Desarrollo emocional. Capítulo 5: Intervenciones posibles

Desarrollo emocional.

Clave para la primera infancia (0 a 3)

Capítulo 5

Intervenciones posibles

1. Promoción de la salud: recomendaciones

Todo niño debe contar con una persona o una comunidad de referencia (cuidador/es primario/s) que garantice su supervivencia física y emocional:

• Que le procure alimento.

• Que le brinde caricias, mimos, presencia, miradas, palabras, amor, tibieza para cargar con energía las experiencias y reproducir estas sensaciones placenteras en cualquier otra situación posterior del crecimiento.

• Que sea un continente efectivo de las sensaciones del lactante.

• Que transforme exitosamente el hambre en satisfacción, el dolor en placer, la soledad en compañía y el desamparo originario* en tranquilidad.

Todas estas situaciones permiten que estos momentos iniciales perduren como recuerdos y ternura toda la vida, que el ser humano recreará todo el tiempo en su psiquismo.

Durante el período que comprende los primeros 18 meses del niño, debe concurrir por lo menos una vez al mes al pediatra o al médico de familia para los controles de salud. Es importante incluir la valoración del desarrollo emocional en estas visitas, además de la atención pediátrica. Los agentes comunitarios, especialmente los médicos y los educadores, son los encargados de detectar lo más precozmente posible las alteraciones del desarrollo, de la comunicación y del vínculo temprano16.

¿Cómo promover un desarrollo emocional favorable?

1. Acerca del niño pequeño

A continuación, expondremos las propuestas a los responsables de la crianza del niño pequeño para una buena interacción vincular.

De 0 a 6 meses

• Atender y responder a las necesidades y los deseos del bebé para su alimentación, sueño e higiene: “Un niño crece con amor y proteínas”.

• Organizar rutinas para las actividades del bebé: la comida, el juego, el sueño.

• Responder a sus vocalizaciones y a sus movimientos.

• Mostrar disponibilidad para consolar o tranquilizar al niño.

• Comunicar afecto y ternura al bebé a través de palabras, besos, caricias, miradas.

De 7 a 12 meses

• Jugar a cubrirse la cara con un trapo para que el bebé la destape y luego que se tape él (construcción de la diferencia entre la presencia y la ausencia, entre el yo y el mundo externo).

• Ubicarse con el bebé frente al espejo para que se reconozca.

• Ofrecerle juguetes u objetos de diferentes formas, texturas y colores para que experimente la diferencia entre ellos.

• Hablar con el bebé.

Poner palabras a lo que le pasa al niño tanto en situaciones positivas (“estás contento”) como en situaciones desfavorables (“estás inquieto”, “estás triste”, “tenés sueño y te pusiste fastidioso”).

• Permitirle tocar la mamadera, la cuchara y los alimentos.

• Cantar canciones moviendo las diferentes partes del cuerpo (marionetas con las manos, etc.).

Organizar rutinas regulares para la comida, el baño y el sueño, de acuerdo con las necesidades y los deseos del niño.

• Dejarlo en el piso para que se mueva en libertad, cuidando de que no exista ningún peligro para él (objetos pequeños que pueda llevarse a la boca, objetos puntiagudos que puedan lastimarlo).

De 13 a 24 meses

Organizar tiempos para leer o mirar libros con el niño. Cuando es muy pequeño, se puede imitar sonidos y voces diferentes para ganar su atención.

• Jugar a formar torres con cubos, cajitas o vasitos de plástico como los de yogur. Permitirle que las derribe para armarlas otra vez (ejercitación del dominio muscular con el que se construye el conocimiento del mundo; es un cierto grado de agresividad necesaria y esperable en el desarrollo).

• Usar un lenguaje claro y sencillo para explicarle las cosas.

• Compartir actividades con el niño comentando las cosas que realiza o puede hacer.

De 25 a 36 meses

• Promover todas las actitudes que tiendan a la independencia y la autonomía: estimular el contacto social, comenzar el control de esfínteres, promover cierta autonomía en la higiene personal: alentar al niño a intentar lavarse o vestirse solo, a ir a dormir solo.

• Incitar al niño a cumplir consignas sencillas, a controlar sus impulsos, a esperar su turno, a aceptar consignas de orden.

• Estimular la adquisición de la lengua materna, en palabras o frases cortas, utilizando el “yo” y otro uso adecuado de pronombres (mío, tuyo, etc.). Ampliar el relato sobre los sucesos de su vida. Ayudarlo a reconocer los lugares familiares por su nombre.

• Ayudarlo a adquirir categorías que lo organicen en tiempo y espacio: adentro-afuera, lejoscerca, noche-día, mucho-poco, más-menos.

• Estimular las habilidades gráficas: tomar el lápiz con destreza, copiar círculos, comenzar a representar gráficamente la figura humana.

• Estimular la captación de imágenes visuales: mirar cuentos ilustrados, ver y comentar imágenes en movimiento, observar con él espacios geográficos de pertenencia y comentar acerca de lo que se ve en el paisaje.

• Estimular la integración corporal: jugar con las distintas partes del cuerpo, usar el cuerpo con distintos ritmos y sonidos, reconocer su cuerpo en una imagen, reconocerse en el espejo, usar el cuerpo para adquirir las nociones espaciales (arriba, abajo, adelante, atrás)

• Estimular actividades corporales de descarga y coordinación: patear la pelota, deslizarse en distintos planos, saltar sobre sus pies, andar en triciclo, abrir y cerrar puertas.

• Estimular el juego: solo, en grupo, eligiendo con quién jugar. En esta etapa son especialmente importantes los juegos dramáticos con ejercicio y cambio de roles que enriquecen la capacidad simbólica.

En todas las etapas, el juego es una fuente de placer y es indispensable y fundamental para un buen desarrollo integral del bebé: el niño juega solo, juega con su cuerpo, juega con el/los cuidador/es primario/s. Favorecer el ámbito de juego es favorecer la autonomía y la libertad. Es estimular antes que la palabra se instale, una forma de comunicación y un desarrollo de la imaginación. También es importante permitirle jugar solo estando los adultos presentes, ya que el niño necesita desarrollar la capacidad de estar concentrado en sí mismo en presencia de otros.

2. Acerca de los cuidadores primarios

Como ya se mencionó, los cuidadores primarios son aquellos que llevan adelante las funciones materna, paterna y la función familia.

Para poder ocupar su función adecuadamente, los cuidadores primarios necesitan estar acompañados, contenidos, informados, atentos y sensibilizados hacia las manifestaciones del bebé, y hacia sus propios sentimientos y emociones. Todo esto contribuye a la confianza básica en ellos mismos, necesaria para sostener la satisfacción de las necesidades emocionales de los niños. Para ello, hay que favorecer la concurrencia a los centros de salud y a los grupos de crianza que puedan funcionar en la comunidad a la que pertenecen.

Tanto los cuidadores primarios como los agentes de salud y educación deberían tener un ámbito de sostén y elaboración de sus prácticas para evitar los fenómenos de desgaste y estrés que en la vida diaria produce la crianza y sus problemáticas, por eso, los grupos de crianza son un buen sostén para los cuidadores primarios.

3. Acerca de los agentes comunitarios, facilitadores de salud y educación, y referentes comunitarios para las familias

Todos los agentes deberían tener acceso a una capacitación sobre el desarrollo emocional esperable, la detección temprana de las problemáticas del vínculo y del desarrollo emocional, y las primeras medidas asistenciales sobre estas dificultades. Y también contar con un grupo de elaboración y sostenimiento de la tarea para evitar los síndromes de desgaste (compassion fatigue).

Todos los agentes de salud y de educación deben estar capacitados para observar a los niños pequeños, y la manera en que se comunican y se relacionan con sus cuidadores primarios. De esta manera, podrán promover los factores protectores y contribuir a disminuir los factores de riesgo que alteran el desarrollo.

Cualquier experiencia emocional que acontece en los vínculos del agente comunitario, de salud o educación con una familia y su bebé, puede estimular nuevas construcciones vinculares modeladoras en el aquí y ahora, que favorezcan la modificación de una relación primaria difícil. Esta posición no determinista permite transformar situaciones de riesgo en oportunidades ganadas.

2. Prevención y asistencia

¿Cómo puede intervenir el agente de salud y educación?

Todas las estrategias se proponen en función de una capacitación adecuada y precisa de los agentes de salud y educación, de los facilitadores en salud, de los agentes comunitarios y de los representantes de distintas instituciones con vínculos con la primera infancia (recreativos, religiosos, etc.), quienes decidirán qué pasos seguir para afrontar las problemáticas que se puedan presentar.

Los agentes de salud y educación, como integrantes activos en el proceso de crianza, tienen una oportunidad privilegiada para la detección e intervención de cualquier interferencia en el desarrollo emocional y en el vínculo temprano.

Ante la observación de factores de riesgo y/o señales de alarma (signos de sufrimiento precoz) es importante:

Hacer un seguimiento más frecuente del niño y su familia.

• Realizar diagnósticos diferenciales: distinguir entre los signos de alerta de sufrimiento precoz y cuadros de patología orgánica (por ejemplo, sordera, ceguera o patología neurológica).

• Mirar, escuchar, darle un lugar a la palabra de la madre o del adulto a cargo del bebé.

• Si hay varios factores de riesgo y/o señales de alarma detectados por agentes comunitarios, el procedimiento a seguir es el indicado más abajo en “etapas en la intervención”.

• Frente a la persistencia de los signos de alarma, consultar con el equipo de salud.

• Frente a los signos de sufrimiento precoz silenciosos, la derivación a los equipos de salud mental es urgente y se impone.

Las etapas que describiremos a continuación tienen como objetivo sensibilizar a los agentes comunitarios en el descubrimiento de los signos de alarma y en las estrategias que están propuestas en función de la capacitación adecuada y precisa.

Etapas en la intervención

1. Mirar y escuchar.

2. Hipótesis y primeras intervenciones.

3. Derivación: preparación de la eventual orientación a una consulta especializada. Interconsultas, interdisciplinas, seguimiento.

1. Mirar y escuchar

• El agente comunitario mira y escucha el vínculo.

• Abre entonces un “espacio para la palabra”, teniendo en cuenta el estado afectivo del cuidador primario (su angustia, por irracional que fuere) y su saber acerca de lo que le preocupa.

• Escucha “la verdad de los cuidadores primarios”. Indaga acerca de lo que el cuidador primario sabe y le preocupa. Esto en sí mismo ya es una intervención.

¿Qué es mirar?

Es la capacidad de observar dando significación a lo que se observa e implicándose subjetivamente con la posibilidad de hacer una intervención sobre lo que se mira. Esto incluye activamente al observador.

¿Qué es escuchar?

Es comprometerse e intentar entender al niño y/o al vínculo, sin anteponer saberes y prejuicios. Es una función indispensable en el rol de los agentes comunitarios.

El profesional, el facilitador o el agente comunitario hacen una lectura del comportamiento del niño, de los cuidadores primarios y de los vínculos como parte de su escucha. Maud Mannoni (1987) señala que cuando el lenguaje se detiene lo que sigue hablando es la conducta17 . De esta manera, intenta poner en palabras, dar sentido a, la situación observada.

Descripción de un ejemplo

Por ejemplo, en un grupo de crianza, una mamá manifiesta estar preocupada porque su hija de 5 meses no la mira. Evita su mirada selectivamente. Es la primera mujer de una serie de 5 hijos. Los cuatro primeros son varones y se desarrollan de manera esperable. Al ser interrogada por un agente de salud acerca de su historia, la madre comenta que en la pubertad vivió un episodio de abuso que estimuló la fantasía de no poder ser una buena madre de una niña y el temor de que su hija pueda vivir la misma situación. Empezar a desplegar con palabras este conflicto permitió que poco a poco, y gracias a la ayuda de los agentes comunitarios y de las otras madres del grupo, ella y su bebé pudieran comunicarse y mirarse.

2. Hipótesis y primeras intervenciones

Ante la sospecha de sufrimiento del bebé o la alteración en el vínculo temprano se sugiere:

• Evaluar la situación con mayor frecuencia: citar a la consulta más asiduamente, observar en el jardín maternal o en el domicilio, en ámbitos recreativos, etc.

• Estar alerta a los síntomas “ruidosos” y sobre todo a los “silenciosos”.

• Mirar y escuchar el vínculo.

• Trabajar con los cuidadores primarios los signos observados y pensar conjuntamente nuevas estrategias en las funciones familiares: investigar las funciones (materna, paterna y familia) y las ideas o fantasías acerca de por qué se manifiestan estos signos. Poner en estado de conciencia lo que tal vez no es detectado por los mismos cuidadores.

3. Derivación

Todas las propuestas estratégicas hechas en este documento tienden a mejorar y a resolver en los casos que sea posible, el problema detectado. Cuando los signos detectados corresponden a la serie de los signos de sufrimiento silenciosos (signos de alarma rojos, que pueden pasar desapercibidos), la derivación se impone con urgencia debido a la oportunidad que ofrece la plasticidad biológica y psíquica del niño (plasticidad del yo, neuroplasticidad).

En condiciones ideales, la derivación deberá realizarse a los equipos de salud mental infanto-juvenil.

Deberá descartarse cualquier patología orgánica, haciendo hincapié en diagnósticos diferenciales con los trastornos neurológicos. Si no hubiera acceso directo a la derivación antes mencionada, se deberá contactar con cualquier representante de las especialidades clínicas que atienden la primera infancia —estimulación temprana, fonoaudiología, neurolingüística, musicoterapia, terapistas ocupacionales, psicomotricistas—, quienes serán los mediadores para acceder a un centro especializado. Estos centros pueden oficiar de orientadores y supervisores de las estrategias específicas de cada comunidad.

Si hubiere, como proponemos más adelante, un observatorio de salud en primera infancia, la conexión y la orientación de las estrategias se podrían realizar a partir de las informaciones proporcionadas por dicha referencia.

Consulta especializada

Cuando el agente de salud o educación o el agente comunitario han agotado todos sus medios y recursos (primer paso), y necesita una segunda mirada y una segunda intervención, solicita una consulta especializada (segundo paso en la estrategia terapéutica).

El especialista podrá entonces proponer distintas estrategias terapéuticas: terapia vincular, terapia familiar, estimulación temprana, psicomotricidad, fonoaudiología, grupo de crianza, entre otras.

Condiciones necesarias para derivar a una consulta especializada

• Es esencial positivar la derivación, es decir, poner siempre en primer plano todas las potencialidades del bebé y de sus cuidadores primarios. Es importante que la derivación sea presentada como un recurso para que el bebé y su entorno de crianza puedan “desarrollar todas las capacidades que tienen en potencia para afrontar las vicisitudes de la vida”.

• Que haya una buena relación empática y de confianza con el referente comunitario y que los cuidadores primarios hayan podido tomar conciencia del sufrimiento del bebé o del propio sufrimiento.

• Identificar los lugares en los que la consulta puede realizarse utilizando todos los recursos locales y tecnológicos para ello.

• No pronunciar y no cerrar ningún diagnóstico.

• Se recomienda comunicar con una síntesis el motivo del pedido de derivación y, de ser posible, hacerla a un profesional identificado.

03. Propuestas para toda consulta de niño sano

a.

Cuaderno de vida

Es importante que cada niño tenga un cuaderno de vida donde figuren los hitos importantes de su desarrollo. Es esencial que en ese cuaderno quede consignada la observación del vínculo con sus cuidadores primarios. Allí pueden registrarse también, cuando están presentes, la identificación de alteraciones en el vínculo y los trastornos severos de la comunicación. Son orientadores de alarma: la ausencia de mirada y la falta de intencionalidad, factores predictivos de riesgo de una evolución hacia dichas alteraciones.

Este cuaderno de vida permite estar atentos incluso antes de que los problemas aparezcan y realizar un verdadero trabajo de prevención. Es la herramienta de la singularidad de cada niño en la que los distintos referentes puedan consignar su evolución desde el nacimiento.

Además de todos los datos del desarrollo infantil, en este registro deben quedar consignados los siguientes puntos respecto del desarrollo emocional y la observación del vínculo temprano.

Datos de filiación y vincularidad

Desarrollo emocional: capítulo 5

Temas informativos sobre la crianza

Asimismo, el cuaderno de vida podrá tener una parte informativa sobre diferentes aspectos de la crianza, transmitiendo a los cuidadores primarios de forma clara, y si es posible gráfica, aspectos de estimulación de las prácticas de crianzas adaptables a cada contexto (alimentación, masajes, gestualidad, estimulación sensorial, juegos por edades, etc.). Un modelo cercano sería la libreta de vacunación, necesaria para entrar en el sistema educativo. De la misma forma, consideramos necesaria la evaluación vincular.

b.

Propuestas dentro del marco institucional y comunitario

Así como todos los niños deberán tener un cuaderno de vida desde su nacimiento, todas las comunidade deberán poder ofrecer un espacio de intercambio y observación como dispositivos de prevención. Estos espacios son:

• Grupos de madres.

• Grupos de crianza mamá-bebé.

• Grupos de padres-madres-bebés.

¿Qué es un grupo de crianza?

Son espacios de encuentro entre madres y padres, facilitados por agentes de salud, educación o comunitarios. Los participantes se reúnen periódicamente a compartir experiencias, plantear dudas y reflexionar en torno a la crianza.

Es una herramienta necesaria en toda comunidad demográficamente activa porque permite absorber en una práctica sencilla las demandas de primer orden en la crianza. Es un dispositivo de participación activa comunitaria en la gestión de salud colectiva desde el inicio de la vida.

Los grupos de crianza pueden formarse en espacios comunes de los participantes (por ejemplo, la guardería, el jardín maternal, espacios recreativos, religiosos, etc.). En este caso, los integrantes se pueden conocer con anterioridad. Alternativamente, un grupo de crianza puede formarse con personas que no se conocen, pero que comparten una experiencia en común, por ejemplo, embarazo o hijos en edad preescolar.

El objetivo principal de estos grupos es constituirse en espacios de reflexión y apoyo en torno a la crianza. Que los padres y las madres puedan sentirse acompañados por otros y otras que viven experiencias similares.

Dependiendo del interés de los participantes, los grupos de crianza pueden ser estructurados y tener temas predeterminados, o bien ser abiertos y que el tema de cada sesión surja de las vivencias y experiencias que los papás y las mamás quieran compartir. Los temas pueden ser, por ejemplo: primeros encuentros y desencuentros con el bebé, estrategias para mejorar el acercamiento y la comunicación, recursos y herramientas básicas para la crianza, cómo establecer límites, el control de esfínteres, el sueño, la lactancia, la comida, los celos, cómo estimular adecuadamente al bebé, el lenguaje, la comunicación con el bebé, la organización de rutinas, el uso del chupete, entre otros.

Ya desde el embarazo, surge una gran cantidad de dudas, intranquilidad, miedos; y compartir e intercambiar inquietudes, informaciones o vivencias facilita la crianza. A su vez, el período de posparto y la crianza inicial es un momento vital muy sensible para la madre y el padre, donde se remueven aspectos emocionales y relacionales de la pareja, de las historias propias de cada uno. Estos meses son muy intensos, de adaptación, de conocer al bebé, con muchas dudas, novedades, cansancio, ambivalencias, soledad, incomprensión, cambios de roles y de funciones. Frente a este panorama, el grupo de crianza es un lugar privilegiado para la observación y un dispositivo de intervención temprana no especializada. Es un espacio de sostén de la crianza que intenta reproducir en cada caso un sostén también individual. Es decir, sostener para que los cuidadores puedan sostener.

Descripción de un ejemplo

Una mamá adolescente llega al grupo de crianza y permanece muy callada.

A medida que pasa la hora, su beba de tres meses se le va deslizando de los brazos hasta quedar casi en el piso. Ella permanece con sus brazos y todo su cuerpo reclinado, agobiado. La beba no logra consuelo alguno. Otra mamá del grupo comenta que parece que la niña se le va a caer, como que “la está dejando caer”. La mamá adolescente y un poco deprimida, frente a una pregunta de la coordinación, responde que no quería tener ese bebé, que se lo quería sacar de encima. Ante este signo de alarma vincular, comienza un trabajo con la coordinadora, posterior acompañamiento y revinculación, y sostenimiento de la función materna. También se convoca al padre del bebé y se arma una red de crianza.

Después de unos meses de trabajo, la mamá adolescente vuelve al grupo con su hija abrazada y con sensación de alivio.

c.

Observación de bebés

La observación de bebés es una herramienta de trabajo en la consulta pediátrica, en los centros de salud, en los jardines maternales y en todo lugar de vida del bebé o el niño.

La observación en situaciones grupales (sala de espera, grupos de crianza, etc.) de niños de diferentes niveles de desarrollo permite compartir saberes respecto de las modalidades de crianza, proponer algunos cambios considerados beneficiosos para su desarrollo y analizar junto a los padres las posibilidades y las dificultades concretas para su implementación. Con esta modalidad, los padres asisten tranquilos, sin el sentimiento de angustia que puede despertar la consulta individual.

En consecuencia, este espacio se transforma en una ocasión esperada y muy valorada, a la que ellos mismos llegan a invitar a otros padres o miembros de su familia. Se muestran disponibles para recibir información, escuchar consejos e implementar algunos cambios sugeridos. Intercambian sus experiencias como padres, manifiestan sus dudas o temores, preguntan, y muchas veces, son ellos quienes proporcionan las respuestas a las preguntas planteadas, pudiendo resolver más ajustadamente las situaciones conflictivas.

La observación de bebés, realizada en forma grupal, demuestra una gran utilidad pues otorga al profesional o agente de salud un tiempo con el que habitualmente no cuenta en la consulta individual. Asimismo, proporciona al profesional un conocimiento derivado de la práctica misma de la observación.

d.

Observatorio de salud

Recomendamos crear un observatorio de salud en primera infancia que permita conectar regionalmente todos los recursos profesionales enlazados en una red que pueda responder a las demandas de los niños y sus familias.

Descripción de un ejemplo

Diagrama de evolución de una demanda frente a la observación de indicadores de sufrimiento precoz

Se detecta que “Pancho”, de 15 meses, no fija la mirada en el rostro humano. Está muy inquieto, con movimientos desarticulados. No duerme, se despierta muchas veces por noche. En la plaza juega siempre solo y como si no mirara a nadie, se come la arena, y cuando está cansado se golpea la cabeza contra el piso.

Un agente comunitario, de salud o de educación hace la pesquisa. Esto podría surgir de un comentario de un grupo de crianza o de una casa nido* o de alguien que observa a “Pancho” en diversas situaciones de vida (plaza, mercado, paseos): alguien detecta que algo no está bien. ¿Cómo proceder frente a esta situación?

La primera instancia es saber si “Pancho” y su familia están incluidos dentro del sistema de salud y educación, es decir, si es una familia con inclusión social o en situación de derechos vulnerados.

Si hay inclusión social, se citará a los cuidadores primarios (padre/madre/hermanos u otros familiares) en algún ámbito en el que alguien con la capacitación adecuada, escuche y pueda intervenir para evaluar este contexto familiar y social (salita de emergencia, centro de salud, jardín maternal, comedor comunitario). Esta es una instancia para darle lugar a la palabra y ayudar a los cuidadores primarios a conectarse con las dificultades o empezar a entenderlas.

Si no hubiera inclusión en el ámbito educativo o de salud, algún miembro del observatorio deberá hacer el relevamiento de los niños con dificultades, responsabilizándose de realizar una difusión de estas dificultades del desarrollo y orientar su resolución, con asesoramiento y aporte de herramientas para mejorar la situación (uso de material gráfico, manuales de estimulación, seguimiento telefónico o por la web, formación y capacitación de algún miembro de la comunidad). Se trata de anudarlos a algún punto de la red asistencial.

También es importante detectar en ambas situaciones quiénes son los referentes comunitarios para cada familia.

Así, “Pancho” y su familia tendrán un seguimiento en primera instancia dentro de ámbitos más generales y si los signos de alerta no mejoran, se trabajará con ellos la derivación a un ámbito profesional adecuado; o si esto no fuera posible, se sugerirán estrategias realizadas por agentes comunitarios y supervisadas por profesionales del observatorio.

Desde el observatorio (que concentra la red de recursos profesionales, informativos, educativos, asistenciales, institucionales), “Pancho” tiene que contar con un programa terapéutico, con seguimiento a largo plazo, que le permita incluir los recursos necesarios para su progreso y posterior inclusión escolar.

Seguramente, y como todos los niños con dificultades severas originadas en los primeros años de vida, “Pancho” y su familia deberán ser asistidos durante muchos años.

Cuanto antes detectemos su padecimiento, menos dificultosa será su evolución.

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Notas:

16 Vigilancia y promoción del desarrollo integral del niño. Cartillas de promoción. Laboratorio de seguimiento del neurodesarrollo. Instituto Nacional de Pediatría de México, en www.vigilanciaypromocion.es.tl/Cartillas-de-Promoci%F3n.htm.

17 Mannoni, M. (1987): El niño, su “ enfermedad “ y los otros. Buenos Aires: Nueva Visión.

Dirección Editorial:

Elena Duro, Especialista en Educación de UNICEF

Ricardo Gorodisch, Presidente de Fundación Kaleidos

Autoría:

Marcela Armus

Constanza Duhalde

Mónica Oliver

Nora Woscoboinik

Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)

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