Diccionario de psicologia, letra A, Aislamiento

Aislamiento

Mecanismo de defensa, típico sobre todo de la neurosis obsesiva, y que consiste en aislar un pensamiento o un comportamiento de tal forma que se rompan sus conexiones con otros
pensamientos o con el resto de la existencia del sujeto. Entre los procedimientos de aislamiento podemos citar las pausas en el curso del pensamiento, fórmulas, rituales y, de un modo general, todas las medidas que permiten establecer un hiato en la sucesión temporal de pensamientos o de actos.
El texto más explícito de Freud sobre el aislamiento se encuentra en Inhibición, síntoma y angustia (Hemmung, Symptom und Angst, 1926), donde se describe como una técnica especial de la neurosis obsesiva.
Algunos pacientes se defienden contra una idea, una impresión, una acción, aislándolas del
contexto por una pausa durante la cual «[…] ya nada tiene derecho a producirse, nada se
percibe, ninguna acción se realiza». Esta técnica activa, «motriz», la califica Freud de mágica; la
relaciona con el procedimiento normal de concentración en el sujeto que se esfuerza en impedir
que su pensamiento se desvíe de su objeto actual.
El aislamiento se manifiesta en diversos síntomas obsesivos; se ve actuar especialmente en la cura, donde se pone en evidencia por la consigna de la libre asociación, que se opone a aquél (sujetos que separan radicalmente su análisis de su vida, una determinada sucesión de ideas del conjunto de la sesión, cierta representación de su contexto ideo-afectivo).
En último análisis, Freud refiere la tendencia al aislamiento a un modo arcaico de defensa contra la pulsión: la prohibición de tocar, «[…] siendo el contacto corporal la meta inmediata de la catexis de objeto, tanto agresiva como amorosa».
Bajo esta perspectiva, el aislamiento aparece como «[…] una eliminación de la posibilidad de contacto, un medio de substraer una cosa al tacto; de igual modo cuando el neurótico aísla una impresión o una actividad por medio de una pausa, nos da a entender simbólicamente que no
permitirá que los pensamientos relativos a ellas entren en contacto asociativo con otros
pensamientos».
Conviene hacer observar que, en este pasaje de Inhibición, síntoma y angustia, el aislamiento no se reduce a un tipo deteriribiado de síntomas, sino que adquiere un alcance más general. Se establece su paralelismo con la represión en el histérico: si la experiencia traumática no ha sido reprimida en el inconsciente, ha sido «[…] privada de su afecto, y sus relaciones asociativas se han reprimido [unterdrückt] o roto, de forma que persiste como si estuviera aislada y no es reproducida en el curso de la actividad de pensamiento». Los procedimientos de aislamiento que se observan en los síntomas de la neurosis obsesiva no hacen más que repetir y reforzar esta especie de escisión previa.
Tomado en este sentido amplio, el concepto de aislamiento está presente en el pensamiento de Freud desde sus primeras reflexiones acerca de la actividad defensiva en general. Así, en Las psiconeurosis de defensa (Die Abwehr-Neuropsychosen, 1894), la defensa, tanto en la histeria como en el grupo de las fobias y obsesiones, se concibe como un aislamiento: « […] la defensa se produce por separación de la representación intolerable y de su afecto; la representación, aunque debilitada y aislada, permanece en la conciencia».
El término «aislamiento» se utiliza a veces en el lenguaje psicoanalítico de una forma algo
imprecisa, que exige algunas reservas.
A menudo se confunde el aislamiento con procesos que se combinan con él o de los cuales puede ser el resultado, como el desplazamiento, la neutralización del afecto e incluso la
disociación psicótica.
También se habla en ocasiones de aislamiento del síntoma en el caso de sujetos que
experimentan y presentan sus síntomas como fuera de todo contexto y ajenos a sí mismos. Se
trata aquí de un modo de ser que no implica necesariamente que el proceso subyacente sea el
mecanismo obsesivo de aislamiento. Por último, se observará que una característica muy general del síntoma es la de localizar el conflicto; en consecuencia, todo síntoma puede aparecer como aislado en relación con el conjunto de la existencia del sujeto.
De hecho, creemos que sería interesante reservar el término «aislamiento» para designar un
proceso específico de defensa que se extiende desde la compulsión hasta una actitud
sistemática y concertada, consistente en una ruptura de las conexiones asociativas de un
pensamiento o de un acto, en especial con los que le preceden y le siguen en el tiempo.

Identificado por Freud en el pensamiento compulsivo (u obsesivo), el aislamiento como mecanismo de defensa aparece expuesto en Inhibición, síntoma y angustia. Comparte con la represión el rasgo de que consiste en hacer a un lado una representación o un pensamiento, pero se distingue de aquélla en que no implica «el olvido», la inaccesibilidad a la conciencia.
Corresponde a una pausa después de un acontecimiento, tiempo de suspensión en el que no
hay percepción ni acción. Constituye una garantía que asegura una solución de continuidad en el
pensamiento. Lo aislado se hace a un lado y queda sin vínculos con los otros procesos de
pensamiento. Se trata entonces de que los pensamientos no se tocan, fenómeno relacionado
con el «tabú del contacto» extensamente evocado por Freud en Tótem y tabú. Un pensamiento
aislado es de alguna manera tratado como un lazo sexual prohibido, o como un cuerpo muerto.
En términos más generales, se puede observar que esta noción influye en la concepción
freudiana del «ello», en el que se supone que las pulsiones siguen cada una su propio camino.
Además, el aislamiento se puede relacionar con la escisión (del yo), que tiene por efecto la
coexistencia de dos posiciones contradictorias que siguen separadas. Finalmente, una
consecuencia decisiva del reconocimiento de este mecanismo es que la supresión o revisión de
la represión adquiere un sentido ampliado: además del levantamiento de la amnesia, incluye un
trabajo de ligazón, es decir, un restablecimiento de las conexiones que caracterizan los
procesos de pensamiento.