Descartes R.: Art. 200. Por qué las personas que enrojecen de indignación son menos temibles que las que palidecen

RENÉ DESCARTES

Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649)

TERCERA PARTE

DE LAS PASIONES PARTICULARES

Art. 200. Por qué las personas que enrojecen de indignación son menos temibles que las que palidecen.

Y las señales exteriores de esta pasión son diferentes, según los diversos temperamentos de las personas y la diversidad de las demás pasiones que la componen y se unen a ella. Así vemos personas que palidecen o que tiemblan cuando se ponen iracundos, y otras que enrojecen y hasta lloran; y es creencia general que la ira de los que palidecen es más de temer que la de los que enrojecen: la razón de esto es que, cuando una persona no puede vengarse más que con el gesto y la palabra, emplea todo su calor y toda su fuerza desde el primer momento en que siente la ira, y por eso enrojece; además, a veces, la compasión que se tiene a sí mismo por no poder vengarse de otro modo, le hace llorar. En cambio, los que se reservan y se determinan a mayor venganza se entristecen de pensar que se ven obligados a ella por la acción que los enfurece; y a veces también sienten temor por los males que pueden resultar de la decisión que han tomado, lo cual los pone pálidos, fríos y temblorosos; mas, cuando llega el momento de ejecutar su venganza, se calientan tanto más cuanto más fríos estuvieron al comienzo, y así se ve que las fiebres que comienzan con frío suelen ser las más fuertes.