Diccionario de psicología, letra P, principio de inercia

Principio de inercia
(neurónica)
Al.: Prinzip der Neuronenträgheit o Trägheitsprinzip.
Fr.: principe d’inertie neuronique.
Ing.: principle of neuronic inertia.
It.: principio dell’inerzia neuronica.
Por.: princípio de inércia neurônica.
Principio de funcionamiento del sistema neurónico, postulado por Freud en el Proyecto de
psicología científica (Entwurf einer Psychologie, 1895): las neuronas tienden a evacuar
completamente las cantidades de energía que reciben.
En el Proyecto de psicología científica, Freud enuncia un principio de inercia como principio de
funcionamiento de lo que él llama entonces sistema neurónico. No utilizará esta expresión en los
textos metapsicológicos ulteriores. Esta noción pertenece al período de elaboración de la
concepción freudiana del aparato psíquico. Es sabido que Freud describe en el Proyecto un
sistema neurónico que comporta dos conceptos fundamentales: el de neurona y el de cantidad.
Se supone que la cantidad circula por el sistema, siguiendo una determinada vía entre las
bifurcaciones sucesivas de las neuronas en función de la resistencia («barrera de contacto») o
de la facilitación que exista en el paso de un elemento neurónico a otro. Es evidente la analogía
existente entre esta descripción, efectuada en un lenguaje neurofisiológico, y las descripciones
ulteriores del aparato psíquico que también hacen intervenir dos elementos: las representaciones
agrupadas en cadenas o en sistemas y la energía psíquica.
El antiguo concepto de principio de inercia tiene el interés de que contribuye a precisar el sentido
de los principios económicos fundamentales que presiden el funcionamiento del aparato
psíquico.
La inercia, en física, consiste en que «[…] un punto libre de toda conexión mecánica y que no
esté sometido a ninguna acción conserva indefinidamente la misma velocidad en magnitud y en
dirección (incluido el caso en que esta velocidad es nula, es decir, en que el cuerpo está en
reposo).
1. El principio enunciado por Freud respecto al sistema neurónico presenta una indudable
analogía con el principio físico de inercia. Se formula así: «Las neuronas tienden a
desembarazarse de la cantidad».
El modelo de un funcionamiento de este tipo lo proporciona cierta concepción del reflejo: en el
arco reflejo se considera que la cantidad de excitación recibida por la neurona sensitiva se
descarga totalmente en el extremo motor. De un modo más general, para Freud, el aparato
neurónico se comporta como si tendiera no sólo a descargar las excitaciones, sino también a
mantenerse alejado de las fuentes de excitación. Respecto de las excitaciones internas, el
principio de inercia ya no puede funcionar sin experimentar una profunda modificación; en
efecto, para que exista descarga adecuada, es necesaria una acción específica, que, para
llevarse a cabo, exige una cierta reserva de energía.
2. Es bastante laxa la relación existente entre el empleo freudiano de la noción de principio de
inercia y el que se hace en física:
a) En física, la inercia constituye una propiedad de los cuerpos en movimiento, mientras que,
para Freud, no es una propiedad del móvil considerado, es decir, la excitación, sino una
tendencia activa del sistema en el cual se desplazan las cantidades.
b) En física el principio de inercia constituye una ley universal, inherente a los fenómenos
considerados y que puede verse actuar incluso en las manifestaciones que, para el observador
corriente, la contradicen. Por ejemplo, el movimiento de un proyectil tiende aparentemente a
detenerse por sí mismo, pero la física muestra que este paro es debido a la resistencia del aire y
que, hecha abstracción de este factor contingente, no se discute en absoluto la validez de la ley
de inercia. Por el contrario, en las transposiciones psicofisiológicas de Freud, el principio de
inercia ya no es constitutivo del orden natural considerado; puede ser contrarrestado por otro
modo de funcionamiento que limita su campo de aplicación. Así, la formación de grupos de
neuronas de catexis constante supone la regulación por una ley (ley de constancia) que se
opone al flujo libre de la energía. Sólo mediante una especie de deducción que apela a una
finalidad, Freud puede sostener que el principio de inercia utiliza para sus fines una cierta
acumulación de energía.
c) Este paso del mecanismo a la finalidad vuelve a encontrarse en el hecho de que Freud
deduce del principio de la descarga de la excitación una tendencia a la evitación de toda fuente
de excitación.
3. Se concibe que Freud, en la medida que intentaba mantenerse a un cierto nivel de verosimilitud
biológica, se viera obligado inmediatamente a introducir considerables alteraciones en el principio
de inercia. En efecto, ¿cómo podría sobrevivir un organismo que funcionase según este
principio?; ¿cómo podría existir, si la noción misma de organismo supone el mantenimiento de
una diferencia estable de nivel energético con respecto a su ambiente?
Sin embargo, a nuestro modo de ver, las contradicciones que se aprecian en el concepto
freudiano de principio de inercia neurónica, no deben invalidar la intuición básica subyacente a
su empleo. Esta intuición va ligada al descubrimiento del inconsciente; lo que Freud traduce en
términos de libre circulación de energía en las neuronas no es más que la transposición de su
experiencia clínica: la libre circulación del sentido que caracteriza el proceso primario.
En tal medida, el principio de nirvana, aparece mucho más tarde en la obra de Freud, puede
considerarse como una reafirmación, en un momento decisivo del pensamiento freudiano
(«vuelta» de los años 20), de la intuición fundamental que guiaba ya la enunciación del principio
de inercia.