en las que uno
se inclina al desaliento, pero espero que esas épocas pasen para usted y que se siga
encontrando bien en Italia, donde es el único representante legítimo del psicoanálisis".
En 1930 un tal Silvio Tissi, a quien Weiss, en una carta a Paul Federn del 16 de junio de 1930,
calificó de "charlatán—, dio en Trieste una conferencia sobre el psicoanálisis que tuvo algunas
repercusiones, a pesar de su mediocridad. Una sociedad médica local le pidió entonces a Weiss
que, como respuesta, impartiera un curso de psicoanálisis. Ante un público numeroso y
apasionado, Weiss dio cinco lecciones que fueron pronto publicadas con el título de Elementi di
psicanalisi, acompañadas de un cálido prefacio de Freud. El libro obtuvo de inmediato un cierto
éxito. Se trataba de una presentación rigurosa y exhaustiva de la doctrina freudiana, a la cual
Weiss agregó elaboraciones sobre los trabajos de Federn, así como algunas notas sobre sus
propias investigaciones. Como anexo, se encontraba un glosario de términos psicoanalíticos que
durante mucho tiempo fue único en Italia.
Ese mismo año, 1931, aprovechando una propuesta del psiquiatra Sante De Sanctis
(1862-1935), Weiss dejó Trieste por Roma, donde muy pronto se hizo amigo de Emilio Servadio y
Nicola Perrotti, quienes serían con él los pioneros del psicoanálisis en Italia. Cesare Musatti se
unió a ellos un poco más tarde.
En 1932 Weiss refundó sobre bases serias la Sociedad Psicoanalítica Italiana (SPI), creada en
1925 por Levi-Bianchini. La sede de la Sociedad se trasladó a Roma, al domicilio de Weiss, en la
via dei Gracchi, y la International Psychoanalytical Association (IPA) la reconoció oficialmente en
1936. También en 1932 Weiss fundó la Rivista italiana di psicanalisi, que publicó artículos de
Ernest Jones, Marie Bonaparte, Paul Federn, traducciones de trabajos de Freud debidas a Weiss
y a Servadio, así como los puntos importantes de una violenta controversia con algunos
representantes de la nueva generación croceana (Benedetto Croce, 1866-1952).
En 1933 se produjo un acontecimiento cuya interpretación aún sigue siendo problemática. Ese
año, Weiss, como lo hacía de tanto en tanto, viajó a Viena para presentarle a Freud un paciente
que tenía en tratamiento y que le planteaba algunos problemas. Weiss y su paciente fueron
acompañados por el padre de este último, Gioacchino Forzano, autor de comedias y amigo de
Benito Mussolini (1883-1945). Al término de la consulta, el padre le pidió a Freud que dedicara
uno de sus libros al Duce. Por consideración a Weiss, Freud consintió, escogiendo para el
obsequio "¿Por qué la guerra", escrito en colaboración con Albert Einstein (1879-1955). Más
tarde Weiss le narró este episodio a Ernest Jones, rogándole insistentemente que no publicara
nada al respecto. Pero en el tercer volumen de su biografía de Freud, Jones no le hizo caso,
presentando además una versión que contribuiría a confundir el sentido del incidente. Tradujo al
inglés la dedicatoria de Freud, y le atribuyó a Weiss, además de un contacto estrecho con el
dictador italiano, el consejo de que se hiciera intervenir a Mussolini ante Hitler para asegurar la
protección de Freud. Con moderación, Weiss quiso entonces puntualizar los hechos, recordando
su oposición feroz y precoz al fascismo, la prohibición en 1934 de la Rivista italiana di
psicanalisi, y las persecuciones que iban a llevarlo, como a muchos de sus amigos, a
abandonar el país. Por otra parte, con la ayuda de Kurt Eissler, entonces secretario de los
Archivos Freud, Weiss encontró el ejemplar del libro dedicado por Freud, y puso de manifiesto el
carácter aproximativo de la traducción realizada por Jones. Si bien la sinceridad y la autenticidad
de los sentimientos antifascistas de Weiss no pueden ponerse en duda, el ruego dirigido a Jones
demuestra su incomodidad en el momento del encuentro.
Paul-Laurent Assoun ha tratado de interpretar la intención del maestro, comparando la
traducción de Jones con la verdadera dedicatoria de Freud en alemán. Subrayó que Freud había
elegido deliberadamente ese libro sobre la guerra para inscribir en él las palabras siguientes: "A
Benito Mussolini, con el saludo respetuoso de un anciano que reconoce en la persona del
dirigente a un héroe de la cultura". Paul-Laurent Assoun destaca que en esta frase no cabe
encontrar nada ambiguo; a lo sumo, una cierta ingenuidad en el deseo de que "el dirigente"
(Machthaber) demostrara heroísmo poniendo las fuerzas de que disponía al servicio del
derecho, única arma capaz de asegurar el encaminamiento de la cultura hacia la razón.
En 1936, en ocasión del octogésimo cumpleaños de Freud, los psicoanalistas italianos, siempre
bajo la conducción de Weiss, se manifestaron colectivamente por primera y única vez antes del
exilio, dedicando un número de su revista prohibida a la obra del fundador. Freud respondió con
un agradecimiento caluroso, añadiendo en términos más personales unas palabras dirigidas a
Weiss: "Los psicoanalistas de Italia bajo su dirección han atestiguado en esta oportunidad de
una manera particularmente impresionante su pertenencia a la comunidad de los psicoanalistas.
El nombre Edoardo Weiss es garante de un rico futuro." Se sabe que la historia se iba a
encargar muy pronto de invalidar esta declaración. Las persecuciones racistas se multiplicaron,
hasta llegar al decreto de 1938 que les prohibía a los judíos el ejercicio de cualquier profesión,
Weiss se vio obligado a exiliarse: en enero de 1939 se embarcó en Nápoles hacia América.
Como ha escrito Anna Maria Accerboni, "había caído definitivamente el telón sobre el final del
primer acto de la historia del psicoanálisis en Italia".
En los Estados Unidos, Weiss comenzó trabajando algún tiempo en la clínica de Karl Menninger
en Topeka, Kansas. Rehizo sus estudios de medicina para poder ejercer oficialmente el
psicoanálisis, y se unió al equipo de Franz Alexander en Chicago, donde permaneció hasta su
muerte. Pero la guerra y el fascismo siguieron presentes en su espíritu y en su corazón: su
cuñado, su hermana y la familia de su mujer desaparecieron en los campos de exterminio nazis,
y a Paul Federn, que más que nunca seguía siendo su amigo, que le expresaba su simpatía,
Weiss le respondió con una carta del 17 de noviembre de 1942 en la cual volcó a la vez su odio,
su deseo de venganza y su abatimiento.
Con más de sesenta publicaciones, libros y artículos, Weiss ha dejado el bosquejo de una obra
organizada en torno a una concepción de la teoría del yo que tomó de Paul Federn y elaboró a
propósito de temas tan variados como la clínica de la paranoia, el amor heterosexual, la
problemática de la identificación o la agorafobia, a la cual dedicó una obra que apareció en los
Estados Unidos en 1964. Al morir Federn, en 1950, Weiss se preocupó de que no se olvidaran
las ideas de su amigo, quien se había alejado progresivamente de las concepciones freudianas
derivadas de la segunda tópica, aunque sin adoptar las tesis de la Ego Psychology entonces
dominante en Norteamérica: con el título de Ego Psychology and the Psychoses publicó el
conjunto de sus escritos, y después, en el marco de una obra colectiva dirigida sobre todo por
Alexander, redactó un capítulo sobre la teoría de la psicosis según Federn.
En 1970, no sin tropezar con la feroz oposición de Anna Freud, Weiss, con un cuidado
particular, publicó las cartas que Freud le había dirigido, reubicándolas en su contexto original, y
confiriendo de tal modo a esa pequeña compilación un rigor histórico ejemplar.