EL CARÁCTER (Estructuración y función económica libidinosa del carácter)

EL CARÁCTER
En los últimos años la posición de la caracterología avanzó notablemente en relación con las grandes dificultades de principios y métodos con que tropezó en sus comienzos. Existen en la actualidad conocimientos caracterológicos a cuya calidad no es posible presentar muchas objeciones, pues en numerosos casos y por la aplicación de métodos perfectos se han realizado investigaciones cuyos resultados sometidos a un criterio de realidad han confirmado su exactitud.
En esta posición se encuentra la investigación psicoanalítica que se halla en condiciones de aportar, a la teoría del carácter, algunos puntos de vista novedosos y fundamentales, a partir de los cuales la investigación científica llevará a nuevos conocimientos.
La teoría de los mecanismos inconscientes, su enfoque histórico y la comprensión dinámico-económica del suceder psíquico son los tres elementos que capacitan plenamente al psicoanálisis para ello.
No puede faltar en una obra sobre psicoanálisis, dirigida especialmente a médicos generales, un capítulo sobre el carácter, ya que el primer contacto que se establece entre los seres se hace a través de la estructura caracterológico. Para desarrollar el capítulo sobre este tópico, se ha realizado una síntesis resumida de los conceptos que W. Reich ha expuesto en su libro Carácter Analysin, IIIa. Edición, 1949*. Se eligió a este autor porque se considera que es el que ha enfocado y estudiado el tema de manera que une lo profundo y lo dinámico de un modo tal, que resulta de fácil comprensión, aun para aquellos que no tengan una extensa preparación previa, además de resulta útil y fácil de aplicar en los pacientes la clasificación de los distintos tipos caracterológicos que él ha realizado.
Al iniciar sus estudios Freud se interesó principalmente por los síntomas neuróticos, pero a medida que, merced a la práctica diaria, fueron aumentando sus conocimientos, vio con mayor claridad que un síntoma neurótico puede interpretarse mucho mejor –tal como lo señaló W. Reich en Análisis del Carácter, en 1933-. Comprendiendo la estructura del carácter en el que el síntoma se desarrollaba. Por esta razón la estructura y la función del carácter desplazó en vierto momento al síntoma como objeto principal de la teoría y la terapéutica psicoanalítica.
El primer descubrimiento de Freud según el cual ciertas particularidades del carácter pueden explicarse históricamente por la persistencia de tendencias instintivas primitivas, modificadas por la influencia del ambiente, abrió nuevos caminos para la comprensión de estos problemas (1).
Para poder apreciar el concepto dinámico del carácter, es de utilidad establecer una comparación entre los rasgos de conducta y los de carácter. Se consideran rasgos de conducta aquellas acciones observables por otra persona. Por ejemplo, el ser valiente puede definirse como la conducta dirigida a lograr una meta preestablecida sin que sea impedimento para ello el arriesgar la propia comodidad, la libertad o la vida. El ahorro podría definirse como una conducta encaminada a economizar dinero u otros objetos materiales. Pero si investigamos las motivaciones –particularmente las inconscientes- de tal o cual rasgo de conducta, hallamos que el mismo encierra numerosas y diferentes connotaciones caracterológicas. Una conducta “valiente” puede estar motivada por la ambición, de manera que la persona llega a arriesgar la vida en ciertas situaciones con el fin de satisfacer su necesidad de ser admirada. Puede también estar engendrada por impulsos suicidas que lo inducen a buscar en el peligro –consciente o inconsciente- una forma de lograr su deseo; puede estar determinada por una falta de imaginación que hace que actúe valientemente tan sólo porque no se da cuenta cabal del peligro que lo acecha. Pero también puede estar motivada por una genuina devoción a una idea o un fin, en aras del cual la persona actúa; determinación que convencionalmente se acepta como la base de valor. En todos estos casos la conducta es superficialmente la misma, pese a las diferencias que puedan existir en las motivaciones profundas (Fromm).
La secuencia cronológica de los conceptos psicoanalíticos referentes al carácter es la siguiente:
Freud fue el primero en estudiar en el año 1908, en El carácter y el erotismo anal, los instintos parciales anales, considerados como el substratum de los rasgos caracterológicos posteriores, tales como son la avaricia, el orden y la pedantería. Luego en el año 1919 Ernest Jones y en 1924 Karl Abraham hicieron una reducción de los rasgos caracterológicos a su base instintiva. Dijeron, por ejemplo, que la envidia y la ambición derivan de impulsos correspondientes a la etapa uretral. Pero con esto sólo se explican las bases instintivas de tipos aislados y diversos de carácter.
En Análisis del carácter, Reich trató de comprender el carácter desde un punto de vista histórico y dinámico-económico, considerándolo como una formación total y general. Su concepto básico es que la entidad fundamental en el carácter no es el rasgo único, sino la organización total del mismo, de la cual deriva una cantidad de rasgos de carácter. Estos, a su vez, deben interpretarse como un síndrome que resulta de una organización particular, o sea la orientación del carácter hacia una finalidad.
Fromm define al carácter como la forma –relativamente permanente- en que la energía humana es canalizada en los procesos de asimilación y socialización.
Jaspers, por su parte, dice: “El carácter es, con sus motivos históricos dados, el producirse del hombre en el tiempo y no sólo la acuñación de un ser así definitivo en el transcurso del tiempo”. “El carácter –se ha dicho- es tan sólo evidente en la biografía que abarca el curso de una vida, con sus posibilidades y decisiones”. Planteado de este modo, ya no tiene importancia el contenido o la peculiaridad de un rasgo caracterológico aislado (2).
Reich no asigna importancia a un rasgo aislado del carácter, pues estima que lo valedero y significativo es la forma general de actuar y la génesis de tipo reaccional característico como un todo. Se llega con esto al planteo básico que consiste en tratar de comprender la manera de percibir una vivencia y producir un síntoma. La forma más acertada de encararlo –dicho Reich- estriba al explicar lo que se denomina un rasgo fundamental de una personalidad (3).
En el lenguaje popular se clasifica a las personas como duras, blandas, orgullosas, que se autoestiman o autodisminuyen; frías, cálidas, impulsivas, etc. El análisis profundo de estos rasgos puede mostrar que sólo se trata de diversas formas de un acorazamiento del yo contra peligros del mundo exterior y frente a las exigencias instintivas del ello. Así la excesiva cortesía encubre muchas veces una cantidad de angustia no menor que una reacción brusca y a veces brutal. Ambas son reacciones en distinto sentido, endientes a superar un estado de angustia.
Genéticamente la formación del carácter individual se determina por el impacto de las experiencias vitales –y las derivadas de la cultura- sobre el temperamento. Se puede afirmar que el ambiente jamás es el mismo para dos individuos, pues la diferencia en la constitución los hace enfrentase con el ámbito en que viven de una manera más o menos diferente. Es lo que ocurre con personas que en una misma familia soportan en el hogar una situación dada, estímulo que vivirían de manera totalmente diferente, según el temperamento que cada uno de los integrantes de esa familia tenga. En un ambiente que aparentemente es igual para todos, cada uno tendrá un tipo de reacción que será el que configurará su carácter.
El psicoanálisis clasifica los caracteres como pasivo-femenino, histérico, obsesivo, fálico-narcisista y otros, revelando con esto que ha comprendido la existencia de diversos tipos reactivos, ya que los diferencia. Pero lo que más interesó a Reich fue el elemento constitutivo común denominado “formación del carácter”, y también las condiciones fundamentales que conducen a una diferenciación tal típica.

ESTRUCTURACION DEL CARÁCTER
Para comprender el motivo que determina la formación del carácter es necesario recordar algunas propiedades de toda reacción caracterológica. El carácter es una modificación crónica del yo, que puede denominarse endurecimiento, en el sentido de que es una protección contra peligros internos y externos. Por el hecho de ser una protección crónica Reich cree que es correcto también denominarla coraza (4), pero con la salvedad de que no es totalmente rígida e impermeable, sino que está atenuada por limitaciones no pertenecientes al carácter, es decir, relaciones atípicas con el mundo exterior.
El nombre de coraza caracterológica responde al hecho de ser constante y mantenerse siempre en la misma forma. Frente a una situación determinada el carácter va a tener siempre el mismo modo de reacción, considerando, lógicamente, el caso de un carácter puro, hecho de que en general no se da sino que toma formas mixtas que hacen que muchas veces se reacciones de una manera distinta frente a un mismo estímulo. Pero lo que debe considerarse es la existencia de un tono fundamental y algunos otros rasgos caracterológicos secundarios, y la reacción se produce usualmente sobre la base del tipo de carácter que predomina, aun cuando algunas veces puede encontrarse modificado en la respuesta final, por la interacción de otros rasgos caracterológicos que simultáneamente se movilizan.
La coraza caracterológica es el elemento que se interpone entre el mundo exterior y el interior, de modo que la estructura puede ser conceptuada semejante a la membrana celular. Pero, a diferencia de ésta, no es completa, sino que puede considerársela, hipotéticamente, como ocurre en algunos rizopodarios y radiolarios, con orificios o hendiduras, a través de las cuales se efectúa un contacto natural, no modificado por el carácter en sí.
Para seguir con la similitud física puede decirse que esta coraza caracterológica no es rígida sino que tiene flexibilidad, factor que precisamente es el que permite hacer una diferencia entre carácter normal y neurótico. El grado de flexibilidad o habilidad guarda una relación proporcional directa con la salud mental de individuo. En un sujeto normal su carácter va a estar regido también por el principio del placer y la realidad, y así como la pupila del ojo se contrae cuando recibe un estímulo luminoso muy intenso, realizando un acto de mecánica defensiva, del mismo modo esos elementos que permiten un contacto directo de la parte emocional con el mundo exterior, puestos frente a una situación displacentera, van a ser capaces de defenderse retrayéndose para disminuir el contacto con lo desagradable, pero en cambio, frente a una situación que no es peligrosa y que exige un gran contacto con el mundo exterior, aumentará sus facilidades para que lo interno se ponga directamente en contacto, y en una relación lo más amplia posible, sin la interposición de contactos sustitutivos, como es típico en el carácter neurótico.
En cambio un carácter neurótico mantendrá las relaciones entre el mundo interno y el externo dentro de un margen de gran rigidez. Es decir, tendrá muy poca labilidad, y por lo tanto, frente a una situación displacentera no será capaz de contraerse totalmente, como lo hace la tortuga, que frente al peligro desaparece por completo dentro de su caparazón, y por el contrario ante una situación placentera no podrá tampoco establecer un amplio contacto entre lo interno y lo externo. Esta es una manifestación neta de los caracteres afectivos bloqueados. Son “tibios” frente a todas las situaciones. Tibios en la alegría, en la agresión, en el amor y en el duelo.
Esto es lo que permite una diferenciación entre el sujeto normal y aquel que tiene un carácter neurótico. Este último es el que, en el lenguaje popular, es definido como “tipo duro” o “frío”, expresión esta última que tiene mucha justeza, ya que los individuos “duros”, angustiado, padecen también una vasoconstricción periférica.
La armadura caracterológica es el resultado del encuentro crónico entre las exigencias instintivas y el mundo exterior frustrador. “Toda vida se realiza como codeterminación de un mundo interior y de un mundo circundante” (Von Uezküll).
El lugar donde se forma esta coraza caracterológica es aquella parte de la personalidad que se encuentra en el límite de lo instintivo bio-psicológico y el ambiente, es decir, el yo. El comienzo de la formación definitiva del carácter, según Reich, se origina en el conflicto entre los deseos incestuosos y la negativa real de la satisfacción, a punto tal que se considera que la formación del carácter comienza como una determinada forma del renunciamiento del complejo de Edipo.
La parte común o general del desarrollo del carácter seguiría teóricamente los siguientes pasos: en primera instancia una situación edípica frente a un rehusamiento real; es decir, deseos genitales extraordinariamente intensos y un yo relativamente débil que se protege por temor al castigo, movilizando el mecanismo defensivo de la represión. Esta lleva al estancamiento de la pulsión, lo cual amenaza el éxito de la represión simple, por una irrupción de ese mismo instinto reprimido. Este temor a la irrupción tiene como consecuencia una modificación del yo; por ejemplo, desarrollar ciertas actitudes con las cuales se trata de evitar angustiosamente algo y que puede percibirse como una actitud de aprensión, “vergonzosa” o de una cierta “timidez”. Esto todavía o es caracterológico sino tan sólo un esbozo. La vergüenza o la timidez son por una parte una limitación del yo, pero al mismo tiempo representa un robustecimiento del mismo, pues pone de manifiesto una protección contra situaciones en las cuales se podría producir una intensificación de los impulsos reprimidos. Pero esta primera alteración del yo –representarse como “vergonzoso” o “tímido”- no es suficiente para vencer el instinto, y por el contrario lleva al desarrollo de la angustia, que es siempre la base de la fobia infantil. Como la angustia infantil constituye en su desarrollo simultáneo un peligro constante para la represión, por el hecho de que lo reprimido se pone de manifiesto por medio de la angustia y ésta a su vez debilita al yo, es necesario establecer una nueva defensa que llegue a ser de carácter crónico y automático contra la angustia (5).
El motivo que se encuentra detrás de todas estas medidas del yo es el temor al castigo consciente o inconsciente, temor que es constantemente reactivado por la conducta real de los padres y educadores. El endurecimiento o acorazamiento caracterológico se realiza sobre la base de tres procesos fundamentales:
1° Identificación con la realidad frustrante, especialmente con la principal persona que representa esta realidad, lo cual constituye un mecanismo de defensa del yo, al que A. Freud denomina “identificación con el agresor temido”. Este proceso da a la armadura caracterológica contenidos llenos de sentido. El bloqueo afectivo de un paciente obsesivo se rige por la siguiente deducción: “Debo ejercer el autocontrol como mi padre siempre me lo ha dicho”. Y en un paso siguiente por este: “Debo preservar mis posibilidades de placer y lograr que mi padre me resulte totalmente indiferente”.
2° Dirige la agresión que moviliza contra la persona frustradota y que a su vez produce angustia, y la vuelve contra sí mismo. Este proceso, que moviliza la mayor parte de la energía agresiva, privándola de su posibilidad de expresión motora, crea el aspecto inhibido del carácter.
3° El yo se niega actitudes reactivadas contra las tendencias, utilizando la energía del propio instinto con este fin. Este proceso quita ciertas cantidades de carga del impulso libidinoso reprimido, que, por lo tanto, pierde capacidad para transponer la barrera de la represión /Reich).
De este modo el acorazamiento del yo se produce como resultado de la angustia por temor al castigo, a expensas de la energía del ello y contenido las prohibiciones de la temprana educación. La formación caracterológica, sirve al propósito económico de aliviar la presión de lo reprimido y fortalece simultáneamente al yo. En unos casos el acorazamiento se produce en la superficie de la personalidad, mientras que en otros lo hace en la profundidad. En este último caso la apariencia manifiesta de la personalidad no es la expresión real de la misma, sino solamente algo parecido a ella. El acorazamiento superficial es típico del bloqueo afectivo obsesivo y del carácter paranoide agresivo y el acorazamiento profundo es típico del carácter histérico. La profundidad del mismo depende de las condiciones en que se han operado la regresión y la fijación.
En Análisis del carácter, W. Reich no niega que los tipos de reacción tengan una base hereditaria. Ya el recién nacido y el feto tienen un temperamento, pero sostiene que el ambiente ejerce en este sentido una influencia decisiva en cuanto al desarrollo de disposiciones existentes, determinando si deben ser reforzadas, modificadas o inhibidas.
“La objeción más severa contra la concepción hereditaria del carácter –dice Reich- la constituyen posiblemente aquellos casos en los cuales el análisis pudo demostrar que hasta una cierta edad se manifestaron determinadas formas de reacción, siguiendo a partir de entonces un desarrollo totalmente diferente de su carácter. Pero es indudable que existe un determinado tono fundamental que no puede ser modificado, como la misma experiencia analítica la ha demostrado.
“El origen del esbozo de las estructuras caracterológicas básicas radica en el conflicto de la relación padres-hijos, en la liquidación especial de estos conflictos y la retención de rastros de los mismos en el futuro”.
Freud dijo que el complejo de Edipo se derrumba dando paso a la angustia de carácter. Reich complementa este concepto diciendo que efectivamente el complejo se derrumbó, pero reaparece de nuevo con otras formas de reacciones caracterológicas, las cuales son, en síntesis, una continuación deformada de sus rasgos fundamentales y formaciones reactivas contra sus elementos básicos.
La formación del carácter no depende sólo del hecho de que existen algunos instintos que se frustran creando un conflicto, sino que está también relacionada con la naturaleza misma de este conflicto. El momento en que el mismo se presentó y cuáles fueron los impulsos motivantes, juegan un papel importante en la formación caracterológica. Enumeraremos algunas de las causas actuales:
1) Momento en que se produce la frustración;
2) Magnitud de intensidad de la misma;
3) Naturaleza de los impulsos contra los cuales se dirigió la frustración central;
4) Concesiones que se hicieron entre la aceptación y la frustración;
5) Sexo de la principal persona frustradota; y
6) Contradicciones de las frustraciones entre sí.

LA FUNCION ECONÓMICA LIBIDINOSA DEL CARÁCTER
Según W. Reich, el estudio de la función dinámica y el significado de las reacciones del carácter evidencian que éste es, esencialmente, un mecanismo de protección narcisística, que en sus comienzos fue creado para actuar como aparato de protección contra los peligros externos.
A continuación de la teoría de Lamarck, las investigaciones de Freud y en especial las de Ferenczi, permitieron diferenciar en el aspecto anímico una adaptación aloplástica y otra autoplástica. En la primera, con la finalidad de seguir subsistiendo, el organismo modifica el mundo exterior, por medio de la civilización y la técnica, y en la segunda –con la misma finalidad- el organismo se modifica a sí mismo para poder continuar existiendo. Así cabe considerar que el carácter es una formación autoplástica, determinada por las excitaciones perturbadoras y displacenteras del mundo exterior.
El choque entre el ello y el ambiente, que coarta o inhibe totalmente la satisfacción de la libido, tanto como la angustia que es generada por dicho choque, provocan en el aparato anímico una reacción por la cual se procede a la organización autoplástica de un aparato protector que coloca entre sí mismo y el mundo exterior. Precisamente por eso la expresión “carácter” abarca no sólo: 1°) la forma aparte de esa instancia, sino también la suma de todas las reacciones psíquicas y específicas para una determinada personalidad, y a las cuales recurre el yo. El carácter es, pues, un factor condicionado dinámicamente, en lo esencial, y que se pone de manifiesto en una forma característica y: 2°) en el modo especial en que el individuo se manifiesta, se mueve, en su manera de experimentar situaciones, de reaccionar frente a ellas, en la forma en que ama, siente celos, conduce su vida, en sus necesidades y el anhelo que le es propio, en los objetivos que se propone, en la forma en que concibe sus ideales, en los valores que lo atraen, en lo que hace y produce y en el modo como actúa, según el concepto de K. Jaspers.
El carácter está integrado por elementos del mundo exterior, como son las prohibiciones de los instintos censurados y las identificaciones de diferentes categorías y calidades. A raíz de esto Reich considera que los contenidos de la armadura caracterológica son de origen externo, social. Se debe aclarar, para comprender bien esto, que la protección contra el mundo exterior fue la motivación básica de la formación del carácter, sin que esto continúe siendo, más adelante, su función fundamental.
El hombre civilizado tiene una gama casi infinita de recursos a su disposición para defenderse contra los peligros reales del mundo exterior: como son las instituciones sociales que lo protegen debidamente. Pero siendo un organismo altamente desarrollado, también tiene a su disposición el aparato muscular que le permite huir o lucha contra esos peligros, y también un intelecto que le permite prever los mismos y evitar caer en ellos. El mecanismo típico de protección del carácter entra en acción cuando un peligro interior, representado por un impulso instintivo, resulta amenazante. Es entonces tarea del carácter elaborar o evitar la “angustia de éstasis” causada por la energía de los impulsos a los que se ha negado el acceso a la expresión.

Notas:
1- Fromm ha dicho que Freud desarrollo una teoría del carácter que no sólo es la primera sino la más consistente y penetrante al definirlo como un sistema de impulsos subyacentes a la conducta pero no idénticos a ella.
2- Con elementos aislados no puede construirse un proceso anímico. Lo típico es un fenómeno en el campo de lo viviente; pero lo viviente no está compuesto de elementos, con la materia está integrada por moléculas, sino que es el efecto de muchas funciones. Si desaparece la función, se modifica la totalidad. En otras palabras: los procesos anímicos, como todos los vitales, no son meras conexiones aditivas de componentes aislados, sino que son productos de la actuación conjunta de muchas funciones, y como en todo organismo, también en la vida anímica todo se halla en íntima conexión con todo, hecho que no se puede percibir tampoco ni aun en las sensaciones que antes se consideraban como fenómenos psíquicos sumamente simples y por esto más “elementales” (Rohrather).
3- Para evitar la confusión que prevalece en cuanto a los términos temperamento, carácter y personalidad, hay que diferenciar a cada uno de éstos: el temperamento se refiere al modo de reacción y es algo constitucional e inmodificable; el carácter se forma por las experiencias de la persona y en especial por las de su infancia y es modificable hasta cierto punto por nuevas experiencias. Una persona de temperamento colérico reaccionará siempre en forma rápida y fuerte, pero aquello ante lo cual reacciona depende de su carácter: si es una persona productiva, justiciera y amante reaccionará cuando ame, cuando la irrite la injusticia o cuando la impresione una nueva idea.
Las experiencias adquiridas constituyen lo caracterológico, rasgos peculiares que lo hacen ser él. La diferencia entre las cualidades heredadas y las adquiridas equivale a la existente entre temperamento, dotes y cualidades psíquicas constitucionales, por una parte, y el carácter por la otra. Las diferencias de temperamento no tiene significado ético –dice Fromm- pero las existentes en el carácter constituyen el verdadero problema de la ética: son la expresión del grado en que un individuo ha tenido éxito en el logro del arte de vivir.
Por personalidad se entiende la totalidad de las cualidades psíquicas heredadas (temperamento) y adquiridas (carácter).
4- Hernán Hesse en su novela Meter Camereuind dice: “El hombre se ha diferenciado del resto de la naturaleza por una etapa de mentiras y de falsedades que lo cubre y lo protege”.
5- “Puede considerarse el sistema caracterológico como sustituto humano del aparato del instinto de los animales. Una vez que la energía ha sido encausada de cierto modo, la acción se produce como fiel expresión del carácter, que en su modalidad determinada puede ser indeseable desde el punto de vista ético, pero al menos le permite a la persona actuar con relativa consistencia y la releva de la penosa tarea de tomar cada vez una nueva decisión. Puede acomodar su vida a una manera ajustada a su modo de ser, creando así un cierto grado de compatibilidad entre la situación interna y la externa permitiéndole al individuo obrar consciente y razonablemente. Esto es también la base para la adaptación a la sociabilidad”. (Fromm).

Fuente: CURSO BÁSICO DE PSICOANALISIS (A. TALLAFEMO) Cap. 8. El carácter.