Diccionario de psicología, letra U, Unario (trazo)

Unario
(trazo)

Para Freud, la identificación es el más precoz vínculo afectivo con el prójimo; la expresión «trazo
unario» (einziger Zug, que en traducción literal significa «trazo único») constituye la relación
mínima entre el yo y su objeto. En Psicología de las masas y análisis del yo (1921), Freud
demuestra que, en la formación del síntoma, «la identificación constituye la forma más primitiva
del apego afectivo a un objeto»; por ejemplo, cuando Dora imita la tos del padre, «el yo absorbe,
por así decirlo, las propiedades del objeto». Freud añade que «el yo copia a veces a la persona amada, y otras a la persona no amada»; en ambos casos la identificación es sólo «parcial, totalmente limitada; el yo se limita a tomar del objeto uno solo de sus rasgos». Se siente que ese rasgo o trazo «único» vale como la rúbrica en la que el sujeto puede leer algo de su identidad; la cual está tan necesariamente articulada con un objeto que, en virtud de su borramiento por la marca del trazo, cuenta a través de su ausencia.
Lacan aprovecha este proceso para elevar la noción de trazo unario a una pertinencia
estructural; traducirá einzig (unicidad en Freud) por la palabra «unario» pues, para él, esta
identificación basada en un solo rasgo tiene menos una función unificante que una función
distintiva. Si bien en el origen hay identificación del yo con un objeto por mediación de un rasgo,
este movimiento no se limita a rubricar una operación refleja con relación a un objeto. Es cierto
que este proceso «originario» es ineludible, puesto que muestra que el sujeto está obligado a
pasar por otro sujeto para singularizarse, pero las consecuencias teóricas son de la mayor
importancia, pues lo que está en juego es el advenimiento del objeto, en la medida en que la
diferencia consigo mismo inscrita por el trazo engendra por sí un posible con relación a la noción
de identidad. Así, por ejemplo, el nombre propio funciona como trazo, pues cuenta una diferencia
pura; se transmite, pero no se traduce. En el advenimiento del sujeto hay también marcación de
una función numérica, en cuanto el sujeto encuentra por su subjetividad un objeto imposible por
definición: el trazo unario es entonces el «significante, no de una presencia, sino de una
ausencia borrada», dice Lacan en L’Identification (Seminario IX, 1961-1962); se trata por lo tanto
de una marca que, al pasar obligatoriamente por ese punto de borramiento, subraya la diferencia
en cada reiteración. De hecho, el trazo unario estará en el centro de la repetición. Ésta, según la
expresión de Lacan en el mismo seminario, se basa en un «error de cuenta». Al considerar la
serie de los números enteros naturales, es evidente que el cero corresponde a cero, pero sólo
puede ser contado como uno; en caso contrario, la sucesión es imposible. Se trata entonces de
comprender la marcación de un «uno» con respecto a la subjetivación de manera que él pueda
contar(se): lo que el sujeto busca en la repetición «es su unicidad significante, en tanto que uno
de los giros de la repetición, si así puede decirse, ha marcado al sujeto que se pone a repetir lo
que desde luego él no podría sino repetir, puesto que ello no será nunca más que una repetición,
pero con la meta de hacer resurgir lo unario primitivo de uno de sus giros» (L’Identification). La
repetición presupone el fundamento de un Uno primordial constituido en el lugar de una falta, de
un borramiento originario; esto es lo que Lacan, en otros lugares, llama «la cosa» o «lo real
imposible». El trazo unario introduce una relación de exclusión en una relación de inclusión: es partiendo del trazo unario en tanto que excluido como el zoólogo puede decretar que hay una clase «en la que universalmente no puede haber ausencia de mamá: menos menos 1 … ¿sería posible que no haya mamá?» En esta medida, afirma Lacan, el sujeto como tal es menos uno. Por ello la cadena significante recubre para él «la estructura de la estructura». El pasaje de lo real imposible a lo simbólico se funda necesariamente en la negatividad. La conceptualización por
Lacan M trazo unario freudiano pasa de una identificación imaginaria a una identificación
propiamente simbólica, pues la relación de la falta con el trazo instituye la lógica del significante,
cuyo papel es signar una diferencia en cada uno de sus giros. La cuestión de la existencia
surge de esta alternancia entre repetición y ausencia, y sólo así puede plantearse la noción de
representación del sujeto en el tiempo: el trazo unario, a tal título, es una «escansión en la que se
manifiesta la presencia en el mundo», y presupone necesariamente la presencia de otros Uno.
En resumen, algo es contado por el sujeto antes de que él se ponga a contar; más aún, la
cuestión del sujeto hablante se basa en el origen en un error de cuenta. Esto permite
comprender por qué el inconsciente freudiano demuele toda esperanza de acorralar la verdad
en cualquier discurso positivista.