Diccionario de psicología, letra A, Análisis profano

Análisis profano
Alemán: Laienanalyse.
Francés: Analyse profane.
Inglés: Lay-analysis.

Se llama análisis profano o lego, o psicoanálisis profano o lego, al psicoanálisis practicado por no-médicos. Los dos adjetivos (lego y profano) significan también que el psicoanálisis, en la óptica freudiana, es una disciplina claramente distinta de todas las curas de alma y de todas las formas de confesión terapéutica ligadas a las diversas religiones. En consecuencia, tiene que construir sus propios criterios de formación profesional, sin enfeudarse a la medicina (de la cual forma parte la psiquiatría), ni a una Iglesia (sea ésta protestante, católica, judía, islámica o budista), ni tampoco a las religiones animistas o a las sectas.
En este sentido, la única formación aceptable para un psicoanalista, sean cuales fueren sus
estudios universitarios y su religión, consiste en someterse a un análisis didáctico, y después a
un análisis de control, según las reglas promulgadas por la International Psychoanalytical
Association (IPA) a partir de 1925. Por otra parte, estas normas han sido admitidas, con
variantes, por la totalidad de los psicoanalistas practicantes que se proclaman freudianos
(véase freudismo) en el mundo, sean o no miembros de la IPA, pertenezcan o no a sus diversas
corrientes (lacanismo, Self Psychology, etcétera).
Como el psicoanálisis está inscrito en la historia de la medicina, puesto que es uno de los
grandes componentes de la psiquiatría dinámica, en la mayoría de los países se implantó a través
de la medicina y la psiquiatría. En consecuencia, desde su origen ha sido esencialmente
practicado por hombres y mujeres con formación médica o psiquiatrica, según las reglas de la
transmisión del saber propias de cada país. Por otra parte, esto es lo que, paradójicamente, le ha
asegurado su laicismo, puesto que la medicina toma partido por la ciencia más bien que por la
religión. En los países donde la psiquiatría no se ha desarrollado y la locura es considerada un
fenómeno de origen divino y demoníaco, el psicoanálisis no se ha implantado.
No obstante, existe una contradicción entre la autonomía necesaria del psicoanálisis y los
criterios de su práctica profesional cuando ésta depende de la profesión de psiquiatra o médico.
Ésa es la tensión que está en el origen del gran conflicto desencadenado en 1926 por el propio
Sigmund Freud con la publicación de ¿Pueden los legos ejercer el análisis?.
Partidario acérrimo del análisis profano y de la práctica del psicoanálisis por los no médicos,
Freud fue combatido muy duramente por sus propios discípulos, sobre todo por Abraham Arden
Brill y los miembros de la muy poderosa American Psychoanalytic Association (APsaA), quienes
pretendían reservar la práctica del psicoanálisis para los médicos.
Debido a la emigración masiva de los psicoanalistas europeos a los Estados Unidos consecutiva
al nazismo, Freud y sus partidarios perdieron la batalla del análisis profano en el período de entreguerras. En Europa, en esa época, fue en Holanda donde los conflictos entre los partidarios y los adversarios del análisis profano tomaron un cariz dramático, teñido de antisemitismo y xenofobia.
A partir de 1945, con el desarrollo considerable de la psicología y de su enseñanza universitaria
en los grandes países democráticos, la cuestión del análisis profano se planteó en términos
nuevos. En efecto, el psicoanálisis era entonces practicado masivamente, no sólo por médicos o
psiquiatras, sino también por psicoterapeutas con formación de psicólogos, recibida por lo
general en la universidad. Después de haber sido absorbido por la psiquiatría, el psicoanálisis
corría el riesgo de que lo engullera la psicología y de que se lo confundiera con las diversas psicoterapias. En consecuencia, los psicoanalistas reafirmaron con fuerza la existencia de sus propias instituciones, las únicas capaces de definir los criterios de la formación psicoanalítica: el análisis directo y el control (o supervisión).