Diccionario de Psicología, letra F Fantasma

Diccionario de Psicología, letra F Fantasma

Alemán: Phantasie. Francés: Fantasme. Inglés: Fantasy o phantasy. Término
utilizado por Sigmund Freud, primero en el sentido corriente que tiene
en lengua alemana (fantasía o imaginación), y después como concepto
técnico, a partir de 1897. Correlativo de la elaboración de la noción
de realidad psíquica y del abandono de la teoría de la seducción,
designa la vida imaginaria del sujeto y el modo en que éste se
representa a sí mismo en su historia o la historia de sus orígenes: se
habla entonces de fantasma originario. En francés, la palabra fantasme fue creada por los primeros traductores de la obra Freudiana, con un sentido técnico no relacionado con la palabra fantaisie. Deriva del griego phantasma (aparición; en latín se convirtió en fantasma) y del adje tivo fantasmatique, en otro tiempo cercano por su significación afantomatique (fantástico). La escuela kleiniana creó el término phantasy (phantasme) junto al
de fantasy. Valiéndose de algunas declaraciones someras de Freud al
respecto, la historia oficial durante mucho tiempo validó la idea de un
abandono definitivo de la teoría de la seducción en 1897, por
imposición de los hechos, en favor de una teoría del fantasma. No
obstante, desde los Estudios sobre la histeria, Freud
y Josef Breuer abordaron las manifestaciones fantasmáticas de las
histéricas, y Breuer, más aún que Freud, al presentar el caso "Anna O."
(Bertha Pappenheim), privilegia el registro de la imaginación, el de
los fantasmas de su paciente, sin atribuir mucha importancia a los
acontecimientos vividos. Varias cartas de Freud a Wilhelm Fliess
atestiguan por otra parte la evolución de Freud acerca de esta
cuestión. Por ejemplo, el 2 de mayo de 1897 observa que, si la
estructura de la histeria está constituida por la reproducción de
ciertas escenas, a veces, para llegar a ellas, es necesario pasar "por
fantasmas interpuestos". En el Manuscrito M, del 25 de mayo, hay todo
un párrafo dedicado a los fantasmas, considerados desde el punto de
vista de su formación y su papel, y esto en términos cercanos a los que
empleaba para hablar de los sueños. Este aspecto encontró su
confirmación unos días más tarde en el Manuscrito N, donde el proceso
de formación de los sueños se evoca como modelo de la formación de los
fantasmas y los síntomas. En 1964, desde una perspectiva inspirada por
esa tradición de la historia de las ciencias para la cual Alexandre
Koyré (1892-1964), Gaston Bachelard (1884-1962) y Georges Canguilhem
(1904-1995) ganaron sus títulos de nobleza, Jean Laplanche y Jean
Bertrand Pontalis emprendieron la exploración de los fundamentos
epistemológicos de ese momento clave del descubrimiento del
psicoanálisis. Releyendo la teoría de la seducción, estos autores
demostraron que, más allá del registro empírico del trauma, para Freud
se trataba ya de exponer la observación clínica de la represión y su
acción privilegiada sobre la sexualidad. El abandono de la teoría de la
seducción, lejos de abrirse automáticamente a una concepción acabada
del desarrollo psicosexual, dejaba por el contrario a Freud un tanto
desamparado. Él no lograba vincular la sexualidad infantil, el Edipo y
el fantasma. Entonces, en los Tres ensayos de teoría sexual, y más aún
en el artículo titulado "La sexualidad en la etiología de las
neurosis", existió el riesgo de que Freud volviera a un anclaje
biológico de la sexualidad. Para salir de esa aporía de oposiciones
inconciliables -lo psíquico o lo biológico, lo real o lo imaginario, lo
interior o lo exterior-, cuya persistencia implicaba la disolución
silenciosa del registro del fantasma, Freud introdujo el concepto de
realidad psíquica. La explicitación de ese concepto, sobre todo en La interpretación de los sueños, lo llevó
a distinguir entre la realidad material, realidad exterior nunca
alcanzable como tal, la realidad de lo que él llama Ios pensamientos de
transición y ligazón", el registro de la psicología, por una parte, y
por la otra la realidad psíquica propiamente dicha, núcleo irreductible
del psiquismo, registro de los deseos inconscientes, de los cuales el
fantasma es "la expresión última y más verdadera". "Vuelvo a
pensamientos que he desarrollado en otros lados [en la parte teórica de
La interpretación de los sueños]", escribe
Freud en 1911, para introducir este concepto de realidad psíquica, lo
cual le permite ampliar su concepción de la actividad psíquica más allá
del eje exclusivo placer/displacer, y definir, junto a la represión, la
noción discriminatoria de acto de juicio, distinguiendo, como "creación
de fantasmas", la parte de la actividad psíquica que sigue siendo
independiente del principio de realidad, sólo sometida al principio de
placer. La partición que se organiza en el curso de la fase del
autoerotismo entre pulsiones sexuales y pulsiones de autoconservación
da testimonio del vínculo entre las pulsionos sexuales y el fantasma:
"l_a prolongada persistencia del autoerotismo hace posible que la
satisfacción fantasmática ligada al objeto sexual, inmediata y más
fácil de obtener, se mantenga durante tanto tiempo, en lugar de la
satisfacción real, pero que exige esfuerzos y aplazamientos". Más allá
de las cuestiones de ortografía, para Freud sólo existe un solo
concepto de fantasma. Desde este punto de vista, la oposición
kleiniana, sostenida y desarrollada por Susan Isaacs, entre phantasine (phantasy) inconsciente y fantasma (fantasy) consciente, es totalmente contradictoria con el pensamiento Freudiano. En 1905, en los Tres ensayos de teoría sexual, el
fantasma es postulado como correspondiente a las tres localizaciones de
la actividad psíquica -consciente, preconsciente e inconsciente-, sea
cual fuere la estructura psicopatológica considerada. Sin embargo,
Freud distingue entre los fantasmas conscientes, los ensueños diurnos y
las novelas que el sujeto se cuenta a sí mismo, y también ciertas
formas de creación literaria, por un lado, y por el otro los fantasmas
inconscientes, ensueños subliminales, prefiguración de los síntomas
histéricos, concebidos no obstante en vinculación estrecha con los
fantasmas conscientes. Estos dos registros de la actividad fantasmática
se vuelven a encontrar en el proceso del sueño: el fantasma consciente
participa de ese reordenamiento del contenido manifiesto del sueño que
constituye la elaboración secundaria, y el fantasma inconsciente está
inscrito en el origen de la formación del sueño. En 1915, en su
artículo metapsicológico dedicado al inconsciente, Freud da una
definición del fantasma que confirma sus concepciones precedentes: el
fantasma es allí caracterizado por su movilidad; está presente como
lugar y momento de pasaje desde un registro de la actividad psíquica a
otro, y aparece entonces como irreductible a uno solo de esos
registros, el consciente o el inconsciente. Ese mismo año, en
oportunidad de un artículo dedicado a un caso de paranoia que parece
contradecir la teoría psicoanalítica, Freud introduce el concepto de
fantasma originario: "La observación del comercio amoroso entre los
padres es una pieza que pocas veces falta en el tesoro de los fantasmas
inconscientes que el análisis permite descubrir en todos los
neuróticos, y verosímilmente en todos los hijos de hombres. A estas
formaciones fantasmáticas, la de la observación del comercio sexual
entre los padres, la de la seducción, la de la castración, y otras, yo
las denomino fantasmas originarios…" De tal modo,
Freud vuelve a una concepción bidimensional nunca abandonada y ya
descubierta a propósito de los sueños típicos y de la simbólica de los
sueños. Freud busca un origen para la historia individual del sujeto.
Persigue, bajo otra forma, lo que estaba en cuestión a través de la
teoría de seducción o la teoría del trauma. Pero al mismo tiempo
examina la validez de un origen anterior al sujeto individual: un
origen de la historia global de la especie humana. Este fantasma de los
orígenes, cuya búsqueda es omnipresente tanto en Tótem y tabú, en 1912, como en 1939 en Moisés y la religión monoteísta, lo
lleva a retomar, suscribiéndola, la hipótesis filogenética atribuida a
Ernst Heinrich Haeckel. La importancia de esta hipótesis, discutible y
discutida, llega a su punto culminante con este texto metapsicológico,
su "fantasía filogenética", hallada y editada por primera vez por llse
Grubrich-Simitis, que ve en ella el intento teórico de integrar el
origen traumático de la patología en el modelo fantasmático y
pulsional. Además de la perspectiva kleiniana que, al privilegiar en la
cura la realidad psíquica en detrimento de cualquier forma de realidad
material, hace de la fantasía (phantasme) el lugar de
intervención único del trabajo analítico, el concepto de fantasma ha
sido objeto de un trabajo teórico esencial en la obra de Jacques Lacan.
De manera general, Lacan adopta el concepto Freudiano de fantasma, pero
subraya muy pronto la función defensiva. En el seminario de los años
1956-1957, el fantasma es asimilado a lo que en adelante denomina una
"detención en la irnagen", un modo de impedir que surja un episodio
traumático. Imagen coagulada, modo de defensa contra la castración, el
fantasma es no obstante inscrito por Lacan (diferencia fundamental con
la perspectiva kleiniana) en el marco de una estructura significante,
de modo que no se lo podría reducir al registro de lo imaginario. Más
allá de la diversidad de los fantasmas de cada sujeto, Lacan postula la
existencia de una estructura teórica general, el fantasma fundamental,
cuyo "atravesamiento,’ por el paciente marca la eficacia del análisis,
materializada en un reordenamiento de las defensas y una modificación
de su relación con el goce. Desde la primera formulación, en 1957, del
grafo del deseo, Lacan elaboró un matema de lo que él llama la lógica
del fantasma. Se trata de dar cuenta de la sujeción originaria del
sujeto al Otro, relación que traduce una pregunta imposible de
responder: ¿Qué quieres? (Che vuoi?). El matema $ O a
expresa la relación genérica, de forma variable pero nunca simétrica,
entre el sujeto del inconsciente, sujeto barrado, dividido por el
significante que lo constituye, y el objeto (pequeño) a, objeto
inaprehensible del deseo que remite a una falta, a un vacío en el Otro.
En su seminario de los años 1966-1967, Lacan desarrollará esta lógica
del fantasma, expresión última de la lógica del deseo. También en ese
momento Lacan da un giro decisivo en su trabajo hacia la formalización
lógica y matemática del inconsciente.