Diccionario de psicología social, letra V, Vector

VECTOR
Cada una de las categorías que describen los fenómenos grupales, y mediante las cuales es posible evaluar su funcionamiento. Los vectores son seis: pertenencia, cooperación, pertinencia, comunicación, aprendizaje y telé.
 
Concepto.- Indica Pichon Rivière que «la constatación sistemática y reiterada de ciertos fenómenos grupales, que se presentan en cada sesión, nos ha permitido construír una escala de evaluación básica, a través de la clasificación de modelos de conducta grupal». Esta escala o categorización de los fenómenos grupales está constituída por seis vectores.
Un vector es ante todo una herramienta diagnóstica, un indicador que muestra cómo está funcionando un grupo en determinado momento. Por ejemplo, si se encuentra o no en la fase de la pretarea, de la tarea, etc.
Originalmente, la idea de vector proviene de la matemática y la física, donde designa una forma de representar magnitudes que poseen una determinada intensidad, dirección y sentido. De la misma manera, los aspectos de una conducta grupal tiene también una determinada intensidad (la cooperación puede ser más o menos intensa) y una cierta dirección y sentido que variará de acuerdo a si el grupo se encuentra en pretarea o en tarea, etc. Por ejemplo, a medida que el grupo pasa de la pretarea a la tarea, van cambiando la dirección y sentido de los diferentes vectores o indicadores grupales: el antagonismo se orienta hacia la colaboración (vector cooperación), la mala disposición a relacionarse con los otros vira hacia una mejor disposición (vector telé), la comunicación pasa de ser unidireccional y rígida para ser multidireccional y flexible (vector comunicación), de la adaptación pasiva se pasa progresivamente a una adaptación activa (vector aprendizaje), etc.
Podríamos comparar el funcionamiento grupal con el funcionamiento del motor de un automóvil, y los vectores con los indicadores del tablero del conductor, en el sentido de que las diferentes posiciones de las distintas agujas indican cómo está funcionando el motor en ese momento. De la misma manera, el coordinador evaluará el funcionamiento grupal categorizando los diferentes fenómenos grupales que observa a partir de los seis ‘relojes’ llamados vectores. Esto a su vez le servirá como punto de referencia para construír interpretaciones.
En efecto, «el esclarecimiento y manejo operativo de los vectores de pertenencia, cooperación, pertinencia, comunicación, aprendizaje y telé permitirán a la unidad grupal el abordaje de las ansiedades desencadenadas por las situaciones de cambio».
 
Otros universales.- Además de los seis vectores mencionados, Pichon Rivière describe lo que él llama otros ‘universales grupales’, o ‘situaciones universales’ que es posible constatar en los grupos, que rigen su vida, y hacia los cuales el coordinador de un grupo operativo deberá orientar sus interpretaciones.
Entre estos universales podemos consignar los siguientes: a) las fantasías de enfermarse, de tratarse y de curarse, así como la situación triangular sostenida por la teoría del vínculo; b) los sentimientos de inseguridad e incertidumbre ligados a las ansiedades básicas, y en particular a las situaciones de pérdida; c) el ‘secreto grupal’, muy ligado al ‘misterio familiar’.
Respecto de éste último, «una vez iniciado el proceso corrector, resulta muy frecuente que, tras algunas sesiones de grupo familiar, haga eclosión un conflicto que, conocido por todos, era mantenido en silencio. Este conflicto silenciado, secreto, se había convertido, con la complicidad explícita o implícita de los integrantes, en un ‘misterio familiar’, generador de ansiedades, provocándose así una ruptura en la comunicación. El carácter misterioso (peligroso) de esta situación se ve permanentemente realimentado por esa ‘conspiración del silencio’. La familia vive el enfrentamiento del conflicto, la desocultación, como una catástrofe y se resiste al esclarecimiento». Además, ese acontecimiento secreto, sea cual fuera su significado real, se carga con sentimientos y fantasías de culpabilidad.
Estos misterios no esclarecidos (lo que Freud llamaba la ‘novela familiar’) fueron, precisamente, una de las razones que determinaron en Pichon Rivière su vocación por las Ciencias del Hombre.