Diccionario de Psicología, letra N, neurosis traumática

Neurosis traumática
Al.: Traumatische Neurose.
Fr.: névrose traumatique.
Ing.: traumatic neurosis.
It.: nevrose traumatica.
Por.: neurose traumática.
Tipo de neurosis en la que los síntomas aparecen consecutivamente a un choque emotivo, generalmente ligado a una situación en la que el sujeto ha sentido amenazada su vida. Se manifiesta, en el momento del choque, por una crisis de ansiedad paroxística, que puede
provocar estados de agitación, estupor o confusión mental. Su evolución ulterior, casi siempre
después de un intervalo libre, permitiría distinguir esquemáticamente dos casos:
a) el trauma actúa como elemento desencadenante, revelador de una estructura neurótica
preexistente;
b) el trauma posee una parte determinante en el contenido mismo del síntoma (repetición mental del acontecimiento traumático, pesadillas repetitivas, trastornos del sueño, etc.), que aparece como un intento reiterado de «ligar» y descargar por abreacción el trauma; tal «fijación al trauma» se acompaña de una inhibición, más o menos generalizada, de la actividad del sujeto. Generalmente la denominación de neurosis traumática es reservada por Freud y los
psicoanalistas para designar este último cuadro.
El término «neurosis traumática» es anterior al psicoanálisis(40) y sigue utilizándose en
psiquiatría en forma variable, en virtud de las ambigüedades del concepto de traumatismo y de la
diversidad de opciones teóricas que permiten tales ambigüedades.
El concepto de traumatismo es ante todo somático; designa entonces «[…] las lesiones
producidas accidentalmente, de forma instantánea, por agentes mecánicos cuya acción
vulnerante es superior a la resistencia de los tejidos u órganos sobre los que actúan»; los
traumatismos se dividen en heridas y contusiones (o traumatismos cerrados), según que exista
o no efracción del revestimiento cutáneo.
En neuropsiquiatría se habla de traumatismo con dos acepciones muy distintas:
1) se aplica al caso particular del sistema nervioso central el concepto quirúrgico de
traumatismo, cuyas consecuencias pueden abarcar desde las lesiones evidentes de la
substancia nerviosa hasta las supuestas lesiones microscópicas (por ejemplo, noción de
«conmoción»);
2) se transpone metafóricamente al plano psíquico el concepto de traumatismo, el cual,
entonces, designa todo acontecimiento que hace efracción bruscamente en la organización
psíquica del individuo. La mayor parte de las situaciones generadoras de neurosis traumáticas
(accidentes, batallas, explosiones, etc.) plantean a los psiquiatras, en la práctica, un problema
de diagnóstico (¿existe o no lesión neurológica?) y, desde un punto de vista teórico, permiten
una gran libertad para estimar, según las preferencias de cada uno, la causa última del
trastorno. En una posición extrema, algunos autores llegan a clasificar el cuadro clínico de las
neurosis traumáticas dentro del grupo de los «traumatismos cráneo-cerebrales» (véase: Trauma
psíquico).
Si nos limitamos al campo del traumatismo tal como se entiende en psicoanálisis, el término
«neurosis traumática» puede tomarse bajo dos perspectivas bastante distintas.
I. En relación con lo que Freud denomina una «serie complementaria» en el desencadenamiento de la neurosis, deben tomarse en consideración factores que varían en razón inversa entre sí: predisposición y traumatismo. En este sentido, se encuentra toda una gama entre los casos en que un acontecimiento mínimo adquiere valor desencadenante, debido a la débil tolerancia del sujeto frente a toda excitación o frente a una determinada excitación especial, y los casos en que un acontecimiento de una intensidad objetivamente excepcional viene a perturbar
bruscamente el equilibrio del sujeto.
A este respecto deben efectuarse varias observaciones:
1) el concepto de trauma se vuelve puramente relativo;
2) el problema trauma-predisposición tiende a confundirse con el de los papeles respectivos de
los factores actuales y del conflicto preexistente (véase: Neurosis actual);
3) en los casos en que se comprueba con evidencia la existencia de un traumatismo importante
en el origen de los síntomas, los psicoanalistas se dedicarán a investigar, en la historia del
sujeto, los conflictos neuróticos que el acontecimiento no habría hecho más que precipitar. En
favor de este punto de vista conviene señalar que, con frecuencia, los trastornos
desencadenados por un trauma (guerra, accidente, etc.) se asemejan a los hallados en las
neurosis de transferencia clásicas;
4) singularmente interesantes, desde esta perspectiva, son los casos en los que un
acontecimiento exterior viene a realizar un deseo reprimido del sujeto, a poner en escena una
fantasía inconsciente. En estos casos, la neurosis que se desencadena se caracteriza por
rasgos que la asemejan a las neurosis traumáticas: repetición mental, sueños reiterativos, etc.;
5) dentro de la misma línea de pensamiento, se ha intentado relacionar la ocurrencia misma del
acontecimiento traumático con una predisposición neurótica especial. Algunos individuos
parecen buscar inconscientemente la situación traumatizante, aunque la temen; según Fenichel,
de este modo repetirían un trauma infantil con la finalidad de descargarlo por abreacción: «[…] el
Yo desea la repetición para resolver una tensión penosa pero la repetición es en sí misma
penosa […]. El enfermo ha entrado en un círculo vicioso. No logra jamás controlar el traumatismo
por medio de sus repeticiones, ya que cada tentativa aporta una nueva experiencia traumática».
En estos individuos, descritos como «traumatófilos», Fenichel ve un caso típico de «asociación
de neurosis traumáticas y de psiconeurosis». Por lo demás, se observará a este respecto que
K. Abraham, que introdujo el término «traumatofilia», relacionaba incluso los traumas sexuales de
la infancia con una predisposición traumatofílica preexistente.
II. Vemos, pues, cómo la investigación psicoanalítica conduce a poner en tela de juicio la noción
de neurosis traumática: pone en duda el papel determinante del acontecimiento traumático, por
una parte al subrayar la relatividad del mismo con respecto a la tolerancia del sujeto, y por otra
parte insertando la experiencia traumática en la historia y la organización particulares del
individuo. Desde este punto de vista, el concepto de neurosis traumática sería sólo una primera
aproximación, puramente descriptiva, que no resistiría a un análisis profundo de los factores que
intervienen.
¿No es necesario, sin embargo, conservar un puesto aparte, desde el punto de vista
nosográfico y etiológico, para aquellas neurosis en las que un traumatismo, por su misma
naturaleza e intensidad, sería con mucho el factor predominante en su desencadenamiento, y en
las cuales los mecanismos que intervienen y la sintomatología serían relativamente específicos
con respecto a los de las psiconeurosis?
Tal parece ser la posición de Freud, según se desprende principalmente de su obra Más allá del principio del placer (Jenseits des Lustprinzips, 1920): «El cuadro sintomatológico de la neurosis traumática se acerca al de la histeria por su riqueza en síntomas motores similares; pero, por regla general, lo sobrepasa por sus signos, muy acentuados, de sufrimiento subjetivo (que recuerdan la hipocondría o la melancolía) y por las manifestaciones de una debilitación y perturbación mucho más generales de las funciones psíquicas». Cuando Freud habla de neurosis traumática, insiste en el carácter a la vez somático («conmoción» [Erschütterung] del organismo, que provoca una afluencia de excitación) y psíquico (Schreck: susto) del trauma.

Según Freud, es este susto, « […] estado que sobreviene cuando uno entra en una situación
peligrosa sin estar preparado para ella», el factor determinante de la neurosis traumática.
Frente a la afluencia de excitación, que irrumpe y pone en peligro su integridad, el sujeto no
puede reaccionar mediante una descarga adecuada ni por medio de una elaboración psíquica.
Desbordado en sus funciones de ligazón, repetirá de forma compulsiva, especialmente en los
sueños(41), la situación traumatizante, a fin de intentar ligarla (véase: Compulsión a la repetición;
Ligazón).
Con todo, Freud no dejó de señalar la posible existencia de conexiones entre las neurosis
traumáticas y las neurosis de transferencia. Deja sin contestar la pregunta de la especificidad de
las neurosis traumáticas, como lo atestiguan las siguientes líneas del Esquema del psicoanálisis
(Abriss der Psychoanalyse, 1938): «Es posible que lo que llamamos neurosis traumáticas
(desencadenadas por un susto demasiado intenso o choques somáticos graves, tales como
choques de trenes, desprendimientos etc.), constituyan una excepción; pero, hasta ahora, sus
relaciones con el factor infantil han escapado a nuestras investigaciones».