Diccionario de psicología, letra T, Transicional (objeto)

Transicional (objeto)
(fr. objet transittonnel; ingl. transitional object; al. Übergangsobjekt). Según Winnicott, primer
objeto material tomado como propio por el lactante, al que no obstante este no reconoce como
perteneciente a la realidad externa, aunque no forme parte de su cuerpo propio.
La hipótesis de base de esta proposición teórica fue formulada por Winnicott en una exposición
presentada ante la Sociedad Psicoanalítica Británica el 30 de mayo de 1951. Se trata de un
estudio de la primera posesión no-yo y parece necesario subrayar con Winnicott este término
posesión, que no es posesión de objeto, siendo el seno el primer objeto no-yo. La secuencia que
permite estudiar la naturaleza de esta posesión es la que comienza para el recién nacido con el
hecho de utilizar su boca metiéndose los dedos en ella, y que termina con el muy intenso apego
del niño por un oso o una muñeca, un objeto duro o un objeto blando. Se trata de la capacidad
del niño para reconocer como no-yo a un objeto, de poder colocarlo afuera, adentro o en el límite
entre el adentro y el afuera. Es también la capacidad que tiene un niño de crear, imaginar,
inventar, concebir un objeto e instituir con él una relación de carácter afectuoso.
Objetos y fenómenos transicionales designan entonces el área intermediaria de experiencia que
permite esta secuencia; se sitúa esa área entre lo subjetivo y lo que es percibido objetivamente.
Fue su interés por la experiencia cultural lo que llevó a Winnicott a ocuparse en esta área,
espacio potencial, área de ilusión. En su prefacio de Juego y realidad (1971), recuerda la
controversia sobre la transustanciación, es decir, el uso en teología de la trasformación de toda
la sustancia del pan y del vino en toda la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo; Winnicott la
estudia como la relación entre el objeto transicional y el simbolismo. Hay para él una paradoja en el uso que hace el niño de este objeto; si se acepta esta paradoja, si se la tolera, también hay
que admitir que no se resuelva. Es decir, admitir la idea de que el niño no recurre tanto al objeto
mismo como a su utilización. Se trata de la capacidad de una persona de vivir en una esfera que
sería intermedia entre el sueño y la realidad, área intermedia de experiencia entre el pulgar y el
oso de peluche, entre el erotismo oral y la relación de objeto, entre la actividad creativa primaria
y la proyección de lo que ha sido introyectado, entre la ignorancia primaria de la deuda y su
reconocimiento.
Puede tratarse para el niño de un fenómeno o de algo en particular: un bollito de lana, extraído de
la pelusa de una manta, una punta de esta misma manta o de un edredón, una palabra, una
melodía o un gesto habitual. Es lo que el niño utilizará en el momento de dormirse, como defensa
frente a la angustia de tipo depresivo, insiste Winnicott. Puede ser también algo que se pondrá
sucio, olerá mal, pero que el niño llevará a todos lados con él.
Estos primeros estadios de la utilización de la ilusión operan a caballo entre el aporte de la madre
y lo que el niño puede concebir: entre madre e hijo no hay intercambio, destaca Winnicott. El niño
toma de un seno lo que es parte de él mismo y la madre le da la leche a una parte de ella misma,
su hijo. Estamos así de entrada en lo que Lacan llama «falta de objeto», no en el sentido negativo
sino en el sentido de lo que concierne a la relación del sujeto con el mundo, esencial en toda la
práctica psicoanalítica. Todos estos objetos del juego del niño pueden entonces ser
denominados «transiciones de objeto». Estos objetos, que intervienen en el campo del deseo
humano, no son pensables por lo tanto en una dialéctica encarnada en dos actores reales,
madre e hijo. Es el carácter de cesión del objeto el que se traduce en la fabricación de los
objetos humanos, el objeto transicional soporta esta posición del sujeto en su confrontación
significante: a saber, que un significante representa a un sujeto para otro significante. El objeto,
en este caso, suple al sujeto. Se trata del sujeto mítico primitivo, al que nunca captamos. El sujeto
queda marcado por esta sustitución primitiva y su reemergencia se da más allá de este objeto.
Winnicott indica que no es el objeto el transicional, sino que representa la transición. Es lo que
demuestra la pérdida progresiva de toda significación de estos fenómenos, asociada al
desinvestimiento del objeto. En la clínica, Winnicott recurre al juego del squiggle [garabato], que
implica un trazado libre que hace el terapeuta (n° 1), que el niño retoma (n° 2); el terapeuta hace
otro (n° 3), etc., dentro de una serie de intercambios lúdicos. Winnicott trabaja así la relación
terapéutica frente a la separación y la pérdida.