Diccionario de Psicología, letra E, Escisión

Diccionario de Psicología, letra E, Escisión

El término Spaltung es muy ambiguo en Freud. Por cierto, la operación que designa es de escisión o clivaje, como se traduce el término; de separación, por lo tanto, pero todo depende de qué es lo que se separa. Desde los Estudios sobre la histeria, Freud se sirve de él (igual que Breuer) para designar la «escisión» de la conciencia (Bewussteseinsspaltung), propia de la histeria y la hipnosis. Es pues una palabra que se utiliza para decir que «uno se divide en dos», y Freud también la emplea cuando tiene necesidad de separar absolutamente en el aparato psíquico registros tan diferentes en su funcionamiento como el sistema Inconsciente y el sistema Preconsciente. No obstante, en ese nivel sería excesivo considerar el término «escision» como un concepto operatono en Freud. La palabra sólo se particulariza bastante tarde, a partir del artículo «Fetichismo» (1927), refiriéndose sólo al yo, y en relación con un mecanismo altamente específico: la desmentida (Verleugnung). Fue incluida en un título de 1938 («Die Ichspaltung im Abwehrvorgang»), para ser tomada por última vez en el Esquema del psicoanálisis. La escisión del yo designa entonces dos actitudes opuestas sostenidas por el yo, sin que éstas entren en conflicto, y por lo tanto sin salida sintomática. Freud señala esencialmente esta dualidad del yo frente a la castración materna, a la vez plenamente reconocida y perfectamente ignorada. No se trata de una diferencia debida a un juego de instancias o de funcionamientos heterogéneos, sino de una partición sin línea de conflicto aparente en el seno de una misma estructura, que por otra parte se supone homogénea: el yo. Allí reside la dificultad que hace vacilar a Freud acerca de si lo que él propone «debe ser considerado como conocido desde hace mucho tiempo y evidente de por sí, o como totalmente nuevo y desconcertante». «El conjunto del proceso -continúa sólo nos parece tan extraño porque consideramos la síntesis de los procesos del yo como obvia. Pero en esto nos hemos equivocado de modo evidente.» Frente a las exigencias pulsionales, la máquina sintética que es el yo Freudiano se encontraría sometida «a toda una serie de perturbaciones»; al avenirse a la vez con la satisfacción pulsional y con el bienestar moral ligado al respeto de la prohibición, el yo, escribe Freud, «ha alcanzado un cierto éxito», al precio «de una desgarradura (eine Einriss) que no curará jamás, sino que aumentará con el tiempo». Esta desgarradura del yo que cede a la vez a las exigencias contradictorias del ello y del superyó no es la herencia de ninguna estructura, puesto que Freud basa sobre ese modelo «La pérdida de la relidad en la neurosis y la psicosis», mientras que considera la desmentida como eje de toda perversión. De modo que hay escisión en todas partes, aunque sea en grados cuantitativos diferentes. Subsiste entonces una cuestión muy difícil de resolver: cuando el yo quiere rechazar algo, tiene también el recurso de la represión. ¿Qué diferencia hay entre escisión y represión? Al final del Esquema, Freud escribe: «La diferencia entre los dos casos es de orden esencialmente topográfico o estructura], y no es siempre fácil decidir de cuál de las dos eventualidades se trata en cada caso particular». Esta observación se impone, en efecto, si es cierto que la escisión, sin conducir a una formación de compromiso sintomático, termina por fracasar, en la medida en que no se pueda mantener indefinidamente una perfecta impermeabilidad entre las dos partes escindidas. Si añadimos que en el juego de las tópicas Freudianas una parte del yo puede ser inconsciente, vemos mejor aún hasta qué punto escisión y represión -tan diferentes a primera vista- tienden a coincidir parcialmente. Hay que distinguir con cuidado esta noción Freudiana de «escisión del yo», de la introducida por Lacan con el mismo término, pero con respecto al sujeto. La «división del sujeto» no puede confundirse de ningún modo con la represión, puesto que, por definición, a ese sujeto no se le atribuye ninguna «unidad», ningún poder sintético. Esta división, lejos de ser un accidente del desarrollo patógeno, no es sino el régimen normal del sujeto lacaniano, siempre representado por un significante para otro significante, indefinidamente dividido por el funcionamiento de la cadena significante. El término Freudiano Spaltung, que Lacan traduce también en sus Escritos como «hendidura» [refente], le sirve para instalar la noción defading del sujeto en el lugar mismo de la Ichspaltung Freudiana: «[ … ] se llega al «splitting del objeto» -escribe Lacan criticando a Jones- por no haber sabido leer, en la admirable nota interrumpida de Freud sobre el «splitting del ego», el fading del sujeto que lo acompaña» (Escritos).

Se denomina escisión a un tipo de rupturas institucionales que sobrevinieron en el interior de la International Psychoanalytical Association (IPA) a partir de fines de la década de 1920. El eseisionismo fue un proceso ligado al desarrollo masivo del psicoanálisis en el período de entreguerras, y después, durante la segunda mitad del siglo XX. Atestiguó una crisis de la institución psicoanalítica y su transformación en un aparato burocrático destinado a manejar los intereses profesionales de la corporación (análisis didáctico y control, análisis profano o análisis por los médicos) a partir de reglas técnicas (duración de las sesiones y las curas, cursus, jerarquías) que se habían vuelto cuestionables a juicio de algunos de sus miembros, al punto de llevarlos a rechazarlas radicalmente, y luego a realizar una secesión. El escisionismo se produce en general en torno a la palabra de un maestro cuyo pensamiento y enseñanza despiertan las conciencias, indicando a los alumnos o discípulos el camino de una posible renovación de la doctrina. Este despertar lleva por lo general al cuestionamiento de la máquina burocrática cuyo objetivo es en primer término la igualdad de condiciones entre todos sus miembros: ningún jefe, ningún pensador nuevo, ningún maestro que pueda asemejarse a Freud y reunir a su alrededor a epígonos o idólatras. El escisionismo es por lo tanto el síntoma de la imposibilidad de que el psicoanálisis y el Freudismo de la segunda mitad del siglo XX sean representados en su totalidad exclusivamente por la IPA , aunque ésta sea la asociación más poderosa y más legítima del mundo. Cuanto más importante es el movimiento Freudiano en un pais, mas frecuentes son las escisiones. Por ello el escisionismo es un fenómeno ligado al desarrollo de las instituciones psicoanalíticas. Los grandes países escisionistas fueron primero Suiza (donde lo que estuvo en juego en la primera escisión fue el análisis profano [1927-1928]), después Holanda (donde estalló la segunda escisión con la inmigración de los judíos [1934-1935] perseguidos por el nazismo), y a continuación los Estados Unidos, Francia, la Argentina , Brasil. Sólo Gran Bretaña logró evitar las escisiones, mediante un acomodamiento interno en la British Psychoanalytical Society (BPS) luego de las Grandes Controversias: en lugar de conducir a una verdadera fractura, los conflictos desembocaron en una división tripartita de la propia BPS (kleinismo, annaFreudismo, Independientes). Es preciso decir que lo que estaba en juego tenía un carácter específico, puesto que se corría el riesgo de que fuera la hija de Freud la excluida o la que abandonara la sociedad legítima. La palabra escisión tiene una dimensión política. También conviene perfectamente al movimiento psicoanalítico, que ha construido sus asociaciones siguiendo un modelo tomado de las organizaciones modernas. Remite por otra parte al concepto Freudiano de clivaje (Spaltung), y a la idea de que no se puede alcanzar ninguna identidad en el registro de lo humano. Por lo tanto, el término no equivale a cisma, palabra a menudo empleada en la terminología inglesa y que, aunque designa la impugnación de una autoridad legítima, la acompaña una connotación religiosa que no conviene a la inscripción del psicoanálisis en el siglo. La palabra disidencia tiene otra significación. Se refiere a la acción o el estado de ánimo de quien rompe con la autoridad establecida, pero no implica la idea de partición o división presente en el término escisión. Por ello se la emplea en psicoanálisis para designar ¡as rupturas producidas durante la primera mitad del siglo XX, época en la que el Freudismo no se había aún convertido en un verdadero movimiento de masas, como lo sería después de la muerte de Freud. De modo que la disidencia es un fenómeno históricamente anterior al de las escisiones, contemporáneas de la expresión masiva del psicoanálisis en el mundo, y por lo tanto de la llegada de la tercera generación psicoanalftica mundial (Jacques Lacan, Heinz Kohut, Marie Langer, Wilfred Ruprecht Bion, Igor Caruso, Donald Woods Winnicott). Instruidos por los representantes de la segunda generación, los miembros de la tercera sólo tuvieron acceso a Freud a través de la lectura de los textos. Considerando que la IPA no era ya una instancia legítima inatacable, cuestionaron no sólo la interpretación clásica de la obra Freudiana, sino también las modalidades de la formación didáctica, a las cuales ya no querían someterse, arrastrando con ellos a las generaciones siguientes. En general, se emplea el término disidencia para calificar las dos grandes rupturas que marcaron los inicios del movimiento psicoanalítico: la de Alfred Adler en 1911, y la de Carl Gustav Jung en 1913. Estas dos rupturas llevaron a sus protagonistas a abandonar el Freudismo y fundar por su lado nuevas doctrinas y nuevos movimientos políticos e institucionales: la psicología individual en el caso del primero, y la psicología analítica en el caso del segundo. Estas dos disidencias se basaban en realidad en cuestiones teóricas. En tal sentido, entre la disidencia y la escisión existe la misma distancia que entre el cisma y la herejía. El cisma (religioso), así como la escisión (laica), es la impugnación de la autoridad legítima de la institución que representa la doctrina a transmitir (Iglesia para la religión, la IPA para el psicoanálisis), mientras que la disidencia (laica), lo mismo que la herejía (religiosa), es una crítica a la doctrina transmitida, crítica que puede llevar a la ruptura radical, al acomodamiento, a la reformulación interna de la doctrina original. Las disidencias de Wilhelm Stekel y Otto Rank fueron en este sentido diferentes de la adleriana y la junguiana, en cuanto se referían a ciertos aspectos de la doctrina, y no a la totalidad, Se trató, por lo tanto, de disidencias internas de la historia de la teoría Freudiana, de la cual conservaban lo esencial o una parte. La disidencia de Wilhelm Reich fue del mismo tipo; como a la de Rank, la siguió la exclusión de la IPA. Observemos que sólo Jacques Lacan utilizó la palabra «excomunión» para designar la manera en que fue obligado a abandonar la IPA en 1963. De tal modo inscribió su ruptura con la legitimidad Freudiana en una relación directa con el herem de Baruch Spinoza (1632-1677), que había sido un castigo de carácter laico, y no religioso. Lacan se comportó por otra parte frente a la IPA del mismo modo que el filósofo frente a su comunidad: él mismo consumó su propia exclusión. Y el empleo de la palabra traduce perfectamente la posición particular que ocupa el lacanismo en la historia del Freudismo. Contrariamente a las otras corrientes que intentan superar el Freudismo, Lacan construyó un relevo ortodoxo de los textos Freudianos. Reprochándole a la institución Freudiana ( la IPA ) que ya no fuera Freudiana, se encontró obligado a fundar un nuevo lugar de legitimidad para el ejercicio del psicoanálisis: la École Freudienne de Paris (EFP). De tal modo dio origen a un movimiento que, mientras se creía Freudiano, sería denominado lacaniano. Ésta es la contradicción que traduce la palabra excomunión: también el joven Spinoza se vio obligado, por su herem, a fundar una filosofía «spinozista».