LA FORMACIÓN DE LOS CUADROS TÉCNICOS Y CIENTÍFICOS

LA FORMACIÓN DE LOS CUADROS TÉCNICOS Y CIENTÍFICOS
Mientras que en sus principios parecía que los esfuerzos de planificación no
habían de llevar más que a cuestiones de fines y estructuras, al hacer hincapié,
mediante la colaboración interdisciplinaria de los planificadores, en la importancia
de los cuadros técnicos y científicos, se plantean, quiérase o no, problemas de
programas e incluso de metodología, sin los cuales los planes siguen siendo
formales:
determinar el número de años de estudio necesarios para tal formación
sólo tiene sentido si se ha informado detalladamente sobre ésta en cuanto a la
asimilación efectiva de los conocimientos necesarios y especialmente en cuanto al
desarrollo de las aptitudes de investigación, de adaptación práctica o experimental
e incluso de invención.
Precisamente por ello, una de las más largas Recomendaciones de la Conferencia
Internacional de Instrucción Pública (y no es casualidad), que concierne a “Las
medidas destinadas a facilitar el reclutamiento y la formación de los cuadros
técnicos y científicos” (1959), pasa insensiblemente de los problemas de
planificación a los de metodología. Por lo que respecta a los primeros, esta
Recomendación exige de forma primordial que los órganos especialmente
encargados del estudio de la cuestión, en colaboración con investigadores,
ingenieros, técnicos y obreros cualificados, tengan un carácter permanente
(artículo 2) para no perder de vista las modificaciones continuas de la situación.
Además: “Es importante que las estructuras escolares, concebidas para responder
a las exigencias nuevas de la formación técnica y científica, sean lo
suficientemente flexibles como para poderse adaptar a la rápida evolución de la
ciencia y la técnica” (artículo S).
En cuanto, a los problemas de estructuras, la
Recomendación preconiza principalmente la creación (le “estudios de
especialización más adelantados a los niveles postsecundario y postuniversitario,
así como la introducción de un doctorado técnico” (artículo 28).
Por lo que respecta a los problemas de método, la Recomendación subraya, como
se ha señalado antes, la importancia de los procedimientos activos apropia’ dos
para el desarrollo del espíritu experimental (artículo 34) y exige, lo que es bastante
nuevo, “la colaboración constante entre maestros y hombres de ciencia” (artículo
36) en la preparación de los dispositivos pedagógicos. Si esta colaboración es
frecuente en el campo matemático, el deseo de que se manifieste igualmente en
los terrenos de la formación técnica y de la educación del espíritu experimental,
puede conducir a consecuencias bastante revolucionarias. En efecto, se ha visto
cómo la escuela tradicional, centrada absolutamente en la palabra y la tradición
oral, había despreciado este aspecto de la formación intelectual y cómo algunos
físicos se habían tomado a pecho el problema hasta el punto de lanzarse a los
comienzos de la formación experimental en la escuela primaria. Si los ensayos de
planificación llegan a imponer una manera tal de ver las cosas y el problema se
tomará tanto más en serio cuanto más sean apoyados los pedagogos por la
autoridad de los investigadores y de los técnicos habrán conducido a la revolución
más decisiva que espera a la escuela contemporánea.
Frecuentemente se insiste, y la Recomendación en cuestión no lo olvida (art. 40, en
la necesidad de conservar en la enseñanza técnica y científica disciplinas de
cultura general; pero también la recíproca es válida y sería necesario reservar en
las secciones literarias una parte suficiente para la formación del espíritu
experimental, no sólo en el terreno psicológico (o psicofisiológico), sino con el
control activo suficiente para hacer comprender la extrema complejidad de las
cuestiones en apariencia más simples.
La iniciación en los métodos de verificación y el desarrollo de un espíritu
constructivo y crítico forman parte, efectivamente, del nuevo humanismo que
caracteriza a la cultura en devenir, y es en lo que sueñan los educadores, que por
encima de los compartimientos inevitables quieren conservar una cierta unidad en
la formación.