Diccionario de psicología, letra S, Sexología

Sexología
Alemán: Sexologie.
Francés: Sexologie.
Inglés: Sexology.

Disciplina vinculada a la biología, que toma como objeto de estudio la actividad sexual humana,
con una finalidad descriptiva y terapéutica.
La palabra sexología apareció por primera vez en lengua inglesa en 1867, y en francés en 1911, en una obra sobre la determinación del sexo de los niños antes del nacimiento. A partir de 1920 comenzó a entrar en los diccionarios, los tratados especializados y el vocabulario corriente.
La sexología, o «ciencia de lo sexual», se constituyó a fines del siglo XIX con los trabajos
eruditos de los tres padres fundadores de esa doctrina: Richard von Krafft-Ebing (que en 1886
publicó su célebre obra Psychopathia Sexualis), Albert Moll (de quien apareció en 1897 su
Libido Sexualis) y Havelock Ellis (autor a partir de 1897 de una suma sobre la cuestión, titulada
Estudios de psicología sexual). Más tarde, con Magnus Hirschfeld e Ivan Bloch (1872-1922) se
desarrolló una escuela sexológica alemana, cuyo objetivo era estudiar el comportamiento sexual
humano y luchar por la igualdad de derechos en materia de prácticas sexuales. Interesada a la
vez por el higienismo, la nosografía y la descripción de las «aberraciones», se preocupaba
menos de terapéutica que de erudición e investigación literaria sobre las diferentes formas de
práctica y de identidad sexual: homosexualidad, heterosexualidad, bisexualidad, perversión,
transvestismo, transexualismo, zoofilia, etcétera. Con este enfoque se creó en Berlín, en 1913,
la Sociedad Médica para la Ciencia Sexual y la Eugenesia, que sería disuelta por los nazis.
Lo mismo que la criminología, la sexología se construyó a fines del siglo XIX en el terreno de la teoría de la herencia-degeneración, cuando los médicos y los juristas de lengua alemana comenzaron a anexarse el ámbito hasta allí «privado» de la sexualidad humana, con la finalidad de definir científica y jurídicamente las condiciones de una posible relación entre la norma y la patología en el seno de una sociedad víctima de la declinación de la función paterna tradicional.

Se trataba entonces de instaurar una nueva división entre el orden jurídico (encargado de
sancionar las desviaciones consideradas peligrosas o criminales para la sociedad burguesa
industrial) y el orden psiquiátrico (cuyo objetivo era el tratamiento y la prevención, higienista o
eugenista, de la locura sexual, fuera ella criminal o simplemente desviada).
El nacimiento de la sexología fue por lo tanto contemporáneo del nacimiento del psicoanálisis.
Sigmund Freud reconoció su deuda con los sexólogos cuando en 1905 publicó sus Tres
ensayos de teoría sexual; para los sexólogos, por su parte, Freud fue uno de los fundadores de
la disciplina. Sin embargo, la perspectiva de aquéllos y la de él nunca sería la misma. Al elaborar
una teoría universal de la sexualidad humana basada en la noción de libido, teoría con la cual se
transformaba la significación de la oposición entre norma y patología, Freud diferenció
teóricamente su doctrina de cualquier forma de estudio conductista, así como con el método
psicoanalítico se apartaba clínicamente de todas las psicoterapias, basadas en nociones de
encuesta o conducta.
Después de la Primera Guerra Mundial, en particular bajo la influencia de las tesis de Wilhelm
Reich, la sexología comenzó a abandonar el ámbito de las descripciones literarias o
médico-legales: se transformó en un movimiento político centrado en la idea de la liberación
sexual, y creó una variedad de psicoterapia cuyo objeto era la función del orgasmo, es decir, la
medición y descripción de los fenómenos psíquicos, fisiológicos y biológicos ligados a las
diferentes modalidades del acto sexual, incluida la masturbación.
Después de la Segunda Guerra Mundial la sexología tuvo un desarrollo considerable en los
Estados Unidos. Salió del terreno del compromiso libertario para entrar en el de la adaptación,
reemplazando el estudio de las inversiones y anomalías por una descripción psicosociológica de
los comportamientos sexuales de las masas, conservando la idea de la terapia orgástica. En
esta perspectiva hay que situar el trabajo taxonómico de Albert Kinsey, autor de una serie de
encuestas publicadas entre 1948 y 1953 sobre el comportamiento sexual de los
norteamericanos, así como la obra de Willíam Masters y Virginia Johnson, publicada en 1966,
sobre el mismo tema. Estos trabajos pragmáticos, realizados por ginecólogos, psicólogos o
biólogos, trataban de dar una base clínica a la sexología del orgasmo y la masturbación, pero
contribuyeron sobre todo a divulgar las tesis de los partidarios de una liberalización de las
costumbres.
Con este florecimiento, la sexología se normalizó y fue dominada por la proliferación de las
psicoterapias. Abandonó para siempre el paraíso polimorfo de la sexualidad perversa descrita
en palabras latinas por los padres fundadores. Al delicioso catálogo de las anomalías de todo
tipo, que tanto habían fascinado a los sabios del siglo XIX, cercanos aún a la literatura de Sade
(1740-1814) y Sacher-Masoch (1836-1895), le sucedió una técnica descriptiva y mecanizada
del deber orgástico, sin relación con la naturaleza misma de la sexualidad. En este sentido, a
partir de fines de la década de 1970 la sexología dejó de contribuir en verdad al conocimiento,
contrariamente a lo que sucedía en la época del descubrimiento freudiano. Fueron los estudios
de historia de la sexualidad, que surgieron de los trabajos del filósofo Michel Foucault
(1926-1984) y del historiador Philippe Ariés (1914-1984) los que aportaron al psicoanálisis, la
antropología, la psicopatología y a todos los ámbitos de las ciencias del hombre una renovación
comparable a la insuflada por Freud en el momento del cambio de siglo, cuando creó su doctrina contra las clasificaciones de la sexología, aunque nutriéndose en sus descripciones, su
vocabulario, sus fantasmas.