Diccionario de psicología, letra Y, Yo-placer – yo-realidad

Yo-placer – yo-realidad
Al.: Lust-lch – Real-Ich.
Fr.: moi-plaisir – moi-réalité.
Ing.: pleasure-ego – reality-ego.
It.: io-piacere – io-realtá.
Por.: ego-prazer – ego-realidade.
 
Términos utilizados por Freud aludiendo a una génesis de la relación del sujeto con el mundo
exterior y del acceso a la realidad. Ambos términos se oponen siempre entre sí, pero con
acepciones demasiado distintas para que se pueda proponer una definición unívoca de ellos, y
con significaciones que se imbrican demasiado para ser fijadas en múltiples definiciones.
La oposición entre yo-placer y yo-realidad fue adelantada por Freud principalmente en:
Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento psíquico (Formulierungen über die
zwei Prinzipien des psichischen Geschehens, 1911), Las pulsiones y sus destinos (Triebe
und Triebschicksale, 1915), y La negación (Die Verneinung, 1925). Señalemos, ante todo, que
estos trabajos, que corresponden a distintos momentos del pensamiento de Freud, muestran, sin
embargo, una continuidad entre sí y no tienen absolutamente en cuenta las modificaciones
aportadas a la definición del yo con motivo del paso de la primera a la segunda tópica.
1.° En las Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento psíquico, la oposición
entre yo-placer y yo-realidad se pone en relación con la existente entre principio de placer y
principio de realidad. Freud utiliza aquí los términos de Lust-Ich y Real-Ich para designar la
evolución de las pulsiones del yo. Las pulsiones, que, en un principio, funcionan según el
principio de placer, se someten progresivamente al principio de realidad, pero esta evolución es
menos rápida y menos completa para las pulsiones sexuales, más difíciles de «educar» que las
pulsiones del yo. «Al igual que el yo-placer no puede hacer otra cosa que desear, trabajar para
conseguir el placer y evitar el displacer, el yo-realidad no tiene más misión que tender hacia lo útil y asegurarse contra los daños». Señalemos que el yo se considera aquí esencialmente desde el punto de vista de las pulsiones que, según se cree, le proporcionan un soporte energético;
yo-placer y yo-realidad no son dos formas radicalmente distintas del yo, sino que definen dos
modos de funcionamiento de las pulsiones del yo, según el principio de placer y según el
principio de realidad.
2.° En Las pulsiones y sus destinos, el punto de vista es también genético, pero lo que se
considera no es la articulación de un principio con el otro ni la evolución de las pulsiones del yo,
sino la génesis de la oposición sujeto (yo)-objeto (mundo exterior), en cuanto es correlativa de la
oposición placer-displacer.
Dentro de esta perspectiva, Freud distingue dos etapas: en la primera, el sujeto «[…] coincide
con lo que es placentero, y el mundo exterior con lo que es indiferente»; en la segunda, el sujeto
y el mundo exterior se oponen como lo que es placentero a lo que es displacentero. El sujeto, en
la primera etapa, es calificado de yo-realidad; en la segunda, de yo-placer; como puede verse, la
sucesión de los términos es inversa a la del texto anterior, pero estos términos, y especialmente
el de yo-realidad, se toman en un sentido distinto: la oposición entre yo-realidad y yo-placer se
sitúa aquí previamente a la introducción del principio de realidad; el paso del yo-realidad al
yo-placer «se realiza bajo la supremacía del principio de placer».
Este «yo-realidad del principio» es calificado así por Freud debido a «[…] que distingue interior y
exterior según un buen criterio objetivo», afirmación que podría entenderse del siguiente modo:
constituye una posición inicial objetiva la de relacionar con el sujeto las sensaciones de placer y
de displacer, sin hacer de ellas cualidades del mundo exterior que en sí es indiferente.
¿Cómo se constituye el yo-placer? El sujeto, al igual que el mundo exterior, se halla escindido en
una parte placentera y una parte displacentera; de ello resulta una nueva repartición, de forma
que el sujeto coincide con todo lo placentero y el mundo con todo lo displacentero; esta
repartición se efectúa mediante una introyección de la parte de los objetos del mundo exterior
que es fuente de placer, y una proyección al exterior de lo que, en el interior, es ocasión de
displacer. Esta nueva posición del sujeto permite definirlo como «yo-placer purificado», estando
todo lo displacentero fuera.
Vemos, pues, que en Las pulsiones y sus destinos el término «yo-placer» no significa ya
solamente un yo regido por el principio de displacer-placer, sino un yo identificado con lo
placentero en contraposición a lo displacentero. Dentro de esta nueva acepción, lo que se
contrapone siguen siendo dos etapas del yo, pero esta vez definidas por una modificación de su
límite y de sus contenidos.
3.° En La negación, Freud continúa utilizando la distinción entre yo-placer y yo-realidad, y ello
dentro de la misma perspectiva que en el texto anterior: ¿cómo se constituye la oposición
sujeto-mundo exterior? La expresión de «yo-realidad del principio» no es recogida literalmente;
sin embargo, no parece que Freud haya renunciado a esta idea, puesto que afirma que, desde
un principio, el sujeto dispone de un acceso objetivo a la realidad: «En el origen, la existencia de
la representación es una garantía de la realidad de lo representado».
El segundo tiempo, el del «yo-placer», se describe en los mismos términos que en Las pulsiones
y sus destinos: «El yo-placer originario […] desea introyectarse todo lo que es bueno y expulsar
de sí todo lo que es malo. Para él, lo malo, lo extraño al yo, lo que está fuera, son al principio
idénticos».
El «yo-realidad definitivo» correspondería a un tercer tiempo, aquel en que el sujeto intenta
encontrar en el exterior un objeto real que corresponda a la representación del objeto
primitivamente satisfactorio y perdido (véase: Experiencia de satisfacción): esto corresponde a
la prueba de realidad.
Este paso del yo-placer al yo-realidad depende, como en las Formulaciones sobre los dos
principios del funcionamiento psíquico, de la instauración del principio de realidad.
La oposición entre yo-placer y yo-realidad jamás fue integrada por Freud en el conjunto de sus
concepciones metapsicológicas, y especialmente en su teoría del yo como instancia del aparato
psíquico. Sin embargo, es evidente el interés de establecer tal articulación; este enfoque
facilitaría la solución de cierto número de dificultades de la teoría psicoanalítica del yo:
1.ª los puntos de vista freudianos sobre la evolución del yo-placer – yorealidad constituyen una
tentativa de establecer una mediación, una génesis, aunque sea mítica, entre el individuo
biopsicológico (que, a nuestro modo de ver, puede asimilarse el «yo-realidad del principio»
establecido por Freud) y el yo como instancia;
2.ª atribuyen dicha génesis a operaciones psíquicas primitivas de introyección y de proyección,
mediante las cuales se constituye el límite de un yo que comporta un interior y un exterior;
3.ª tienen el mérito de disipar el equívoco (que no ha cesado de gravitar sobre la teoría
psicoanalítica) inherente a términos como el de narcisismo primario, en la medida en que a
menudo se entiende por tal un hipotético estado originario durante el cual el individuo no tendría
acceso alguno, ni siquiera rudimentario, al mundo exterior.