Diccionario de psicología, letra T, Tres espacios psíquicos

Tres espacios psíquicos

Definición
La triple espacialidad psíquica es un término original y novedoso de la teorización vincular.
Supone una tópica conformada por la inscripción representacional y la investidura de lo
intrasubjetivo, lo intersubjetivo y lo transubjetivo. Junto con la noción de configuración vincular
(Ver) constituye uno de los núcleos duros de esta teoría, distinguible de las tópicas freudiana y
lacaniana.
En su último libro «Lo Vincular», Isidoro Berenstein y Janine Puget definen los tres espacios como
«…un modelo de aparato psíquico en el cual se organizan zonas diferenciables que hemos
llamado espacios psíquicos, metáfora de un tipo de representación mental y vincular que el yo
establece con su propio cuerpo, con cada uno o varios otros y con el mundo circundante».
Origen e historia del término
El término surge como tal a raíz de varios trabajos de la Dra. Janine Puget que tendían a darle un
lugar en lo psíquico a la realidad externa y a los vínculos. El primero fue «Violencia social y
Psicoanálisis: lo impensable y lo impensado», publicado en la Revista Psicoanálisis, vol. VIII, nros.
2 y 3, de 1986; reflexión acerca de las secuelas traumáticas dejadas por la dictadura militar en
nuestro país. Otro fue «E] contexto social. En busca de una hipótesis», presentado en 1987 en el
Congreso Internacional de Psicoanálisis, en Montreal. Un tercer trabajo fue «¿Qué es material
clínico para el psicoanalista? Los espacios psíquicos» publicado en la revista Psicoanálisis, vol.
X, nro. 3 (1987), 1988 . Finalmente la «Formación psicoanalítica de grupo. Un espacio psíquico o
tres espacios ¿son superpuestos? publicado en la Revista de Psicología y Psicoterapia de
Grupo, XII, nro. 1 en 1988. Los tres últimos correspondieron a una elaboración teórica posterior a
los debates de la década de¡ 70 en la Asociación Psicoanalítica Argentina, acerca de la tensión
existente entre realidad externa y realidad psíquica y del carácter representacional de lo
colectivo. Para ese período histórico la realidad externa era construida a expensas de la
externalización o proyección de la realidad interna o en su defecto era objeto de estudio de
disciplinas alternativas al psicoanálisis como la política, la sociología o la historia. Tanto lo
vincular como la realidad externa no tenían un status metapsicológico propio y caían por fuera de
nuestra disciplina.
A nivel mundial, las corrientes analíticas que tomaron ese sector de la teoría, como K. Horney y
E. From, fueron considerados «culturalistas» y terminaron autoexcluyéndose del psicoanálisis.
Como correlato, en nuestro país, se asignó la denominación de «Escritos sociales» a un sector de
la Obra de Freud representado por El Moisés, Totem y tabú , Psicología de las Masas y Malestar
en la cultura.
Va de suyo que construir una tópica metapsicológica que incluyera a lo social (la
transubjetividad) y a los otros (intersubjetividad) ponía en riesgo la pertenencia institucional de
quien lo intentara.
Respecto de lo intersubjetivo es a partir de Lacan, quien formó su propia escuela en 1964, que
se marca la impronta del otro en la constitución del psiquismo. En ese tiempo existía una polémica
teórica con la escuela inglesa acerca del origen de la pulsión. ¿Era ésta endógena o exógena?
Desarrollos postlacanianos, como los de Laplanche con su teoría de la seducción originaria,
fijaron una clara postura en el sentido de que la génesis de la pulsión era intersubjetiva y el
objeto fuente estaba en el campo del otro. Estos conceptos provenían de la idea de alienación
estructural lacaniana que partía del estadio del espejo.
En relación a lo transubjetivo (ver Transubjetivo) P. Aulagnier, con la noción de contrato
narcisista, y R. Kaës, con el concepto de apuntalamiento, van desarrollando esta noción aunque
sin mencionarla de ese modo.
Es Janine Puget, con los trabajos mencionados, quien postula la inscripción de lo transubjetivo
como un espacio de la mente, cuyas representaciones sociales están relacionadas con
ideología, religión, poder y pertenencia.
Desarrollo desde la perspectiva vincular
Con la idea de Triple espacialidad se dieron bases metapsicológica para desarrollar la teoría
vincular. En términos generales el planteo era pasar de lo que Freud describió dentro del aparato
psíquico a lo ocurrido entre los sujetos. Comenzaba a pensarse también en un sector
representacional tanto para los otros significativos como para los otros, en su condición de
conjunto.
De allí que algunos críticos evaluaran la terapia vincular como una psicoterapia interaccional
pues ignoran la representación inconsciente del vínculo. Al no diferenciar los tres espacios
psíquicos se confunde el objeto interno con el otro. Por consiguiente los únicos destinos posibles
del otro del vínculo son: ser una mera réplica de los objetos arcaicos o caer hacia lo externo
como un yo función que interactúa con otro yo función.
Si bien Janine Puget sistematizó en sus trabajos iniciales los tres espacios las ideas fueron
evolucionando por desarrollos de la propia autora, aportes de Kaës y Bernard y de la segunda
generación de analistas vinculares de la AAPPG.
Actualmente podríamos definir los tres espacios como lógicas o sistemas de inscripciones
representacionales que implican dinámicas diferentes y que tienen vigencia desde el comienzo
de la vida como un triple registro.
El espacio Intrasubjetivo esta caracterizado por la unidireccionalidad. Es importante aquí no
confundir el origen del psiquismo (producto del triple registro mencionado) con la organización
específica del deseo y la defensa. Este espacio es el equivalente para la teoría clásica de lo que
está definido como intrapsíquico.
Es unidireccional porque el sentido se irradia predominantemente desde el yo hacia lo externo.
Estaría conformado por representaciones del yo corporal, productos de funcionamientos
autoeróticos y de fantasmas de autoengendrarniento. Sus componentes son pulsión, deseo,
fantasía y relaciones de objeto. Representa lo que algunos autores de la segunda generación
han definido globalmente como «sujeto de deseo».
El espacio Intersubjetivo se caracteriza por ser bidireccional, dado que el sentido ya no
provendría desde mundo interno hacia los otros sino que devendría de la relación con los otros.
[Esto conlleva a diferentes concepciones acerca la simetría y la asimetría, que desarrollaremos
en el punto siguiente].
En sus comienzos se tomaba como modelo de lo intersubjetivo a la estructura familiar
inconsciente (ver EFI), que determinaba diferencias de sexos y generaciones.
Luego se complejizó adquiriendo importancia la relación del sujeto con los otros-nuevos
significativos.
Implica el pasaje conceptual del objeto interno al otro. Esto supone la inscripción de pactos y
acuerdos inconscientes, relacionados tanto con la positividad como la negatividad (ver Pacto
denegativo), de alianzas inconscientes Y de interfantasmatización.
La representación inconsciente del vínculo es el campo de los otros dentro del psiquismo. Es
aquí donde adquiere precisión la noción de sujeto del vínculo, con su correlato: el otro del
vínculo. Esto daría cuenta de la posibilidad del encuentro, subsidiaria de la teoría del
acontecimiento.
En el espacio Transubjetivo (Ver Transubjetivo) la Dra. Puget ubica «las representaciones del
mundo externo real (social y físico) que el Yo adquiere desde lo originario directamente así como
por la mediatización del Super Yo de los objetos parentales (Puget 1987). El Sujeto es tanto
Sujeto del mundo como de la estructura familiar». Como vemos esta autora le da una doble
entrada a lo Transubjetivo en el psiquismo del infans: a través de la madre, como portavoz, y de
modo directo desde la cultura. Se diferencia así de la postura de Kaës quien propone la
inscripción de la transubjetividad a través del portador materno. Para él lo transubjetivo, en una
de sus versiones, son aquellas inscripciones que comparten los sujetos en tanto forman parte
de un determinado conjunto. Lo diferencia así de lo transindividual que estaría representado por
las fantasías originarias, la estructura del lenguaje y el Edipo, condición que atraviesa a todo
sujeto para constituirse como tal y formar parte de la especie humana.
Para Janine Puget en los componentes de la transubjetividad predomina la imposición. Lo
transubjetivo sería aquel espacio del psiquismo de mayor nivel de apertura.
Problemáticas conexas
Los tres espacios psíquicos han generado una fuerte polémica, dentro y fuera de la teoría
vincular. En la AAPPG hay líneas que sostienen que existirían solo dos espacios: adentro y
afuera del psiquismo, que representarían lo intrasubjetivo y extrasubjetivo respectivamente. En el
adentro ubican un nivel intersubjetivo, que tiene que ver con la discriminación (parte neurótica de
la personalidad) y un nivel transubjetivo (pensado como lo sincrético blegeriano). En el afuera
quedaría ubicado, por un lado el espacio de los vínculos y por otro el macrocontexto. Para esta
postura más que de espacios se hablaría de formas de vincularse con los objetos. Algunas
serían más narcisistas y fusionales y otras estructuralmente neuróticas, en el sentido del
reconocimiento de la alteridad. Esto en la teoría grupal es equivalente a homorfismo
(discriminación) e isomorfismo (fusión). Se podría pensar toda la teoría vincular desde estos dos
ejes.
A su vez desde fuera del campo vincular se critica la idea de los Tres espacios por considerarla
demasiado esquemática y con un cierto riesgo a ser sustancializada.
Autores de la segunda generación de analistas vinculares pensaron diferentes niveles de
intercambio entre los espacios, a través de fenómenos como los de cambios de estado, clivajes
y barreras. Así ubicaron, por ejemplo, zonas interno-externas del psiquismo en los espacios
inter y transubjetivo, con niveles de apertura graduales, cuyo máximo estaría en el espacio
transubjetivo y su mínimo en la intrasubjetividad, Los espacios tendrían diferentes niveles de
significación y de investimiento. Desde esta perspectiva lo pulsional quedaría ubicado en el
espacio intrasubjetivo.
Otras temáticas en discusión tienen que ver con las nociones de bidireccionalidad y de
asimetría- simetría. Janine Puget plantea que hay bidireccionalidad y vínculo desde el nacimiento
mismo, conceptos estos resistidos por aquellos que sostienen el desamparo originario y la
inermidad. Sin embargo Laplanche de algún modo concuerda con esta autora porque plantea que
en el campo de la sexualidad la relación es asimétrica. El infans es colonizado por la madre, pero
en el terreno de la autoconservación hay una simetría en el intercambio, porque los llantos del
bebé van marcando una cadencia que determina a su vez la conducta de la madre.
Una salida posible a este dilema es pensar la triple inscripción simultánea desde el inicio de la
vida, con asimetría para lo intra-subjetivo y simetría para la intersubjetividad.
Para concluir, desde la teoría de los tres espacios es posible que sea necesario repensar
conceptos claves del psicoanálisis como transferencia, repetición y narcisismo.