Diccionario de psicología, letra P, Paranoia (Segunda parte)

Paranoia
Alemán: Paranoia.
Francés: Paranoia.
Inglés: Paranoia.
Término derivado del griego (para: contra, noos: espíritu) que designa la locura en el sentido de arrebato y delirio. En la nosografía psiquiátrica alemana, el vocablo fue introducido en 1842 por Johann Christian Heinroth (1773-1843) a partir de una palabra creada en 1772, y en la
nosografía francesa lo fue en 1887 por Jules Séglas (1856-1939). Con los trabajos de Wilhelm
Griesinger (1817-1868), Emil Kraepelin, Eugen Bleuler, y después de Gaétan Gatian de
Clérambault, la paranoia, junto con la esquizofrenia y la psicosis maníaco-depresiva, se convirtió en una de las tres formas modernas de la psicosis en general. Se caracteriza por un delirio sistematizado, el predominio de la interpretación y la ausencia de deterioro intelectual. Incluye el delirio de persecución, la erotomanía, el delirio de grandeza y el delirio de celos.
Sigmund Freud retomó en este sentido el término en 1911, caracterizando la paranoia como una defensa contra la homosexualidad. Después de él, Melanle Klein y Jacques Lacan desarrollaron para el psicoanálisis una concepcion estructural de la paranoia: Klein acercándola a la esquizofrenia (posición esquizoparanoide) en el marco de una definición de la relación de objeto,
y Lacan haciendo de ella la esencia misma del proceso psicótico.
Esta forma de locura, que Freud comparaba con un sistema filosófico por su modo lógico de
expresión y su nivel intelectual próximo al razonamiento de «normal», ya había sido descrita en la
Antigüedad, no sólo por Hipócrates sino también por los grandes autores trágicos Esquilo y
Eurípides. No obstante, hubo que aguardar hasta el siglo XIX, con los trabajos fundadores de la
escuela psiquiátrica alemana, para que el término fuera incluido en una clasificación general de
las enfermedades mentales. Siguiendo a Heinroth, que introdujo la palabra, Griesinger, en el
marco de una nosografía organicista, en 1845 le dio a este tipo de delirio el nombre de
Verrücktheit (trastorno de la mente). Después de él, Kraepelin impuso la palabra paranoia para designar el mismo fenómeno.
La novedad del sistema de clasificación de Kraepelin consistió en que ponía orden y claridad en
la anarquía de las nosografías anteriores. Kraepelin dintiguió tres grupos de psicosis: la
paranoia, la demencia precoz y la locura maníaca depresiva o psicosis maníaco-depresiva
(heredera de la antigua melancolía). A ellas se sumaba un término intermedio, la parafrenia, un
delirio crónico ubicado entre la demencia precoz y la paranoia.
En ese marco, Kraepelin definió la paranoia como el «desarrollo insidioso, dependiente de causas
internas y en evolución continua, de un sistema delirante, duradero e imposible de quebrar, que
se instaura con conservacion completa de la claridad y el orden en el pensamiento, la voluntad y
la acción». Según él, se trataba de una enfermedad «constitucional», basada en dos mecanismos
fundamentales: el delirio de referencia y las ilusiones de la memoria, ambos generadores de
diferentes temas de persecución, celos, grandeza. De modo que el paranoico era un enfermo
crónico que se tomaba por profeta, emperador, un gran hombre, un inventor, un reformador,
etcétera.
Inspirándose en esta clasificación que jamás cuestionó, Freud adoptó otro enfoque del
mecanismo de la paranoia desde fines del siglo, sobre todo en un manuscrito enviado a Wilhelm Fliess el 24 de enero de 1895. Eludiendo el problema de las clasificaciones, con la intención de curar a los pacientes y salir del nihilismo terapéutico característico de la psiquiatría de la época, él ubicó las ideas delirantes junto a las ideas absesivas, y dio una definición de la paranoia inspirada en su concepción de la defensa histérica: «La paranoia crónica en su forma clásica es un modo patológico de defensa, como la histeria, la neurosis obsesiva y los estados de
confusión alucinatoria. Las personas se vuelven paranoicas porque no pueden tolerar ciertas
cosas -naturalmente, siempre y cuando su psiquismo esté predispuesto-.» A esto añadió un
mecanismo de proyección, en virtud del cual el paranoico se defiende de una «representación
inconciliable con el yo proyectando su contenido en el mundo exterior», y una definición de las
modalidades del delirio: los paranoicos «aman su delirio como se aman a sí mismos, ése es todo
el secreto». En una carta de diciembre de 1899 diferenció la histeria de la paranoia, señalando
que la primera es aloerótica y se manifiesta por una identificación con la persona amada,
mientras que la segunda es autoerótica, y escinde el yo en varias personas extrañas.
Sólo en 1911, en el marco de su gran discusión con Carl Gustav Jung y Eugen Bleuler, Freud,
con la intención de extender el saber psicoanalítico al tratamiento de las enfermedades mentales,
se vio llevado a dar la definición canónica de la paranoia que serviría de referencia a sus
comentadores ulteriores.
El debate nosográfico que se produjo entre los tres hombres puso en juego una violenta relación
transferencial y concluyó en rupturas: entre Freud y Jung, entre Jung y Bleuler, y entre Freud y
Bleuler. Contra la nueva palabra «esquizofrenia», creada por Bleuler para reemplazar a la antigua demencia precoz de Kraepelin, Freud eligió el término «paranoia» (en el sentido de Kraepelin), mientras que Jung prefirió mantener la antigua expresión «demencia precoz». Para Freud no se trataba de construir una nueva nosografía psiquiátrica como quería Bleuler, sino de dar una definición de la psicosis que permitiera integrarla al marco estructural de la doctrina psicoanalítica, y por lo tanto situarla en oposición a la neurosis, por una parte, y por la otra a la perversión. En un primer momento, Freud retomó contra Jung el término «parafrenia» para designar la demencia precoz, y en un segundo tiempo ubicó la esquizofrenia de Bleuler en la
categoría de la paranoia. Finalmente, en una tercera etapa aceptó la nosografía bleuleriana,
renunciando a llamar parafrenia a la demencia precoz, y a clasificar la esquizofrenia en la
categoría de la paranoia. De tal modo dejó el camino libre para el posible desarrollo de una
concepción psicoanalítica de la esquizofrenia (que realizarían sus herederos, en particular la
escuela norteamericana de la Self Psychology), elaborando una doctrina de la psicosis basada
en la noción de paranoia, que él concretó en su célebre estudio de 1911 sobre las Memorias de
Daniel Paul Schreber.
De modo que, en la terminología freudiana clásica, la paranoia pasó a ser el modelo
paradigmático de la organización de la psicosis en general. A los delirios de grandeza, de
persecución, de interpretación, y al autoerotismo, Freud añadió dos elementos principales: en
adelante, la paranoia quedaba definida como una defensa contra la homosexualidad, y el
paranoico dejaba de ser visto como un enfermo mental en el sentido de la nosografía
psiquiátrica. En efecto, a propósito de Schreber, Freud desarrolló la idea muy original de que el
conocimiento delirante que el loco tiene de sí mismo puede ser tan verdadero como el
conocimiento racional construido por el clínico para explicar la locura. No obstante, sólo este
último conocimiento tiene un estatuto teórico.
Al redactar su estudio sobre Leonardo da Vinci, Freud había elaborado un enfoque de la
homosexualidad que le serviría para el análisis del caso Schreber, y en la oportunidad de su
ruptura con Alfred Adler, y en largas conversaciones con Sandor Ferenczi, concibió la idea de
vincular el conocimiento paranoico con una investidura homosexual, y el conocimiento teórico
con un rechazo de esa investidura. Por cierto, la ruptura con Adler había reavivado en él el
sufrimiento experimentado en la ruptura con Fliess. Esto explica dos frases escritas por Freud.
Una aparece en una carta a Sandor Ferenczi de octubre de 1910: «Desde el asunto Fliess [ … ]
una parte de la investidura homosexual ha desaparecido, y me he servido de ella para ampliar mi
propio yo. He tenido éxito allí donde el paranoico fracasa.- La otra frase está en una carta a
Jung de 1908: Fliess ha desarrollado una buena paranoia después de haberse desembarazado
de su inclinación a mí. A él le debo esta idea [de la componente homosexual de la paranoia].»
Psiquiatra de formación, Jacques Lacan abordó la paranoia y el ámbito de la psicosis en general de una manera totalmente distinta de la de Freud. Mientras que el maestro vienés trató siempre de insertar la locura en el marco de la neurosis, o en el de una concepción de la psicosis que se sustrajera al discurso psiquiátrico, Lacan hizo todo lo contrario. Puesto que había abordado el freudismo por la vía de la clínica psiquiátrica de inspiración francesa y alemana, y siendo él mismo un gran práctico de la psicosis, el ámbito de la locura siempre le interesó mucho más que el de las patologías ordinarias. Y, entre las psicosis, la paranoia fue para él el modelo paradigmático de la locura en general: lo fascinaba la lógica del discurso paranoico, al punto de pensar que la cura psicoanalítica debía asemejarse a una paranoia dirigida. En ese sentido, desde la publicación de su tesis de medicina de 1932, dedicada a la personalidad paranoica, se unió a la posición de Freud por una vía que no era verdaderamente la de Kraepelin, sino más bien la de Gaétan Gatian de Clérambault: lo mismo que Freud, vinculaba homosexualidad y conocimiento paranoico. Pero al tener que describir, con la historia de Marguerite Anzieu, su caso princeps, una locura criminal femenina, consideró que la erotomanía era una componente central de la paranoia. Hizo lo mismo un año después, en su artículo consagrado al crimen de las hermanas Papin.
A partir de 1946 la escuela kleiniana se orientó hacia una concepción de la paranoia que la
relacionaba con un proceso arcaico en el que ya no aparecía la componente homosexual
descrita por Freud y Ferenczi. Según ese enfoque, cada sujeto pasa necesariamente en su
infancia por una fase psicótica (o posición esquizoparanoide), en cuanto la psicosis es definida
como un estado de fijación o regresión a un estadio primario. El caso Schreber fue entonces
comentado y revisado a la luz de las tesis kleinianas, sobre todo por Ida Macalpine y Richard
Hunter.
Diez años más tarde, Lacan tomó otra dirección, y comentó a su vez la historia de Schreber,
sobre todo en su seminario de 1955-1956, dedicado a la psicosis. A diferencia de la escuela
kleiniana, Lacan conservó lo esencial de la doctrina de Freud, añadiéndole dos conceptos forjados por él -la forclusión y el nombre-del-padre-, que dieron origen a lo que se ha convenido en llamar la clínica lacaniana de la paranoia y de la psicosis en general.

Continuación del término paranoia (Proyección y narcisismo)