Diccionario de psicología, letra V, Verdad histórica

Verdad histórica

Si bien la noción de verdad histórica sólo fue precisada por Freud al término de su carrera -en
particular, aparece como título, en 1938, en una de las secciones de la segunda parte de Moisés
y la religión monoteista-, esta idea fue discernida por etapas, en función de las orientaciones
directrices de la doctrina. En su elaboración final, en efecto, apuntará a una interpretación de la
personalidad histórica de Moisés sobre la base de una analogía entre el desarrollo individual y la
evolución religiosa. En esta perspectiva, se pone el acento, por un lado, en el período de
latencia, y por el otro, en la tradición oral a través de la cual se transmite la huella de un trauma
colectivo, en este caso el asesinato de Moisés, depositario ante los judíos de la religión
monoteísta de Akhenatón. Habrá además que señalar en qué terreno el psicoanálisis contribuyó
a sugerir esta analogía.
En efecto, un vuelco decisivo se produjo después de los primeros trabajos sobre el narcisismo,
en cuanto ellos promovieron, con la investigación de la psicosis, la exploración psicoanalítica del
desarrollo del yo. Gracias a esta ampliación del dominio de investigación, se pudo calibrar la distancia entre la investidura libidinal del yo y la exigencia de verdad del sujeto, cuyo modelo pudo a continuación transponerse al orden social. Antes, y desde el comentario analítico del caso de Juanito (1905), Freud había reconocido la analogía entre las «teorías» infantiles y los mitos relativos a la generación. De ahí la hipótesis de trabajo de una puesta en paralelo de la serie de las organizaciones ontogenéticas y la serie de las figuras de pensamiento que emergen en las diferentes épocas del desarrollo filogenético. Ahora bien, hubo una contribución esencial a este trayecto: la aportada por la investigación de la psicosis, en la medida en que lleva la indagación al corazón de la estructura de los delirios, permitiéndonos así asistir a la construcción de equivalentes subjetivos de los mitos y de otras creaciones colectivas.
No obstante, ¿era preciso recurrir, como lo hizo Jung, a la hipótesis de un inconsciente
colectivo? Sin duda es significativo que Freud se haya referido a ella en el Moisés para
desactivarla: esto demuestra que, si bien rechazaba esa solución, no por ello asumía menos el
problema entrevisto por Jung. Freud simplemente piensa que facilita la reconstrucción histórica con las enseñanzas que efectivamente le aporta el psicoanálisis del sujeto individual acerca de la estructura del tiempo humano, y sobre todo acerca de la importancia del período de latencia en el proceso de la represión. De este modo, la modelización concebida por Jung se encuentra invertida; la ontogénesis, que es la única susceptible de verificación empírica, nos sirve de guía en el nivel filogenético, mientras que en Jung se imponía de entrada el modelo filogenético bajo la cubierta del inconsciente colectivo.