Diccionario de psicología, letra R, Rusia (y Union Soviética)

Rusia
(y Union Soviética)
 
A fines del siglo XIX, las reformas del zar Alejandro II (1818-1881) permitieron que el saber
psiquiátrico comenzara a implantarse en Rusia, abrevándose tanto en la tradición del alienismo francés como en la ciencia alemana (nosografía y fisiología).
Discípulo de Hermann von Helmholtz y Emil Heinrich Du Bois-Reymond (1818-1896), Ivan
Mikhailovich Sechenov (1829-1905) publicó en 1863 en San Petersburgo el estudio sobre los
reflejos cerebrales que le valió ser perseguido por la policía, puesto que recusaba los principios
de la religión. En efecto, Sechenov tenía una concepción materialista del cerebro, y explicaba
que toda acción, voluntaria o involuntaria, era el producto de una serie de actos reflejos que se
transformaban en pensamientos en el hombre, y en respuestas motrices en el animal.
En ese terreno continuaron sus trabajos de reflexología Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) y su
rival Viadimir Bekhterev (1857-1927). Psiquiatra formado en Alemania y Francia con Wilhelm
Wundt (1832-1920) y Jean Martin Charcot
, Bekhterev obtuvo en 1893 la cátedra de
enfermedades mentales de la Universidad de San Petersburgo, en la que permaneció durante
veinte años: interesado por la hipnosis y la sugestión, difundió en Rusia las ideas de Hippolyte
Bernheim. Pavlov, por su parte, recibió en 1904 el Premio Nobel de Medicina por sus trabajos
sobre la actividad digestiva y el reflejo condicionado, que dieron origen a un modelo de psicología materialista retomada por los marxistas (y después por el régimen comunista) para combatir las doctrinas llamadas «espiritualistas», entre las cuales se incluía al psicoanálisis.
Si bien Seguei Korsakov (1854-1900) introdujo a fines del siglo reformas institucionales
inspiradas en las de Philippe Pinel (1745-1826), fue sin duda VIadimir Petrovich Serbski
(1858-1917) quien desempeñó el papel más importante para la implantación en Rusia de las tesis freudianas. Formado en Viena y alumno de Theodor Meynert, luchó en Moscú por una reforma radical de la nosografía psiquiátrica, oponiéndose violentamente al conservadurismo. Dos de sus alumnos fueron los primeros freudianos rusos: Ivan Dimitrievich Ermakov y Nikolai levgrafovich Ossipov.
Durante los diez primeros años del siglo XX, Rusia desplegó una inmensa actividad creativa,
acompañada de una mayor apertura a Occidente. El movimiento freudiano, en ese momento en plena expansión, se desarrolló hacia el este. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, el
psicoanálisis, ya bastante conocido por la intelligentsia rusa, suscitó debates apasionados. A
partir de 1911 y hasta 1918, Leonid Drosnés (1880-?), psiquiatra que atendió a Serguei
Constantinovich Pankejeff (el Hombre de los Lobos), participó en los trabajos de la Wiener
Psychoanalytische Vereinigung (WPV).
En 1914, Moshe Wulff, formado en Berlín, participó con Nicolas Vyrubov (1869-?) en la creación
de la revista Psychotherapia, que difundió las ideas freudianas. Ossipov, por su parte, apoyado
por Serbski, creó una ambulancia terapéutica que conducía personalmente, alternándose con
dos colegas, para popularizar el tratamiento psicoanalítico. Hasta 1927 se tradujeron varias
obras de Sigmund Freud, en particular La interpretación de los sueños, Tres ensayos de teoría
sexual y Más allá del principio de placer, al mismo tiempo que libros de Alfred Adler, Otto Rank
y Wilhelm Stekel.

En 1921, Ossipov, opuesto a la Revolución, abandonó Rusia para instalarse en Praga, mientras que Ermakov y Wulff, más bien simpatizantes del nuevo poder, fundaron en Moscú la Asociación Psicoanalítica de Investigaciones sobre la Creación Artística, en la cual también participaba el matemático Otto Schmidt (1891-1956). Paralelamente, sobre una idea de Tatiana Rosenthal, Vera Schmidt creó una asociación, Solidaridad Internacional, y un centro educativo, el Hogar Experimental de Niños, instituciones donde se aplicaron métodos pedagógicos inspirados en el marxismo y el psicoanálisis. Un gran aliento de libertad presidía todas estas iniciativas, suscitadas por la utopía revolucionaria.
En ese clima de renovación, el joven Aleksandr Romanovich Luria, entusiasmado por los
descubrimientos freudianos sobre la sexualidad, fundó en Kazán, en marzo de 1922, una
Sociedad Psicoanalítica que reunía esencialmente a médicos. Dos meses más tarde, Mosche
WuIff y Ermakov crearon en Moscú la Sociedad Psicoanalítica de Rusia, que pronto contó con
quince miembros, entre ellos el psicólogo Pavel Petrovich Blonski (1884-1941) y el psiquiatra Yuri Kannabikh. Más tarde se unió a ellos el psicólogo Stanislas Theophilovich Chatski (1878-1948).
Se iniciaron entonces gestiones para obtener el reconocimiento de los dos grupos (de Moscú y
Kazán) por la International Psychoanalytical Association (IPA).
Los miembros del Comité Secreto estaban divididos en cuanto a la conducta que debían seguir.
A Ernest Jones no le gustaban los marxistas de Moscú (en particular Vera Schmidt) y sostuvo al
grupo de Kazán, mientras que Freud era de la opinión contraria. Sandor Ferenczi, por su parte,
hostil al comunismo después de la experiencia de la Comuna de Budapest, se mantuvo al
margen. En el Congreso de Berlín, en septiembre de 1922, se discutió la cuestión de la afiliación.
Un participante inglés planteó una objeción administrativa: sostuvo que el grupo de Moscú no
podía ser admitido porque la dirección de la IPA aún no conocía los estatutos de la sociedad.
Freud aceptó este punto de vista, pero recomendando que se afiliara a los moscovitas en cuanto
llenaran las condiciones.
Finalmente, en septiembre de 1923 se creó en Moscú una Asociación Psicoanalítica Rusa que
unió a los moscovistas y el grupo de Kazán. Instalado en Moscú, Luria se convirtió pronto en su
secretario, Ermakov en el presidente y Otto Schmidt en vicepresidente. Eran ya veinte miembros en total. Recién llegada de Viena, por consejo de Freud, Sabina Spielrein adhirió de inmediato a la nueva asociación, que incorporaría a los grupos de Kiev (con Arón Borissovich Zalkind), Odessa (con WuIff y Drosnés) y Rostov (con Spielrein a partir de 1925): una treintena de miembros, cifras que para la época era muy elevada. El movimiento psicoanalítico ruso estaba entonces en su apogeo.
Numerosos intelectuales de vanguardia se apasionaron por el freudismo. Éste fue en particular el caso del cineasta Serguei Mikhailovich Eisenstein (1898-1948), quien se entregó a una especie de autoanálisis para comprender mejor sus complejas relaciones con su maestro, Vsevolod Meyerhold (1874-1940). En 1927, Stefan Zweig, en oportunidad de su viaje a Rusia, lo conoció y le habló con emoción de la nueva «Escuela de Atenas» fundada por Freud en Viena.
Proyectó un encuentro entre Eisenstein y Freud, pero no se produjo nunca.
En 1923, León Trotski (1879-1940), que en Viena había frecuentado el círculo de Alfred Adler, le
escribió a Pavlov para explicarle que el psicoanálisis había renunciado a creer en la primacía de un «abismo del alma». De modo que la teoría freudiana debía ser incluida en una psicología
materialista, como caso particular de la doctrina de los reflejos condicionados. Cuatro años
después, en el marco de una conferencia sobre el tema «socialismo y cultura», inscribió el
freudismo en el campo del materialismo, pero despojándolo de la teoría de la sexualidad. Trotski
consideraba que la experimentación pavloviana era superior a la «conjetura» freudiana, a la cual
sin embargo no excluía, y finalmente declaró que el psicoanálisis era compatible con el marxismo.
Esta declaración refleja el modo en que se orientó el debate sobre el psicoanálisis desde la
muerte de Lenin (1870-1924) y el endurecimiento del régimen, que por otra parte obligó a Trotski a exiliarse.
En 1925 el Hogar de Niños de Vera Schmidt cerró sus puertas, y se disolvió su asociación.
Criticada por el régimen, la experiencia no recibió apoyo de la IPA, y se encontró entonces
doblemente condenada. A partir de 1927, con la eliminación de la libertad de asociación y la
estalinización del sistema soviético, el movimiento psicoanalítico ruso fue extinguiéndose
progresivamente.
Mientras que Moshe WuIff emigró a Palestina en 1927, los otros freudianos enfrentaron el gran
debate sobre la edificación del socialismo, que en el campo de la literatura y la filosofía oponía a los partidarios y los adversarios del realismo socialista. El conjunto de la intelligentsia soviética fue invitado por el partido a movilizarse en el nuevo frente de la lucha de clases, para eliminar los restos del antiguo espíritu «idealista» y construir al «hombre nuevo» soviético.
En el ámbito de la psicología, la discusión sobre el estatuto del psicoanálisis se desarrolló en el terreno de un pavlovismo triunfante, erigido en paradigma del materialismo proletario.
Aparecieron dos tendencias: por un lado, los freudomarxistas intentaron «salvar» el psicoanálisis demostrando que la doctrina freudiana era compatible con los principios de la psicología materialista o pavloviana si se le suprimía su teoría sexual, demasiado «bestial», y la pulsión de muerte, demasiado «pesimista». Luria, Zalkind y Yuri Kannabikh publicaron artículos en tal sentido, criticando la antigua orientación, considerada «literaria», de WuIff, Ermakov y Ossipov.
En la otra tendencia militaban los antifreudianos auténticos, que se oponían a los
freudomarxistas afirmando la incompatibilidad absoluta entre el marxismo y el psicoanálisis. Éste
era en particular el caso de Valentin Volochinov, discípulo del gran teórico de la literatura Mikhail
Bajún (18951975), quien, en nombre de su maestro, publicó en 1927 un folleto, Elfreudismo, en
el cual condenaba a la vez al «espirituafi smo freudiano» y al «Freudismo reflexológico» de los
partidarios de Freud. (La obra fue atribuida a Bajún en la edición francesa y a Volochinov en la
edición italiana.)
Se puede decir que en 1930 el psicoanálisis había sido erradicado de la URSS, aunque un
puñado de clandestinos siguieron practicándolo durante cierto tiempo. Los antiguos freudianos
se orientaron hacia otras actividades, mientras que los libros de Freud fueron relegados a
bibliotecas especializadas. El modelo pavloviano dominó entonces toda la psicología.
A fines de la década de 1940 se lanzó la cruzada contra la ciencia y el arte llamados
«burgueses». Fue el momento de la apología de las tesis antimendelianas de Trofim Lyssenko
(1908-1976) en biología, y de las de Andrei Jdanov (1896-1948) en literatura (la
Jdanovchtchina). El psicoanálisis fue entonces oficialmente condenado, pero con nuevos
argumentos. En 1949 el freudismo ya no era un peligro para el ideal comunista. No obstante, en el contexto de la guerra fría, fue denunciado como una amenaza proveniente del exterior. El
psicoanálisis, entonces en plena expansión en los Estados Unidos, después del exilio masivo de sus profesionales europeos que huyeron del nazismo, era percibido por el campo soviético
como componente de la ideología reaccionaria que estaba al servicio del imperialismo
norteamericano. Los partidos comunistas europeos hicieron suya la consigna.
El proceso de desestalinización no cambió en nada el estatuto del freudismo de la URSS. Entre 1953 y 1970, la política de deportación de los opositores a campos de concentración fue
reemplazada por una forma de represión mas sutil: la oposición era asimilada a una enfermedad mental, y a sus representantes se los consideraba «esquizofrénicos mórbidos». Los desdichados disidentes afectados por esta extraña psicosis eran sometidos a pericias entre las paredes del Instituto de Medicina Legal de Moscú, que llevaba el nombre del gran Serbski.
Durante veinte años, el empleo de esta terminología contaminó el conjunto del saber psiquiátrico soviético, haciéndolo impermeable a cualquier influencia nueva, y en particular al freudismo.
Además, la tradición freudiana, que había desaparecido de la memoria colectiva del pueblo ruso y que, en Occidente, daba muy a menudo la imagen de dogma y cerrazón, no fue retomada por los disidentes.
Fue en el campo de la psicología donde se produjo una tímida reactivación del interés por el
freudismo, favorecida por una crítica severa al pavlovismo.
Hacia 1975, el psicólogo georgiano Serge Tzouladzé, que había estudiado psiquiatría en París y recibido una formación psicoanalítica en un diván francés, tomó la iniciativa de organizar en la
Unión Soviética un coloquio sobre el tema del inconsciente. Reunió a su alrededor a liberales
opuestos a la psiquiatría represiva y deseosos de instaurar vínculos con Occidente, en
particular con Francia, donde el lacanismo ofrecía una representación no biológica del
inconsciente freudiano.
Tzouladzé murió antes de que se realizara su proyecto, que quedó entonces a cargo de otros,
entre ellos León Chertok y Philippe Bassín, autor de un libro sobre el problema del inconsciente publicado en 1969, y muy representativo de la era pospavloviana en la URSS. En esa obra, Bassín proponía reahabilitar políticamente el inconsciente freudiano para refutarlo mejor a la luz de las diferentes experiencias de la psicología. Tomó entonces en cuenta los trabajos de Jacques Lacan, falseando su significación, a fin de demostrar que la utilización de la lingüística permitía distanciarse del inconsciente demasiado «instintivo» de Freud, y por lo tanto renovar al psicoanálisis mediante la psicología.
Finalmente el simposio tuvo lugar en Tbilissi, Georgia, en octubre de 1979. Fue un verdadero
acontecimiento, al punto de que participó en él Roman Jalcobson (18961982), quien volvía por
primera vez a su país natal, Era también la primera vez que investigadores de numerosos países
habían ido a la URSS a hablar del inconsciente en un lugar alejado de Moscú. Pero el encuentro no tuvo ningún efecto sobre la situación general del psicoanálisis en la URSS. En particular, las obras de Freud no fueron reeditadas.
La llegada al poder de Mikhail Gorbachov, y después la aplicación de la política de la perestroika, favorecieron en cambio la reconstrucción de un movimiento psicoanalítico ruso. En 1989, por impulso de un psiquiatra, Arón Belkin, se emprendió un trabajo de retraducción de las obras de  Freud, y sobre todo de clasificación de los archivos reunidos antaño por la NKVD sobre la actividad de los primeros freudianos de Rusia. Esos archivos deberían aportar una nueva luz sobre la historia del psicoanálisis en Rusia, todavía mal conocida.
En febrero de 1990, a continuación de numerosos contactos con la IPA, Belkin fundó una
asociación psicoanalítica de la URSS, que se convertiría en la Asociación Psicoanalítica Rusa
después del estallido del antiguo imperio soviético.
A fines del siglo XX Rusia se cuenta de nuevo entre los grandes países de implantación del
freudismo, organizado en dos grandes tendencias: por un lado, los médicos, cercanos a la IPA y a los trabajos norteamericanos, y por el otro los psicólogos clínicos, muy numerosos y abiertos a todas las escuelas de psicoterapia del mundo occidental.
Hay que señalar que en Lituania, en 1987, después de la independencia del país, se creó el
Grupo de Psicología Dinámica Lituano, compuesto por una veintena de miembros formados en el psicoanálisis por didactas de los países escandinavos.