Diccionario de psicología, letra S, Simbolismo

Diccionario de psicología, letra S, Simbolismo

Simbolismo

A) En sentido amplio, modo de representación indirecta y figurada de una idea, de un conflicto, de un deseo Inconscientes; en este sentido, puede considerarse en psicoanálisis como simbólica toda formación substitutiva.
B) En sentido estricto, modo de representación caracterizado principalmente por la constancia de la relación entre el símbolo y lo simbolizado inconsciente, comprobándose dicha constancia no solamente en el mismo individuo y de un Individuo a otro, sino también en los más diversos terrenos (mito, religión, folklore, lenguaje, etc.) y en las áreas culturales más alejadas entre sí.
La noción de simbolismo se halla actualmente en relación tan estrecha con el psicoanálisis, las palabras simbólico, simbolizar y simbolización se utilizan con tanta frecuencia y en sentidos tan diversos, y finalmente, los problemas concernientes al pensamiento simbólico, a la creación y manejo de los símbolos dependen de tantas disciplinas (psicología, lingüística, epistemología, historia de las religiones, etnología, etcétera), que resulta particularmente difícil intentar delimitar un empleo propiamente psicoanalítico de estos términos y distinguir en ellos las diversas acepciones. Las observaciones siguientes constituyen simples indicaciones destinadas a orientar al lector en la literatura psicoanalítica.


I. Se ha convenido en incluir los símbolos dentro de la categoría de los signos. Pero, al intentar definirlos como «evocadores, por una relación natural, de algo ausente o imposible de percibir», se tropieza ya con diversas objeciones:
1.ª Cuando se habla de símbolos matemáticos o de símbolos lingüísticos, queda excluida toda referencia a una «relación natural», a una correspondencia analógica de cualquier clase.
Es más, lo que la psicología designa como conductas simbólicas son conductas que atestiguan la aptitud del sujeto para diferenciar, dentro de lo percibido, un orden de realidad irreductible a las «cosas» y que permite un manejo generalizado de éstas.
El uso terminológico demuestra, pues, la existencia de amplias variaciones en el empleo de la palabra símbolo. Este no implica necesariamente la idea de una relación interna entre el símbolo y lo simbolizado, como lo muestra el empleo hecho por C. Lévi-Strauss, en antropología, y por J. Lacan, en psicoanálisis, del término «simbólico».
2.ª Decir que el símbolo evoca «algo imposible de percibir» (así, por ejemplo, el cetro es el símbolo de la realeza) no debe implicar, sin embargo, la idea de que, por medio del símbolo, se pasaría de lo abstracto a lo concreto. En efecto, lo simbolizado puede ser tan concreto como el símbolo (por ejemplo, el sol, símbolo de Luis XIV).


II. Al distinguir en el término «simbolismo» un sentido amplio y un sentido estricto, no hacemos más que repetir una distinción ya indicada por Freud y en la que se apoya Jones en su teoría del simbolismo. Sin embargo, esta distinción parece haberse disipado algo en el empleo usual del término en psicoanálisis.
Es en el sentido amplio de la palabra que se dice, por ejemplo, que el sueño o el síntoma son la expresión simbólica del deseo o del conflicto defensivo, entendiendo por tal que los expresan de un modo indirecto, figurado y más o menos difícil de descifrar (el sueño infantil se considera menos simbólico que el sueño de adulto, en la medida en que, en el primero, el deseo se expresa en una forma poco o nada disfrazada y, por consiguiente, fácil de leer).
De un modo más general, se utiliza la palabra simbólico para designar la relación que une el contenido manifiesto de un comportamiento, de una idea, de una palabra, a su sentido latente; dicho término se utilizará a fortiori en aquellos casos en que falta por completo el sentido manifiesto (como en el caso de un acto sintomático, francamente irreductible a todas las motivaciones conscientes que el sujeto pueda dar del mismo). Varios autores (Rank y Sachs,
Ferenczi, Jones) sostienen que en psicoanálisis sólo se puede hablar de simbolismo en aquellos casos en que lo simbolizado es inconsciente: «No todas las comparaciones constituyen símbolos, sino solamente aquellas en las que el primer miembro se halla reprimido en el inconsciente».
Obsérvese que, desde este punto de vista, el simbolismo encierra todas las formas de representación indirecta, sin discriminar de un modo más preciso entre los diversos mecanismos: desplazamiento, condensación, sobredeterminación. representabilidad. En efecto,
desde el momento en que por ejemplo, se le reconocen a un comportamiento por lo menos dos significaciones, una de las cuales substituye a la otra disfrazándola y expresándola a la vez, su relación puede calificarse de simbólica.