Klein: La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarrollo intelectual de los niños. Delimitación de sus derechos. Querer, deber, poder

Delimitación de sus derechos. Querer, deber, poder

También demostró claramente su necesidad de que se definieran en forma precisa las limitaciones de sus derechos y poderes. Empezó esto la tarde en que planteó la pregunta: «¿Cuánto tiempo falta para que venga un nuevo día?», cuando preguntó a la madre si debía dejar de cantar si ella le prohibía hacerlo. En esa época demostró al principio vívida satisfacción cuando la madre le aseguró que en la medida de lo posible le dejaría hacer lo que él quisiera, y él trató de comprender por medio de ejemplos cuándo esto sería posible y cuándo no lo sería. Pocos días después recibió un juguete de su padre y dijo que le pertenecía cuando él era bueno. Me contó esto y me preguntó: «Nadie puede sacarme lo que me pertenece, ¿no es cierto? ¿Ni siquiera mamá o papá?» y se sintió muy contento cuando estuve de acuerdo con él. El mismo día le preguntó a la madre: «Mamá, tú no me prohíbes hacer cosas sólo por una razón» (usando aproximadamente las palabras que ella había empleado). Una vez dijo a su hermana: «Yo puedo hacer todo lo que soy capaz de hacer, lo que soy bastante listo para hacer y se me permite». Otra vez dijo: «¿Puedo hacer todo lo que quiero, no es cierto? Sólo no ser travieso». Después preguntó una vez en la mesa: «¿Entonces nunca puedo comer mal?» Y cuando se lo consoló diciéndole que ya bastante a menudo había comido mal, observó: «¿Y ahora no puedo comer mal nunca más?» (12) Frecuentemente dice, cuando juega o en otras oportunidades, refiriéndose a las cosas que le gusta hacer: «Hago esto, ¿no es cierto?, porque quiero.» Es entonces evidente que durante esas semanas dominaban completamente las ideas de querer, deber y poder. Dijo a propósito de un juguete mecánico en el que un gallo salta de una cajita cuando se abre la puerta que lo mantiene dentro: «El gallo sale porque debe salir.» Cuando se hablaba de la destreza de los gatos y se observaba que un gato puede trepar al techo, agregó: «Cuando quiere». Vio un pato y preguntó si podía correr. Justamente en ese momento el pato empezó a correr. Preguntó: «¿Está corriendo porque yo lo dije?» Cuando se negó esto, prosiguió: «¿Porque él quería hacerlo?»

Sentimiento de omnipotencia

Creo que la declinación de su «sentimiento de omnipotencia», que había sido tan evidente algunos meses antes, estaba íntimamente asociada con el importante desarrollo de su sentido de la realidad, que ya se había establecido durante el segundo período, pero que había hecho progresos aún más notables desde entonces. En diferentes ocasiones demostró y demuestra conocimiento de las limitaciones de sus propios poderes, del mismo modo que no exige ahora tanto de su ambiente como antes. De cualquier modo, sus preguntas y observaciones demuestran una y otra vez que sólo ha ocurrido una disminución; que todavía hay luchas entre su sentido de la realidad en desarrollo y su sentimiento de omnipotencia profundamente enraizado -es decir, entre el principio de realidad y el principio de placer- que llevan frecuentemente a formaciones de compromiso, a menudo decididas en favor del principio del placer. Presento como prueba algunas preguntas y observaciones de las que extraje estas inferencias. Un día después de plantear la cuestión de la liebre de Pascua, etc., me preguntó cómo arreglan los padres el árbol de Navidad y si se lo fabrica o crece realmente. Después preguntó si sus padres no podrían decorar un bosque de árboles de Navidad y dárselo cuando llegaran las fiestas. El mismo día le pidió a la madre que le diera el lugar B. (adonde irá en el verano) para poder tenerlo inmediatamente (13). Una mañana se le dijo que hacía mucho frío y que había que abrigarlo más. Después le dijo al hermano: «Hace frío, entonces es invierno. Es invierno, entonces es Navidad. Hoy es víspera de Navidad, sacaremos chocolates y nueces del árbol.»

Deseo

En general, desea y pide a menudo ferviente y persistentemente cosas posibles e imposibles, manifestando gran emoción y también impaciencia, que de otro modo no se manifiesta mucho, ya que es un niño tranquilo, nada agresivo (14). Por ejemplo, cuando se hablaba de América: «Mamá, por favor, quisiera ver América, pero no cuando sea grande, quisiera verla ahora mismo.» A menudo usa este «no cuando sea grande: quiero ahora mismo» como apéndice de deseos que supone encontrarán el consuelo de una promesa de satisfacción. Pero ahora muestra generalmente adaptación a la posibilidad y a la realidad, incluso en la expresión de deseos que antes, en la época en que su creencia en la omnipotencia era tan evidente, parecían indiferentes a la discriminación entre lo realizable y lo irrealizable. Al pedir que se le diera un bosque de árboles de Navidad y el lugar B, como hizo al día siguiente de la conversación que tanto lo desilusionó (la liebre de Pascua, la cigüeña, etc.), quizás estaba tratando de descubrir hasta dónde se extendía todavía la omnipotencia de los padres, que seguro quedó muy menoscabada por la pérdida de estas ilusiones. Por otra parte, cuando me cuenta ahora qué lindas cosas me traerá de B., agrega siempre: «Si puedo» o «Lo que pueda», en tanto que antes de ninguna manera demostraba estar influido por la distinción entre posibilidad e imposibilidad cuando formulaba deseos o promesas (de todas las cosas que me iba a dar, y de otras más cuando fuera grande). Ahora, cuando se habla de realizaciones u oficios que él desconoce (por ejemplo, encuadernación de libros) dice que no puede hacerlo y pide que se le permita aprender. Pero a menudo, sólo es necesario un pequeño incidente a su favor para volver nuevamente activa su creencia en su omnipotencia; por ejemplo, cuando anunció que podría trabajar con máquinas como un ingeniero porque se había familiarizado con una pequeña maquinita de juguete en casa de un amigo, o cuando suele agregar a su admisión de que no conoce algo: «Si me indican bien, lo sabré». En esos casos pregunta frecuentemente si su papá tampoco lo conoce. Esto demuestra evidentemente una actitud ambivalente. En tanto que a veces la respuesta de que papá y mamá tampoco conocen algo parece contentarlo, otras veces le desagrada saber esto y trata de demostrar lo contrario. La mucama una vez le contestó «Sí» cuando le preguntó si ella sabía todo. Aunque después ella retiró esta afirmación, incluso durante un tiempo solía dirigirle la misma pregunta, elogiando sus habilidades, diciéndole que ella sabía evidentemente de todo, y tratando con esto de que ella volviera a su aseveración original de «omnisciencia». Recurrió una o dos veces a la afirmación de que «Toni sabe todo» (aunque todo el tiempo estaba convencido seguramente de que sabía mucho menos que sus propios padres), cuando se le dijo que tampoco su papá o su mamá podían hacer algo, y esto le resultaba desagradable. Una vez me pidió que levantara la alcantarilla en la calle porque quería verla por dentro. Cuando le contesté que no podía hacer eso ni colocarla bien después, trató de desechar la objeción diciendo que quién haría esas cosas si la familia L. y él y sus propios padres estuvieran solos en el mundo. Una vez le contó a la madre que había cazado una mariposa y agregó: «Aprendí a cazar mariposas». Ella le preguntó cómo había aprendido a hacerlo. «Traté de cazar una y me las arreglé para hacerlo, y ahora ya sé cómo». Como preguntó inmediatamente después si ella había aprendido «a ser una mamá», creo que no estoy equivocada al pensar que -quizá no del todo conscientemente- se estaba burlando de ella. Esta actitud ambivalente -que se explica por el hecho de que el niño se coloca en el lugar del padre poderoso (que espera ocupar alguna vez), se identifica con él, y por otra parte estaría dispuesto a dejar de lado el poder que restringe su yo- es seguramente también responsable de su conducta en relación con la omnisciencia de los padres.

La lucha entre el principio de realidad y el principio del placer

Sin embargo, por la forma en que su creciente sentido de la realidad contribuye evidentemente a la declinación de su sentimiento de omnipotencia, y por la forma en que el niño goza de este último luchando contra la presión de su impulso a investigar, me parece que este conflicto entre el sentido de realidad y el sentimiento de omnipotencia influye también en su actitud ambivalente. Cuando el principio de realidad consigue dominar en esta lucha y establece la necesidad de limitar el propio e ilimitado sentimiento de omnipotencia, surge la necesidad paralela de mitigar esta dolorosa compulsión que va en detrimento de la omnipotencia paterna. Pero, si vence el principio del placer, encuentra en la perfección paterna un apoyo que trata de defender. Quizás esto explica por qué el niño, siempre que le es posible, intenta recobrar su creencia tanto en la omnipotencia de sus padres como en la suya propia. Cuando, movilizado por el principio de realidad, trata de hacer un doloroso renunciamiento a su propio sentimiento de omnipotencia ilimitada, surge probablemente en conexión con esto la necesidad, tan evidente en el niño, de definir los límites de sus propios poderes y los de sus padres. Me parece que en este caso la necesidad de conocer de Fritz, precoz y fuertemente desarrollada, había estimulado su débil sentido de la realidad y lo había compelido, al superar su tendencia a la represión, a asegurarse adquisiciones nuevas e importantes para él. Esta adquisición, y especialmente la debilitación de la autoridad que la acompañó, habrían renovado y fortificado el principio de realidad como para permitirle proseguir exitosamente sus progresos en pensamientos y conocimientos, que comenzaron simultáneamente con la influencia y superación del sentimiento de omnipotencia. Esta declinación del sentimiento de omnipotencia, que surge por el impulso a disminuir la perfección paterna (y que seguramente ayuda al establecimiento de los límites de sus propios poderes y de los de sus padres) influye a su vez en la disminución de la autoridad, de modo que existiría una interacción, un refuerzo recíproco entre la disminución de autoridad y el debilitamiento del sentimiento de omnipotencia.

Optimismo. Tendencias agresivas

Su optimismo está fuertemente desarrollado, asociado por supuesto con un poco menoscabado sentimiento de omnipotencia; antes era especialmente notable, e incluso ahora aparece en diversas ocasiones. Paralelamente a la disminución de su sentimiento de omnipotencia, ha hecho grandes adelantos en la adaptación a la realidad, pero muy a menudo su optimismo es mayor que cualquier realidad. Esto fue particularmente evidente con motivo de una desilusión muy dolorosa, probablemente, me imagino, la más grave hasta ahora en su vida. Sus compañeros de juego, cuyas agradables relaciones con él se habían perturbado por causas externas, manifestaron una actitud completamente distinta para con él en vez del amor y el afecto hasta entonces demostrado. Como ellos son varios y mayores que él, le hacían sentir su poder de todas formas y se burlaban y lo insultaban. Siendo como era amable y nada agresivo, trató persistentemente de reconquistarlos con amabilidad y súplicas, y durante un tiempo no pareció admitir ni siquiera ante sí mismo la aspereza de los otros niños. Por ejemplo, aunque no podía menos que reconocer el hecho, de ningún modo quería reconocer que le decían mentiras, y cuando una vez más su hermano tuvo oportunidad de probarlo y le advirtió que no creyera en sus amigos, Fritz exclamó: «Pero ellos no mienten siempre». Pero, quejas ocasionales aunque infrecuentes demostraban que había decidido reconocer las crueldades de que era objeto. Aparecieron ahora bastante abiertamente tendencias agresivas; habló de dispararles con su revólver de juguete hasta que se murieran realmente, de dispararles en el ojo; otra vez también habló de pegarles hasta que se murieran, cuando los otros niños le habían pegado, y mostró sus deseos de matar en estas y otras observaciones, tanto como en su juego (15). Sin embargo, al mismo tiempo, no abandonó sus intentos de reconquistarlos. Siempre que vuelven a jugar con él parece haber olvidado todo lo sucedido y parece bastante contento, aunque observaciones ocasionales muestran que advierte perfectamente el cambio de relación. Como está particularmente encariñado con una de las niñas, sufrió visiblemente por este asunto, pero lo sobrellevó con calma y gran optimismo. Una vez, cuando oyó hablar de morirse, y se le explicó en respuesta a sus preguntas, que todos deben morir cuando envejecen, dijo a su madre: «Entonces yo también moriré, y tú también, y los niños L. también. Y después todos volveremos otra vez y ellos serán buenos otra vez. Puede ser; quizá». Cuando encontró otros compañeros de juego – varones- pareció haber superado todo el asunto y ahora declara repetidamente que ya no le gustan más los niños L.

Notas:

(12) Repetidamente ruega a su hermana que sea muy traviesa sólo por una vez y le promete
quererla mucho si lo hace. Saber que papá y mamá ocasionalmente también hacen algo mal le
da gran satisfacción, y una vez dijo: «Una mamá también puede perder cosas, ¿no?»
(13) También en esta época rogó a su madre, ocupada en la cocina, que cocinara la espinaca de
modo que se convirtiera en papa.
(14) En sus demostraciones de afecto es muy tierno, especialmente hacia su madre pero
también hacia otras personas que lo rodean. A veces puede ser muy tormentoso pero en
general es más afectuoso que rudo. Sin embargo hace un tiempo hubo cierto elemento
emocional en la intensidad de sus preguntas. Su amor por su padre se mostró algo exagerado
alrededor del año y nueve meses. En esa época lo quería evidentemente mas que a la madre.
Pocos meses antes de esto su padre habla regresado después de una ausencia de casi un año
(15) También antes, aunque muy raramente, había hablado de dispararle y pegarle hasta
matarlo, cuando estaba muy enojado con su hermano. Recientemente ha preguntado a menudo
a quién puede uno disparar hasta matar, y declara: «Puedo fusilar a cualquiera que quiera
dispararme».

Continúa en ¨La cuestión de la existencia de Dios. La muerte¨