Comunicaciones: JUVENTUD Y CIUDAD: LA CONSTRUCCIÓN DEL RIESGO

COMUNICACIONES.

JUVENTUD Y CIUDAD: LA CONSTRUCCIÓN DEL RIESGO
Héctor Gutiérrez Magaña

Juventud: ¿factor de delincuencia?

El sábado 28 de Agosto de 2010, en el periódico Ecos de la Costa del Estado de Colima, México; aparece el siguiente titular en primera plana: “Gente joven y la costa, factores pro delincuencia”. Una senadora, con la experiencia y la autoridad que brinda la vestimenta de un cargo público, atribuyó sistemáticamente el incremento de hechos delictivos en la entidad a 4 factores: los altos índices de violencia intrafamiliar, el alcoholismo, tener costa y un amplio volumen de población joven, entre los 12 y 29 años de edad.
En el mismo sentido, el 1 de septiembre de 2011 en el mismo periódico se daban a conocer las declaraciones de la procuradora de justicia de la ciudad, quien señaló que gran parte de la criminalidad se debe a la permisibilidad de los padres hacia los hijos y a la irresponsabilidad de los jóvenes de cuidarse a sí mismos, entre otras causas.
Estos dos casos son ilustrativos de la construcción de la juventud desde el discurso oficial y en los medios de comunicación, donde persiste con fuerza un ejercicio periodístico en la gran mayoría de las ocasiones, limitado a ser portavoz de partes oficiales y el seguimiento de las discusiones de la clase política que van construyendo agenda pública. Detrás de estos dos ejemplos existe el mismo contexto: la irrupción pública de la juventud como objeto de acciones del crimen, víctimas – y en algunos casos victimarios- que portan en su condición de incompletud ciudadana, las culpas de una sociedad en descomposición.
Desde una veta parcial de las tesis generacionales, la ecuación del progreso y desarrollo de la sociedad se remite a un recambio de generaciones, una sustitución de “hechos objetivos” determinados en lo biológico frente a una linealidad casi atemporal de desarrollo de valores y dinámicas. Para el positivísimo el problema del recambio generacional estriba en calcular cuánto tiempo tardará una generación en sustituir a otra en la vida pública.
Es desde este horizonte cuando la juventud se construye en una situación de incompletud, una etapa de transición, un sector a formar para reproducir los ritmos y valores de la línea recta del desarrollo. En esta concepción del carácter rectilíneo del progreso del tiempo, la aparición de quiebres se asocia a anormalidad o a desviación. Los hábitos y las formas de acción hegemónicos de la sociedad, al ser producto de la reproducción institucional, ocultan la novedad que una generación joven puede aportar (Mannheim 1928).
Vamos aquí a presentar a partir de un análisis de 4 periódicos locales, como desde el discurso de la clase política y las instituciones estatales, la presencia de un pensamiento adulto-céntrico y un discurso de anomalía y desviación de una juventud a la par de los aumentos de la percepción de la inseguridad y el crimen en la ciudad, configuran el concepto de juventud como un factor de riesgo.

Breve contexto nacional

2010 en México adquiere una lacerante visibilidad para las juventudes en el debate público, es en este año que se acuña el término juvenicidio, a raíz de una serie de homicidios recurrentes y aparentemente sistemáticos que se perpetraron contra grupos de jóvenes. En este año algunas voces comenzaron a señalar la pérdida del famoso bono demográfico: 7 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan. Efecto inmediato fue la aparición del término NiNi en los medios de comunicación (adjetivo que acusa al joven que Ni estudia Ni trabaja).
En este orden es de señalar que entre 2009 y 2011 el 67% de las muertes vinculadas al narcotráfico el 67% corresponden a menores de 29 años78, pero es en 2010 donde este aparente problema sistemático tendrá visibilidad mediática. Durante ese mismo año, en un periodo de 4 meses, hubo más de 1200 jóvenes asesinados. Se acuñó entonces el término “juvenicidio”. Entonces el hecho de que 51 de cada 100 presos en el país sean menores de edad no corresponde necesariamente a un ejercicio recurrente de la criminalidad, si no que podemos pensar en un ejercicio sistemático de discriminación en donde la variable generacional si bien no es determinante, juega un papel que condiciona la configuración de sujetos de riesgo.
En otro sentido, es importante subrayar que en el país existen alrededor de 19.2 millones de jóvenes entre 15 y 29 años que no están escolarizados, se quedaron en el rezago educativo y tampoco continúan con sus estudios superiores. Esta es la cifra más alta de todos los países de la OCDE79. Este marco, si bien configura un escenario de preocupación por la precarización de la condición juvenil en el país, también ha activado ciertos supuestos donde la relación precariedad-crimen o juventud-anomalía se vuelven casi mecánicos.
Un ejemplo de esto podemos verlo en una serie de medidas que han comenzado a tomar algunas universidades públicas del país, en donde la prioridad más que la búsqueda de espacios de inclusión, ha sido el control de la seguridad: “algunas han implementado el contratar compañías de seguridad externas, otros contratan más personal interno, algunos instalan cámaras de seguridad, otros bardean las instalaciones, etc., cada quien de acuerdo a sus presupuestos y necesidades.”80 . En el caso de la ciudad que a continuación tomamos como muestra, en 2010 la Universidad pública comienza a implementar controles como la restricción del ingreso a distintos edificios sólo a estudiantes y personal identificado, así como el cercado de algunas instalaciones, y la edición de “manuales de seguridad”.
Así, en el marco de una precarización de la condición juvenil en un país donde el neoliberalismo continua desmantelando la presencia del Estado en la aseguración de derechos civiles y sociales para configurarlo en un estado policial abocado a reducir la inseguridad y el crimen, las y los jóvenes han aparecido de manera frecuente en los medios de comunicación principalmente en las siguientes líneas:
* Narcotráfico
* NiNis (jóvenes que no estudian ni trabajan)
* Alcoholismo y drogadicción
* Desempleo
* Nuevas tecnologías
* Violencia
* Déficits escolares

Colima: la interrupción de la tranquilidad

Un primer encuadre nos acerca al contexto político de la ciudad. Hay que destacar la presencia de un gobierno de partido hegemónico durante los últimos
es la presencia Un Estado (provincia) gobernado por un mismo partido político durante toda su historia, partido político que desde lo nacional contribuyó a configurar una cultura política que gira en torno al autoritarismo y el clientelismo como los componentes del ejercicio de la actividad política y gubernamental.
Una amplia capacidad de control y un territorio relativamente pequeño, han sido factores para que en esta ciudad se ostentaran -hasta los primeros años del inicio de siglo-, los primeros lugares a nivel nacional en seguridad. Sin embargo los reagrupamientos de los grupos de poder y la fractura del amplio aparato de dominación, a la par de una situación de creciente violencia y presencia de grupos delictivos en el país, vendrían a alterar la aparente situación de tranquilidad que se configuraba en Colima. Es de destacar también, que el Estado cuenta con una amplia infraestructura política y administrativa dedicada a la juventud: una Federación de Estudiantes, una Secretaría de Estado y tres institutos municipales de juventud, todos surgidos bajo las disputas por el poder y por la captación del capital político que representa la población joven.
El primer gran evento asociado a las prácticas del crimen organizado (en el marco de una serie de eventos nacionales mediatizados) vendría a saltar al público de la mano de los jóvenes: el 14 de Agosto de 2010, dos sujetos a bordo de un vehículo se apostaron a las afueras de un bar y lanzaron una ráfaga de disparos en la entrada, justo al horario de cierre. En los siguientes días la noticia ocuparía las primeras planas de los periódicos entre la presentación espectacular de la noticia, y la cobertura al debate que se desató y cobró forma en las voces de la clase política.
Una de las primeras grandes culpas acerca de este hecho recayó sobre la noche, el local donde sucedió el siniestro fue clausurado por haber violado el horario de cierre que indica el reglamento para los giros nocturnos. La discusión política se centró mayormente en el cumplimiento de las normas de este tipo de establecimientos y la falta de rigor de las autoridades para su sanción.
En general los discursos de las autoridades se enfocaron en la escuela y la familia. Se invitaba a las escuelas a reforzar medidas de seguridad, a establecer vigilancia, a incrementar controles, a capacitar alumnos para actuar en situaciones de emergencia. Hacia las familias, se invitaba a los padres y madres a aumentar el control sobre los hijos “Colima había sido un estado tranquilo y con libertad podían los jóvenes salir por las noches a divertirse, pero de un tiempo para acá los padres de familia deben tomar precaución de ver en que espacios sus hijos salen a divertirse” “los jóvenes y sus padres deben valorar la posibilidad de implementar un toque de queda implícito o buscar nuevas opciones de diversión” (Gutiérrez 2010).
Este escenario trazado, no rebasó los quince días de intensos debates en los periódicos, donde representantes de padres de familia, representantes populares y funcionarios abocados al sector juvenil, esgrimieron un discurso que configuraba el miedo en la ciudad volcado hacia la noche, hacia los lugares de agregación juvenil asociados al alcohol. Un año después la vida nocturna sigue difuminada, pero más allá, se comenzaría a configurar alrededor de la juventud un halo de sujeto de riesgo para la sociedad.
Una semana después del incidente, el alcalde de la capital declaraba la necesidad de instalar cámaras de vigilancia en las zonas marginales del Estado, las mismas que son mapeadas en los medios bajo la sombra del pandillerismo y la drogadicción.
En términos generales en esta entidad, la juventud no ha sido un sector que históricamente se posicione en la agenda pública, ni de manera frecuente ni con mucha relevancia, sin embargo en los últimos tiempos, y en correspondencia con un contexto social donde la violencia y el crimen se han comenzado a hacer presentes tanto por la espectacularización de la noticia como por los incrementos reales, la juventud ha saltado en distintas ocasiones a ser el centro del debate público, en la mayoría de las ocasiones, de la mano del peligro. Podríamos mencionar que la juventud solo sube a escena cuando es presa del peligro, pero asociado como efecto de sus prácticas.
Los jóvenes y el alcohol han sido un tema de moda intermitente en los medios de comunicación y el discurso político, y si bien este es un problema importante ya que en Colima se vienen registrando los índices más altos a nivel nacional de consumo de alcohol entre adolescentes81, la situación es objeto de atención cuando se configuran alarmas que impactan la vida en la ciudad.

El alcohol y la noche

En el año 2007 fueron constantes las noticias sobre una serie de muertes de jóvenes en accidentes viales, la mayoría relacionadas con conductores en estado de ebriedad. A través del entonces Instituto Colimense de la Juventud, el gobierno estatal realizó un foro juvenil que apenas ocupó un espacio en las páginas interiores de un periódico. En consonancia con las primeras planas alarmistas, las políticas gubernamentales fueron la implementación de alcoholímetros, los controles policiales en las calles, la tipificación de conducir ebrio como delito, e incluso la habilitación para que las fuerzas del orden pudieran irrumpir sin orden previa en las denominadas fiestas rave, para decomisar drogas (suponiendo que las drogas sólo están en estas fiestas).
Es desde esta lógica cuando quizás nos podamos explicar que un mes después en el congreso del Estado se propuso calificar por igual los delitos graves para adultos y para adolescentes. Después de dos semanas, el tema quedó sepultado, tanto por los medios de comunicación como por la clase política. El peligro desapareció del interés.
Durante este momento, se abrió el debate sobre la habilitación de espacios en la ciudad para que los jóvenes asistieran en automóviles a reunirse e ingerir bebidas alcohólicas bajo la regulación del Estado, inmediatamente de la mano de periodistas y políticos se acuñó el término “chelódromos” como un sinónimo de inmoralidad, de permisividad, de libertinaje. Algunos periodistas y “líderes de opinión” comenzaron a cuestionar si después habría sexódromos o drogodromos, apelando a la moral en peligro.

Violadores encapuchados

Cuatro años después intempestivamente comienzan a aparecer en algunos medios de comunicación electrónicos, denuncias sobre violaciones a mujeres jóvenes que acudían con sus parejas a las afueras de la ciudad. En menos de 3 días se arrojaron cifras de 5, 9 y 12 casos de violaciones, mientras que oficialmente se confirmaban 11 denuncias de violencia pero solo 3 casos incluían violación.
Ante la aparición de titulares como “Aterra banda delictiva a jóvenes en Colima”82 o conceptualizaciones del imaginario como una banda de violadores encapuchados83, reviven el fantasma del peligro y la inseguridad para la juventud; entonces el debate maniqueo entre reprimir y permitir vuelve a aparecer con los “chelódromos”.
En esta ocasión el debate no esperó, la urgencia de la situación justificaba las medidas improvisadas. Se habilitaron espacios para que los y las jóvenes acudieran a recrearse e ingerir alcohol, con la prohibición de asistir a las afueras de la ciudad donde habría elementos de policía vigilando que esto se cumpliera, ya fuera invitando a alejarse de esas áreas, o deteniendo a los jóvenes para llamar a sus padres. Aquí el debate transitó entre la necesidad de contener la “rebeldía natural de los jóvenes”, y las preocupaciones por fomentar “una política de tolerancia a las adicciones”. Permitir o reprimir, dispositivos que solo el mundo institucional y adulto está en disposición de manejar.
Nuevamente el tema fue objeto de dos semanas de intensas declaraciones de políticos, representantes de padres de familia, y otras autoridades. El centro de los discursos fue constante: la necesidad de contener a la juventud, de protegerla, de orientarla, un sujeto de control y tutela, una condición de riesgo para el sujeto, y un factor de riesgo para la ciudad. Estos espacios de convivencia fueron cerrados al paso del tiempo, una vez desaparecido el peligro y el tema de la agenda, nuevamente desaparecería la atención sobre la juventud.

El bullying

Un tercer eje podemos ubicarlo en el terreno de las prácticas delictivas y de violencia. No mucho tiempo después de que el término bullying se instalara en los medios nacionales para renombrar las prácticas de violencia al interior de las escuelas de la mano de los alumnos, en el Estado de Colima como efecto cascada el tema se instaló como una preocupación urgente. Se comenzó a indicar que los estudiantes son obligados a entrar a pandillas, ilustrando la aparición de grupos de jóvenes ajenos al contexto escolar que abren espacios de peligro para una juventud en búsqueda de aceptación.
Es así que se comienza a instalar la necesidad de aumentar el control sobre horarios de salida y las actividades de los estudiantes y la invitación a la vigilancia de los padres. A la par de esto, los medios de comunicación en un periodo irregular de 6 meses, abordaron el tema del pandillerismo y el grafiti como dos elementos de peligro en las ciudades, donde funcionarios de seguridad pública ofrecen cifras y mapas de delincuencia urbana, asociadas a grupos de jóvenes, y ubicadas en colonias y barrios marginados. En el congreso del Estado se publicó una ley para aumentar las sanciones al grafiti.

Reflexiones: espacios en construcción y en disputa

Podemos destacar que la presencia de la juventud en los medios de comunicación en Colima, se da a través de un discurso altamente moralizador y prescriptivo. Los temas recurrentes bajo los que la figura de “el joven” salta a la nota son: el consumo de alcohol, el peligro de la noche y las prácticas de ocio, la violencia y el pandillerismo focalizado en barrios populares.
Este escenario se corresponde como señalábamos, con un incremento en el tratamiento mediático de la criminalidad y la inseguridad, cercando a la juventud en torno de un escenario de riesgo donde se les construye como un sujeto vulnerable, atravesado por necesidades protectoras de educación, de control, del rescate de “valores”, de la amenaza del narcotráfico como un estilo de vida asociado casi mecánicamente con la falta de oportunidades laborales y económicas.
Hay una fuerte presencia de la visión de la juventud como un irruptor de los valores y hábitos de la sociedad, así se puede explicar que la aparente interrupción de la tranquilidad de un estado sin delincuencia, se pueda asociar más a prácticas juveniles que al crecimiento urbano, la transformación de dinámicas culturales o redes de corrupción en grupos de poder político, empresarial y/o criminal.
Las voces habilitadas que ejercen la construcción discursiva de la juventud son autoridades estatales, universitarias, o de grupos de padres y madres, estos son los ejes tradicionales de inserción juvenil: Estado, escuela y familia. Sin embargo difícilmente aparecen cuestionadas las instituciones mismas, mucho menos las políticas públicas. El problema se configura entonces sobre las prácticas de las y los jóvenes, las cuales no son puestas a revisión profunda, ya que esa posibilidad se encuentra erradicada a partir de la presencia de una fuerte noción de adulto en transición o del ciudadano en formación, lo que deshabilita la posibilidad de que las y los jóvenes aparezcan dotados de voz y capacidad propia de decisión. Los jóvenes pueden ser culpables del deterioro de su entorno, pero no están habilitados para reconfigurarlo.
Sin embargo este escenario de invisibilización y bloqueo ha comenzado a ser enfrentado por algunas agregaciones juveniles que se han organizado en los últimos meses en torno a malestares muy específicos. Estos malestares se expresan en grupos de discusión en facebook o blogs noticias independientes, y sólo en pocas ocasiones han logrado saltar a la agenda de los medios hegemónicos y la clase política, de hecho esto sucede cuando se irrumpe en el espacio público a través de marchas o protestas. Las mediaciones de comunicación en torno a las nuevas tecnologías, puede ser un resquicio para adentrarse en mundos de participación.
La organización juvenil puede encontrar espacios sin mediación institucional en las redes sociales, en el envío de correos electrónicos o en la circulación de blogs, donde incipiente y fragmentariamente van construyendo espacios de identificación que en determinados momentos pueden llegar a configurar una capacidad para ingresar en el espacio público, haciendo presente una necesidad de ser reconocidos como un sujeto de plenos derechos sociales y políticos en la construcción de la ciudad, en contrapelo con una fuerte tradición de control donde son potencial para reproducir las actividades las prácticas sociales inscritas en códigos morales casi inalterables. El gran problema es que el incipiente agenciamiento se enfrenta a las interpretaciones de anomalía por no utilizar los canales “oficiales y legítimos”. ¿Quién será el principal productor de conflicto?

Referencias bibliográficas y fuentes periodísticas:
Afmedios. 14 al 30 de Agosto de 2010. Diciembre- Enero de 2011,
Diario Avanzada. 14 al 30 de Agosto de 2010. Septiembre de 2010 a Febrero de 2011.
Diario de Colima. 14 al 30 de Agosto de 2010. Diciembre-enero de 2011.
Diario de Colima. 25 de enero de 2007.
Diario El Universal. Julio a Diciembre de 2010.
Ecos de la Costa. 14 al 30 de Agosto de 2010. Diciembre-Enero de 2011.
INEGI (2003) Estadísticas vitales. Instituto Nacional de estadística y geografía. México.
Mannheim Karl (1928), El problema de las generaciones. Tomado en http://www.reis.cis.es/REISWeb/PDF/REIS_062_12.PDF el 30 de Agosto de 2011.
OCDE (2010) Mejorar las escuelas. Estrategias para la acción en México. Tomado de la web en http://www.oecd.org/dataoecd/8/20/47101613.pdf el 10de Noviembre de 2010.
www.aztecanoticias.com
www.nuevoexcelsior.com.mx

Notas:
78 Reguillo Rosana en http://viaductosur.blogspot.mx/2011/04/de-como-el-narco-nos-alcanzo-una-mirada.html. tomado el 10 de Mayo de 2011.
79 Estudio Mejorar las escuelas. Estrategias para la acción en México. OCDE. 2010.
80 Tomado de http://www.nuevoexcelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=513397 el 3 de Agosto de 2010.
81 INEGI. Estadísicas vitales. 2003. La categoría adolescencia está determinada entre los 10 y los 19 años.
82 En http://www.aztecanoticias.com.mx/notas/estados-y-df/36603/aterra-banda-delictiva-a-jovenes-en-colima el 13 de enero de 2011.
83 Diario de Colima, en http://diariodecolima.com/movilnot.php?not=35861 tomado el 15 de Agosto de 2011.

Fuente: Sujetos, miradas, prácticas y discursos. Segundo Encuentro sobre Juventud, Medios e
Industrias Culturales
coordinado por María Gabriela Palazzo y Pedro Arturo Gómez. – 1a ed. – Tucumán : Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras. Inst. de Investigaciones Lingüísticas y Literarias. , 2013. E-Book.