Diccionario de psicología, letra R, Resistencias de vincularidad

Resistencias de vincularidad
 
Definición
Se definen como resistencias de vincularidad las distintas formas de expresión clínica que son
desplegadas por los miembros de una configuración vincular a lo largo de un proceso analítico,
en calidad de fenómenos de superficie. Su aparición en las sesiones se produce como
consecuencia de negar, desmentir o repudiar, inconscientemente, los indicios que los marcan
como sujetos del vínculo (ver Sujeto del vínculo). Las resistencias de vincularidad son, por lo
tanto, consecuencia del impacto de la vincularidad que en calidad de tercer término los atraviesa.
Origen e historia del término
La noción de resistencia quedó incluida en la literatura psicoanalítica por Freud, desde sus
escritos iniciales. En «Estudios sobre la histeria» (1895) el referente de la enfermedad lo
constituía el recuerdo traumático con su consecuente condición patógena. La cura tenía
marcada su camino por una laboriosa actividad de recordar para conseguir la liberación del
afecto retenido. Sin embargo las resistencias a recordar llevaron a Freud a diseñar un modelo
metapsicológico en el que los recuerdos aparecían organizados por capas («como las catáfilas
de una cebolla») según fuera su distancia del núcleo patógeno. Junto con la concepción
metapsicológica creó también un método técnico de abordaje destinado a «liberar el afecto
retenido» y «cegar las lagunas mnésicas». Se pueden caracterizar tres momentos en la
evolución del método: I) la hipnosis del comienzo [en la que se le daba al paciente una orden de
olvido del episodio traumático, apoyada en el elemento sugestivo de la hipnosis, con efecto
post-hipnótico], la derivación por abreacción y la sugestión coercitiva en la etapa intermedia [en
la que el punto de mira lo constituía la liberación de afecto retenido merced a la recuperación
coercitiva del recuerdo patógeno] hasta III) la asociación libre en la concepción definitiva, en
donde pasaba a primer plano la elaboración de las resistencias, mediante el análisis de la
transferencia. Será en «Recordar, repetir y reelaborar» donde Freud lo va a describir con
plenitud. No se trataba ya de buscar recuerdos olvidados sino de trabajar sobre la superficie
psíquica, ateniéndose el paciente a la regla fundamental de asociación libre y el analista a la de
atención flotante. Se repetía con el analista en lugar de recordar [el recuerdo olvidado] y la meta
pasaba a ser la elaboración de las resistencias que aparecían en primer plano.
Con posterioridad, en el Apéndice A de «Inhibición, síntoma y angustia» Freud distingue cinco
tipos de resistencias: tres del Yo [del beneficio secundario de la enfermedad, de represión y de
transferencia], una del Ello [de la que dice «…después del abandono de las resistencias por parte
del yo quedan aún por vencer el poderío de la obsesión de repetición y la atracción de los
prototipos inconscientes… Nada se opone a atribuir a este factor el nombre de resistencias de lo
inconsciente»]. Por último una del Super-Yo [«…parece provenir de la conciencia de la
culpabilidad o necesidad de castigo»].
El trabajo del analista consistirá en posibilitar que el proceso de cada paciente se despliegue, a
sabiendas que emergerá la resistencia transferencial a mitad de camino de la elaboración de la
resistencia de represión. Las batallas, a partir de allí, se desarrollarán en el terreno
transferencial ya que, como dice Freud en «Dinámica de la transferencia» «nadie puede ser
ajusticiado en absentia o in effigie».
Se pasa así de una neurosis «natural» a otra «artificial». El paciente intentará curarse de ella en y
con el tratamiento. Resuelta la neurosis de transferencia, «la nueva enfermedad» promovida en el
análisis, el paciente se verá aliviado de sus síntomas también en su vida diaria.
Desarrollo desde la perspectiva vincular
El psicoanálisis de las configuraciones vinculares (ver Psicoanálisis de las configuraciones
vinculares) posibilita ubicar este tipo particular de resistencias, de activación inconsciente que
aparecen en el trabajo analítico de todo vínculo, definibles como resistencias de vincularidad.
Con ellas se establecen frecuentemente equívocos del mismo tipo que los planteados con el
concepto de transferencia para el abordaje individual. Sostener la idea de resistencia a
transferir implicaría, hasta cierto punto, una contradicción conceptual dado que para la teoría
freudiana el aparato mental funciona por transferencia de cargas, además de ser considerada la
transferencia por Freud, en su vertiente clínica, una «disposición universal». Es desde este
ángulo que las resistencias de vincularidad no debieran ser entendidas como resistencias a
vincularse sino, por el contrario, como propias de la dinámica vincular, por estar los sujetos
atravesados por el vínculo (ver Vínculo).
Las manifestaciones clínicas de las resistencias de vincularidad son múltiples y de aparición
ineludible en todo tratamiento psicoanalítico de configuraciones vinculares. Puesta la mira en la
pareja matrimonial las formas prioritarias de realización clínica de tales resistencias están
incluidas en la descripción tipológica de parejas. Las mejores condiciones para el reconocimiento
del otro se da en una pareja cuando la «distancia focal» entre los sujetos tiene un rango óptimo.
De allí que si se ordenaran idealmente los tipos de pareja en un continuo, tomando como
referencia la forma en que es vivida la distancia entre ambos. Los puntos extremos estarían
constituidos por las parejas fusionales, por un lado, y las hiperdiscriminadas en el otro. En las
primeras la distancia entre los sujetos es vivida como mínima, mientras que en las últimas sus
miembros la perciben como máxima. Vale mencionar que esta categorización será consecuencia
de una predominancia estereotipada de funcionamiento, dado que en toda pareja matrimonial hay
momentos o períodos fusionales y otros hiperdiscriminados, lo cual supone que la distancia entre
sus miembros deba ser calibrada permanentemente.
Vincularse implica siempre trabajo psíquico, en tanto se coloca sistemáticamente en jaque la
estructura narcisística de los sujetos que componen el vínculo. Por lo que toda actividad que
oscile entre complejización y descomplejización vincular se tramitará en el material clínico como
puesta en acto de resistencias de vincularidad.
En la clínica psicoanalítica se hace evidente que las estrategias para conseguir anular la vigencia
del otro, condición de vincularidad, son múltiples. Sus manifestaciones abarcan desde
interrupciones en el hablar entre los miembros de la pareja o con el terapeuta, a situaciones
ligadas a la hora de llegada o faltas a sesión. También es muy amplia la gama gestual que las
parejas despliegan durante las sesiones, que en la mayoría de los casos tienen como sentido el
rechazo o la anulación del otro. Pueden ser consideradas, en general, actuaciones de lo
descomplejizante en la transferencia que reaparecen luego como desacuerdos verbales
sistemáticos en relación con cualquier tema o como una reafirmación permanente del no ante el
punto de vista del otro. El conflicto matrimonial condiciona la pérdida de la comprensión binocular
entre ambos, por lo cual los miembros de la pareja terminan sosteniendo habitualmente un punto
de vista monocular. Por eso frases como «…no, no fue así, todo ocurrió justo al revés… no
mientas, fuiste vos quien…» pasan a ser moneda corriente en estos tratamientos. Los
integrantes de las parejas actuando de ese modo se ven siempre idénticos a sí mismos y
esperan que toda modificación provenga de cambios que efectúe el otro. Son momentos en los
que para ellos la vincularidad no los abarca ni los modifica. El sostenimiento e insistencia de la
perspectiva monocular narcisista de los sujetos del vínculo son la aparición, como puesta en
acto, de las resistencias de vincularidad en su vertiente clínica.
Se trataría de la negativa inconsciente a considerarse sujetos del vínculo, parte de un campo
vincular y por lo tanto atravesados por la vincularidad.
Los hechos clínicos avalan que las sesiones de pareja constituyen el ámbito adecuado para que
las resistencias de vincularidad, inherentes a la vida matrimonial, encuentren un lugar
privilegiado de expresión y se desplieguen.
La interpretación y elaboración de las resistencias de vincularidad ayudaría a destrabar el
desarrollo de la conyugalidad y por lo tanto permitiría abrir el camino a una modificación
cualitativa de la configuración vincular a la que los sujetos del vínculo pertenecen y de la cual
son producto.
Problemáticas conexas
El pasaje conceptual que proponen las nociones de vínculo, otro y sujeto, propias de las
configuraciones vinculares, abren una perspectiva nueva para la teoría de la técnica
psicoanalítica. Razón por la que deberán ser reformulados conceptos como transferencia,
interpretación y repetición, fuertemente consolidados en la teorización de los abordajes
analíticos de la intrasubjetividad.