Campo de investigación de las representaciones sociales

Campos de investigación de las representaciones sociales
Pueden distinguirse tres amplios campos de investigación en representaciones sociales.  El primero es el que caracteriza la perspectiva original de las representaciones como conocimiento vulgar, o conocimiento popular, de ideas científicas popularizadas.  El segundo es el extenso campo de los objetos culturalmente construidos a través de una larga historia y sus equivalentes modernos.  El tercero específicos que el es el campo de las condiciones y acontecimientos sociales y políticos, donde las representaciones que prevalecen tienen un corto plazo de significación para la vida social.  Estos tres campos constituyen lo que podemos denominar la topografía de la mente moderna.
a) La Ciencia Popularizada
Originalmente la idea de las representaciones sociales fue desarrollada por Sergei Moscovici (1976) cuando investigó las popularización y el papel del conocimiento psicoanalítico en Francia durante los años cincuenta. Por esta razón, el autor introdujo el término representación social como un concepto con el que pretendía captar los nuevos aspectos conocimiento cotidiano toma en las sociedades modernas, en las que la Ciencia juega un papel central como productora de conocimiento.  
Mientras que en otros tiempos la Iglesia y posiblemente algunos filósofos o políticos fueron considerados como fuentes legitimas de conocimiento, en la sociedad occidental moderna ha sido la Ciencia quien ha tomado ese papel.  Este fenómeno es una consecuencia de la secularización creciente de amplios sectores sociales de la sociedad. Con la escolarización temprana, todos los integrantes de las sociedades modernas entran en contacto con los descubrimientos y las teorías de la Ciencia.  En este sentido, la Ciencia juega un importante papel como fuente de conocimiento cotidiano y, al mismo tiempo, es una autoridad para legitimar y justificar las decisiones cotidianas y las posiciones ideológicas.
La Ciencia se convierte en fuente de conocimiento cotidiano a pesar del hecho de que el hombre y la mujer de la calle no tienen ninguna idea sobre la racionalidad científica (Desautels y Larochelle, 1987; en Wagner, 1997).  Cuando se les pregunta, las personas tienden más bien a proporcionar una descripción de un descubrimiento científico singular, que a dar una definición válida de las características del conocimiento científico.  Por lo tanto, si la gente no tiene una noción clara de lo que es la racionalidad científica, y sin embargo, acepta la Ciencia como una fuente de su conocimiento cotidiano, tan alta consideración debe tener importantes motivos.
Podemos suponer que la Ciencia, en la sociedad moderna, aparece etiquetada de autoridad más bien por definición social, política y moral, es decir, por argumentos no racionales, que por incidencia de su racionalidad inherente.
La ignorancia pública acerca de la racionalidad científica resulta de la vulgarización del conocimiento científico, en el que los conceptos y las teorías aparecen desconectados de sus fuentes originales, esto es, del proceso de producción de conocimiento científico, ontologizándose y objetivándose para convertirse en los mitos de la vida cotidiana.  Por otra parte, los argumentos cuasicientificos, si se usan selectivamente se prestan a llegar a ser integrados en el discurso cotidiano y a ser usados como argumentos en favor del conocimiento preexistente. De este modo, el conocimiento científico popular puede usarse como una fuente de justificación secundaria de convicciones ideológicas previas, y sirve de explicación metafísica de los hechos sociales.  Mientras que las explicaciones científicas ayudan a dominar la causalidad, las explicaciones metafísicas pretenden explicar las razones invisibles que están más allá de los fenómenos visibles. En lugar de referirse a la estructura causal del mundo, la estructura de argumento resultante se convierte en parte del orden moral (Harré, 1981; citado por Wagner 1997).
Raramente, si es que sucede alguna vez, las teorías científicas se vulgarizan íntegramente.  La mayoría de las veces son los aspectos y conceptos de la Ciencia que pueden ser fácilmente imaginados de forma icónica o metafórica, y que pueden ser fácilmente proyectados sobre los problemas prácticos, los cuales se reciclan en conocimiento cotidiano (Thorngate y Plouffe, 1987).  Como consecuencia de la vulgarización de la Ciencia se produce un fraccionamiento de las teorías originales, que raramente conserva similitud con los originales científicos (Grizé, 1989; citado por Wagner, 1997).
Las representaciones sociales, en el sentido de conocimiento científico vulgarizado, tienen funciones declarativas, instrumentales y explicativas.  El aspecto declarativo describe y da significado al fenómeno social por el que la Ciencia popularizada aparece relevante, y el aspecto explicativo proporciona una comprensión cotidiana de sus razones subyacentes.
b) La Imaginación Cultural
La imaginación cultural proporciona realidad a los objetos que habitan el mundo social.  La investigación sobre representaciones sociales en este campo se refiere a objetos con una larga historia, como los roles sexuales, la mujer, las relaciones materno¬filiales, el cuerpo humano, o las anomalías de la existencia humana, como la enfermedad, la locura y la discapacidad.  Las representaciones de estos objetos hacen inteligible el mundo a los miembros de grupos sociales y culturales.  Estas representaciones permiten unas interacciones sociales que no sólo recrean los objetos mismos, sino que definen también a los actores como partes complementarias de los objetos, y proporcionan a los sujetos sociales la impresión de pertenecer a culturas y comunidades especificas (Gergen, 1982).
Las representaciones sociales de objetos culturales representan ante todo conocimiento declarativo. Delimitan los objetos y entidades, estructuran sus características y fijan su significado en los contextos sociales. Son el «conociendo lo que viene al caso» de la vida cotidiana.
c) Condiciones Sociales y Acontecimientos
Un tercer campo de investigación concierne a «objetos» con mucha menos significación a largo término en las relaciones sociales. Son las representaciones sobre condiciones sociales y acontecimientos que con frecuencia pueden denominarse polémicas.  
Las principales características de estas representaciones, en comparación con las culturales, son más bien su breve significación social, por una parte, y su a menudo restrictiva validez en cuanto a tamaño de poblaciones a las que se refiere, por otra parte.  Estas representaciones de interés actual son diacrónicamente menos estables y sincrónicamente menos válidas, es decir, son compartidas por pequeños grupos.
Los temas característicos de este campo giran alrededor del conflicto social, tales como la desigualdad social, la xenofobia, los conflictos nacionales, los movimientos de protesta, el desempleo, las sublevaciones, la agresión de adolescentes, el aborto, el debate ecológico y el movimiento feminista.  Estas representaciones sociales son siempre el producto de un proceso explícito de evaluación de personas, grupos y fenómenos sociales.
Mucho más explícitamente que las representaciones de teorías científicas y que la imaginación cultural hegemónica, estas representaciones polémicas (Moscovici, 1988) de los problemas sociales son la base de la identidad social.  El conocimiento colectivo sobre las condiciones políticas, la estructura social y también sobre los acontecimientos históricos (Jodelet, 1992) guía el pensamiento y la actuación selectivos de los grupos sociales.
En un movimiento circular, identidad social, pertenencia grupal y acción colectiva determinan y recrean cada uno de los otros elementos. En este proceso, los objetos y acontecimientos sociales son combinados de forma que se correspondan a las intenciones, acciones y fundamentos ideológicos de los individuos (Tajfel, 1984).