El deambulador, Juegos y actividades (Stone, J y Church, J)

El deambulador.
Juegos y actividades:

El juego contribuye a su creciente conciencia de sí mismo y del mundo.
El niño, con el juego, no busca logros. El deambulador puede dejar por la mitad lo que ha emprendido.
Al niño lo que le importa es la actividad en sí misma, no llevar a término una tarea total.
El deambulador prefiere una actividad muscular intensa a una ligera, llevar o manipular objetos de gran tamaño y no pequeños. Aunque tiene sus movimientos tranquilos.
El deambulador se mete en todo y dedica una parte de su día a vaciar cajas de juguetes, armarios y aparadores.
En el juego del deambulador con muñecos se observa los comienzos del juego dramático, la imitación de escenas y acontecimientos de la vida cotidiana. El primer juego dramático suele ser episódico y limitarse a temas sencillos de la vida doméstica.

Hay una doble clasificación evolutiva del juego.
El contenido del juego, se llama a lo que el niño hace:
–    juegos afectivos sociales,
–    de placer sensorial,
–    dramáticos,
–    rituales y
–    competitivos.
El carácter social del juego, con quién juego el niño y cuál es la relación que establece:
–    juego con adultos,
–    juego solitario,
–    juego paralelo,
–    juego asociativo y
–    juego cooperativo.

Contenido del juego.
El juego comienza siendo afectivo social, el niño se complace en manipular relaciones sociales y sentimientos. El juego lo inicia el adulto. Satisfacción de estar en comunicación con otras personas.
Juego de placer sensorial, se origina en el exterior (estructura luminosa, de sonidos, de color, de movimientos, de ritmos). Aquello que atrae la atención del bebé y le causa placer.
Todas las formas de juego pueden combinarse.
El bebé comienza a aferrar y manipular cosas, aparecen los juegos de aptitudes: persistente ejercitación de las habilidades recién adquiridas (por ejemplo: hacer danzar a una muñeca)
Juego dramático considerado como elemento fundamental en el proceso de identificación por el que pasa el niño, cuando aprende a ser un miembro de su familia y de su sociedad.
Después de la etapa deambulatoria el niño aprende juegos formales, que al principio son de carácter ritual y autosuficiente y luego son competitivos.

Dimensión social del juego.
El juego evoluciona en su dimensión social.
Los primeros juegos del bebé son en su mayoría una interacción con personas adultas. A menudo el deambulador desea que un adulto esté con él simplemente para acompañarlo y no necesariamente para alguna comunicación.
De manera creciente el niño se hace capaz de jugar solo, o de jugar por su cuenta cuando alguien está cerca de él. Se refiere así a un juego solitario. Al principio no hay juegos entre contemporáneos. Los deambuladores dan vueltas uno en torno del otro, pero no entablan un verdadero contacto social.
Al llegar a la fase final de la etapa deambulatoria (dos años – dos años y medio) suelen demostrar un afecto hacia otros niños. Así el niño realiza la transición desde el juego solitario al juego paralelo, en el que dos o más niños juegan uno al lado del otro, disfrutando de la mutua compañía, pero sin intercambios reales. La actividad de un niño no tiene relación con la de otro.
El juego asociativo consiste en que todos los niños realizan una misma cosa. Una actividad que se difunde a modo de epidemia.
El juego cooperativo lo alcanza alrededor de los tres años, en el período preescolar. En el que discuten y distribuyen papeles necesarios para una empresa en común.

A los niños deambuladores y a los niños al principio de la edad preescolar les resulta difícil hablar entre sí, y prefieren tener un intermediario adulto.

Fuente: Stone, J y Church, J. ¨Características del deambulador¨, en Niñez y adolescencia.Capítulo 5