Diccionario de psicología, letra P, patriarcado

Patriarcado
Alemán: Patriarchat.
Francés: Patriarcat.
Inglés: PatriarchY.
El patriarcado es un sistema político-jurídico en el cual la autoridad y los derechos sobre los bienes y personas dependen de una regla de filiación llamada patrilineal, es decir, que se concentran en las manos del hombre que ocupa la posición de padre fundador, sobre todo en las sociedades occidentales. No obstante, el sistema patriarcal pocas veces se presenta con esa pureza, en la medida en que coexiste en numerosas sociedades con una filiación matrilineal que decide la pertenencia del individuo con referencia a vínculos genealógicos que pasan por las mujeres.
El debate sobre la oposición entre el patriarcado y el matriarcado fue contemporáneo de las
hipótesis evolucionistas del siglo XIX, desde Henry Lewis Morgan (1818-1881) hasta Friedrich
Engels (1820-1895), pasando por Johann Jakob Bachofen (1815-1887). Teóricos y juristas
pensaban que el patriarcado era una forma tardía de organización social, que había sucedido a
un estadio más primitivo, o matriarcado. Para Engels, el advenimiento del patriarcado constituía la
gran derrota del sexo femenino, mientras que Bachofen, cuyas ideas influyeron mucho en los
escritores vieneses de fines de siglo, obsesionados por la decadencia del padre, profetizó la
declinación irreversible del patriarcado, símbolo de la conciencia occidental, y estigmatizó los
peligros de un matriarcado que encarnara la omnipotencia irracional de las fuerzas de la
naturaleza.
En realidad, ninguna sociedad ha experimentado un matriarcado definido de este modo. Sin
embargo, esta tesis ha quedado como uno de los mitos fundadores de los sistemas de
pensamiento modernos: a veces el reino del matriarcado es presentado como fuente de caos,
anarquía, desorden, y se opone al patriarcado como sinónimo de razón y cultura, y otras, a la
inversa, el reino del matriarcado es descrito como un paraíso natural que el patriarcado habría
destruido con su despotismo autoritario.
Lo mismo que la del culturalismo y la de la diferencia de los sexos, esta cuestión atraviesa toda
la historia del psicoanálisis. Pero en Sigmund Freud se plantea menos en términos de oposición histórica o mítica que como una reflexión estructural en torno al complejo de Edipo.
En las diferentes escuelas varían las actitudes respecto de la estructura edípica, según se
privilegien las posiciones respectivas del padre o la madre en el interior de la configuración
parental. Si el freudismo clásico tendía a privilegiar el rol del padre, el kleinismo, por el contrario,
volcó toda la teoría edípica hacia el polo materno, a través de una concepción nueva de la
relación de objeto. Jacques Lacan, por su lado, integró las dos tendencias: las relaciones
arcaicas con la madre, y la revalorización simbólica de la función paterna. Desde 1938, en Les
Complexes familiaux, subrayó que el psicoanálisis había nacido de la declinación de la función
paterna en la sociedad occidental. Esta tesis era por otra parte compartida por los filósofos de la
Escuela de Francfort, como lo atestigua una carta luminosa de Max Horkheimer (1895-1973)
dirigida en 1942 a Leo Lowenthal: «Es justamente la decadencia de la vida familiar burguesa lo
que le permitió a su teoría llegar a ese nuevo estadio que aparece en Más allá del principio de
placer y los escritos siguientes».
A partir de 1949, influido por los trabajos de Claude Lévi-Strauss, Lacan introdujo en el
psicoanálisis una teoría del significante que desplazaba el estudio de la configuración edípica en el campo de la reflexión sobre el lugar de los sistemas de parentesco en el inconsciente del sujeto.