Diccionario de psicología, letra S, Sueño (como fenómeno psíquico)

Sueño (como fenómeno psíquico)

Fenómeno psíquico que se produce durante el dormir, el sueño está constituido principalmente
por imágenes y representaciones cuya aparición y disposición no están bajo el control
consciente del soñante.
Por extensión, sobre todo a partir del siglo XVIII, el término designa también una actividad
consciente que consiste en imaginar situaciones cuyo desarrollo ignora las contrariedades de la
realidad material y social. En este sentido, la palabra sueño es sinónimo de visión, ensueño,
idealización o fantasma en sus acepciones más corrientes.
Sigmund Freud fue el primero en concebir un método de interpretación de los sueños no basado
en referencias extrañas al soñante sino en las asociaciones libres que éste puede realizar, una
vez despierto, a partir del relato de su sueño.
En el campo psicoanalítico, el impacto de la obra de Freud La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung) fue tal, que la idea misma del sueño pareció volverse indisociable de la idea de la interpretación: Cuando leemos la Traumdeutung -escribe Jean-Bertrand Pontalis- tendemos a
confundir el objeto de la investigación (el sueño) con el método y la teoría que el primero le
permitió constituir al autor. […] La Traumdeutung [. . ] no es para nosotros el libro del análisis de
los sueños, y menos aún el libro del sueño. sino el libro que, por la mediación de las leyes del
logos del sueño, descubre la ley de todo discurso y funda el psicoanálisis`.-
En los tiempos que podernos denominar precientíficos -escribe Freud en su opúsculo «Sobre el sueño»; los hombres no sentían ningún embarazo para explicar el sueño. Cuando lo recordaban al despertar, lo consideraban una información benévola u hostil proveniente de potencias superiores. dioses y demonios. Con la eclosión del pensamiento científico, toda esa mitología rica de sentidos múltiples se transpuso en psicología y, en nuestros días. entre las personas cultivadas sólo una ínfima minoría duda de que el sueño es una operación psíquica propia del soñante.-
De hecho, desde la remota Antigüedad, los textos atestiguan lo que Jean-François Lyotard llama
el carácter intrínseco y paradójico del sueño, la oposición entre la universalidad de esa
experiencia y su singularidad intransmisible, contradicción cuya resolución dejaría al sueño sin
objeto. Si bien para todos los hombres despiertos hay un solo mundo (constata Heráclito), cada
uno de ellos recobra su singularidad en el dormir, como lo atestiguan los sueños. Para aquel a
quien Freud llamó «el viejo Aristóteles» en su Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños, el sueño era la actividad del alma del soñante; Freud, en el primer capítulo de La
interpretación de los sueños, se complació en subrayar que para el autor de La ética a
Nicómaco el sueño era ya un «objeto de investigación psicológica».
Después de la Edad Media, la actitud de los filósofos con respecto al sueño fue contradictoria:
considerada falsa, absurda y tan insensata como pueden serlo las palabras de un demente, la
actividad onírica sería desvalorizada por René Descartes (1596-1650), quien de hecho era
partidario de invalidar el testimonio de los sentidos en materia de establecimiento de la realidad.
Baruch Spinoza (1632-1677), por el contrario, atribuyó al sueño un lugar específico. En la Ética,
negando que la suspensión del juicio pudiera considerarse un efecto de nuestra libre voluntad,
Spinoza sostuvo que en nuestros sueños hacemos una y otra vez la experiencia de ese límite.
No creo que exista ni un hombre -escribió- que durante el sueño piense tener el libre poder de
suspender su juicio sobre lo que sueña, y de no soñar lo que está soñando; sin embargo,
sucede que, incluso en los sueños, suspendemos nuestro juicio cuando soñamos que estarnos
soñando.»
Geor- Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) rechazó el sueño por ser una actividad
que se sustrae al análisis dialéctico racional, pero entre la mayoría de los poetas y filósofos del
romanticismo alemán, y algunos de sus sucesores, desde Wilhelm von Schelling (1775-1854)
hasta Friedrich Nietzsche (1844-1900). pasando por Arthur Schopenhauer (1788-1860), el
sueño se encontraba. por el contrario, en el núcleo de sus preocupaciones, sistemas y teorías.
Encontramos el mismo interés por el sueño entre los psiquiatras pioneros de la psiquiatría
dinámica, antepasados remotos de Freud, sobre todo en la obra de Gothulf Heinrich von
Schubert ( 1780-1860).
Como lo ha demostrado Michel Foucault (1926-1984), con la declinación del romanticismo y el
desarrollo de un pensamiento positivista que inscribió la sinrazón en el orden de la enfermedad,
el sueño quedó relegado al ranoro de producto puro de la actividad cerebral y, por ello,
desprovisto de sentido. Freud combatió esa concepción, precedido en ello por los trabajos de
Alfred Maury, Karl Albert Scherner y el marqués Hervey de Saint Denys (1823-1892), quienes
se aplicaron a la exploración del sueño en tanto que manifestación de la actividad psíquica.
En la historia, la idea de interpretar los sueños surgió simultánearnente con el reconocimiento de
la actividad onírica. En una nota del segundo capítulo de su Traumdeutung, Freud enumera las
obras de su época que reseñaban esa tradición en las culturas judía, árabe, japonesa, china e
hindú. En las sociedades ti-adicionales, el sueño hace eco al mito, la leyenda y el cuento, y su
interpretación es realizada por el brujo, el chamán o el jefe, representantes de las potencias
cosmogónicas, cuyo lugar, corno lo han demostrado los trabajos del etnólogo Pierre Clastres
(1934-1977), suele ser distinto del lugar coercitivo del poder político.
El «paso adelante» que Freud anuncia haber realizado en el segundo capítulo de Die
Traumdedutung no se refiere a la interpretación del sueño, sino a la naturaleza de esa
interpretación. El aporte freudiano se distingue en primer lugar de la interpretación simbólica y,
del desciframiento. en razón del desplazamiento que realiza: el soñante, por las asociaciones
mentales que realiza a partir del relato del sueño, está en adelante en el origen de la
interpretación. Se descubre a sí mismo como portador inconsciente de esa interpretación. y, por
lo tanto ya no es -precisa Freud- el objeto «de los caprichos del intérprete. como en la
Antigüedad y como era aún el caso, agrega, con las extrañas explicaciones de Wilhelm Stekel».
En tal sentido, hay que subrayar que Freud, a pesar de sus consejos de prudencia, también le
atribuyó un lugar importante a la simbolización. abriendo así el camino a interpretaciones
abusivas, y también a la concepción Junguiana de los arquetipos. Cuya ineptitud para interpretar
los sueños está establecida.
El segundo aporte de la doctrina freudiana fue tan subversivo como el método de interpretación
basado en las asociaciones del soñante: en efecto, Freud considera que el sueño es la
realización de un deseo; inconsciente. El sueño como exutorio, como camino real de acceso a
ese depósito de las pasiones libidinales que es el inconsciente: tal es el núcleo de de esa
revolución que reconocerían los surrealistas, y a la cabeza de ellos An             dré Breton
(1896-1966). Sin embargo, los surrealistas, como se sabe, no tuvieron el reconocimiento
recíproco de Freud. y este último, tan dispuesto a quejarse del supuesto fracaso de su
Traumdeutung, nunca llegó a apreciar ni comprender a esos escritores y poetas para los que el
sueño y, su interpretación Constituyeron la gran aventura del siglo.
André Breton, eufórico visitó no obstante a Freud en octubre de 1921. El encuentro se desarrolló
en un clima de perfecta incomprensión. Breton relató esta entrevista a la manera de Dadá. Con
Un humor y una ironía que no llegaban a ocultar la decepción. Sin embargo. los surrealistas
siguieron desarrollando sus concepciones psicoanalíticas, ante lo cual Freud siguió
decididamente hermético, pero la intención provocadora de ese enfoque alimentó las polémicas
con la institución psiquiátrica francesa, representada sobre todo por Pierre Janet y Gaétan
Gatian de Clérambault.
El sueño subsistió como piedra de toque de ese diálogo imposible. En 1932 Breton le envió a Freud un ejemplar de su obra Les Vases communicants, en la cual interpretó del modo más
sistemático posible uno de sus propios sueños. Ese envío desencadenó una polémica entre los
dos hombres. Pero ésta se refería a aspectos superficiales, cuestiones de referencia,,
ignoradas o rnal leídas, y no a lo esencial, el reconocimiento o no reconocimiento de la infinitud
de la interpretación. la cuestión denominada más tarde por Octave Mannoni como la del «ombligo
del sueño». A Freud no le interesaban esas discusiones. No reconocía en la posición de Breton
su propia concepción metapsicológica del inconsciente. la separación entre la realidad psíquica y
la realidad material, opuesta a cualquier idea de «vasos comunicantes».
En diciembre de 1937 Breton volvió a la carga, proponiéndole a Freud que se asociara a la
publicación de una compilación titulada Trajectoire du rêve. Freud, siempre alejado de las
concepciones surrealistas, respondió amablemente, pero sin la menor concesión: «Una
compilación de sueños -escribió-, sin las asociaciones agregadas, sin el conocimiento de las
circunstancias en las que los sueños tuvieron lugar… semejante compilación para mí no quiere
decir nada, y no puedo imaginar lo que puede querer decir para otros».
Astucia de la historia: la frecuentación del movimiento surrealista llevó al joven Jacques Lacan a
efectuar, a mediados de la década de 1950. un «retorno a Freud» tan provocador para la
esclerosis que comenzaba a afectar al freudismo como lo habían sido las manifestaciones
surrealistas para la psiquiatría francesa en la década de 1920. En este sentido, Lacan ilustró las
palabras de su amigo Henri Ey, reconociendo que fue a través del surrealismo, y no de la
literatura médica. corno él había por su parte descubierto la importancia del freudismo. Sin
embargo, como Io lia subrayado ya Jean Starobinski en un artículo titulado -Freud, Myers,
Breton». sería erróneo concluir las tesis lacanianas sobre las relaciones entre el lenguaje y el
inconsciente con la escritura automàtica de los surrealistas.