Diccionario de Psicología, letra C, Catexis

Diccionario de Psicología, letra C, Catexis

Concepto económico, la catexis hace que cierta energía psíquica se halle unida a una representación o grupo de representaciones, una parte del cuerpo, un objeto, etcétera. En francés se admite la traducción Besetzung por catexis (algunas veces se encuentra: ocupación). En castellano, traduciremos catexis; a este respecto haremos una observación: el verbo alemán besetzen tiene muchos sentidos, entre ellos el de ocupar (por ejemplo, ocupar un lugar o, militarmente, una ciudad, un país); en francés, investissement evoca especialmente, por una parte, en el lenguaje militar, el hecho de sitiar una plaza (y no de ocuparla), y por otra, en el lenguaje financiero, la colocación de capital en una empresa (sin duda este último sentido es el que prevalece actualmente para la conciencia lingüística común). Así, pues, los términos alemán y francés no son exactamente superponibles, y el término francés parece inducir de un modo más espontáneo a comparar la «economía» que consideraba Freud a aquella de la que trata la ciencia económica. El término Besetzung es de empleo constante en la obra Freudiana; su extensión, su alcance, han podido variar, pero se halla presente en todas las etapas del pensamiento de Freud. Aparece en 1895 en los Estudios sobre la histeria (Studien über Hysterie) y en el Proyecto de psicología científica (Entwurf einer Psychologie), pero algunos términos afines, como «suma de excitación» y «valor afectivo», son incluso anteriores (1893, 1894): desde su prólogo a la obra de Bernheim De la sugestión y de sus aplicaciones a la terapéutica (Die Suggestion und ihre Heilwirkung, 1888-1889), Freud habla de desplazamientos de excitabilidad dentro del sistema nervioso (Verschiebungen von Erregbarkeit im Nervensystem). Esta hipótesis tiene un origen a la vez clínico y teórico. Clínicamente, el tratamiento de los neuróticos, especialmente de los histéricos, impone a Freud la idea de una distinción fundamental entre las « representaciones » y el «quantum de afecto» con la que aquéllas, se hallan catectizadas. Así, un acontecimiento importante en la historia del sujeto puede ser evocado con indiferencia, y el carácter displacentero o intolerable de una experiencia puede atribuirse a un acontecimiento anodino en lugar de a aquel que, originalmente, provocó el displacer (desplazamiento, «falsa conexión»). La cura, tal como se describe en los Estudios sobre la histeria, al restablecer la conexión entre las diferentes representaciones que intervienen, restablece la relación entre el recuerdo del acontecimiento traumático y el afecto, favoreciendo así la descarga de éste (abreacción). Por otra parte, la desaparición de los síntomas somáticos en la histeria es correlativa a la evocación de las experiencias afectivas reprimidas, lo que hace suponer que, inversamente, el síntoma se ha producido por conversión de una energía psíquica en «energía de inervación». Estos hechos, y especialmente los de la conversión, parecen basarse en un verdadero principio de conservación de una energía nerviosa, siendo ésta capaz de adoptar distintas formas. Esta concepción se encuentra formulada sistemáticamente en el Proyecto de psicología científica, que describe el funcionamiento del aparato nervioso haciendo intervenir únicamente variaciones de energía dentro de un sistema de neuronas. En este trabajo, la palabra Besetzung designa tanto el acto de catectizar una neurona (o un sistema), es decir, cargarlo de energía, como la cantidad de energía catectizada, en particular una energía «quiescente». Más tarde, Freud se desprenderá de estos esquemas neurológicos, transponiendo el concepto de energía de catexis al plano de un «aparato psíquico». Así, en La interpretación de los sueños (Die Traurndeutung, 1900), muestra cómo la energía de catexis se reparte entre los diversos sistemas. El sistema inconsciente se halla sometido, en su funcionamiento, al principio de la descarga de las cantidades de excitación; el sistema preconsciente intenta inhibir esta descarga inmediata al mismo tiempo que destina pequeñas cantidades de energía a la actividad de pensamiento necesaria para la exploración del mundo exterior: «[…] postulo que, por razón de eficacia, el segundo sistema logra mantener la mayor parte de sus catexis de energía en estado de reposo y emplear solamente una pequeña parte de ella desplazándola» (véase: Energía libre – energía ligada). No obstante, se observará que la transposición a que somete Freud las tesis del Proyecto de psicología científica no implica el abandono de toda referencia a la idea de una energía nerviosa. «El que quiera tomar en serio estas ideas –observa Freud- debería investigar sus analogías físicas y abrirse camino para representarse el proceso de movimiento en la excitación de las neuronas» . La elaboración del concepto de pulsión aporta una respuesta al problema que había quedado pendiente en la conceptualización económica de La interpretación de los sueños: la energía de catexis es la energía pulsional que proviene de fuentes internas, ejerce un empuje constante e impone al aparato psíquico la tarea de transformarla. Así, una expresión como «catexis libidinal» significa: catexis por la energía de las pulsiones sexuales. En la segunda teoría del aparato psíquico, el ello, polo pulsional de la personalidad, se convierte en el origen de todas las catexis. Las otras instancias toman su energía de esta fuente primaria. La noción de catexis, como la mayor parte de las nociones económicas, forma parte del aparato conceptual de Freud, pero éste no dio de ella una elaboración teórica rigurosa. En parte, estos conceptos los recibió el «joven Freud» de los neurofisiólogos que sobre él influyeron (Brücke, Meynert, etc.). Este estado de cosas explica parte de la incertidumbre en que se encuentra el lector de Freud en cuanto a la respuesta que debe darse a cierto número de preguntas: 1) El empleo de la palabra catexis presenta siempre una ambigüedad que no ha sido eliminada por la teoría analítica. La mayoría de las veces es interpretada en sentido metafórico: entonces indica una simple analogía entre las operaciones psíquicas y el funcionamiento de un aparato nervioso concebido según un modelo energético. Cuando se habla de catexis de una representación, se define una operación psicológica en un lenguaje que se limita a evocar, en forma analógica, un mecanismo fisiológico que podría ser paralelo a la catexis psíquica (por ejemplo, catexis de una neurona, de un engrama). En cambio, cuando se habla de catexis de un objeto, oponiéndola a la catexis de una representación, se pierde el soporte del concepto de un aparato psíquico como sistema cerrado análogo al sistema nervioso. De una representación puede decirse que está cargada y que su destino depende de las variaciones de esta carga, mientras que la catexis de un objeto real, independiente, no puede tener el mismo sentido «realista». Una noción como la de introversión (paso de la catexis de un objeto real a la catexis de un objeto imaginario intrapsíquico) pone de manifiesto esta ambigüedad: resulta difícil concebir la idea de una conservación de la energía cuando se produce esta retirada. Algunos psicoanalistas creen ver en la palabra «catexis» la garantía objetiva de que su psicología dinámica se halla en relación con la neurofisiología. En efecto, al utilizar expresiones como: catexis de una parte del cuerpo, catexis del aparato perceptivo, etc., se puede tener la impresión de que se emplea un lenguaje neurológico y se establece la transición entre la teoría psicoanalítica y una neurofisiología, pero de hecho ésta no es más que una transposición de aquélla. 2) Otra dificultad se presenta cuando se intenta relacionar la noción de catexis con las concepciones tópicas. Por una parte, se considera que toda energía de catexis tiene su origen en las pulsiones; pero, por otra, se habla de una catexis propia de cada sistema. La dificultad es apreciable en el caso de la catexis llamada inconsciente. En efecto, si se considera que esta catexis es de origen libidinal, se tiende a concebirla como empujando incesantemente a las representaciones catectizadas hacia la conciencia y la motilidad; pero a menudo Freud habla de catexis inconsciente como de una fuerza de cohesión propia del sistema inconsciente y capaz de atraer hacia él las representaciones: esta fuerza desempeñaría un papel fundamental en la represión. Cabe preguntarse entonces si la palabra «catexis» no designa nociones heterogéneas. 3) ¿Es posible limitar la noción de catexis a su acepción económica? Ciertamente Freud la asimila a la idea de una carga positiva atribuida a un objeto o a una representación. Pero, en el plano clínico y descriptivo, ¿no adquiere un sentido más amplio? En efecto, en el mundo personal del sujeto, los objetos y las representaciones se hallan afectados de ciertos valores que organizan el campo de la percepción y del comportamiento. Por una parte, estos valores pueden aparecer como cualitativamente heterogéneos, hasta el punto de que es difícil concebir equivalencias y substituciones entre ellos. Por otra parte, se constata que ciertos objetos cuyo valor no está totalmente enunciado para el sujeto, se hallan afectados no de una carga positiva, sino de una carga negativa: así, el objeto fóbico no se halla carente de catexis, sino intensamente «catectizado» como objeto que-debe-ser-evitado. En vista de ello se puede sentir la tentación de abandonar el lenguaje económico y traducir el concepto Freudiano de catexis dentro de una conceptualización inspirada en la fenomenología, en la que prevalecerían las ideas de intencionalidad, objeto-valor, etc. Incluso en el lenguaje de Freud se pueden hallar expresiones que justificarían este modo de ver. Así, en su articulo en francés Quelques considérations pour une étude comparative des paralysies motrices organiques et hystériques, 1893, da como equivalente de Affektbetrag (quantum de afecto) el término «valor afectivo». En otros trabajos, el término de catexis parece connotar menos una carga medible de energía libidinal que fines afectivos cualitativamen te diferenciados: así, cuando falta al lactante el objeto materno, se califica de «catectizado de nostalgia» (Sehnsuchtbesetzung). Cualesquiera que sean las dificultades que plantea la utilización de la noción de catexis, de hecho los psicoanalistas difícilmente pueden prescindir de él para explicar numerosos datos clínicos e incluso para apreciar la evolución de la cura. Ciertas afecciones parecen evidenciar la idea de que el sujeto tiene a su disposición una determinada cantidad de energía, que él repartiría en forma variable en su relación con sus objetos y consigo mismo. Así, en un estado como el de duelo, el manifiesto empobrecimiento de la vida de relación del sujeto halla su explicación en una sobrecatexis del objeto perdido, como si se estableciera un verdadero equilibrio energético entre las diferentes catexis de los objetos exteriores o fantaseados, del propio cuerpo, del yo, etc.