Diccionario de Psicología, letra O, objeto bueno y malo II

Objeto «bueno», objeto «malo»
Al.: «gutes» Objekt, «böses» Objekt.
Fr.: «bon» objet, «mauvais» objet.
Ing.: «good» object, «bad» object.
It.: oggetto «buono», oggetto «cattivo».
Por.: objeto «bom», objeto «mau».
Términos introducidos por Melanie Klein para designar los primeros objetos pulsionales, parciales
o totales, tal como aparecen en la vida de fantasía del niño. Las cualidades de «bueno» y de
«malo» se les atribuyen, no solamente por su carácter gratificador o frustrante, sino sobre todo
porque sobre ellos se proyectan las pulsiones libidinales o destructores del sujeto. Según M.
Klein, el objeto parcial (pecho, pene) se halla escindido en un objeto «bueno» y un objeto «malo»,
constituyendo esta escisión el primer modo de defensa contra la angustia. El objeto total será
Igualmente escindido (madre «buena» y madre «mala», etc.).
Los objetos «buenos» y «malos» se hallan sometidos a los procesos de Introyección y de
proyección.
La dialéctica de los objetos «buenos» y «malos» ocupa un lugar central en la teoría psicoanalítica de M. Klein, deducida del análisis de las fantasías más arcaicas.
No pretendemos exponer aquí toda esta complicada dialéctica; nos limitaremos a señalar algunas
características principales de los conceptos objeto «bueno» y «malo,» y a aclarar ciertas
ambigüedades.
1) Las comillas que a menudo se encuentran en los trabajos de M. Klein tienen por objeto
subrayar el carácter fantaseado de las cualidades del objeto «bueno» y objeto «malo».
Se trata, en efecto, de «imagos» o «[…] imágenes, deformadas por la fantasía, de los objetos
reales en los cuales se basan». Esta deformación resulta de dos factores: por una parte, la
gratificación por el pecho hace de éste un pecho «bueno», y a la inversa, la imagen de un pecho
«malo» se forma correlativamente a la retirada o al rechazo del pecho. Por otra parte, el niño
proyecta su amor sobre el pecho gratificador y, especialmente, su agresividad sobre el pecho
malo. Aunque estos dos factores constituyen un círculo vicioso («el pecho me odia y me priva
porque yo lo odio, y recíprocamente »), M. Klein insiste sobre todo en el factor proyectivo.
2) En el origen de la dialéctica entre objetos buenos y malos se hallaría la dualidad de las
pulsiones de vida y de muerte, tal como Melanie Klein la ve actuar en su carácter irreductible
desde el origen de la existencia del individuo. Según M. Klein, es precisamente al principio de la
vida cuando el sadismo se halla en su «cenit», y el equilibrio entre libido y destructividad estaría
entonces más bien desviado a favor de esta última.
3) En la medida que, desde el origen, se hallan presentes los dos tipos de pulsiones y se dirigen
sobre un mismo objeto real (el pecho), puede hablarse de ambivalencia. Pero la ambivalencia,
que es ansiógena para el niño, es contrarrestada desde un principio por el mecanismo de
escisión del objeto y de los afectos relativos al mismo.
4) El carácter fantaseado de estos objetos no debe hacer perder de vista el hecho de que son
tratados como si ofrecieran una consistencia real (en el sentido en que habla Freud de realidad
psíquica). M. Klein los describe como contenidos en el «interior» de la madre; define su
introyección y su proyección como operaciones que actúan, no sobre las cualidades buenas o
malas, sino sobre los objetos, que implican de modo inseparable esas cualidades. Es más, el
objeto, bueno o malo, se halla dotado, en la fantasía, de poderes similares a los de una persona
(«pecho malo perseguidor», «pecho bueno protector», ataque del cuerpo materno por los
objetos malos, lucha entre los objetos buenos y malos dentro del cuerpo, etc.).
El pecho es el primer objeto así escindido. Todos los objetos parciales experimentan una escisión
análoga (pene, heces, niño, etc.). Del mismo modo los objetos totales, cuando el niño es capaz
de aprehenderlos. «El pecho bueno (externo e interno) se convierte en el prototipo de todos los
objetos protectores y gratificadores, y el pecho malo en el de todos los objetos perseguidores
externos e internos».
Observemos finalmente que la concepción kleiniana de la escisión del objeto en «bueno» y «malo» debe relacionarse con algunas indicaciones dadas por Freud, especialmente en Las pulsiones y sus destinos (1915) y La negación (1925). (Véase: Yo-placer, yo-realidad.)