Diccionario de Psicología, letra E, Estructura familiar inconsciente

Diccionario de Psicología, letra E, Estructura familiar inconsciente

Definición

Para definir este término puede elegirse la definición propuesta por Isidoro Berenstein, en el capítulo 1 de Familia e Inconsciente. Allí dice: «Sintetizaré las dos proposiciones del modelo: 1) Las relaciones familiares tienen un carácter simbólico cuyo significado yace en la estructura inconsciente. Relaciones familiares y Estructura Familiar Inconsciente corresponden a dos niveles lógicos distintos: las primeras son maneras de realización consciente de la segunda. Las relaciones son como los modos y usos del habla, así como es la aplicación de los nombres propios, la distribución de la vivienda, los modos de diagramar el espacio en la sesión, etcétera; 2) La estructura inconsciente de las relaciones familiares es la matriz de donde provienen los significados surgidos cuando se considera el conjunto ligado de las relaciones entre los términos del parentesco, a saber: a) La relación de pareja matrimonial o alianza, o sea entre marido y mujer; b) la relación consanguínea o sea de hermano a hermana; c) la relación de filiación o de los progenitores con el o los hijos; y d) a relación avuncular la del hijo con la familia materna o sus representantes».

Origen e historia del término

El modelo teórico del la Estructura Familiar Inconsciente propuesto por Berenstein surge de un conjunto de problemas suscitado en distintos ámbitos de la clínica (niños, psicosis, adicciones) en que para algunos analistas el ámbito del setting individual clásico no bastaba, y no había teoría suficiente para quienes se proponían abordar ciertas cuestiones en que se intuía como potencialmente fructífero convocar a sesión a la familia, desde una perspectiva psicoanalítica. En esa época, una de las opciones para dar cuenta de lo familiar era la teoría sistémica tal como estaba desarrollada hasta allí, rica descriptivamente, pero que dejaba por fuera de su discurso la noción de inconsciente y de transferencia e implicaba otro lugar terapéutico y otra dirección de la cura. Otras opciones, en una lista incompleta, las constituían los desarrollos de E. Pichon Riviere, que ubica la enfermedad como cualidad emergente de una interacción familiar alienizante; Laing y Cooper, con una propuesta atractiva, que si bien tomaba elementos del psicoanálisis, apelaban también a nociones como la de mistificación, proveniente del marxismo; asociada a la propuesta antipsiquiátrica, tenía el obstáculo de facilitar una lectura en el eje víctima – victimario en la cuestión de la enfermedad mental. La concepción de la Estructura Familiar Inconsciente significó una ampliación del psicoanálisis -tal como se lo conocía en esos años- a lo vincular. El modelo teórico de la estructura familiar inconsciente aparece ya delineado en el Relato Oficial de 1. Berenstein en el Primer Congreso Argentino de Psicopatología del Grupo Familiar: Familia y estructura familiar. Consideraciones clínicas, teóricas y técnicas (1970) y luego en Objetivos y metas de la terapia familiar (1978) . En ese mismo ámbito, Juan Carlos Nocetti presenta su artículo: La organización de las relaciones familiares (1978). Este autor posteriormente publica su propio desarrollo basado en esta misma hipótesis. Pero la hipótesis de una estructura familiar inconsciente como matriz inconsciente, reguladora de las relaciones familiares, aparece desplegada en el libro Familia y Enfermedad Mental (1976) y se despliega fundamentalmente en otros dos libros y numerosas publicaciones.

Desarrollo desde la teoría vincular

La Estructura Familiar Inconsciente se construye entre dos «más allá»: el de la realidad psíquica del psicoanálisis de entonces y la estructura de parentesco, tal como la pensó Lévi Strauss en el nivel antropológico. Permite formalizar, predecir, hacer inteligibles los hechos de observación. De esta manera se pudo resolver el pasaje de lo singular a lo plural, sosteniendo un psicoanálisis donde lo inconsciente tuviera lugar, y no reducir el sistema familiar a una pura interacción. Mediante el estructuralismo lingüístico y antropológico, se logra armar un nivel de homogeneidad del orden del «sistema» y se puede incluir la dualidad consciente/inconsciente definitoria del psicoanálisis, dejando de lado la identificación proyectiva como mecanismo clave del vínculo. Las relaciones familiares constituyen el plano consciente y organizan su racionalidad en diferentes modalidades de organizaciones dualistas, que a su vez en su polimorfismo ofrecen índices de una matriz simbólica inconsciente, la estructura familiar inconsciente. Se afirma entonces, que la matriz simbólica así constituida es la que determina la significación inconsciente de las relaciones familiares. La noción de locutor de un discurso familiar sostiene ese nivel de homogeneidad más allá de cada hablante y de lo que suceda en el interior del psiquismo de cada uno de los integrantes de la escena vincular. En el camino de precisar el campo de aplicabilidad de este concepto, surge en un segundo momento una variante de la primera definición: la estructura familiar inconsciente como operador entre sujeto y cultura. Se genera así una productividad que va esquemáticamente en dos direcciones. Por un lado, se reinstala la cuestión de la relación sujetoestructura, apuntando a hacer articulaciones entre el plano de determinación de esta matriz simbólica y lo que es heterogéneo a ella. Se definen entonces funciones, lo que lleva a precisiones terminológicas en relación a denominación, función y lugar. Por el otro, lleva a una reformulación de la estructura familiar inconsciente, en la que queda incluida la noción de tres espacios de producción simbólica: el intrasubjetivo, el intersubjetivo y el transubjetivo. El estructuralismo, tanto en sus desarrollos en lingüística como en antropología resultaron una apertura importante para la aspiración de formalización en el campo de abordaje psicoanalítico a la familia. Fue, sin embargo, mostrando sus límites, básicamente asociados a la noción de determinismo estricto implicada. Se trata ahora de pensar nuevamente la localización de la estructura, en la búsqueda de un ordenamiento y una lógica aplicable al campo de los vínculos. Para eso fue necesario incorporar instrumentos teórico – filosóficos en relación a la complejidad de las organizaciones y a la multiplicidad del ser.

Problemáticas conexas

Sujeto y estructura como problemática metateórica: se podría plantear esquemáticamente como sigue la tensión teórica entre estos términos. Si se considera a la estructura familiar inconsciente como matriz simbólica determinante de la subjetividad, cada término de la estructura recibe su valor e identidad en relación a los demás. Queda problematizado entonces el lugar de emergencia de un sujeto diferenciado con facultad de palabra propia. La alternativa de introducción de cambios radicales en la estructura implica concebir un sujeto con posibilidad constructiva más allá de la prefigurada en el sistema de transformaciones y, por ende, revisar la concepción del concepto de estructura con que se trabaja. Estructura Familiar Inconsciente y nociones fundamentales del psicoanálisis. Pueden encontrarse desarrollos en los libros citados de I. Berenstein y en otras publicaciones en que él mismo y un grupo de autores trabajan en esta dirección. En una lista incompleta pueden citarse en relación a la noción de inconsciente ; a la temática del narcisismo: de la transferencia, de la pulsión ; del yo ideal e ideal del yo . Se mencionan, además las siguientes temáticas psicoanalíticas conexas desarrolladas: – Cuarto término y complejo de Edipo. Esta hipótesis complejiza la noción del complejo de Edipo de tres términos descripta por S. Freud. El dador de la mujer se incluye como cuarto término e implica una doble prohibición frente a un doble deseo (de la madre hacia su hermano o padre y del niño hacia su madre) – Tabú del Incesto: El eje que organiza la estructura familiar inconsciente heredera de la estructura elemental de parentesco es la prohibición del incesto que obliga a producir alianzas matrimoniales entre miembros de distintas familias. La forma de procesar la prohibición y sus ajustes o desviaciones a la regla, modelan a cada familia en particular y determinan su patología. – Funciones: Los lugares del parentesco se caracterizaron como funciones en el sentido psicoanalítico del término. Se definieron desde una perspectiva vincular las funciones paterna, materna, filial y avuncular. Una profundización a través de una mirada historizante, tanto como el abordaje de organizaciones familiares novedosas problematiza una articulación entre las funciones descriptas su lugar simbólico y su denominación.