Diccionario de psicología, letra P, preconciente (primera y segunda tópica)

Preconsciente
Alemán: Vorbewusst.
Francés: Préconscient.
Inglés: Preconscious.
Sigmund Freud utilizó el término preconsciente como sustantivo, para designar una de las tres instancias de su primera tópica (las otras dos son el consciente y el inconsciente). Empleado como adjetivo, el término califica los contenidos de esa instancia o sistema, que, aunque no estando presentes en la conciencia, son accesibles para ella, a diferencia de los contenidos del sistema inconsciente.
En el marco de la segunda tópica freudiana, el preconsciente, distinto del yo y sobre todo de la
parte inconsciente de este último, está no obstante inscrito en el dominio de esa instancia.
Como los términos consciente, inconsciente o yo, la palabra preconsciente existía antes de
Freud. Se la encuentra en las principales obras de los filósofos y psicólogos alemanes del siglo
XIX, en particular en el libro de referencia de Eduard von Hartmann (1842-1906), Filosofía del
inconsciente, aparecido en 1868.
Freud escribió por primera vez este término en la famosa carta a Wilhelm Fliess del 6 de
diciembre de 1896, al mismo tiempo que la expresión aparato psíquico. Desde ese momento, la
palabra fue elevada a la categoría de concepto técnico, y recibió una definición circunstanciada:
el preconsciente está ligado a las representaciones verbales, y corresponde «a nuestro yo
oficial. Las investiduras de este Precs [más tarde Freud escribirá Pcs] se vuelven conscientes
según ciertas leyes.» En el último capítulo de La interpretación de los sueños, el preconsciente
es objeto de definiciones mas precisas. En primer lugar, en la reformulación del aparato psíquico,
se lo concibe «como el último de los sistemas del extremo motor, para indicar que desde allí los
fenómenos de excitación pueden llegar a la conciencia sin otra demora, siempre que existan
algunas otras condiciones, por ejemplo, un cierto grado de intensidad, una cierta distribución de
la función que denominamos atención. Es al mismo tiempo el sistema que contiene las claves de
la movilidad voluntaria.» En cambio, el inconsciente está situado «más atrás: no podría acceder a
la conciencia sino pasando por el preconsciente y durante ese pasaje el proceso de excitación
debe plegarse a ciertas modificaciones». Al final de ese mismo capítulo, cuando Freud traza la
distinción entre su noción de inconsciente y las concepciones de su predecesores, el
preconsciente es considerado inconsciente en el sentido descriptivo, pero se distingue del
inconsciente en sentido dinámico, freudiano, por el hecho de que sus contenidos pueden llegar a
la conciencia, «quizá sólo después del control de una nueva censura, pero sin tener en cuenta al
sistema inconsciente».
Esta distinción es retomada unos veinticinco años más tarde, en El yo y el ello, donde el
preconsciente es calificado de inconsciente latente, capaz de convertirse en consciente, y
distinto del inconsciente reprimido, «que es en sí mismo, y por decirlo todo, incapaz de volverse
consciente»
Situado entre el inconsciente y el consciente, el preconsciente está separado del primero por
una censura severa. Ésta impide el acceso de los conteniendos inconscientes al preconsciente,
en la medida en que, en el otro extremo, la censura entre el preconsciente y el consciente es
permeable. Por otra parte, Freud habla al respecto del sistema «preconsciente-consciente»
(Pcs-Cs). En otras palabras, desde el punto de vista de la economía de la organización psíquica,
caracterizada por la búsqueda de la menor tensión y de la adaptación al principio de realidad, el
preconsciente no es muy fiable, puesto que puede dejar pasar con demasiada facilidad las
mociones de deseo inconscientes hacia el consciente.
De modo que el preconsciente actúa como protector del consciente: separa, selecciona, a fin de
descartar las mociones desagradables que podrían importunar al consciente. En este sentido,
está ligado al proceso secundario, pero esta distinción, que implica una correlación entre el
inconsciente y el proceso primario, fue a menudo cuestionada por Freud, precisamente cuando
esa actividad organizadora se ejerce con restos diurnos: nuestra atención, que resulta de la
actividad preconsciente, puede muy bien abandonar ciertos pensamientos, pero no por ello
éstos dejan de seguir su curso y de reaparecer de manera deformada en nuestros sueños:
«Llamamos preconsciente a este proceso -escribe Freud-, y lo consideramos totalmente normal».
Hasta el final de su obra, y sobre todo en el Esquema del psicoanálisis, Freud mantuvo esta
concepción del inconsciente, subrayando siempre que una de sus características es la
proximidad a las «representaciones de palabra», y por lo tanto al lenguaje.

A) Término utilizado por Freud dentro del marco de su primera típica: como substantivo, designa
un sistema del aparato psíquico claramente distinto del sistema inconsciente (Ics); como adjetivo,
califica las operaciones y los contenidos de este sistema preconsciente (Pcs). Éstos no están
presentes en el campo actual de la conciencia y son, por consiguiente, inconscientes en el
sentido «descriptivo(69)» del término (véase: inconsciente, B), pero se diferencian de los
contenidos del sistema inconsciente por el hecho de que son accesibles a la conciencia (por
ejemplo, conocimientos y recuerdos no actualizados).
Desde el punto de vista metapsicológico, el sistema preconsciente se halla regido por el proceso
secundario. Está separado del sistema inconsciente por la censura, que no permite que los
contenidos y procesos Inconscientes pasen al Pcs sin experimentar transformaciones.
B) Dentro de la segunda tópica freudiana, el término «preconsciente» se utiliza, sobre todo, como adjetivo, para calificar lo que escapa a la conciencia actual sin ser inconsciente en sentido  estricto. Desde el punto de vista sistemático, califica los contenidos y procesos relativos
esencialmente al yo y también al superyó.
La distinción entre preconsciente e inconsciente es fundamental para Freud. Sin duda, con
intención apologética, se apoyó en la existencia indiscutible de una vida psicológica que
desborda el campo de la conciencia actual, para defender la posibilidad de un psiquismo
inconsciente en general; y, si se toma la palabra inconsciente en el sentido que Freud llama
«descriptivo» (lo que escapa a la conciencia), desaparece la distinción entre preconsciente e
inconsciente. Asimismo debe entenderse fundamentalmente en sus acepciones tópica (o sistemática) y dinámica.
El concepto fue muy pronto establecido por Freud durante la elaboración de sus puntos de vista
metapsicológicos. En La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900), el sistema
preconsciente se encuentra situado entre el sistema inconsciente y la conciencia; está separado
del primero por la censura, que intenta prohibir a los contenidos inconscientes el camino hacia el
preconsciente y la conciencia; en el otro extremo, controla el acceso a la conciencia y a la
motilidad. En este sentido, se puede unir la conciencia al preconsciente; así, Freud habla de
sistema Pcs-Cs; pero, en otros pasajes de La interpretación de los sueños, el preconsciente y
lo que Freud llama el sistema percepción-conciencia se hallan claramente delimitados entre sí:
esta ambigüedad obedecería a que la conciencia no se presta, como Freud señaló ulteriormente,
a consideraciones estructurales (véase: Conciencia).
Freud somete el paso del preconsciente al consciente a la acción de una «segunda censura»;
pero ésta se diferencia de la censura propiamente dicha (entre Ics y Pcs) en que selecciona
más que deforma, consistiendo su función esencialmente en evitar la aparición en la conciencia
de preocupaciones perturbadoras. De este modo favorece el ejercicio de la atención.
El sistema preconsciente se define, en relación con el sistema inconsciente, por la forma de su
energía (energía «ligada») y por el proceso que en él se realiza (proceso secundario).
Observemos, sin embargo, que esta distinción no es absoluta: al igual que ciertos contenidos del
inconsciente, como señaló Freud, son modificados por el proceso secundario (por ejemplo, las
fantasías), también los elementos preconscientes pueden ser regidos por el proceso primario
(por ejemplo, restos diurnos en el sueño). De un modo más general, puede reconocerse en las
operaciones preconscientes, bajo su aspecto defensivo, el dominio del principio de placer y la
influencia del proceso primario.
Freud relacionó siempre la diferencia entre Ics y Pcs al hecho de que la representación
preconsciente se encuentra ligada al lenguaje verbal, a las « representaciones de palabras».
Añadamos que la relación entre el preconsciente y el yo es evidentemente muy estrecha.
Resulta significativo el hecho de que la primera vez que Freud introduce el preconsciente, lo
asimila a «nuestro yo oficial». Y cuando, en la segunda tópica, define de nuevo el yo, aunque el sistema preconsciente no se confunda con el yo, que es parte inconsciente, se encuentra naturalmente englobado en él. Finalmente, en la instancia del superyó, recién desglosada, pueden ponerse en evidencia aspectos preconscientes.
¿Qué comprende, en lo vivido por el sujeto y, más especialmente, en la experiencia de la cura, el
concepto de preconsciente? El ejemplo que más a menudo se da es el de los recuerdos no
actualizados, pero que el sujeto puede evocar. De un modo más general, el preconsciente
designaría lo que se halla implícitamente presente en la actividad mental, aunque sin constituir
objeto de conciencia; esto es lo que quiere decir Freud cuando define el preconsciente como
«descriptivamente» inconsciente, pero accesible a la conciencia, mientras que el inconsciente
está separado de la conciencia.
En El inconsciente (Das Unbewusste, 1915), Freud califica el sistema preconsciente de
«conocimiento consciente» (bewusste Kenntnis); se trata de palabras significativas que
subrayan la distinción con respecto al inconsciente: «conocimiento» implica que se trata de
cierto saber concerniente al sujeto y a su mundo personal; «consciente» indica que estos
contenidos y procesos, aunque no conscientes, se adscriben al consciente desde el punto de
vista tópico.
La distinción tópica se verifica, desde el punto de vista dinámico, en la cura, especialmente por el siguiente rasgo, en el que insiste D. Lagache: así como la verbalización de contenidos preconscientes puede provocar reticencias, que la regla de libre asociación tiene por objeto eliminar, el reconocimiento del inconsciente choca con resistencias, ellas mismas inconscientes y que el análisis debe progresivamente interpretar y vencer (en el bien entendido de que las reticencias se basan casi siempre en resistencias).