Diccionario de psicología, letra S, Superyo: Narcisismo, ideal del yo y facultad de autoobservación

Narcisismo, ideal del yo y facultad de autoobservación:
El superyó se constituye en el pensamiento freudiano en la confluencia de dos temas que
aparecen explícitamente en las décadas de 1910 y 1920, bajo la presión de la clínica: el ideal del
yo y una facultad de observación, comparación y crítica.
En 1914, cuando quiere justificar la introducción del narcisismo, Freud plantea la cupla «ideal del
yo»/«instancia observadora y evaluadora». «Lo primero, entonces, es el yo ideal, en tanto que
destinatario del amor a sí mismo, de la estima por sí mismo, de los que gozaba en la infancia el yo
real. Incapaz de renunciar a la satisfacción de la que disfrutó en otro tiempo, el hombre no quiere
prescindir de la perfección narcisista de su infancia… Trata de recuperarla bajo la nueva forma
del ideal del yo. Lo que proyecta ante sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de
su infancia: en ese tiempo él mismo era su ideal.» Simultáneamente, Freud introduce una
instancia que garantiza esa satisfacción narcisista, una instancia que proviene del ideal del yo y
observa sin cesar al yo real, comparándolo con el ideal. ¿No es esta instancia la que en el
pasado se reconocía con los rasgos de la conciencia moral? Es ella la que está en el origen de
los delirios de observación. Su autoridad se pone de manifiesto a través de las voces que
hablan del enfermo y le hablan al enfermo en tercera persona. Ya apunta aquí, en el sujeto, el
conflicto de las pulsiones individuales y las representaciones culturales y éticas, que actúan en
primer lugar a través de los padres, y después a través de los semejantes (Mitmenschen).
En 1917, en «Una dificultad del psicoanálisis», la conciencia moral es presentada cómo alojada
en el «núcleo del yo». Concepción rechazada más tarde, incompatible sin duda con la «escisión»
que esta conciencia moral, después del superyó, introduce en el yo.
Pero en 1921, en Psicología de las masas y análisis del yo, se constituirá todavía una instancia
única con el título de «ideal del yo» -ya, anticipadamente, una relación estructural-, con múltiples
funciones, disociada del yo y en conflicto con él. Esas funciones son la autoobservación, la
conciencia moral, la censura onírica y el ejercicio de la influencia esencial en la represión.
Heredera del narcisismo, esta instancia se revela necesaria para dar cuenta de los trastornos
de ese narcisismo (presidente Schreber), de la melancolía y de los delirios de observación.