Compulsión a la repetición, sadismo y masoquismo (pulsión de muerte)

En una segunda teoría de los instintos motivada por la explicación de la agresión que hasta entonces no había tenido interpretación satisfactoria, Freud había observado en la etapa anal una tendencia a la crueldad, al sadismo, en que el masoquismo sería una formación secundaria. Sería el sadismo contra sí mismo. Después de la guerra de 1914, prestó atención al instinto de conservación en relación con la observación de los soldados con neurosis de guerra. Había observado que en los sueños de los soldados se reproducía la situación traumática y que dichos sueños no eran placenteros y no podían obedecer al principio del placer y a satisfacer deseos sexuales, sino que había una evidente tendencia a repetir tendencias pasadas dolorosas. Ese fenómeno, esa llamada compulsión a repetir, sería una tentativa de reparar el trauma inicial, retornando a la época en que aún no se había producido o, si no, un intento de dominarlo en su repetición, como en el caso de la transferencia. Sería esto la base del instinto de muerte, tanático o destructor, el Tánatos, que tiende a la invariación y a volver a la homogeneidad de lo inorgánico. Dos nuevos instintos aparecen, pero que no se excluyen de una teoría a la otra sino que se complementan. El Eros sería la libido más parte del instinto de conservación; el otro elemento del par sería el Tánatos. Como consecuencia de esta segunda teoría de los instintos, la agresión ya no es necesariamente producida por la libido. Gran parte del comportamiento humano se explica por la tendencia a repetir situaciones pasadas. Y el sadismo y el masoquismo resultan de la conjugación de fuerzas tanáticas y libidinosas en un intento para la conservación del individuo, haciendo que las fuerzas tanáticas se hagan eróticas y, por tanto, menos peligrosas. El masoquismo sería lo primero, concebible no en sí sino como mecanismo de descarga tensional. El sadismo sería lo secundario. El problema de la vida sería el de mantener limitado el Tánatos, erotizándolo en sadismo o masoquismo, y dirigiéndolo hacia otros en forma de agresión. Con esto Freud se mantiene en un terreno estrictamente biológico y niega la influencia de las relaciones parentales.