Diccionario de psicología, letra P, Pulsión

Pulsión
Al.: Trieb.
Fr.: pulsion.
Ing.: instinct o drive.
It.: istinto o puIsione.
Por.: impulso o pulsão.
Proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de motilidad) que hace
tender al organismo hacia un fin. Según Freud, una pulsión tiene su fuente en una excitación
corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente
pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin.
I. Desde el punto de vista terminológico, el término «pulsión» fue introducido en las traducciones
de Freud como equivalente al alemán Trieb. Las traducciones francesas utilizan la palabra
pulsión, para evitar las implicaciones de términos de uso más antiguo, como «instinto» y
«tendencia». Este convenio no ha sido siempre respetado, a pesar de estar justificado.
1.° En lengua alemana existen las dos palabras Instinkt y Trieb. El término Trieb es de raíz
germánica, se utiliza desde muy antiguo y sigue conservando el matiz de empuje (treiben =
empujar); el acento recae menos en una finalidad precisa que en una orientación general, y
subraya el carácter irrepresible del empuje más que la fijeza del fin y del objeto.
Algunos autores emplean, al parecer, indistintamente los términos Instinkt y Trieb(150); otros
parecen efectuar una distinción implícita, reservando Instinkt para designar, por ejemplo en
zoología, un comportamiento hereditariamente fijado y que aparece en una forma casi idéntica en
todos los individuos de una misma especie.
2.° En Freud, se encuentran ambos términos con acepciones claramente distintas. Cuando Freud
habla de Instinkt, es para calificar un comportamiento animal fijado por la herencia, característico
de la especie, preformado en su desenvolvimiento y adaptado a su objeto (véase: Instinto).
En francés, el término instinct posee las mismas implicaciones que Instinkt en Freud y, por lo
tanto, en nuestra opinión, debe reservarse para traducir este último; sí se le utiliza para traducir
Trieb, falsea el sentido del concepto en Freud.
El término «pulsión», aunque no forma parte del lenguaje corriente como Trieb en alemán, tiene,
no obstante, el mérito de que pone en evidencia el sentido de empuje.
Observemos que la Standard Edition inglesa ha preferido traducir Trieb por instinct, presciendo
de otras posibilidades tales como drive y urge(151). Este problema se discute en la Introducción
general del primer volumen de la Standard Edition.
II. Si bien la palabra Trieb no aparece en los textos freudianos hasta 1905, tiene su origen, como
noción energética, en la distinción que Freud establece muy pronto entre dos tipos de excitación
(Reiz) a los que se halla sometido el organismo y que debe descargar según el principio de
constancia. Junto a las excitaciones externas, de las que el sujeto puede huir o protegerse,
existen fuentes internas que aportan constantemente un aflujo de excitación al cual el organismo
no puede escapar y que constituye el resorte del funcionamiento del aparato psíquico.
En los Tres ensayos sobre la teoría sexual (Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie, 1905) se
introduce la palabra Trieb, así como las distinciones entre fuente, objeto, fin, que en lo sucesivo
Freud seguirá siempre utilizando.
Así, pues, el concepto freudiano de la pulsión se establece en la descripción de la sexualidad
humana. Freud, basándose especialmente en el estudio de las perversiones y de las
modalidades de la sexualidad infantil, refuta la concepción popular que atribuye a la pulsión
sexual un fin y un objeto específico y lo localiza en las excitaciones y el funcionamiento del
aparato genital. Por el contrarío, muestra que el objeto es variable y contingente y sólo es elegido
en su forma definitiva en función de las vicisitudes de la historia del sujeto. Muestra además
cómo los fines son múltiples, parciales (véase: Pulsión parcial) e íntimamente dependientes de
fuentes somáticas; éstas también son múltiples y susceptibles de adquirir y mantener para el
sujeto una función prevalente (zonas erógenas), de tal forma que las pulsiones parciales no se
subordinan a la zona genital y no se integran a la realización del coito más que al final de una
evolución completa que no viene garantizada por la simple maduración biológica.
El último elemento que introduce Freud a propósito de la noción de pulsión es el de empuje,
concebido como un factor cuantitativo económico, una «exigencia de trabajo impuesta al aparato
psíquico». En Las pulsiones y sus destinos (Trieb und Triebschicksale, 1915), Freud agrupa
estos cuatro elementos (empuje, fuente, objeto, fin) y da una definición de conjunto de la pulsión.
III. ¿Cómo situar esta fuerza que ataca al organismo desde el interior y lo empuja a realizar
ciertos actos susceptibles de provocar una descarga de excitación? ¿Se trata de una fuerza
somática o de una energía psíquica? Esta pregunta, efectuada por Freud, recibe respuestas
distintas en la medida en que la pulsión se define como «un concepto límite entre lo psíquico y lo
somático». Va ligado, según Freud, a la noción de « representante », entendiendo por tal una
especie de delegación enviada por lo somático al psiquismo. El lector hallará un examen más
completo de este problema en nuestro comentario del artículo Representante psíquico.
IV. Como ya hemos indicado, el concepto de pulsión fue analizado sobre el modelo de la
sexualidad, pero desde un principio en la teoría freudiana la pulsión sexual se diferenció de otras
pulsiones. Como es sabido, la teoría de las pulsiones en Freud fue siempre dualista; el primer
dualismo invocado fue el de las pulsiones sexuales y pulsiones del yo o de autoconservación;
por estos últimos Freud entiende las grandes necesidades o las grandes funciones
indispensables para la conservación del individuo, siendo su modelo el hambre y la función de la
alimentación.
Este dualismo se halla presente, según Freud, desde los orígenes de la sexualidad, superándose
la pulsión sexual de las funciones de autoconservación, en las cuales al principio se apoyaba
(véase: Apoyo); intenta explicar el conflicto psíquico afirmando que el yo encuentra en la pulsión
de autoconservación la mayor parte de la energía necesaria para la defensa contra la
sexualidad.
El dualismo pulsional introducido en Más allá del principio del placer (Jenseits des Lustprinzips,
1920) opone pulsiones de vida y pulsiones de muerte y modifica la función y la situación de las
pulsiones en el conflicto.
1.° El conflicto tópico (entre la instancia defensiva y la instancia reprimida) prescinde ya del
conflicto pulsional, concibiéndose el ello como el reservorio pulsional que incluye los dos tipos de
pulsiones. La energía utilizada por el yo la toma éste de aquel fondo común, especialmente en
forma de energía «desexualizada y sublimada».
2.° En esta última teoría, los dos grandes tipos de pulsiones se conciben, más que como
motivaciones concretas del funcionamiento del organismo, como principios fundamentales que
presiden, en último análisis, la actividad de aquél: «Llamamos pulsiones a las fuerzas cuya
existencia postulamos en el trasfondo de las tensiones generadoras de las necesidades del
ello». Este cambio del acento es singularmente apreciable en el famoso texto: «La teoría de las
pulsiones es, por así decirlo, nuestra mitología. Las pulsiones son seres míticos, grandiosos en
su indeterminación».
La concepción freudiana de la pulsión conduce (como puede apreciarse en esta breve revisión)
al desmantelamiento de la noción clásica de instinto, y ello en dos direcciones opuestas. Por una
parte, el concepto «pulsión parcial» subraya la idea de que la pulsión sexual existe al principio en
estado «polimorfo» y tiende principalmente a la supresión de la tensión a nivel de la fuente
corporal; que, en la historia del sujeto, se liga a representantes que especifican el objeto y el
modo de satisfacción: el empuje interno, al principio indeterminado, experimentará un destino que
le confiere rasgos altamente individualizados. Pero, por otra parte, Freud, lejos de postular, como
fácilmente tienden a hacer los teóricos del instinto, detrás de cada tipo de actividad, la
correspondiente fuerza biológica, introduce el conjunto de las manifestaciones pulsionales
dentro de una sola gran oposición fundamental, tomada de la tradición mítica: oposición entre el
Hambre y el Amor, y más tarde entre el Amor y la Discordia.