Diccionario de Psicología, letra E, Estadio

Diccionario de Psicología, letra E, Estadio

s. m. (fr. stade; ingl. stage; al. Stufe, Phase). Cada uno de los grados de organización libidinal en el desarrollo del ser humano que tienen un carácter topográfico (zonas erógenas) y un carácter objetal (elección de objeto). Es en 1915, en la 39 edición de los Tres ensayos de teoría sexual, cuando S. Freud establece de manera sistemática la noción de estadios en psicoanálisis. Contrariamente a las perspectivas de la psicología del niño elaboradas por Wallon y Piaget, continuando los primeros trabajos de W. T. Preyer, E. Claparède y W. Stern, los estadios Freudianos se registran a posteriori, en las curas de adultos. En Freud no se trata tanto de etapas genéticas que marcarían un desarrollo observado en el niño, cuanto de grados de organización que toman su sentido en una metapsicología. De una manera general, la noción de estadio es empleada todavía en la psicología contemporánea y es objeto de discusiones muy vivas: concepto esencial para algunos, simple artificio de investigación para otros. Se tiene la costumbre de oponer los estadios del desarrollo de la personalidad del campo de la inteligencia a los del campo de la «afectividad». No es sin embargo bajo este ángulo como Freud distingue los estadios. Más bien indica que los diversos estadios de la sexualidad del niño y del adolescente están regidos por una migración propiamente topológica de las funciones representadas por las zonas erógenas promovidas sucesivamente a un lugar predominante por el placer que se despierta con su funcionamiento, observada en las diversas dialécticas de la relación de objeto. Freud distingue dos modalidades de organización de la libido: pregenital y genital. La fase pregenital incluye el estadio oral y el estadio anal. El estadio oral. Se caracteriza por una organización sexual «canibálica» en cuyo curso la actividad sexual no está separada de la función de devorar: estas dos actividades buscan la incorporación del objeto (prototipo de la identificación posterior), De modo que, en este estadio, la pulsión oral se encuentra evidentemente apoyada [ véase apoyo ] en la función digestiva. La succión aparece entonces como un «vestigio» de ese grado inicial del estadio, pues consagra la separación de las actividades sexual y alimentaria, remplazando el objeto exterior por una parte del cuerpo del sujeto: desde ese momento, este acto, repetitivo, encargado de procurar placer, deviene autoerótico: la zona bucolabial queda desde entonces designada como zona erótica. Freud da una importancia capital a esta primera parte del estadio oral para la determinación de la vida sexual futura. Sobre todo para la posterior elección de objeto: el seno aparece así como esencialmente perdido y «encontrar al objeto sexual no es en suma sino volver a encontrarlo». Una segunda fase del estadio oral se caracteriza por el pasaje de la succión a la mordedura, donde aparece combinada con la libido una pulsión agresiva y destructiva. Esto fue puesto particularmente en evidencia por K. Abraham y retomado por M. Klein, que sitúa en este estadio la aparición del superyó precoz. R. Spitz divide este estadio en tres subestadios: estadio preobjetal de indiferenciación (0-3 meses), estadio del objeto precursor (3-8 meses) y luego estadio del objeto propiamente dicho. El estadio sádico – anal. Segundo estadio, siguiente al estadio oral, el estadio sádico-anal está regido por la erogeneidad de la zona anal; esta organización libidinal se liga con las funciones de expulsión y retención, y se constituye alrededor de la simbolización de las materias fecales, objeto separable del cuerpo del mismo modo que el seno. Las pulsiones erótico-anal y sádica se encuentran en esta fase pregenital de la sexualidad infantil. Las nociones de actividad y pasividad traducen la bipolaridad de la función anal, que apuntala las dos pulsiones parciales: la de prensión, ligada a la musculatura, y la de pasividad, ligada a la mucosa anal. Abraham ha descrito una subdivisión de este estadio, con relación al comportamiento frente al objeto: la primera parte asocia a la expulsión la destrucción; la segunda asocia la retención y la posesión. Se instaura así una dialéctica entre el sadismo y el erotismo anal dentro de la función esfinteriana misma: contención-dominio; relajamiento- evacuación. A través de esta actividad que desemboca en la defecación vienen a simbolizarse las heces en su función de regalo hecho a la madre, en tanto su retención constituye por el contrario una posición agresiva hacia ella. El estadio fálico. El estadio fálico es la fase característica de la acmé y de la declinación del complejo de Edipo, marcada esencialmente por la angustia de castración. Tanto en la niña como en el varón, este estadio sucede a los estadios oral y anal en una unificación de las pulsiones parciales en la región genital representada por el falo. Para los dos sexos, tenerlo o no tenerlo es la alternativa característica de este estadio: «En efecto, esta fase conoce una sola especie de órgano genital, el órgano masculino». Este establecimiento bastante tardío del estadio fálico representa para Freud una transición respecto de su descripción inicial: falta de organización de las pulsiones sexuales pregenitales, opuesta a la organización genital adulta. Al estar esta fase fálica bajo el signo de la castración, se plantea la cuestión, con relación al Edipo, de la existencia misma de este estadio: el descubrimiento por parte de la niña de la ausencia de pene (donde la envidia del pene viene a determinar la asimetría. en las relaciones con los padres, entre el varón y la niña) se puede situar tanto en una perspectiva de inter -subjetividad como en la del acceso a un estadio. El estadio genital. El estadio fálico se termina con el período de latencia, que separa así el «primer empuje», que comienza entre los dos y los cinco años, «caracterizado por la naturaleza infantil de los fines sexuales», y el «segundo empuje», que «comienza en la pubertad y determina la forma definitiva que tomará la vida sexual». Este rebrote en dos tiempos es de una importancia decisiva para los trastornos en el adulto. «La elección del niño sobrevive en sus efectos, ya sea que permanezcan con su intensidad primera, ya sea que, durante la pubertad, tengan una renovación»: en este período, efectivamente, se ubica la represión secundaria. La pulsión sexual autoerótica que caracteriza a los estadios proviene de diversas pulsiones parciales y de diversas zonas erógenas, cada una de las cuales tiende a la satisfacción. En la pubertad, estas pulsiones cooperan y un fin sexual nuevo aparece; las zonas erógenas se subordinan al «primado de la zona genital». Parecería entonces que pudieran conjugarse allí en la vida sexual la corriente tierna y la sensual. Pero destaquemos que esta descripción del «amor genital» plantea en sí misma problemas nada desdeñables.


 

La determinación de concepto de estadio toma sus elementos más decisivos de su distinción respecto de las nociones con las cuales a veces se sentirá la tentación de compararlo, como, por ejemplo, la noción de estrato. Semejanza y distinción tanto o más útiles cuanto que la importancia reconocida a la idea de estrato es una consecuencia del importante desarrollo producido en el pensamiento Freudiano con el desplazamiento del centro de la teoría desde la neurosis hasta la psicosis, y de¡ interés constante suscitado por los problemas del yo en respuesta a la especificidad de la regresión psicótica. La noción de estadio fue en efecto elaborada en la época de los Tres ensayos de teoría sexual, cuando importaba explicar la regresión neurótica a las etapas arcaicas del desarrollo libidinal, construcción que jalona en una progresión lineal la aparición sucesiva de las zonas erógenas. Por el contrario, la regresión psicótica que implica la conmoción de las organizaciones que tienen por centro al yo determina la definición de la noción de estrato, concebido como momento globalizante de la organización del ello, en los términos de la segunda tópica. Por eso la dimensión simplemente temporal en que se ordenan los estadios cede el lugar a una visión sistemática comparable a la estratíficación geológica, más apta para la modelización histórica de una filosofía de la cultura basada en el principio onto-filogenético de Haeckel. Retrospectivamente, los límites de la noción de estadio se encontrarán marcados en tanto que la noción se inscribe en el marco de una preformación biológica.


Estadio (oral, anal, fálico, genital)

Alemán: Stufe. Francés: Stade. Inglés: Phase. La noción de estadio es común a la biología evolucionista, la psicología y el psicoanálisis. En efecto, las tres disciplinas han tenido el cuidado de diferenciar las edades de la vida, las etapas o los momentos de la evolución. En el marco de su teoría de la libido, y en los Tres ensayos de teoría sexual, Sigmund Freud comenzó a aportar una definición de los estadios -pregenital (oral y anal) y genital-, en función de la evolución del sujeto y de su relación con cuatro zonas erógenas distribuidas en cuatro regiones del cuerpo: oral, anal, uretro-genital, mamaria. A cada zona le corresponden una o varias actividades eróticas, entre las cuales Freud incluye los actos más simples de la vida cotidiana de los niños: succión del pulgar o del seno de la madre, defecación, masturbación. Los estadios son entonces definidos como modalidades de la relación con el objeto. Después de múltiples revisiones, Freud definió cuatro: el estadio oral, en el que el placer sexual está ligado a la excitación de la cavidad bucal y a la succión (comer/ser comido); el estadio anal (o sádico-anal), en el que el erotismo se define (entre los dos y los cuatro años) con relación a la actividad de la defecación y, según una simbólica obsesiva de las heces, se asocia con el dar y el dinero; el estadio fálico, en el que la unificación de las pulsiones parciales, tanto en el varón como en la niña, se realiza bajo la primacía del órgano genital masculino, y finalmente el estadio genital, que se establece en la pubertad y marca el pasaje a la sexualidad adulta. La noción de estadio fálico aparece en la obra de Freud en 1923, en un artículo titulado «la organización genital infantil», pero el falicismo está ya presente en 1915, en un agregado a los Tres ensayos…. lo que le permite a Freud atribuir a la libido una esencia única de naturaleza masculina, tanto en la niña como en el varón. Esta tesis llamada «falocéntrica» dará origen a todos los debates ulteriores sobre la sexualidad femenina, la diferencia de los sexos, el género, desde Melanie Klein hasta Jacques Lacan, pasando por Karen Horney, Helen Deutsch, Simone de Beauvoir (1908-1986), los culturalistas y las feministas. De tal modo, Freud relacionó la evolución de la libido y la elección de objeto, en virtud de las cuales el sujeto pasa del autoerotismo al narcisismo, después a la elección homosexual y finalmente a la heterosexual. La teoría de los estadios fue reformulada muchas veces por las diveras escuelas. En 1913, Sandor Ferenczi diferenció un estadio psíquico primario, caracterizado por una actividad ligada al principio de placer (sueño, neurosis, fantasma) y compartida por los niños, los animales y los «salvajes» (primitivos), y un estadio psíquico secundario, el del hombre normal en estado de vigilia. Karl Abraham, en el marco de una teoría de la relación de objeto basada en el clivaje entre neurosis y psicosis, propuso en 1924 la subdivisión del estadio oral en un estadio oral precoz (succión del seno) y un estadio sádico-oral, que corresponde a la aparición de los dientes e implica la idea de morder o destruir el objeto. Introdujo asimismo una distinción en el interior del estadio anal, entre una primera fase, con el erotismo ligado a la evacuación y la destrucción del objeto, y una segunda fase, con un erotismo caracterizado por la retención y el deseo de poseer el objeto. El pasaje de una fase a otra definía un progreso (impulso hacia una elección de objeto), o bien una regresión (evolución hacia la destrucción y el repliegue sobre sí mismo). A partir de la herencia de Abraham, Melanie Klein introdujo la idea de posición (posición depresiva y posición esquizoparanoide) para dar un estatuto más estructural a la idea de estadio, mientras que Lacan conservó la palabra (con su estadio del espejo), dándole un contenido a la vez fenomenológico y cercano a la posición en el sentido kleiniano.