Diccionario de psicología, letra P, Pase

Pase
Alemán: Passel / Übergang.
Francés: Passe.
Inglés: Pass.
Término empleado en 1967 por Jacques Lacan para designar un procedimiento de pasaje, consistente en que un analizante (pasante) exponga ante analistas (pasadores) -quienes darán cuenta al respecto ante un jurado llamado de acuerdo aquellos elementos de su historia que el análisis lo ha llevado a considerar capaces de fundamentar su deseo de convertirse en analista.
En francés corriente, el término passe tiene varias acepciones. En particular, puede designar la
acción de pasar o avanzar, e incluso el lugar o el momento preciso del pasaje.
Desde principios de la década de 1950, Lacan cuestionó las normas de acceso al análisis
didáctico enunciadas por Max Eitingon en 1925, en el Congreso de la International
Psychoanalytical Association (IPA) de Bad-Homburg.
En 1964, cuando fundó la École freudienne de Paris (EFP), Lacan abolió la distinción clásica
entre análisis personal (o terapéutico) y análisis didáctico, instituyendo un reglamento que no
obligaba a los candidatos a elegir su didacta en una lista de titulares establecida de antemano,
como era la regla en la casi totalidad de las sociedades de la IPA.
Esta abolición apuntaba a restituirle una significación real al deseo de cada sujeto de convertirse
en analista. En lugar de adecuarse a un cursus preestablecido, cada uno tenía entonces la
libertad de escoger a su analista a su modo, fuera entre los miembros de la EFP o en otros
grupos. Podría ser entonces aceptado en las filas de la EFP, según el procedimiento de admisión
definido por los estatutos, pero sin estar obligado a rehacer su análisis con un didacta
recomendado por la institución.
Mediante esta transformación, Lacan subrayó que el análisis personal podría o no revelarse didáctico con posterioridad. Nadie podía decidir «de antemano» la validez didáctica de un psicoanálisis. Se trataba por lo tanto de restituirles pertinencia a los interrogantes planteados por Sigmund Freud desde el origen del movimiento: por qué uno se convierte en analista, cómo
sucede.
El 9 de octubre de 1967, después de una crisis en la EFP, Lacan decidió darle un estatuto
institucional a esa noción de pasaje. Pronunció entonces un discurso memorable, en el cual
propuso «fundar en un estatuto lo bastante duradero como para estar sometido a la experiencia,
las garantías con las que nuestra Escuela podrá autorizar por su formación a un analista, y en
adelante responder por ella».
De modo que el pase es definido como un ritual de pasaje que le permite a un simple miembro
(ME) que haya realizado un análisis, acceder al título de analista de la escuela (AE), hasta
entonces reservado a quienes habían sido «titularizados» de oficio en el momento de la fundación
de la EFR El procedimiento era el siguiente: el candidato al pase (llamado pasante) debía dar
testimonio de lo que había sido su análisis ante dos analistas (llamados pasadores), encargados
de transmitir el contenido de dicho testimonio al jurado de acuerdo. Ese jurado estaba constituido
por miembros elegidos en la asamblea general de la EFP, que ya hubieran recibido el título de AE.
La «proposición de octubre» distingue la idea de gradus de la idea de jerarquía, e inscribe el fin
del análisis en una dialéctica del «des-ser» («désétre») y de la «destitución subjetiva». Lacan llama
«caída del sujeto supuesto saber» a la situación de fin de análisis por la cual el analista se
encuentra en posición de «resto» u objeto (pequeño) a, después de haber estado investido a lo
largo de la cura de una omnipotencia imaginaria o de un «saber supuesto».
Lacan expone entonces una fórmula que sólo aparecerá en la segunda versión de su
propuesta, la única que se publicaría (en 1968): «El único que autoriza al psicoanalista es él
mismo» («Le psychanalyste ne s’autorise que de lui méme»). Con esta proposición, que haría
correr mucha tinta, subraya que el pasaje al ser-analista está en el ámbito de una experiencia
subjetiva ligada a la transferencia, que del lado del analizante concluye en una «destitución
subjetiva», y del lado del analista en un «des-ser». Esta prueba o experiencia se asemeja de
algún modo a lo que Georges Bataille (1897-1962) llamaba Ia experiencia de los límites».
Lejos de ser reducida a una sanción institucional, la idea del fin de análisis, cara a Freud, se
convierte entonces en un objeto teórico que es preciso elaborar. Por lo tanto, en lugar de la
sacrosanta liquidación de la transferencia, que según las reglas clásicas indica la conclusión de
un análisis exitoso, Lacan describe un proceso más sutil: el de una doble experiencia subjetiva
(analizante/analista) en la que aparece un estado de pérdida, castración, incluso de depresión
melancólica.
Y si bien conserva la denominación de «psicoanálisis didáctico», lo hace para darle una
significación nueva basada en una inversión: el orden institucional que él (Lacan) denomina
«psicoanálisis en extensión» debe en efecto ser sometido a la primacía de la teoría, es decir, al
«psicoanálisis en intensión», única manera de evitar la esclerosis burocrática generalmente
inducida por la jerarquía tradicional de maestros y alumnos.
Por otra parte, el procedimiento apunta a eliminar toda idea de jerarquía entre el título de AME y el
de AE; un AME puede ser un excelente clínico sin haberse interrogado sobre el famoso pasaje,
mientras que se supone que un ME sin la menor experiencia terapéutica puede revelarse capaz,
en el pase, de realizar un aporte teórico sobre la cuestión del análisis didáctico.
La proposición de Lacan fue ampliamente discutida en la EFR Seductora para algunos,
incomprensible para otros, suscitó la hostilidad de algunos cuadros de la escuela, elegidos o
nombrados mediante el procedimiento antiguo. Ellos hicieron conocer rápidamente su opinión
sobre el peligro de permisivismo y los riesgos de un procedimiento que le permitía a cualquier
analizante postularse para el título de AE.
El 6 de diciembre de 1967 Lacan respondió a las críticas, pero anunciando su decisión de
permitir que se continuara discutiendo. No quería imponer este procedimiento por la fuerza. No
obstante, después de los acontecimientos de mayo de 1968 optó por hacer votar su propuesta
en la asamblea general, convencido de que obtendría una mayoría de votos: la moción, en
efecto, fue acogida con entusiasmo por las generaciones cuarta y quinta del psicoanálisis
francés, que acababan de participar en la rebelión estudiantil y, como en las otras sociedades
de la IPA, deseaban transformar radicalmente los planes de estudio habituales.
La instauración del pase en la EFP provocó la salida de tres grandes discípulos de Lacan:
François Perrier, Piera Aulagnier y Jean-Paul Valabrega. Ellos fundaron la Organisation
psychanalytique de langue française (OPLF) o Quatrième Groupe. También en desacuerdo con
el pase, Guy Rosolato se había unido a las filas de la Association psychanalytique de France
(APF) algún tiempo antes.
Muy pronto, los defectos de esta propuesta, su falta de precisión y sus ambigüedades hicieron
su aplicación azarosa e irregular. Afectada de gigantismo, la EFP no logró impedir el desarrollo
de la esclerosis que se había considerado que el pase impediría.
En 1973, en el curso de las reuniones de la EFP, se procedió a una primera evaluación. Sin
ocultar su desilusión, Lacan subrayó que por lo menos había «ocurrido algo». En lo cual tenía
razón. Y con ese espíritu dirigió su «nota italiana» a tres de sus discípulos: Muriel Drazien,
Giacomo Contri y Armando Verdiglione. En ella sugería la constitución de un grupo compuesto
únicamente por analistas que hubieran realizado el pase y hubieran sido designados AE a
continuación de ese procedimiento. Sin duda soñaba entonces con una sociedad ideal,
semejante quizás a la célebre Sociedad Psicológica de los Miércoles: una academia de los
elegidos. Sea como fuere, según lo ha subrayado Marie-Magdeleine Chatel, él deseaba que ese
nuevo modelo de grupo no se viera sumergido en los ritos institucionales clásicos.
En 1978, en oportunidad de las nuevas reuniones de la EFP, el fracaso del pase fue constatado por el propio Lacan, quien lo comparó a un «impasse», y deploró que la masificación del lacanismo hubiera obstaculizado la realización de esa hermosa utopía: «¿Qué podía haber en la
cabeza de alguien para que se autorizara a ser analista? He querido tener testimonios,
naturalmente no tuve ninguno [ … ] desde luego, este pase es un fracaso completo.» En cuanto a
las causas de dicho fracaso, nunca fueron objetos de una reflexión teórica. Los diversos
grupos desprendidos de la disolución de la EFP se contentaron con retomar el procedimiento del
pase, o bien con renunciar a él, sin que estas actitudes dieran lugar a algún texto de importancia.