Diccionario de psicología, letra P, Pacto inconsciente

Pacto inconsciente
Definición
Pacto, convenio. Del latín pactum, participo de «pacisci»: firmar un tratado, de la misma raíz que
paz. «Pactare», especializado en el sentido de convenir en el pago de un tributo (Corominas,
1973).
Tomando la conceptualización de Berenstein y Puget puede definirse el pacto inconsciente del
siguiente modo: Sistema de concesiones, mutuas y recíprocas entre dos o más yoes, que
tienden a especificar elementos diferentes, provenientes del espacio mental incompartible de
cada uno. Su finalidad es otorgar y conseguir lo deseado por ambos yoes merced al trueque
entre ambos, que intercambian sucesivamente la posición más favorable para satisfacer el
deseo de cada yo. Implica dos deseos diferentes, realizados cada uno, merced a un trueque
entre los yoes. Ambos yoes son sucesivamente lugar de deseo y lugar de la realización del
deseo del otro. Cada yo requiere del otro para realizar su deseo, en una dinámica en la que cada
yo debe recibir algo por lo que da, intercambio que bascula entre la renuncia y el otorgamiento.
Construido sobre la aceptación de lo incompartible, tiene como características la sucesividad y la
biterritorialidad.
Origen e historia del término
Las nociones de canje, trueque, ligadas íntimamente al concepto de pacto, han sido trabajadas
desde diferentes epistemologías. H. V. Dicks (1967) habla de «Complementariedad inconsciente».
Utilizando la teoría de las relaciones objetales, para explicar la complicidad sin cronizada y la
reciprocidad bilateral observables de la pareja conyugal, propone el concepto de
«complementariedad inconsciente». La conceptualiza como una división de aportes que cada
miembro proporciona a la alianza, como cualidades perdidas en el otro, a consecuencia de sus
mecanismos de escisión y proyección, y que pueden entonces ser recuperados por
identificación introyectiva. Articula las nociones de relación de objeto, proyección, identificación
introyectiva, sincronización y reciprocidad.
Albert Scheflen (1975) al referirse a algunas características de las relaciones bipersonales
regresivas señala: «En tales parejas puede mantenerse una conspiración inconsciente, para
ocultar la dependencia detrás del rol de dador, de más fuerte. Así se preservan el masoquismo
de uno y el narcisismo de otro. Ser indispensable para el compañero débil resulta un método que
preserva la autoestima y asegura el vínculo en tanto disfraza sus necesidades de dependencia».
Liga así la noción de «conspiración inconsciente» a los conceptos de dependencia, narcisismo, y
masoquismo.
D. Jackson, 1979 (9), otorga un relevante valor a las claves que definen la naturaleza de una
relación, dado que ellas establecen quien es cada uno para el otro, en la relación. Destaca entre
las claves el quid pro quo. Dice: «Quid pro quo (literalmente ‘algo por algo’) es una expresión
referida a la naturaleza legal de un pacto o contrato y agrega: «Quid pro quo es, por lo tanto una
metáfora descriptiva de una relación basada en las diferencias; una expresión de redundancias
que se observan en la interacción matrimonial».
James Framo (1980) sostiene: «Los partícipes desempeñan recíprocamente funciones psíquicas
y hacen tratos inconscientes». «Seré tu conciencia si tú traduces en actos mis conflictos». De
este modo intenta relacionar lo intrasubjetivo y lo intersubjetivo.
A. Cohan de Urribarri y R. Uribarri (1986) relacionan la idea de «contrato inconsciente» a la mutua
satisfacción de deseos del otro como 61 o ella lo percibe, que asegura a cambio la satisfacción
de los propios. Si esto no sucede, aparecen sentimientos de desilusión, abandono, depresión o
rabia».
R. Kaës, 1989, desarrolla el concepto de pacto denegativo. Sostiene: ‘Llamo pacto de negación a
la formación intermediaria genérica que, en todo vínculo (pareja, grupo, familia o institución),
condena al destino de la represión, la negación, la renegación o el repudio que mantiene en lo
irrepresentado y en lo imperceptible aquello que vendría a poner en cuestión la formación y el
mantenimiento de ese vínculo y de esas cargas de las que es el objeto». Vincula renuncia y
otorgamiento y dice: «El pacto denegativo como uno de los correlatos del contrato del
renunciamiento, de la comunidad de cumplimientos de deseo y del contrato narcisista; es la
contracara y su cumplimiento».
Desarrollo desde la perspectiva vincular
La génesis de los pactos, puede conceptual izarse como construcciones defensivas ante
ansiedades primitivas de devoración del yo por el otro’.
El pacto intenta asegurar la existencia de un sector incompartible de cada yo, no comprometido
en el vínculo, reconocido por los yoes participantes, que deben tolerar la inaccesibilidad al
espacio incompartible de cada uno.
Defienden de la fusión y del dolor del yo, por no tener acceso a todo del otro. El pacto incluye
así, dos niveles o dos registros diferentes; que aluden a la conceptualización lacaniana.
Implican un supuesto de cumplimiento riguroso de las obligaciones recíprocas, al tiempo que una
observación vigilante de dicho cumplimiento.
Los pactos, al igual que los acuerdos son estipulaciones que regulan los vínculos familiares,
pero se visualizan más en los vínculos de pareja y avuncular, por estar dotados como están, de
la posibilidad de transacción. Sus cualidades y posibilidades, remiten muy específicamente a las
nociones de intraterritorialidad y extraterritorialidad. Intraterritorial sería aquello capaz de ser
semantizado como registro dentro del territorio del yo, investido de su deseo y regido por la
soberanía del yo. Aquello del propio yo, o del otro, que resulte no semantizable, queda ubicado
como extraterritorial. Como la identidad tiene siempre un punto incompartible los pactos,
estipulaciones inconscientes para lo incompartible, acompañarán a los acuerdos inconscientes,
constituidos sobre lo compartible.
Los pactos y los acuerdos inconscientes se constituyen mediante reglas inconscientes o pautas
ordenadoras, y circularán luego como leyes estructurantes de la significación para ese vínculo
dado. Las reglas pautan: las identificaciones, elecciones de objeto, y realizaciones con los
objetos en el mundo externo. Las reglas como función, están adscriptas al ideal y se pueden
diferenciar las del yo ideal de las del ideal del yo. Las reglas del yo ideal contienen indicaciones
propuestas como inmodificables, acontextuales y de significación endogámica. Las reglas del
ideal del yo son propuestas como modificables, reconocen el valor de lo contextual y tienen
significación exogámica.
En relación a la estructura familiar inconsciente pueden proponerse distintos tipos de pactos, en
función del grado de desarrollo de la misma; según propone I. Berenstein
Para el grado B el pacto neurótico sostendría que cada uno puede mantener sendas inhibiciones,
en especial en lo genital, como consecuencia de la represión en cada yo del complejo de Edipo.
Quedaría establecido entre un seductor y un seducido sobre la base de las inhibiciones
genitales. En el nivel intrapsíquico, cada yo, no reconoce el propio deseo y se siente a merced
del deseo del otro.
En el pacto perverso correspondiente al grado C, cada yo admite la enunciación del tabú del
incesto y la burla clandestina del mismo. Funciona al modo del secreto mantenido a viva voz,
cuya cualidad clave es clandestinidad.
En el nivel intrapsíquico el yo es significado como fuente de la acción y fuente del deseo del otro,
al proyectar en el otro el propio deseo.
En el pacto psicótico correspondiente al grado D, el tabú del incesto, eficaz a nivel formal, obliga
a la mujer a tener hijos con el marido, pero que pertenecen inconscientemente a la familia
materna. La familia dadora es ubicada en el lugar yo ideal y portadora de las características del
objeto único, que puede estar encarnado por una representante de dicha familia.
Los pactos son constantemente rotos y rehechos de un modo caótico. Es propio de todos los
pactos la precariedad; pero los pactos no psicóticos tienen en general una mayor estabilidad,
basada en una mayor complejización. Paradoja mediante, los pactos psicóticos tendrían la
propiedad de ser establemente caóticos.
En el nivel intrapsíquico el yo se representa poco unificado y definido por el otro como
fragmentos corporales a ser atendidos en el nivel de la necesidad. Cuerpo fragmentado de la
necesidad y no cuerpo unificado y de deseo.
Problemáticas conexas
Los pactos, a diferencia de los acuerdos, se sostienen en las concesiones recíprocas, que
provienen del espacio mental incompartible de cada yo. La aceptación de lo incompartible,
¿implicaría una mayor complejidad vincular, en tanto requiere la aceptación de la
extraterritorialidad? Si así ocurriera, ¿quedarían los acuerdos ubicados como estipulaciones de
menor complejidad? Los pactos surgirían allí donde acordar es imposible, imposibilidad
determinada por la aceptación de la extraterritorialidad.
Si el fracaso de lo nuevo tiende en la vida mental a promover la regresión: ¿sería pensable que el
fracaso de los pactos y la imposibilidad de su reformulación activara un movimiento vincular
regresivo? Regresión que podría pensarse como una vuelta en busca de acuerdos aún más
imposibles, pero sostenida la ilusión de lo posible, en la tendencia de la vida anímica a la
regresión como defensa. El no reconocimiento de la alteridad, es siempre un obstáculo para la
complejización de los vínculos, porque su modo operativo es pictográfico, modo operativo de lo
originario en el sentido de Piera C. Aulagnier.
Siguiendo a esta autora, la aparición de lo primario, es decir del fantasma, es una adquisición del
aparato mental, de otro modo funcional más complejo, que requiere del reconocimiento de la
alteridad. Dice P. Aulagnier: «La entrada en funciones de lo primario es la consecuencia del
reconocimiento que se impone a la psique de la presencia de otro cuerpo, y por ende, de otro
espacio separado del propio». Más adelante señala: «… lo que caracteriza a la producción
fantasmática es una puesta en escena en la que efectivamente existe una representación de
dos espacios, pero estos dos espacios están sometidos al poder omnímodo del deseo de uno
solo». Recién después del ingreso de la palabra a la escena de la imagen, entrada en funciones
de lo secundario, será previsible la distinción entre signos diferentes, y desde ella la posibilidad
de reconocer más de un deseo, de distinguir un deseo como propio o como del otro. El pacto
inconsciente implica un trueque de aspectos de lo propio, de lo ya constituido en cada yo, de lo
ya dado en cada yo, con anterioridad al vínculo, pero no encuentro en esto obstáculo para
conceptualizarlos con propiedades creativas.
En sólo siete notas se apoya el riquísimo universo de la creación musical. Dado que en los
acuerdos inconscientes, existe también un acotamiento de su potencial creativo, siempre
restringido al campo de lo compartible, parece lícito postular para los pactos y los acuerdos
inconscientes cierto potencial de creación de novedad, limitado en ambos tipos de
estipulaciones, por restricciones específicas.