Diccionario de psicología, letra P, Pacto denegativo

Pacto denegativo
Definición
René Kaës (1987) llama «pacto de negación» a la formación intermediaria genérica que, en todo vínculo (pareja, grupo, familia o institución), condena al destino de la represión, la negación, la
renegación que mantiene en lo irrepresentado y en lo imperceptible, todo aquello capaz de
cuestionar la formación y el mantenimiento de ese vínculo y las cargas de las que es objeto.
Puede considerarse como uno de los correlatos del contrato de renuncia, tanto de la comunidad
de cumplimiento de deseo, como del contrato narcisista. Es su reverso y es su complemento.
El pacto, denegativo constituye una formación psíquica bifase, entendiéndose por tal aquellas formaciones que satisfacen simultáneamente a la economía psíquica del sujeto singular y del conjunto y, de este modo, aseguran funciones específicas en el espacio intrapsíquico al mismo
tiempo que sostienen la formación y los procesos de los vínculos intersubjetivos. Estos, a su
vez, dan lugar a formaciones y procesos intrapsíquicos.
El pacto denegativo es una forma de acuerdo inconsciente entre las partes que tiende a negar la
«negatividad radical » Y ligar las «negatividades de obligación». Se trata de un pacto sobre lo
negativo basado en la suposición que el fundamento mismo del vínculo se constituye en un pacto
sobre la negación de la negatividad radical: sobre lo incógnito, la no-experiencia, el no-vínculo.
Como sostiene al vínculo por un acuerdo inconsciente entre los sujetos efectuado sobre la
represión, la desmentida o la forclusión de las mociones insostenibles motivadas por el vínculo,
tiene efectos diversos: en tanto contribuye a mantener un espacio vacío e indeterminado
posibilita la formación del pensamiento; en tanto es capaz de obturar el espacio puede constreñir
el pensamiento para que se ataque a sí mismo o destruya ciertos aspectos de la vida psíquica en
los otros o a la fetichización del vínculo. Por lo tanto tiene dos polaridades: una es organizadora
del vínculo y la otra es defensiva.
El pacto denegativo mantiene el isomorfismo de la relación entre el sujeto singular y las
formaciones trans-subjetivas al mantener reprimida la representación del espacio de unión, de tal
manera que toda modificación en el pacto cuestiona la organización intrapsíquica de cada sujeto
singular. Recíprocamente, toda modificación de la estructura, la dinámica o la economía del pacto
tropieza con las fuerzas que lo sostienen como componentes irreductibles del vínculo en el
conjunto.
Origen e historia del término
La década del 80 se caracteriza en el movimiento psicoanalítico francés por el trabajo en tomo
de la pulsión de muerte y en tomo de la problemática del narcisismo. La incursión en este campo
fue derivando en despejar un nuevo concepto: lo negativo, que promovió en algunos
psicoanalistas una posición novedosa desde donde revisar en profundidad la teoría freudiana.
André Green es quizá el máximo exponente de este movimiento, donde participan otros como J.
Laplanche, A. Missenard, G. Rosolato, J. Guillaumint, R. Roussillon, R. Moury, R. Kads, etcétera.
En mayo de 1987 se realizó en París el Coloquio del CEFFRAP sobre el tema «Lo negativo: figuras
y modalidades» allí R. Kaës presentó por primera vez la idea de un pacto sobre lo negativo bajo el
título: Le pacte (dé)négatif: une formation psychique de l’être ensemble. Este coloquio fue
publicado en español en 1991 por Amorrortu editores bajo el mismo nombre y el trabajo de R.
Kaës figura como El pacto denegativo en los conjuntos trans-subjetivos.
Desarrollo desde la perspectiva vincular
Pacto denegativo es un concepto específicamente vincular. Kaës, en este estudio, intenta
explorar los destinos de los procesos y formaciones de la realidad psíquica que se revelan en
sus dimensiones transsubjetivas; que atraviesan y transitan los espacios y los tiempos
psíquicos de cada sujeto del conjunto y determinan en parte la organización tópica, dinámica,
económica y estructural de cada sujeto en tanto forma parte de dicho conjunto.
Tales son algunas formaciones de funcionamiento bifase que explican la estructura
intermediaria: figuras mediadoras como porta-voz, portador de síntoma, portador de sueño;
funciones del ideal; comunidad de identificaciones; procesos de co-apuntalamiento y de
interfantasmatización; cadena asociativa grupal e intertransferencia; las alianzas, pactos y
contratos inconscientes de los que el pacto denegativo es una modalidad particular. Todas estas
formaciones psíquicas articulan las correlaciones entre el espacio intrapsíquico de los sujetos
singulares y el espacio trans-psíquico del conjunto.
La consecuencia de pensar los conjuntos trans-subjetivos es establecer el modo en que el
sujeto singular se constituye en su realidad psíquica, a partir del lugar que ocupa en el conjunto.
La noción de una metapsicología de los conjuntos trans-subjetivos debería concebirse, para
Kaës, no como un atributo del conjunto, sino como una construcción de los sujetos, dada por su
estructura, trabajada por su historia y por su participación en el conjunto que, moviliza
electivamente algunos de los procesos y formaciones psíquicas de los sujetos. Se deduce de
esta afirmación, por un lado, el descarte de un inconsciente colectivo y, por el otro, que ciertas
formaciones del inconsciente deban parte de su contenido y de sus destinos al hecho de estar
constituidas dentro de un conjunto y ser constitutivas de éste.
Dentro del conjunto, la parte de realidad psíquica que el sujeto ha abandonado -sea por
depositación, proyección, delegación o desplazamiento- sigue un doble trayecto: en el espacio
intrapsíquico donde constituye una parte del inconsciente, y en el espacio trans-psíquico donde,
asociada a otras formaciones psíquicas homólogas o complementarias, permanece inconsciente
de ser sostenida en y por el conjunto en tanto éste comporta una tópica, una economía y una
dinámica propias. De esta forma la represión y sus efectos se encontrarían sostenidos por un
lado, por el interés que en ello encuentra cada uno y, por el otro, por el interés del conjunto de
mantener la cadena en su función propia.
El concepto de pacto denegativo explica la manera en que se constituye o tiene dificultades en
constituirse la función represora, para los sujetos singulares, en razón del compromiso de sus
vínculos dentro del conjunto.
Este estudio desarrolla desde la perspectiva vincular cuestiones formuladas por Freud en
«Introducción del narcisismo» donde afirma que el individuo lleva una doble existencia en tanto es
para sí mismo su propio fin, a la vez que es miembro de una cadena a la que está sujeto contra
su voluntad o al menos sin intervención de ella. Destaca la dimensión negativa que recorre y
sostiene la cadena en donde se apuntala la formación del narcisismo primario del niño: los
sueños de deseo irrealizados de los padres encuentran su seguridad -amenazada por el asedio
de la realidad- refugiándose en el niño.
Recupera una vez más, como lo hiciera en trabajos anteriores -y lo seguirá haciendo en otros
posteriores- la herencia freudiana para la fundamentación del estatuto psicoanalítico de los
grupos, resistida tanto por el narcisismo, que sostiene la ilusión de la unidad del yo y la dificultad
de pensar los conjuntos trans-subjetivos, como por la dificultad de pensar lo negativo. Aquí
conjuga ambas resistencias destacando la dificultad de admitir que el vínculo se funda en algo
negativo.
En arreglo a esta perspectiva pone el acento en el revés de la trama de los desarrollos de Piera
C. Aulagnier sobre la psicogénesis y los espacios al que el yo debe advenir, donde el contrato
narcisista se destaca por su condición fundante del vínculo entre el sujeto y el conjunto en un
sentido positivo, de ahí que Kaës afirme que el pacto denegativo constituye su reverso y su
complemento.
Formula que el trabajo de ligazón intrapsíquica se establece sobre tres modalidades de lo
negativo que están presentes también en el trabajo de ligazón trans-psíquica en los conjuntos
sean éstos una pareja, una familia, un grupo o una institución. La primera modalidad «obedece a
la obligación de la psique de producir algo negativo; la segunda define una posición relativa de
lo negativo por referencia a algo posible; la tercera corresponde a lo que no está en el espacio
psíquico: esta negatividad radical puede, en ciertas condiciones, ser pensada como lo
imposible».
Negatividad de obligación: se basa en la necesidad del aparato psíquico de efectuar
operaciones de negación, rechazo, desmentida, renuncia y supresión, para preservar aspectos
importantes de la organización psíquica: la del sujeto como tal o la de los sujetos con los que
está vinculado en un conjunto.
Obligación es una categoría de la negatividad que destaca tanto el constreñimiento ejercido
sobre el aparato psíquico para efectuar tales operaciones, como a la ligazón entre lo rechazado
y lo preservado por ellas. Si bien todas estas operaciones son específicas y diferentes unas de
otras, todas recaen sobre una percepción o una representación inaceptable para alguna
instancia del aparato psíquico.
El tratamiento psíquico, por parte del sujeto, de su propia negatividad de obligación, se encuentra
desde el origen con la negatividad, y su tratamiento, en el otro como tal y en tanto sujeto de la
cadena transsubjetiva.
Estas negatividades son exigidas a cada sujeto para que se forme y se mantenga el vínculo,
necesarias para que se haga posible la vida en común, que el vínculo se organice y mantenga
unidos los elementos que lo constituyen. Por lo tanto están dirigidos a la producción de
positividad del vínculo y a su mantenimiento.
Las operaciones psíquicas productoras de negatividad en los conjuntos, no son sólo una
modalidad defensiva común, sino también una actividad fundadora del espacio psíquico, del
tiempo y del trabajo de la representación en el interior y dentro de los límites del conjunto
trans-subjetivo.
Desde esta perspectiva habría diferentes modos de tratamiento de lo negativo en los grupos que
influirían en los procesos de constitución y desarrollo del orden de lo imaginario y determinarán
parte de su posibilidad de simbolización.
Negatividad relativa: esta forma de la negatividad se constituye sobre la base de lo que ha
quedado en suspenso en la constitución de los continentes y los contenidos psíquicos. Sostiene
el espacio potencial de la realidad psíquica, es tributario de la función supletoria, apuntaladora y
transformadora del otro.
La positividad se manifiesta como perspectiva organizadora de un proyecto o de un origen. Es lo
que permanece en trance de ser constituido en la realidad psíquica: es relativa a objetos y a
continentes de pensamiento; objetos y pensamientos potenciales tributarios de lo negativo en la
actividad de pensar del otro, tanto por carencia y defecto como por exceso.
Existieron un lugar y un vínculo de origen al que no se puede retomar, salvo en la «huella» dejada
por la expulsión del cuerpo materno: todas las separaciones ulteriores arrojarán al sujeto hacia
el vínculo, hacia el grupo, en pos de la raíz. Todo vínculo conlleva la tentativa de restablecer el
ser-juntos de los orígenes; es en principio, como el grupo, aferramiento contra toda expulsión,
negación de la negatividad de la cesura.
La eficacia del proceso de grupo es función de su capacidad para contener y transformar los
objetos internos, de su aptitud para crearlos y constituir los eslabones no advenidos en el
psiquismo. Una perlaboración trans-subjetiva opera a través de la comunidad de las
identificaciones y de los fantasmas inconscientes, de las funciones de representación que
realizan los portavoces y la escenificación y dramatización de los grupos internos.
El trabajo analítico en el grupo lleva a reconocer la subsistencia de un resto, de una irreductible
negatividad que el ser-juntos nunca logrará colmar. Desconocer esta persistencia de lo negativo
conduce a conductas adictivas del sujeto para con el conjunto.
Negatividad radical: es en el espacio psíquico aquello que tiene el estatuto de «lo que no es», el
no-vínculo, la no-experiencia, las figuras de lo blanco, lo incógnito, lo vacío, el no-ser. No
obstante esta representación no puede ser pensada por el pensamiento, comprende la relación
de contacto del pensamiento con lo que no es, con lo imposible de pensar, lo refractario a toda
ligazón.
La negatividad radical es algo no-ligado irreductible, distinto de lo des-ligado que afecta a las
otras modalidades de lo negativo. No podemos pensar y ligarnos en conjuntos si no es sobre un
fondo de negatividad radical: el trabajo del pensamiento y del grupo consiste, por un lado, en
reducir el margen infinito de esta negatividad, y acogerla como condición de contacto con lo
incógnito y la alteridad a fin de permitir que se constituya el espacio vacío, no patógeno, exigido
por la movilidad de la vida psíquica; por el otro, el intento de colmar de sustitutos y de objetos
omnipotentes el espacio abierto por esta condición radical: el grupo se convierte en masa y el
pensamiento en fetiche de ideología común despojada de subjetividad singular.
La negación de la negatividad radical impedirá que actúen sus efectos simbolígenos y posibilitará
la destrucción del vínculo y del pensamiento, No puede abolirse en la positividad, concierne más
al ser (no-ser), que al tener. La utopía en su forma sistemática es la expresión más extrema de
este intento de positividad, y en su forma más puntual se manifiesta como el trabajo del grupo
sobre las tres negatividades en el encuentro y construcción de lo nuevo.
Finalmente el trabajo de la negatividad interviene en el proceso de desasirse de un vínculo cuyos
componentes alienantes o mortíferas estorban la capacidad de ligazón de las pulsiones de vida.
Problemáticas conexas
Contrato narcisista de Piera C. Aulagnier.
Comunidad de renuncia pulsional de S. Freud 1908 y 1930.
Comunidad de desmentida de M.Fam 1981
Alianza denegativa de M. Th. Couchoud 1986
Comunidad de renuncia pulsional: este concepto se desprende de la obra de Freud en 1908 «La
moral sexual cultural y la nerviosidad moderna» y de 1930 «El malestar en la cultura». Se trata de
una modalidad particular de la negatividad de obligación en el pasaje de una pluralidad a un
conjunto y el mantenimiento de ese vínculo.
Es indispensable la renuncia de cada uno a una cuota de placer para que el vínculo pueda
formarse y mantenerse. A cambio de este sacrificio adhiere a una comunidad basada en el
derecho que lo proteje de ser víctima de la violencia del individuo, impone la necesidad y hace
posible el amor, en el límite de la adhesión al conjunto.
Comunidad de desmentida: se trata de una modalidad vincular entre el niño y la madre descripta
por Fain en 1981 basada en la identificación del niño con su madre cuando ésta no logra
designar en otro lugar que no sea en el niño un objeto de deseo, de tal manera que la desmentida
del deseo del padre es a la vez obra de la madre y del niño. Esta comunidad de desmentida
mantiene la no separación, sostiene una identificación cruzada que Fain califica de proyectiva y
la opone a la identificación histérica precoz que representa la identificación del niño con la mujer
cuando la madre inviste otro objeto de deseo seductor que el niño deberá descubrir y reconocer,
a la vez que la madre redescubre su propia femineidad.
Alianza denegativa: en 1986 M. Th. Couchoud, a través del tratamiento conjunto de una madre y
su hija, describe esta forma de alianza que se pone de manifiesto en la sobreinvestidura
alucinatoria, por parte de la hija, de las representaciones no reprimidas y negadas por el
psiquismo de la madre.
Ambas mujeres participan activamente en mantener, en la escena de lo cotidiano, lo que en la
madre no ha podido ser elaborado o reprimido, de forma tal que aparezca desprovisto de sentido
y sólo acreditado por la madre como la locura de la hija. Podría decirse que la madre induce en la
hija su propio delirio, mientras la hija delira para que la madre continúe olvidando lo que para ella
es irreprimible. Es en virtud de esta alianza que se mantienen juntas.