Deducciones extraídas de una entrevista psicoterapéutica con una adolescente 1964 contin.1

Deducciones extraídas de una entrevista psicoterapéutica con una adolescente 1964 contin.1

Yo contesté: "Sí, supongo que soy un objeto subjetivo; no corres más peligro que si estuvieses
hablando contigo misma".
Lo aceptó muy fácilmente. Continué tomando notas, ya que no parecía preocuparle en absoluto.
Como habrán visto, Jane me estaba describiendo un cuadro de afinidad con cada una de las
anormalidades psiquiátricas, una por vez. Sabía de la melancolía, estaba consustanciada con la
esquizofrenia, y jugaba con todas las defensas esquizoides, como la despersonalización, la
desrealización, la escisión; aceptaba que existía una división entre un self verdadero y otro falso, y
tenía trastornos del pensamiento. Había problemas en el área intermedia de los fenómenos
transicionales, el lugar donde salta la chispa en los momentos de intimidad entre las personas.
Estaba familiarizada con la sospecha y las tendencias paranoides. En la esfera psiconeurótica,
estaba en contacto con la homosexualidad (tal como aparecería luego), y ahora me pasó a mostrar
su tendencia antisocial vinculada a la deprivación.
Le pregunté si alguna vez había robado algo, y contestó: "Bueno, una sola vez, cuando tenía 7
años, hubo un período en que constantemente me la pasaba tomando peniques o monedas de tres
chelines, cualquier cosa de ese tipo que estuviera dando vueltas por la casa. Siempre me sentí
sumamente culpable por ello, y nunca se lo conté a nadie. En realidad fue una tontería, porque es
una nimiedad."
Aquí le hice una interpretación. Le mencioné la dificultad que representaba que ella no supiera en
realidad por qué motivo había robado esos peniques; en otras palabras, ella estaba sometida a una
compulsión. Esto le interesó vivamente. Dijo:
"Sé que los chicos roban cuando se los ha privado de tal cosa o tal otra, pero nunca se me ocurrió
pensar que, por supuesto, el problema es que yo tenía que robar y no sabía por qué, y lo mismo con
las mentiras."
Como pueden apreciar, Jane leyó toda la bibliografía y sabe todo lo que corresponde a su edad,
pero lo sabe con el intelecto.
"Engañar a la gente es patéticamente fácil, ¿me entiende?, y yo soy una actriz perfecta. No quiero
decir que pudiera actuar sobre un escenario, sino que cuando me meto a engañar lo puedo seguir
haciendo tan bien que nadie se da cuenta. El asunto es que a menudo esos engaños son
compulsivos y sin sentido. Por ejemplo, alguien me preguntó para qué venía a Londres, y yo no
tenía ninguna necesidad de mentir, pero de pronto me encontré diciendo que como mi amiga había
tenido (aquí dio el nombre de una enfermedad rara y exótica), yo debía ir a ver a un médico para
verificar si yo estaba bien en este aspecto. Por supuesto, si hubiera dicho que venía a ver a un
psiquiatra, la cuestión se habría puesto en debate y se habría vuelto pública. Había una compulsión
mía a mentir, y lo hice rápida y fácilmente."
Hizo una pausa, como para reubicarse en la situación.
"Lo que en realidad me preocupa de mí misma es no haber encontrado un alma gemela. No puedo
simular que hay en nadie, en ninguna cosa o situación, más de lo que hay. Me gusta el sexo como a
cualquier chica, pero en mi caso es diferente, porque tengo que conseguirme un muchacho que a la
relación sexual no le agregue nada. Debe quedar perfectamente comprendido que en unos días va
a terminar todo. Esto, desde luego, elimina a cualquier pretendiente adecuado para el matrimonio.
No parece haber forma de asegurarse de ningún muchacho en particular, o de saber si una quiere
casarse con alguien."
Esto encauzó la conversación hacia el tema de las dificultades entre los padres. "Papá mismo es
una persona que sufrió privaciones", dijo, y seguimos hablando de esto, pero no puedo dar detalles
para mantener el caso en reserva. Pienso que ustedes verán en todo esto muestras de la
penetración propia de esta edad del desarrollo.
Luego le hablé de su gran necesidad de una figura paterna, o incluso de un hermano mayor. Dijo
que ni siquiera había tenido un primo al que pudiera apelar. "Tengo un tío, pero en realidad él no es
feliz con su propia mujer".
Resultó que, según ella, no había absolutamente ningún hombre mayor responsable en quien
apoyarse. Le dije: "Entonces, tú eres una persona privada de su padre", y pusimos fin a la primera
entrevista aclarando lo más posible esta cuestión.
Jane se fue muy relajada y, aparentemente, con sentimientos amistosos hacia la madre, con quien
se reunió en la sala de espera.
Dos meses más tarde me escribió para preguntarme si podía atenderla de nuevo. La mayoría de
nosotros, pienso, concordaremos en que para un adolescente es bueno que estemos dispuestos a
trabajar "a pedido".
Segunda consulta
Esta vez Jane vino sola y la encontré leyendo en la sala de espera. Parecía menos emperifollada,
menos arreglada; en verdad, estaba un poco desprolija. Había renunciado a la "dramatización" y se
la veía francamente deprimida. En toda la entrevista, qué duró una hora y cuarto (aquí sólo puedo
contar una parte), pareció sentirse cómoda.
Comencé preguntándole: "¿Cómo está mamá?".
Yo no sentía la necesidad de hacer nada en especial, pero al mismo tiempo no tenía ningún motivo
para no hacer nada en especial.
Respondió: "Está muy cansada; de veras, yo soy su principal preocupación. Mi hermana se casó, y
supongo que mamá piensa que soy lo único que le queda para tener algo que hacer. Paso todo el
tiempo inquieta por ella; es la única de la familia de quien me siento cerca, ¿me entiende? Al mismo
tiempo, cualquier cosa que ella haga me irrita. Es casi la madre más tolerante y comprensiva que se
pueda tener, y es muy inteligente, pero yo tengo que hacer cualquier cosa con tal de mantenerla a
distancia. Me peleo con ella en vez de procurar que estemos más cerca una de otra. Mamá trata de
ayudarme; viene y se sienta en mi cuarto; no le importa que estemos calladas; pero yo estoy tensa
todo el tiempo. Confío absolutamente en ella. Sé que no me va a molestar por cualquier motivo.
Odio tener que herirla, y sin embargo, permanentemente la estoy lastimando".
¡Cuántas madres habrán estado, desconcertadas, en esta misma situación! Más adelante Jane y yo
retomamos este tema y tratamos de superar la rigidez de esta defensa.
Le pregunté por su propia vida y me dijo: "Bueno, superficialmente todo anda bien. Tengo una
multitud de amigos. Puedo decir que mi vida es a la vez buena y miserable".
"¿Estás trabajando?", le inquirí, y replicó: "No hago absolutamente nada. El departamento en que
vivimos no es un hogar, nadie vive en ningún lugar. El problema de mamá es que no puede
convertirlo en un hogar. No somos una familia, y esto le provoca una desazón permanente.
Supongo que imagina que seguirá estando sola… para siempre. El problema es que siempre tiene
la idea de que ella puede lograr que papá salga de sí mismo y vuelva a vivir con la familia, pero es
una esperanza vana y no entiendo cómo es que no lo ve".
Otra larga pausa.
"Ahora no hablo con mi hermana; después de casarse me trató con arrogancia, y ése fue el final.
Dice que me quiere, pero siempre estuvo celosa de mí y me odia."
Sin embargo, por la forma en que lo dijo, era evidente que algo se conservaba de una relación
positiva con la hermana. En una entrevista posterior me comunicó que lo quería muchísimo a su
cuñado, y que había entre ambos un acercamiento total.
Le pregunté: "¿Por qué está celosa tu hermana de ti?". Contestó: "Bueno, porque yo siempre fui
una persona afable y ella siempre fue una chica difícil".
Este primer empeño por lograr una explicación se convertiría pronto en el tema fundamental.
"Mamá dijo que debía preguntarle a usted, para estar segura, por qué estoy cansada todo el
tiempo." (En otras palabras, le pidió que me informara sobre la depresión.)
Después de conversar sobre su médico clínico debo omitir esta conversación, aunque incluyó
detalles significativos-, hice otro comentario en forma de pregunta: "¿Tal vez te estás defendiendo
contra algún elemento sexual presente en la relación con tu madre?".
Como se advertirá, yo estaba tratando de abordar las rígidas defensas de Jane en su relación con la
madre y sus sentimientos conflictivos hacia la hermana. La idea de que se estuviera defendiendo de
la homosexualidad le pareció razonable, y la examinó con tanta soltura que rápidamente me percaté
de que allí no estaba la principal dificultad, pese a mis expectativas. Dijo que se daba cuenta de que
"el rechazo a todo contacto con su madre era el negativo del elemento sexual de la relación", y se
remontó a los 7 años, época particularmente difícil en su trato con la madre y, por ende, en la que
habría levantado defensas especiales contra el elemento sexual.
Dijo: "No sé si mamá le habrá contado cómo era yo de chica. Mi hermana, por supuesto, estaba
siempre en actividad y gritando, mientras que yo era una niña retraída y tranquila, y no hacía ningún
ruido. Andaba siempre de malhumor y me escondía en las alacenas. El problema consiste siempre
en lo mismo: si mamá me tiene sólo a mí, puedo quedar atrapada en algo, así que por más que mi
hermana y yo nos odiemos, es un gran alivio tenerla cerca. Por lo menos somos dos".
En lo que me decía estaba implícita la enorme necesidad de ella que podía sentir la madre a raíz de
su infelicidad y soledad. No obstante, aquí había un elemento que yo no comprendía, y que se
explicó sólo después de que hubiéramos desarrollado el tema de la relación con su hermana. En
otras palabras, queríamos echar nueva luz sobre la defensa que oponía a la intimidad con su
madre.
Luego de examinar en detalle su relación con la madre, Jane dijo: “Mamá tiene una visión de la
soledad en la que no quiero verme envuelta. Mamá se siente real y ve a las personas como
individuos, y por supuesto, cuando hay sentimientos siempre hay un elemento sexual".
Dijo que odiaba estar cerca de cualquier miembro de su familia. Debía dormir en la habitación
contigua a la de la madre y la oía respirar, y esta cercanía le parecía abominable. Pero luego volvió
a repetir cuán feliz era realmente por tener una madre tan excepcionalmente inteligente y
comprensiva, y subrayó también su pesar por tener que herirla todo el tiempo.
Dijo: "Mamá trata de ayudarme, pero yo no la dejo. Llego a casa a las cuatro de la mañana, y ella
sabe perfectamente bien que estuve durmiendo con un hombre, pero jamás se mete en nada".
Agregó algo que sugería que si se acostaba con un hombre y llegaba tarde a la casa, no lo hacía
tanto por el hecho en sí como por herir a la madre.
La conversación fue girando en torno de la capacidad de Jane para manejarse sola en sus asuntos.
Manifestó: "Ocurre que no soporto las presiones sociales o políticas, y odio la competencia. Si
realmente me debo arreglar sola, me las ingenio, por algo que pasa dentro de mí ".
Ella estaba describiendo su propia organización yoica y su capacidad de creer en algo que estaba
dentro de ella, y por lo tanto también en el mundo. Fue esto lo que me hizo cobrar confianza en mi
relación con ella y me permitió asomarme a sus procesos y superar su reticencia. Con personas
demasiado enfermas, uno sabe que no puede hacer esto.
Seguimos charlando sobre la posición de Jane respecto de la homosexualidad; por ejemplo, una
chica de 14 años había simpatizado con ella, y Jane la alentó. Evidentemente la chica estaba
enamorada de Jane. Durante un lapso no se vieron, y de pronto se la encontró en una fiesta.
Conversaron, y Jane se descubrió hablándole de una manera horrenda, como si esa chica no
tuviera ninguna importancia. Dijo: «Al hablarle de ese modo me estaba pateando a mí misma.
Después estuve segura de que ella se había vuelto contra mí, y traduje en estos términos algo que
pasó. Aparentemente, cruzó la calle para evitar encontrarse conmigo. Sea como fuere, para mí ésa
era una delusión, porque esa chica seguía enamorada". Y añadió: "Las chicas más jóvenes se
enamoran de mí perdidamente, y los chicos también".
Aquí vemos la familiaridad de Jane con las ideas paranoicas de autorreferencia y la relación de todo
esto con la homosexualidad.
A continuación me trazó un cuadro de la vida en una escuela de mujeres. "Automáticamente, las
chicas quedan separadas en dos grupos: las que son varones y las que son chicas, y en este
agrupamiento yo enseguida me convertí en un varón". Describió luego las relaciones entre las
chicas, qué frivolidades suceden en materia de contactos, las cosas que se dicen y hacen y que
ninguna de las dos chicas aprobaría. Juntos llegamos a que esto se vinculaba con el intento de que
las dos chicas se mantuvieran esencialmente separadas. El cuadro que obtuve fue el de las
técnicas para la postergación indefinida de una relación, más que para entablarla. Jane continuó
describiendo a los muchachos que se volvían locos por ir a la cama con las chicas, no porque
quisieran sexo o porque las chicas les gustasen, sino que era una técnica para abordar la relación;
en el fondo, tanto el muchacho como la chica querían permanecer aislados e intactos. De esta
manera -que era la manera de Jane- nos aproximamos al tema principal: el conflicto que había por
detrás de la ambivalencia de Jane frente a su hermana, y su defensa para evitar la intimidad con su
madre.
Esta fusión y defensa contra la fusión revestían una especial importancia para ella. No lo vimos de
inmediato. En otras palabras, el acto sexual mantenía a las dos personalidades libres de la fusión y
de otros mecanismos que podrían haber puesto en peligro la inviolabilidad de cada una. Ella
buscaba y encontraba la clase de muchachos que iban a la cama, mantenían una relación sexual y
se separaban. Se habían juntado y separado y ninguno de ellos lo había afectado al otro en nada;
más aún, en cada oportunidad se había eludido un peligro. Cada cual pudo retener su
individualidad.
Este tema, de particular importancia para Jane, es propio de todo adolescente.
A esto siguió un relato sobre los orígenes de la actual depresión de Jane en el fallido intento de
tomar contacto con el padre. Debo omitirlo, pero en su transcurso ella dijo esto:
"Mamá estaba todo el tiempo tratando de ayudar, pero le era imposible hacer algo que no me
irritase. Le dije: `No confíes en mí, aunque en realidad, como usted sabe, yo soy una persona de
confiar. Sé lo que está pensando. Sé que no me saldré de los carriles, y por supuesto también sé
que está siempre este histrionismo por encima de todo, este exagerar las cosas para mortificar a
alguien o competir con mi hermana".
Vino a continuación lo que fue para mí un insight sorprendente respecto de la relación de Jane con
su hermana, a quien amaba y odiaba. Concluiré mi comunicación con este detalle, que aclaró en
parte el misterio de la relación con su madre. (Como siempre ocurre en los momentos significativos
de una entrevista, me era difícil tomar notas. Imagino que la mayoría de los aquí presentes conocen
esto.)
Creo que dije: "Así que resulta que tus estados de retraimiento y malhumor son tu póliza de seguro".
Coincidió, pero obviamente había algo más complejo que debía ser enunciado. Hablamos de la
relación con la hermana, de cómo había persistido desde los primeros años en esa relación, que
ahora se hallaba en una etapa negativa. Le recordé la riquísima relación que había mantenido con
la hermana en los juegos infantiles, y retomó esta cuestión.
Como ustedes verán, yo seguía apuntando a la homosexualidad en la relación, línea de indagación
falsa, según se vio después.
Jane no se rehusaba a ver la homosexualidad, y ya la había abordado libremente en relación con la
madre; pero dijo que lo que pasaba entre ella y su hermana no era eso. En los j juegos que
realizaban juntas, lo que ocurría era que sus personalidades se fundían. Ambas eran dos aspectos
de una misma persona, dijo, y pasó a describir la evolución de esa relación. Su hermana era una
niña activa y gritona, que sintió un odio total por Jane al nacer ésta, cuando ella tenía 14 meses. La
reacción de las dos hermanas no fue idéntica, por supuesto.
En ese momento de su desarrollo tenían, desde luego, distintas edades, pero aquí se trata
concretamente de esto: una niña de 14 meses no es, por lo general, lo bastante grande todavía
como para tener una reacción completa ante el nacimiento de un nuevo bebé. Hay una enorme
diferencia entre tener 14 meses y tener 16 ó 17 meses, ¿no les parece? La identificación con la
madre y otros mecanismos no están plenamente desarrollados.
"Mi hermana me odiaba -siguió diciendo Jane- y además me tomó como un aspecto de ella misma.
En respuesta, yo me dejé tomar como un aspecto de ella y, alternativamente, elaboré la técnica del
apartamiento. Por eso, los juegos entre nosotras eran entre dos aspectos de una misma persona,
aspectos compuestos por la mitad de cada una. Y la mitad de mi hermana era la dominante."
Pese a la patología de todo esto, la gran riqueza del juego mutuo no podría perderse jamás, aunque
por el momento se estaba desperdiciando ya que las hermanas estaban separadas, cada una de
ellas tratando de establecer un self unitario total. Es posible que algún día lleguen, de un modo u
otro, a una re-unión-aceptable.
La paciente me manifestó esto con bastante claridad, mientras que yo no lo he expuesto con
claridad para ustedes. La mitad de ella misma estaba envuelta en su hermana. Y se debía a la
manera de ser de la hermana, a raíz de su incapacidad de mantener una relación madura con la
idea de la llegada de un nuevo bebé. Así que Jane y su hermana eran como una sola persona total;
pero a Jane le quedó su mitad -la parte más importante de ella-, que consistía en pasar la mayor
parte de su vida en alacenas y retraída. Vino a verme por su retraimiento; y su hermana tenía la otra
mitad, que repudiaba la idea de una hermana y tenía un temperamento extravertido y debía hacer
una vida separada de la de su hermana y negar la importancia de Jane. Las hermanas tenían que
separarse la una de la otra para poder establecerse como selfs unitarios.
A partir de este insight, Jane pudo describirme un detalle ulterior muy importante de su problema.
Enumeró todas las esquizofrenias que había habido en ambas ramas de la familia. Luego dijo que lo
que le molestaba de su enfermedad era que ella fuese dos personas: una estaba afuera, mirando a
la otra, la retraída, que se dejaba mirar. Esto parecía ser lo importante que Jane había venido a
contarme, aunque cuando vino a verme no sabía en absoluto qué era lo que venía a contarme.
Aquí hice otra interpretación, retomando lo que ella me había dicho. Pude pasar a la relación con su
hermana, tal como me la había descripto. Más allá de la fusión, estaba la mitad retraída de Jane y la
mitad extravertida de su hermana.
Le dije que, por lo que yo podía ver, el problema entre ella y la madre no radicaba únicamente en
esta defensa contra la homosexualidad y contra verse envuelta en la desazón y la soledad
esenciales de la madre, sino que había un peligro mayor, y Jane lo notaba: y era que si ella hacía
uso de la madre, desde su lado habría una repetición de la relación de fusión, del tipo de la que
había tenido con la hermana, tan peligrosa aunque tan positiva. En otros términos, lo que ella temía
era que la madre ocupase el sitio de la hermana en esta fusión, pues así recomenzada la situación
anormal que en realidad, históricamente hablando, se había basado en el odio de la hermana hacia
Jane y en la adaptación de esta última a dicho odio. Jane tenía la esperanza de evolucionar de
modo de salir del retraimiento, pero esto implicaba que optara sentirse dividida, y que tolerase
aceptar la idea de que en esa escisión tanto la observadora como la observada componían,
sumadas, ,su self unitario. Para relacionarse con la madre debía alcanzar ese self unitario o
identidad.
Todo esto le pareció razonable, porque era a la ve z complejo y cierto: ninguna simplificación le
habría parecido razonable; y luego pasamos aun "intercambio" comercial de opiniones sobre la
manera de tratar a mamá.
Ha transcurrido, pues, un año ya desde esas dos primeras entrevistas de un total de cinco "a
pedido", y puedo informar que hubo buenos progresos, ni forzados ni frenados: Jar;e me sigue
usando como hermano-mamá.
Conclusiones
Espero que la descripción de este caso haya logrado transmitirles algo de lo que yo sentí en la
experiencia real. Me sentí muy cerca de la sensibilidad de esta adolescente y su vívido contacto con
sus mecanismos primitivos y sus estados semimórbidos. A pesar de que casi no hubo ni un solo
trastorno psiquiátrico que no tocáramos, creo que ésta es una chica sana. Dudo que sea tan
interesante, o que esté tan penosamente próxima a la verdad desnuda, cuando tenga 25 años. A los
17 es una joven notable y molesta.
Digamos al pasar que el proceso de la consulta terapéutica nos llevó a Jane y a mí a esta visión
insospechada de la etiología de su penosa división en la relación con la hermana, lo cual explicaba
el temor de la chica a verse envuelta con su amada y solitaria madre. El propio impulso de la
reacción de Jane ante la situación terapéutica nos condujo a un factor etiológicamente significativo,
y esto es lo que quiero subrayar especialmente al presentar este detalle clínico, que es justamente
el cuadro de una chica.
(1) Véase "Adolescence: Struggling through the Doldrums" en The Family and Individual Ikvelopment, Londres,
Tavistock; Nueva York, Basic Books, 1965. [Trad. cast.: La familia y el desarrollo del individuo, Buenos Aires, Hormé,
1967].
(2) "Alegría de vivir"; en francés en el original.
Donald Winnicott, 1896-1971