Las convicciones de Erich Fromm. Tercera parte: El autoritarismo. Cap. 13 – Autoritarismo: el nazismo

Las convicciones de Erich Fromm
Roberto Oscar Silva

Tercera parte: El autoritarismo

Capítulo 13 – Autoritarismo: el nazismo

Hacia fines del siglo XIX y principios del XX surge el capital monopolista y se conforma el imperialismo con el predominio del sector financiero, que con algunas modificaciones ha perdurado hasta la actualidad, su propia dinámica provoca la expulsión de los mercados de pequeños y medianos capitalistas, llevando a la desesperación a importantes contingentes de clase media.
A estas condiciones generales deben incorporarse las particulares de cada país, en el caso de Alemania que había resultado derrotada en la Primera Guerra Mundial las potencias vencedoras le habían impuesto condiciones bochornosas para el orgullo nacional. Alemania sufre una crisis inflacionaria en 1923, en tanto el crack financiero de 1929 en los Estados Unidos conmociona a todo el mundo, estas circunstancias van creando las condiciones para el surgimiento de movimientos autoritarios con sustentación en las desesperanzadas clases medias. 1
El incremento considerable de la desocupación parece ser el factor común de las sociedades donde surgían esos movimientos autoritarios, este problema eleva de manera exponencial el sentimiento de inseguridad y conlleva a la desesperación. Las crisis cíclicas del capitalismo provocan las condiciones para que sean los puestos de los trabajadores los primeros en ser sacrificados en pos del sostenimiento del sistema, aún cuando más recientemente exista el seguro de desempleo la mayoría de la población siente pánico ante la posibilidad de quedar sin empleo y ser condenados a la marginalidad.2 Esta inseguridad e impotencia que provoca el sistema suelen ser permanentes, pero en épocas que no son de grandes crisis pueden mantenerse ocultas en medio de la rutina diaria, algunos buscarán con desesperación el éxito que les otorgue certidumbre, otros en cambio se zambullirán en distracciones que disimulen de la mejor manera posible la realidad.
En este marco al hombre le resulta muy difícil de llevar la pesada carga de su propia libertad, buscando una salida en la adhesión a fórmulas masivas de evasión, al apoyo a un líder en países autoritarios o al conformismo compulsivo que existe en las modernas democracias.3
La clase media baja en Alemania y en otros países europeos, nos dice Fromm, tenía un carácter sadomasoquista típico, fue sobre esas especificidades caracterológicas que se enraizó el nazismo. Lo denominó carácter autoritario, entre sus características está la de tener un respeto religioso por la autoridad, llegando a admirarla o temerle de tal manera que se somete a ella sin discusión, pero que también busca obtener una posición dominante para poder explotar a otras personas particularmente a aquellos que considera débiles.4
El autor de “El miedo a la libertad” señalaba que hay dos formas de explicar el triunfo del nazismo, una de ellas es por la situación económica y las condiciones políticas que permitieron llegar al poder a un partido político en alianza con los grandes industriales y los terratenientes, por lo general esta explicación nos dice que el nazismo llegó a encaramarse en el poder mediante el engaño de una minoría y la coerción sobre la mayoría.
La otra versión busca una explicación en términos psicológicos presentándonos a Hitler como un loco y a sus seguidores como desequilibrados, por lo tanto debía buscarse sus causas en las profundidades del alma humana. Fromm no coincidía con ninguna de las dos y nos entregó su propia versión, el nazismo es un problema psicológico pero los factores deben ser entendidos en el marco de la situación económico social que son las que determinan la especificidad psicológica. El fascismo y el nazismo sin dudas son problemas políticos y económicos, pero que hayan tenido el apoyo de los pueblos debe ser entendido desde una mirada psicológica. Una parte de la población aceptó el régimen nazi sin resistencias de ningún tipo, pero sin convertirse en admiradores del sistema. Otros, en cambio, se sintieron profundamente atraídos y establecieron una relación fanática. Existió otro grupo conformado por obreros, burguesía liberal o católica, que habiendo mostrado cierta oposición al principio desistieron prontamente de cualquier resistencia y no le generaron ningún sobresalto al gobierno nazi. La clase obrera alemana sufrió una serie de derrotas desde 1918 lo que fue generando en su seno resignación y desmoralización, además de desconfianza en sus líderes y sus propias fuerzas. Seguía nucleada en dos partidos que se atacaban mutuamente y no tenían demasiadas expectativas puestas en obtener algún logro significativo. Cuando Hitler llegó al poder, la propaganda nazi lo identificó con la Alemania misma, estar contra él significaba estar contra Alemania. Esta situación la explicaba Fromm de esta manera: “Parece que no existe nada más difícil para el hombre común que soportar el sentimiento de hallarse excluido de algún grupo social mayor”. “El miedo al aislamiento y la relativa debilidad de los principios morales contribuye a que todo partido pueda, ganarse la adhesión de una gran parte de la población, una vez logrado para sí el poder del Estado”. La propaganda fue efectiva logrando que cualquier cuestionamiento a Alemania, cualquier opinión que pudiera criticar a los alemanes fuera utilizado por el régimen para obtener una mayor lealtad de aquellos que estaban totalmente imbuidos de las ideas nazis. Quienes mayor entusiasmo mostraron con el advenimiento del nazismo fueron las capas medias bajas, conformadas por artesanos, pequeños comerciantes, empleados, etc. Los jóvenes también jugaron un papel activo en la lucha por llegar al poder.
La ideología nazi se caracterizaba por la obediencia ciega al líder, el más exacerbado odio hacia las minorías raciales, una política agresiva de conquista y dominación sobre países a los que se consideraba inferiores por lo que se buscaba esclavizarlos y la exaltación de las condiciones del pueblo alemán y la raza aria. Todo esto conformaba un sistema que resultaba atractivo para gran parte de la juventud alemana, transformándolos en ciegos seguidores de esta ideología de la destrucción y el exterminio.5
De la misma manera que lo hizo Erich Fromm es necesario adentrarse en las características de esa clase media que constituyó uno de los principales sostenes del nazismo. Esta clase se sentía naturalmente atraída por los fuertes y poderosos, además despreciaba a los débiles, hacía gala permanente de su mezquindad y avaricia, no sólo en lo vinculado con el dinero sino que también en el plano de los sentimientos.
Su concepción de la vida era de una gran estrechez manifestando su odio hacia el extranjero y en todos los aspectos de su vida exponía su envidia hacia aquellos que vivían un poco mejor, obviamente esta característica estaba exacerbada pues los últimos años habían sido de grandes necesidades. 6 La hiperinflación jugó un papel psicológico de magnitud desde el momento que asestó un golpe mortal a uno de los principios que habían regido sus vidas: el del ahorro, y consecuentemente el respeto a la autoridad del Estado. El sacrificio de toda la vida que se expresaba en los ahorros logrados se esfumaba en un instante, no se podía confiar en nada ni en nadie. Todos aquellos símbolos de autoridad se derrumbaban, desde el Estado a la monarquía, esto también era trasladable al seno de la familia, donde el padre ya no podía llevar los medios para su sustento, en consecuencia, los jóvenes dejaron de oír las enseñanzas de sus mayores para atender a las proclamas nazis. Las instituciones más importantes daban claras muestras de descomposición, estas circunstancias dejaban el camino libre para la llegada al poder absoluto de Hitler y sus violentos seguidores. La derrota en la Primera Guerra Mundial y el humillante tratado de Versalles se convirtieron en muestras palpables de la frustración individual y colectiva. Ese tratado era considerado por demás injusto y provocaba en la clase media un sentimiento de inferioridad, Hitler en tanto representante de esa clase expresó ese complejo de inferioridad que debió ser compensado con la construcción de una nación poderosa que diera seguridad y certezas a sus miembros. Estos sentimientos de impotencia de la clase media tenían similitud con aquellos que mostraron los seguidores de la Reforma a los que hicimos mención en el capítulo anterior. Estas condiciones psicológicas que fueron explicadas minuciosamente por Erich Fromm no son la causa del surgimiento del nazismo pero si explica la base subjetiva, es decir humana, sobre la cual se conformó ese movimiento político y que encontró un ambiente social adecuado para su desarrollo. Consideraba que todo análisis del surgimiento y ascenso al poder del nazismo debía incluir no sólo las causas económicas y políticas, también necesitaba analizar estas cuestiones psicológicas que permitía dar un panorama completo de este fenómeno que conmovió y asoló al mundo.
Pero no sólo los pequeños burgueses contribuyeron a consolidar este poder autoritario, la burguesía alemana compartió el poder con Hitler, el nazismo fue un firme defensor de los intereses más poderosos de la gran industria alemana. Este movimiento político perfeccionó el ya existente imperialismo alemán e intentó llevar a cabo los planes expansionistas que habían fracasado con la monarquía. 7
Hitler se ofreció a la burguesía alemana como el garante para exterminar a los partidos socialistas y comunistas, y emprender un rearme que significara un sostenido desarrollo industrial, sin el apoyo de los grandes empresarios Hitler no hubiera podido llegar y muchos menos consolidarse en el gobierno. No obstante cuando se produjo la derrota, los empresarios se apresuraron a descargar toda la responsabilidad en el partido nazi, como muy inteligentemente nos dice Fromm: “Los nazis fueron considerados los culpables y no aquellos que los habían alquilado”.8
Otro aspecto deliberadamente ocultado es que hasta 1938 Occidente simpatizó con Hitler y muy poco dijo acerca de las persecuciones políticas y raciales, las grandes potencias imperialistas albergaban la firme esperanza que los nazis hicieran el trabajo sucio y libraran al mundo de la amenaza comunista, la situación recién cambió cuando el Fürher comenzó a combatir contra Francia e Inglaterra en alianza con Stalin. Recién en ese momento las grandes y viejas potencias tomaron nota que Hitler era un dictador, y trataron de mostrar como una lucha por la democracia lo que era una guerra entre imperios. 9
Muchas veces se olvida que el gobierno inglés encabezado por Baldwin como el liderado por Chamberlain simpatizaban con la Alemania nazi y la Italia de Mussolini, de no haber existido tales complicidades tal vez se hubiese podido detener el rearme alemán, la indignación posterior con el nazismo fue la consecuencia del desacuerdo político y no la causa.10 Dentro del movimiento nazi existieron ciertas tensiones internas, por ejemplo la pequeña burguesía desconfiaba de los grandes empresarios, hasta cierto punto Hitler especuló con esto, al principio incluso trató de dar a su partido un pálido tinte socialista, pero cuando estuvo en el poder reprimió violentamente a quien intentara recordarle ese pasado y se plegó fuertemente a la alianza con la gran burguesía y los terratenientes. Muchos de los empresarios que apoyaron a Hitler continuaron haciendo negocios luego de su caída sin que nadie les pidiera explicaciones por su sostenimiento del régimen nazi. Obviamente la burguesía se vio obligada a ceder ciertos puestos claves en el Estado a aquellos funcionarios designados por el partido, muchos miembros de la clase media consiguieron ascender socialmente por la sola pertenencia al nazismo, también obtuvieron empleos producto del despido masivo de judíos, no obstante muchos integrantes de la clase media no obtuvieron un mejoramiento concreto de sus condiciones materiales, es decir no consiguieron más pan, pero como nos dice Fromm si más circo.
Los espectáculos multitudinarios otorgaron a los participantes un sentimiento de superioridad y fundamentalmente de pertenencia, que servía como compensación al empobrecimiento de sus vidas, tanto en el plano de la economía como de la cultura. 11
Hitler desarrolló una teoría sobre como dominar a las masas y los mecanismos por los cuales era posible convencerla de las bondades de su doctrina, consideraba a las masas absolutamente maleables en tanto el orador supiera movilizar el sentimiento adecuado. Explicaba cuales eran las técnicas propicias para dirigirse a grandes auditorios: “Parece que durante la mañana y hasta durante el día el poder de la voluntad de los hombres se rebela con sus más intensas energías contra todo intento de verse sometido a una voluntad y a una opinión ajenas. Por la noche, sin embargo, sucumben más fácilmente a la fuerza dominadora de una voluntad superior. En verdad, cada uno de tales mítines representa una esforzada lucha entre dos fuerzas opuestas. El talento oratorio superior, de una naturaleza apostólica dominadora, logrará con mayor facilidad ganarse la voluntad de personas que han sufrido por causas naturales un debilitamiento de su fuerza de resistencia, que la de aquellas que todavía se hallan en plena posesión de sus energías espirituales y fuerza de voluntad” 12
Como se puede ver en todo momento está presente la voluntad de dominar, nunca la de convencer o compartir ideas, incluso el contenido del mensaje pasa a un segundo plano, dando prioridad a la forma en que el discurso debe emitirse para lograr el objetivo de vencer la voluntad de sus seguidores. Otra característica constante del ideario nazi es ver a los semejantes, no como tales, sino en la relación superior-subalterno, la sociedad estaba conformada por una estructura jerárquica, por eso es muy común que una de las quejas más comunes de los políticos autoritarios es lamentarse de la pérdida de las jerarquías, obviamente en ese organigrama ellos siempre se ubican en la cúspide. Para esta gente no existe sociedad posible sin algunos pocos que manden y los muchos que obedezcan.
El siguiente párrafo es aún más demostrativo de la mentalidad de Hitler en su afán por controlar y manejar los miedos e ilusiones de sus seguidores: “El mitin de masas es necesario, al menos para que el individuo, que al adherir a un nuevo movimiento se siente sólo y puede ser fácil presa del miedo de sentirse aislado, adquiera por vez primera la visión de una comunidad más grande, es decir, de algo que en muchos produce un efecto fortificante y alentador… Si sale por primera vez de un pequeño taller o de la gran empresa, en la que se siente tan pequeño, para ir al mitin de masa y allí sentirse circundado por miles y miles de personas que poseen las mismas convicciones … él mismo deberá sucumbir a la influencia mágica de lo que llamamos sugestión de masa”13 Todas estas conclusiones a las que llegó Fromm y que publicó en 1941 en “El miedo a la libertad” comenzaron con un estudio sociológico que efectuó en el año 1930 cuando aún vivía en Alemania, se realizó una encuesta con muchas preguntas efectuadas a trabajadores sindicalizados, tanto obreros y como empleados, y donde de acuerdo a las respuestas se clasificaba la estructura del carácter de los entrevistados como de autoritaria o democrática.
Los resultados obtenidos mostraban que el 10 % de obreros y empleados tenían una estructura del carácter autoritaria, en tanto que el 15 % podía considerarse incluida dentro de la estructura democrática y el 75 % restante indicaba que tenían un carácter que era una mezcla de ambos. El supuesto del estudio señalaba que los autoritarios se inclinarían por los nazis, los democráticos serían anti-nazis y el resto ni lo uno ni lo otro, lo sucedido desde 1933 con la llegada de los nazis al poder, muestra que la encuesta realizada por Fromm y su equipo ponía en evidencia la indiferencia de gran parte de la población por la asunción de un partido tan nefasto a los resortes claves del poder. Este estudio mostraba que no existía un claro sentido democrático que pudiera servir de dique de contención para el nazismo.14
Se llenaron 600 formularios y las conclusiones mostraron que a pesar de la influencia de los partidos de izquierda y los sindicatos, los trabajadores que proclamaban su profesión de fe en la revolución no encarnaban una resistencia consistente contra el régimen autoritario a pesar que se los consideraba con una postura contraria. El cuestionario abarcaba 271 ítems, fue distribuido por los funcionarios sindicales y se les otorgó la posibilidad de responder sin ningún tipo de limitaciones, posteriormente las respuestas fueron evaluadas por el grupo de trabajo que dirigía Fromm.15
El Instituto de Investigación Social desde el cual Fromm realizó la investigación sufrió los ataques de la derecha, debió trasladarse a Ginebra y luego a Nueva York, estas circunstancias provocaron que la publicación del estudio sufriera postergaciones pero luego en el seno del Instituto surgieron discrepancias que derivaron en el alejamiento de Fromm, recién en 1980, cincuenta años después, se conocieron parcialmente las respuestas de los trabajadores alemanes.16
Fromm también encaró en otro trabajo el estudio de la psicología de Hitler, comenzaba alertando sobre la necesidad de no caer en planteos simplistas tal como explicar la mala evolución de un niño en la supuesta maldad de los padres, en este sentido señalaba que en un estudio del carácter de los padres de Hitler hasta donde se conocía mostraba que eran gente estable, bien intencionada y no destructiva, esto implica que difícilmente se pueda recurrir a sus padres para explicar la destrucción que trajo Hitler y sus seguidores a este mundo.17 El padre de Hitler no era ni arrogante, ni fanático, era bastante tolerante, no obstante mantenía algunos rasgos autoritarios, se interesaba por la política y podría definirse como anticlerical y liberal. Hitler fracasó en la secundaria y tuvo un enfrentamiento con su padre al negarse a ingresar a la administración pública, en “Mi lucha” presenta sus limitaciones y fracasos como virtudes, decía que rechazó el trabajo porque se negaba a ser un burócrata buscando libertad e independencia, y justifica el fracaso en el estudio porque quería ser artista y se rebelaba contra la escuela, en realidad mostraba su dificultad para encarar cualquier actividad que implicara esfuerzo y disciplina.
Los inconvenientes que mostró Hitler en el secundario luego de una primaria que sorteó satisfactoriamente muestran, en la visión de Fromm, que durante la adolescencia se fue aislando de la vida real, se sumió en un mundo de fantasía y se apartó del contacto con la gente. En esos años adolescentes perdió todo interés en la vida, incluyendo su familia.18 Hitler falseó su historia acusando a sus padres y maestros por sus propios fracasos, todo lo que hacía era en pos de mantener su libertad e independencia, fue ahí que creó la imagen propia del artista si bien no mostró tampoco demasiado interés en mejorar su arte. Su padre falleció cuando tenía 14 años y no aparece haberlo afectado demasiado, si hubiese sido verdad esa afirmación que responsabilizaba a su padre de su fracaso en el secundario podría haberse detectado algún cambio luego de su muerte, cosa que no ocurrió. Había en Hitler una tendencia a la vagancia y a evitar cualquier esfuerzo, esta es una característica propia de aquellos individuos apegados a sus madres, esperando que sean las madres las que realicen el esfuerzo para que ellos puedan eludirlo.
En realidad el desinterés que mostraba hacia la escuela podía ser trasladado a casi todo, no tenía interés en nada, eso sí estaba poseído por una inconmensurable ambición de poder. Hay una diferencia entre las personas que rechazan algunos temas porque están interesados en otros y aquellos que evitan la responsabilidad y el esfuerzo, y que por lo tanto muestran una notoria incapacidad para crecer. Fromm contrastaba la actitud
de Hitler con la de los revolucionarios que eran capaces de encarar empresas que requerían enormes esfuerzos y sacrificios.19 Hacia 1907 Hitler se trasladó a Viena para ingresar en la Academia de las Artes, permaneció en la ciudad hasta 1913, desde ese momento no existió impedimento para que actuara de acuerdo a su voluntad, pasó el primer año sin realizar ningún trabajo serio y en dos oportunidades no pudo aprobar los exámenes para ingresar a la Academia, no había concluido el secundario porque quería ser artista y ahora fracasaba en su intento de serlo, todo esto debe haber aumentado su resentimiento y seguramente la lista de los responsables de su propia incapacidad.
Su narcisismo lo fue llevando a apartarse de la realidad y alejándose del contacto humano, rompió con amigos que mantenía desde la niñez y se encapsuló en la lectura, en Austria había gran cantidad de movimientos políticos centrados en el nacionalismo alemán y el antisemitismo, todo material con esa ideología que caía en su manos era leído con avidez. 20 Tampoco pudo ingresar a la Academia de Arte de Munich, optó por vivir vendiendo sus cuadros en cervecerías u ofreciéndolos casa por casa. La guerra le permitió evitar una decisión sobre qué hacer con su vida luego de su fracaso como artista, en el conflicto fue condecorado, dejó de ser una persona sin futuro para convertirse en un héroe que luchaba por su nación. No es casual que sea la guerra la que le brinde sentido a la vida de Hitler, tal vez esta característica ayude a comprender, entre otras muchas causas, su interés en llevar a la guerra a su país. La Primera Guerra Mundial concluyó con la derrota y la posibilidad cierta de una revolución obrera, los revolucionarios implicaban un peligro para Hitler desde el momento que cuestionaban todo aquello que para él resultaba sagrado. El odio hacia la revolución le dio la posibilidad de canalizar sus ansias de destrucción, además muchos de los dirigentes de izquierda eran judíos a los que culpó de la crisis que sufría Alemania. Sin duda esto venía como anillo al dedo para la burguesía que podía derivar sus propias responsabilidades en la derrota haciéndola caer en judíos y revolucionarios. De esa manera el odio acumulado en Hitler y sus seguidores recayó en las potencias aliadas que habían humillado a Alemania luego de la derrota, pero también en judíos y revolucionarios. A los fracasos nacionales Hitler debía sumar los suyos propios, cada humillación incrementaba su sed de venganza y su resentimiento.
La guerra pareció darle un norte a su vida, pero la derrota implicó otra desilusión esta vez no sólo personal sino nacional, salvando a Alemania podría obtener su venganza a tantos años de fracasos.21
Las frustraciones particulares se entrelazaban con las colectivas, muy pocos en Alemania para esa época podían sentirse de otra manera que presos de una profunda frustración, pero por lo general los hombres tienen más de una opción, la decisión del pueblo alemán fue encarar el camino autoritario e imperial, provocando nefastas consecuencias para el mundo, muy especialmente al incurrir en las matanzas más espeluznantes que conociera la Historia Humana, el Holocausto fue el símbolo de ese horror, pero también los enemigos de Alemania, quienes le impusieron condiciones humillantes, recurrieron a toda la destructividad de que es capaz el ser humano en la forma de bombardeos indiscriminados a ciudades con el claro objetivo de provocar pánico entre los civiles, sin olvidar las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. A pesar de todo esto, los seres humanos no parecemos haber aprendido la lección y continuamos insistiendo en dictaduras sangrientas, muchas de ellas ocurridas en nuestra América Latina.

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Notas:

1 El miedo a la libertad, pags. 147 y 148
2 Ob. Cit., pags. 155 y 156
3 Ob. Cit.¸ pags 158 y 159
4 Ob.Cit., pag. 180
5 Ob. Cit., pag. 232 a 236
6 Ob. Cit., pags. 236 y 237
7 Ob. Cit., pag. 240 a 244
8 ¿Podrá sobrevivir el hombre?, Erich Fromm, Paidós, 1974, pags. 200, 201 y 202
9 Las cadenas de la ilusión, pags. 38, 39 y 40
10 Ob. Cit., pag. 149
11 El miedo a la libertad, pags. 245 y 246
12 Ob. Cit., pag. 248
13 Ob. Cit., pags. 248 y 249
14 La condición humana actual, pags. 57 y 58
15 Fromm vida y obra, pags. 92 y 93
16 Ob. Cit., pag. 93
17 Anatomía de la destructividad humana, pag 368
18 Ob. Cit., pags. 377, 378 y 379
19 Ob. Cit., pags. 383 y 384
20 Ob. Cit., pags. 386 y 387
21 Ob.Cit., pags. 390 y 391