Diccionario de Psicología, letra D Duelo

Diccionario de Psicología, letra D Duelo

s. m. (fr. deuil; ingl, bereavement, mourning; al. Trauer). Estado de pérdida de un ser querido acompañado de desamparo y dolor moral, que puede acarrear una verdadera reacción depresiva, y que requiere un trabajo intrapsíquico, llamado «trabajo del duelo» (S. Freud), para poder ser superado. S. Freud emprende en 1915 un estudio comparado del duelo y del proceso melancólico (Duelo y melancolía, aparecido en 1917). Ante el reconocimiento de la desaparición del objeto externo, el sujeto debe cumplir cierto trabajo, el trabajo del duelo. La libido debe desprenderse de los recuerdos y las esperanzas que la ligaban con el objeto desaparecido, tras lo cual el yo vuelve a estar libre. M. Klein, ayudada por los trabajos de K. Abraham, va a enriquecer la concepción Freudiana (El duelo y sus relaciones con los mecanismos maníaco-depresivos. 1940) con su descubrimiento de los espacios psíquicos internos, teatro de la existencia de objetos internos cuyas cualidades de bondad y solidez son puestas a prueba con ocasión de la pérdida de un objeto externo. Un trabajo de duelo doloroso y normal es cumplido ya por el niño pequeño que llega a abordar y elaborar las posiciones depresivas. En el curso de estas, el niño torna conciencia de que la persona que ama y aquella a la que ha atacado en sus fantasmas destructivos es la misma. Pasa entonces por una fase de duelo donde tanto el objeto externo. como el objeto interno se viven como arruinados, perdidos, y abandonan al niño a su depresión. Sólo poco a poco y con dolor, trabajando esta ambivalencia e impulsado por la culpa depresiva, el niño va a lograr restablecer en él un objeto interno bueno y asegurador. Una persona en duelo busca, según un proceso semejante, reinstalar en sí misma a sus sujetos buenos, a sus padres amados. Vuelve a encontrar entonces su confianza en el ser amado en el interior de sí misma y puede soportar, gracias a esta presencia interna, la idea de que el ser externo y desaparecido no era perfecto. El fracaso de este trabajo del duelo, ligado a los estados melancólicos o maníaco-depresívos, trasforma, según M. Klein, «al muerto en un perseguidor y conmueve también la fe del sujeto en sus objetos internos buenos».

Duelo

El texto incluido por Freud en su Métapsychologie con el título de «Duelo y melancolía» plantea desde el comienzo una dificultad de interpretación cuyo esclarecimiento bien podría comprometer toda tentativa de asignar a la noción Freudiana del duelo una significación unívoca. «Ahora que el sueño nos ha servido de prototipo normal de los trastornos psíquicos narcisistas –escribe Freud-, trataremos de esclarecer la naturaleza de la melancolía comparándola con un afecto normal: el duelo.» También nos resultará algo embarazoso precisar con certidumbre a cuál de sus reflexiones anteriores nos está remitiendo. Sin duda, la solución más simple consiste en tomar como referencia el texto inmediatamente anterior, es decir, «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños». «En muchas circunstancias -se lee al principio de este último texto-, observamos hasta qué punto nuestras investigaciones son facilitadas por el establecimiento de un paralelo entre ciertos estados y ciertos fenómenos que se pueden considerar como los modelos normales [cursivas del autor] de diversos síndromes mórbidos. Hablamos de estados afectivos tales como el duelo y el enamoramiento, sin olvidar el dormir y el fenómeno del sueño.» La observación es demasiado general para justificar -a pesar de la alusión al duelo- una relación con las palabras iniciales de «Duelo y melancolía». Tampoco se dejará de advertir la correspondencia de los puntos de referencia con los que son respectivamente relacionados el sueño (en el nuevo contexto que le da el complemento metapsicológico) y el duelo, propuesto aquí como el prototipo normal de la melancolía. En uno y otro caso se trata de las vicisitudes de una investidura de origen narcisista, en su relación con la realidad, una vez que se encuentra excluido su objeto por pérdida o abandono. Desde este punto de vista, los dos textos prolongan la línea de pensamiento del ensayo de 1911, «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico», completado en 1914 por la «Introducción del narcisismo». En esta perspectiva, la enseñanza que aporta la melancolía con respecto al «trabajo de duelo» -considerado como el conjunto de los dispositivos adecuados para superar de modo más o menos durable las consecuencias de una pérdida libidinal- aparece dependiendo de los recursos que el ideal de yo es capaz de poner al servicio de la sublimación, mientras que el duelo se caracteriza como la manifestación de un cierto tipo de inercia libidinal. También habría que asociar el concurso de la remanencia de la experiencia traumática de la castración y sus renovaciones.