Diccionario de psicología, letra S, Simbolismo

III. Con todo, encontramos en Freud (sin duda más que en los analistas contemporáneos) un
sentido más restrictivo de la noción de simbolismo. Este sentido se descubrió en época bastante
tardía. El propio Freud lo atestigua, invocando especialmente la influencia de W. Stekel.
El hecho es que, entre las adiciones efectuadas por Freud al texto original de La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900), las más importantes son las referentes al simbolismo en los sueños. En el capítulo de la elaboración onírica, la parte dedicada a la representación por medio de símbolos data de 1914.
No obstante, una investigación atenta permite matizar el propio testimonio de Freud: la noción de simbolismo no constituye un aporte exterior.
Así, ya en los Estudios sobre la histeria (Studien über Hysterie, 1895), Freud distingue, en varios pasajes, un determinismo asociativo y un determinismo simbólico de los síntomas: así, por ejemplo, la parálisis de Elisabeth Von R… se halla determinada según vías asociativas por su ligazón con diversos acontecimientos traumatizantes y, por otra parte, simboliza ciertos rasgos
de la situación moral de la paciente (quedando asegurada la conexión por ciertas expresionessusceptibles de ser utilizadas a la vez en un sentido moral y físico, como por ejemplo: esto no marcha, no lo puedo tragar, etc.).
Desde la primera edición (1900) de La interpretación de los sueños, se observa:
1) que Freud, si bien critica los antiguos métodos de interpretación de los sueños, que califica de simbólicos, establece una filiación entre ellos y su propio método;
2) que concede un lugar importante a las representaciones figuradas que son comprensibles sin que el sujeto que sueña proporcione asociaciones; subraya la función mediadora que desempeñan, en estos casos, las expresiones lingüísticas usuales;
3) que la existencia de «sueños típicos», en los que un determinado deseo o conflicto se expresa de forma similar, cualquiera que sea el sujeto que sueña, muestra que en el lenguaje de los sueños existen elementos independientes del discurso personal del sujeto.
Puede decirse, por lo tanto, que Freud reconoció desde un principio la existencia de los símbolos. Citemos, por ejemplo, estas líneas: «Los sueños utilizan todos los símbolos ya presentes en el pensamiento inconsciente, porque éstos se adaptan mejor a las exigencias de la construcción onírica, dada su aptitud a ser representados, y también porque, en general, escapan a la censura». Dicho esto, es cierto que concedió una importancia progresiva a los símbolos, obligado especialmente por la publicación de numerosas variedades de sueños
típicos, así como por los trabajos antropológicos que mostraban la presencia del simbolismo en esferas distintas a la del sueño (Rank). Añadiremos que la teoría freudiana, en la medida en que, frente a las concepciones «científicas», enlazaba con las ideas «populares» que atribuyen un sentido al sueño, debía ante todo distinguirse netamente de las claves de los sueños que
admiten una simbólica universal y ofrecen el peligro de conducir a una interpretación casi automática.
Esquemáticamente, reagrupando los puntos indicados por Freud, podrían definirse los símbolos, que caracterizan en sentido estricto lo que Freud llama la simbólica (die SymboIik), por los siguientes rasgos:
1) Aparecen, en la interpretación de los sueños, como «elementos mudos»: el sujeto es incapaz de proporcionar asociaciones a propósito de ellos. Se trata, según Freud, de una cualidad que no se explica por la resistencia al tratamiento, sino que es específica del modo de expresión simbólico.
2)La esencia del simbolismo consiste en una «relación constante» entre un elemento manifiesto y su o sus traducciones. Esta constancia se encuentra, no solamente en los sueños, sino en muy diversos campos de la expresión (síntomas y otras producciones del inconsciente: mitos, folklore, religión, etc.) y en áreas culturales alejadas entre sí. Escapa relativamente, a modo de un vocabulario fijo, a la iniciativa individual; ésta puede elegir entre los diversos sentidos de un símbolo, pero no crear otros nuevos.
3) Esta relación constante se basa esencialmente en la analogía (de forma, de tamaño, de función, de ritmo, etc.). Con todo, Freud indica que ciertos símbolos guardan una relación de alusión: así, por ejemplo, la desnudez puede simbolizarse por los vestidos, siendo en este caso la relación de contigüidad y de contraste. Por otra parte, se observará que en numerosos símbolos se condensan múltiples relaciones entre lo simbolizado y el símbolo: tal sucede, por ejemplo, con Polichinela, que, según ha mostrado Jones, representa el falo bajo las más diversas circunstancias.
4)Si bien los símbolos descubiertos por el psicoanálisis son muy numerosos, el ámbito de los simbolizado es muy limitado: el cuerpo, los padres y consanguíneos, el nacimiento, la muerte, la desnudez y, sobre todo, la sexualidad (órganos sexuales, acto sexual).
5) Freud, con la extensión de la teoría del simbolismo, se vio inducido a reservar a éste un lugar aparte, tanto en la teoría de los sueños y de las producciones del inconsciente como en la práctica de la interpretación. «Incluso aunque no existiera la censura onírica, no por ello el sueño nos resultaría más inteligible […]». El sentido de los símbolos escapa a la conciencia, pero este
carácter inconsciente no puede explicarse por los mecanismos del trabajo del sueño. Freud indica que las «comparaciones [inconscientes, subyacentes al simbolismo] no se efectúan cada vez para las necesidades del momento, sino que se efectúan de una vez para siempre y se hallan constantemente dispuestas». Se tiene, pues, la impresión de que los individuos,
independientemente de la diversidad de culturas y de lenguajes, disponen, utilizando un término tomado del presidente Schreber, de una «lengua fundamental». De ello resulta que existirían dos
tipos de interpretación del sueño, una basada en las asociaciones del sujeto, otra que es independiente de éstas y que es la interpretación de los símbolos.
6) La existencia de un modo de expresión simbólico, tal como ha sido definido, plantea problemas genéticos: ¿Cómo han sido forjados los símbolos por la humanidad? ¿Cómo se los apropia el individuo? Observemos que estos problemas son los que condujeron a Jung a su teoría del «inconsciente colectivo». Freud no se definió en absoluto sobre estas cuestiones, aunque emitió  la hipótesis de una herencia filogenética, hipótesis que, a nuestro modo de ver, resulta
ventajosamente interpretada a la luz de la noción de fantasías originarias (véase esta palabra).