Diccionario de Psicología, letra E, Escisión del Yo, escisión del sujeto

Diccionario de Psicología, letra E, Escisión del Yo, escisión del sujeto

(fr. clivage du moi, clivage du sujet; ingl. splitting of the ego, splitting of the subject; al. Ichspaltung, Subjektspaltung). Para Freud, mecanismo de defensa y estado del yo que resulta de él, que consiste en el mantenimiento al mismo tiempo de dos actitudes, contradictorias y que se ignoran mutuamente, respecto de la realidad, en tanto esta contraría una exigencia pulsional. Una de estas actitudes tiene en cuenta esta realidad, la otra reniega de ella. Lacan designa con el término Freudiano Ichspaltung (rehendidura [ refente ], escisión, división del sujeto) la condición obligada de todo sujeto por el hecho de que habla. La noción específica de escisión del yo aparece con la segunda tópica (1920), en la que el yo se presenta como una diferenciación del ello en el contacto con la realidad, sometido además a las exigencias del superyó. Apoyándose en esta nueva partición del aparato psíquico, Freud estima que en la neurosis «el yo, al servicio de la realidad, reprime un pedazo del ello, mientras que en la psicosis se deja llevar por el ello a desprenderse de un pedazo de la realidad» (Fetichismo, 1927). Pero ya en 1924 Freud mencionaba la posibilidad para el yo de evitar la ruptura con el ello o con la realidad «deformándose a sí mismo, aceptando el menoscabo de su unidad, eventualmente incluso resquebrajándose o despedazándose» (Neu rosis y psicosis). Por otro lado, Freud pronto admitiría que también en la neurosis había una pérdida de la realidad, bajo la forma de una fuga ante la vida real. Pero, además, la renegación (Verleugnung) de la realidad colocada en la base de la psicosis y también del fetichismo no es total. Especialmente en el fetichismo, Freud comprueba «una actitud de escisión en torno de la castración de la mujer»: a veces es el fetiche mismo el que expresa tanto la renegación como la afirmación de la castración, a veces «la escisión aparece entre lo que el fetichista hace de su fetiche en la realidad o en el fantasma» (Fetichismo). Es en este mismo artículo, a propósito de otra realidad, la muerte del padre, «escotomizada» por dos jóvenes, donde Freud introduce el término «Spaltung». En el Esquema del psicoanálisis (1938), Freud generaliza la existencia de la escisión del yo: «Decimos entonces que en toda psicosis existe una escisión del yo y si nos empeñamos tanto en este postulado es porque se ha confirmado en otros estados más próximos a las neurosis y, por último, en estas también». Se ve entonces que el concepto de renegación de la realidad propio de la psicosis, y luego del fetichismo, ha llevado al de escisión del yo, para dar cuenta del carácter parcial de la renegación. Más adelante, Freud vuelve a encontrar la posibilidad de esta escisión del yo en todas las estructuras. En La escisión del yo en el proceso defensivo, también de 1938, es, a la vez, una defensa calificada de «muy hábil solución», como también el precio a pagar para esta solución. El texto resulta muy interesante para aclarar el sentido de esta solución. Al término del proceso, «las dos partes en litigio han recibido su premio: la pulsión puede conservar su satisfacción y, en cuanto a la realidad, el respeto debido le ha sido pagado. Sin embargo, como se sabe, sólo la muerte es gratuita. El éxito se ha alcanzado al costo de un desgarramiento en el yo que ya no sanará, sino que se agrandará con el tiempo». ¿De qué realidad se defiende el yo con tal energía? En el ejemplo citado, se trata del peligro de que su padre lo castre si el niño continúa masturbándose. La visión de los órganos genitales femeninos debería convencer al niño de la realidad de la amenaza. Pero tal sevicia no es de temer realmente en la mayoría de los casos. Por otro lado, la angustia de castración no es menos viva cuando el padre es «muy gentil», hasta tal punto que en esos casos el objeto fóbico aparece como sustituto de un padre insuficientemente creíble en su amenaza (cf. el pequeño Hans). Si retomamos este texto con el esclarecimiento de la enseñanza de Lacan, vemos que Freud pone allí el acento en la división del yo, digamos del sujeto, ante la verdad. Las metáforas jurídicas abundan y, cuando dice que «se estaría tentado de calificar como «kniffige» (astuta, y hasta maliciosa) esta manera de tratar la realidad» a través de la escisión, ironiza menos sobre el yo en su función de síntesis que sobre el sujeto en su relación con la ley. Defendiéndose de admitir la posibilidad de la castración de la madre, el sujeto imagina para sí mismo la posibilidad de tal castración, sin duda, pero esta, al ser imaginaria, encuentra su determinismo en una estructura simbólica que le impone una alternativa: no puede aspirar a tener el falo sino en la medida en que no lo es (el falo). Es en la revelación progresiva de esto real donde aparece la angustia de castración. La solución del astuto fetichista consiste en desplazar lo imposible de la conjunción del ser y el tener sobre el objeto: ella será el falo y ella lo tendrá… gracias a un tratamiento ortopédico de la realidad. El fetiche, por cierto, sitúa con justeza la castración, haciéndose su significante: el falo. Pero la elección para este fin de un objeto a partir de una «detención sobre la imagen» que precede al descubrimiento de la ausencia de pene da testimonio también de la detención del sujeto mismo, congelado en su adhesión al falo materno. Lo real de lo que se defiende el fetichista, como todo sujeto, es que él sólo existe en la división. Precisamente para escapar de esta división del sujeto aparece el fenómeno de la escisión. La Ictispalt ung es en efecto la condición necesaria de todo sujeto en tanto está tomado por el lenguaje. El sujeto nace de un corte y no es más que este corte entre el significante que lo representa y el Otro significante que autentifica esta representación. Está dividido entre un sujeto del deseo $, producto de este corte significante, y su correlato de goce, el objeto a , parte del cuerpo erótico cedida para servir de garantía a la verdad a falta en el Otro de un significante último que responda por su valor. Está dividido entre un sujeto inconciente, supuesto, de la enunciación, y un sujeto del enunciado. Una vez que la distinción de los registros de lo real, lo simbólico y lo imaginario ha permitido diferenciar en el Ich Freudiano al yo [moi], función imaginaria, del sujeto, efecto de lo simbólico, se comprobará que, en la mayoría de los casos en los que la expresión escisión del yo es usada en los trabajos psicoanalíticos, se trata, más allá de las diferencias de teorización, de situaciones donde una parte de real pudo ser abordada «negligentemente» por lo simbólico, sin producir una división del sujeto (duelo negado, incesto actuado … ). Por último, con la presentación del nudo borromeo, Lacan describe la estructura del sujeto como efecto de la escisión, pero también de un anudamiento específico de los tres registros. Por el contrario, la ausencia de escisión entre estos tres registros, su puesta en continuidad, constituiría lo característico de la paranoia, es decir, del fracaso en la subjetivación.