Diccionario de Psicología, letra F, Formaciones sintomales

Diccionario de Psicología, letra F, Formaciones sintomales

Definición

En todo vínculo de pareja y de familia se despliega una trama donde los sujetos, incluidos en una singular estructura de parentesco se posicionarán escénica y argumentalmente y donde los síntomas emergerán como formaciones del inconsciente de esa estructura. Propongo denominar formaciones sintomales en lugar de síntoma a esas modalidades patológicas de vincularse, para aludir en forma más abarcativa a las condiciones intersubjetivas y transubjetivas que son causa de producción de las mismas. Es en el seno de la estructura vincular, según sus peculiaridades y potencialidades que se puede generar tanto la repetición como la elaboración tendiente a la complejización. En este último caso, la palabra circulará con su valor simbólico de intercambio. En forma diferente operan las formaciones sintomales que son intentos de dotar al sufrimiento de una valor relacional que no puede tramitarse por vía de la palabra. Las mismas contienen un mensaje de la estructura inconsciente y su aparición denuncia una disfunción.

Origen e historia del término

Los valiosos aportes que el psicoanálisis individual ofrece acerca de estas formaciones del inconsciente, al conjugarlos dentro del marco del psicoanálisis de familia y de pareja, nos posibilita pensar también si el síntoma no es uno de los resultados de los particulares modos en que se constituyen los vínculos. He decidido rastrear algunos conceptos en Freud, Klein y Lacan sobre el síntoma con la intencionalidad de rescatar ideas y aportes que puedan funcionar como articuladores y puentes para pensarlo desde el psicoanálisis de las configuraciones vinculares. A) De la obra Freudiana voy a comentar básicamente dos trabajos importantes que a mi entender marcan dos momentos respecto del tema: 1) 1917 en las «Conferencias de introducción al psicoanálisis» Freud plantea la idea de que el síntoma tiene un sentido inconsciente particular, de origen sexual y que contiene una verdad histórica. El análisis de todo síntoma nos lleva tanto al complejo de Edipo como a la vida sexual del enfermo. La formación del síntoma es un sustituto de algo que está interceptado, de ciertos procesos anímicos que habrían debido desplegarse normalmente hasta que la conciencia recibiese noticia de ellos. Pero ha ocurrido una permutación, una satisfacción nueva o sustitutiva. En la conferencia nro. 23 hace la comparación entre síntoma y sueño por la cooperación de los procesos inconscientes y los mecanismos de condensación y desplazamiento propios del proceso primario. El síntoma se presenta como extraño al sujeto irreconocible como satisfacción; la persona siente que sufre y padece a causa del mismo. El monto de displacer que genera y el gasto de energía por la lucha pulsional que el yo debe emprender es muy alto pero también lo es el ahorro de trabajo de aquello que el yo siente como penoso (beneficios primario y secundario del síntoma). Freud se pregunta aquí por el desde dónde, hacia dónde y el para qué del síntoma. 2) 1926 en 1nhibición, síntoma y angustia» nos muestra cómo el yo debe hacer reconciliaciones para ligar el síntoma, proceso que denomina compulsión a la síntesis dado que se muestra impotente frente a la fuerza pulsional del ello. La lucha contra dicha fuerza pulsional se transforma en lucha contra el síntoma que goza de cierta extraterritorialidad y surge para evitar la angustia que en última instancia remite a la angustia de castración. En el capítulo IV nos va a decir que la incomprensible angustia de Juanito frente al caballo es el síntoma, la incapacidad de andar por la calle un fenómeno de inhibición, una limitación que el yo se impone para no provocar el síntoma-angustia. La formulación del síntoma que tiene por resultado cancelar una situación de peligro, posee dos caras, una oculta por la cual el yo se sustrae del peligro y otra que nos muestra lo que ella ha creado en reemplazo del proceso pulsional modificando la formación sustitutiva. El síntoma es señal y sustituto de una satisfacción pulsional que no se realizó y es también el resultado del proceso represivo. Partiendo de estas postulaciones sobre el síntoma rescato la idea de síntoma como resultado de conflictos vinculares, construcción singular y única. Todo niño se insertará, en el mejor de los casos, en una trama fantasmática y en un mundo simbólico donde jugará su drama edípico. El complejo de Edipo es el complejo nodular de las neurosis, motivo generador de todos los síntomas; es una estructura y a la vez es estructurante del sujeto. B) Retomo de los aportes de Melanie Klein la idea de que la vida mental tiende a organizarse y presentarse en configuraciones vinculadas entre sí, en una dramática que supone relaciones de objeto, ansiedades y defensas. Estas configuraciones tienen lugar en un espacio mental al que ella denomina mundo interno, el cual se halla poblado por ¡magos y partes del self en constante conexión con lo biológico y alimentado por las fantasías inconscientes. El interjuego entre identificación proyectiva-introyectiva tiene aquí un papel protagónico. A partir de la teoría y la técnica del análisis de niños que Melanie Klein implementó se incluyen síntomas que anteriormente a sus aportes y desarrollos no eran considerados como tales. C) De Jacques Lacan me interesaron los conceptos de cadena significante, la relación entre síntoma – fantasma y el goce del síntoma. El síntoma es una construcción significante que tiene una dimensión simbólica y opera por sustitución. Nos introduce a una problemática terapéutica, se trata del inicio del análisis, de la articulación del síntoma con el significante. El displacer del síntoma es la razón por la que se consulta y funciona como recuerdo encubridor de esas otras escenas infantiles. Se suele hablar de levantamiento o desaparición del síntoma. El fantasma, en cambio, es una estructura imaginaria en la cual va a tomar forma el deseo inconsciente que organiza el aparato. Éste viene a fijar al sujeto a una determinada significación; regula deseo y goce. Allí donde el deseo es enigma para el sujeto, el fantasma le proporcionará una respuesta fálica; ésta es la clave de la cura y marcará la finalización del análisis (atravesamiento o travesía del fantasma). Travesía implica atravesar y continuar, no es una idea elaborativa, significa padecerlo, soportarlo y enterarse de qué es lo que nos mueve alrededor de lo cual pasamos la vida haciendo estrategias.

Desarrollo desde la perspectiva vincular

A) Formaciones sintomales en psicoanálisis de pareja. Los cuatro parámetros que definen el vinculo conyugal: cotidianeidad, tendencia monogámica, relaciones sexuales y proyecto vital compartido, son el escenario sobre el que se monta, entre otras cosas, la historia sintomática de la pareja. Dichos parámetros pueden ser tanto facilitadores de zonas de encuentro, así como también de zonas de desencuentro. Estas últimas abonan el ambiente propicio para la instalación del síntoma en cada singular relación. Allí se enraíza lo no acordable o lo acordable conflictivo, aquello que no puede ser absorbido por la estructura. Las formaciones sintomales en la pareja pueden tener distintas vías de expresión: a) Un primer caso sería el de su canalización en la intraterritorialidad de un aparato psíquico. Aquél que reúna las «condiciones más aptas» para ello. Ese cónyuge será el portador del síntoma, cargando con él hasta que la estructura vincular logre metabolizarlo. b) Aquello que la pareja no puede reacordar o actualizar, y que la vida en común necesariamente requiere cierta reformulación, va a generar formaciones sintomales diversas. Esto cobra mayor relevancia cuando la pareja reprime el conflicto y el malestar que produce el desencuentro, en una suerte de «hacer como que no pasa nada», mientras subyace un clima de reproches, maltrato, violencia y resentimientos mutuos. c) La situación vincular se transforma en sintomática de prevalecer disfuncionados los parámetros ya mencionados. Las fantasías incestuosas que cada cónyuge trae de su respectiva historia familiar, será el telón de fondo donde se instalan las perturbaciones sexuales de la pareja. A lo que se suman conflictos generados en el devenir de la cotidianeidad así como también el lugar asignado o no al tercero real o simbólico. d) Otra manera de manifestarse las formaciones sintomales en la pareja es a través de su aparición en los hijos. Lo que las parejas niegan, escinden o desmienten retornará como síntoma en algún hijo, quien corre el riesgo de convertirse en soporte carnal de aquello que la pareja imaginariamente creyó haber expulsado. B) Formaciones sintomales en psicoanálisis de familia El enfoque familiar nos permite observar las redes de determinación de un argumento inconsciente transmitido intergeneracionalmente. El síntoma es al mismo tiempo causa y efecto de esa trama familiar, porta un saber inconsciente que le atañe pero que a su vez le excede formulándose en el discurso del grupo en tanto verdad del conjunto. En algunos casos que por lo general suelen ser derivados a la consulta por otros profesionales, el paciente designado es el depositario absoluto del conflicto familiar. Un segundo grupo nos presenta mayor conciencia de los conflictos. Se trata de familias que deciden consultar, no obstante lo cual necesitan que alguien se haga cargo y encame a través de su síntoma la disfunción familiar. Por último, debemos considerar aquellas familias que se presentan a la consulta con mayor conciencia de sus configuraciones sintomales y de los procesos detenidos que los atan patológicamente. Son ellos mismos quienes suelen expresar que la problemática que les atañe pertenece al orden de lo familiar. ¿Qué relación hay entre formaciones sintomales y estructura? Dice 1. Berenstein: «¿Cuándo comienza una enfermedad mental? Por lo general la familia del mismo modo que la sociedad, se guía por un criterio sintomático por lo convencionalmente definido como transtorno mental. El punto de referencia son las normas y convenciones y no la estructura subyacente». Durante un periodo variable, el trastorno es contenido en la mente del sujeto. Cuando éste fracasa, el nuevo continente es el grupo familiar y cuando la enfermedad mental sobrepasa la capacidad de continencia familiar se hace convencionalmente sintomática. Como la relación convencional de causa a efecto se basa en la inmediatez, la causa señalada para explicar un transtomo mental es un motivo actual y contingente. La etiología real ha sucumbido a la expresión conjunta de todo grupo familiar. Entre el efecto actual y la causa actual se establece una falsa conexión.

Problemáticas conexas

Las formaciones sintomales y su articulación con las organizaciones dualistas, los mitos familiares, las crisis vitales y la estructura familiar inconsciente. Me pareció interesante articular este tema con las denominadas organizaciones dualistas que se presentan como un modo paradojal de dar sentido y a su vez congelar, mostrándonos de qué modo se organiza el conflicto familiar permitiéndonos analizar las diversas formas que una familia encontró como intento de resolver conflictos a través de divisiones y distorsiones tras las cuales encontramos otras organizaciones más complejas y más profundas de orden estructural. «La familia se organizará en forma dualista cuando fracasa en reducir los funcionamientos anómalos dentro del sistema, al no ser posible superarlos con otros recursos. Traspasado el umbral de las organizaciones dualistas, los síntomas familiares se expresarán de múltiples modos» (Abellera y otros, 1989). Es la expresión que el inconsciente encuentra insistiendo, develando y ocultando al mismo tiempo. Se trataría de momentos de ruptura y al mismo tiempo de sutura. Dichas formaciones sintomales tienen varias posibilidades de lectura; la sobredeterminación del síntoma pone de manifiesto en sus despliegues la dimensión histórica familiar. En este sentido el síntoma podría ser interpretado como una brecha, como un momento de ruptura que permite el acceso a la construcción, posibilitando así formular hipótesis sobre los mitos familiares dado que él está organizado desde una estructura simbólica transubjetiva (Merea y otros; 1987). El mito, anulando el tiempo, hace aparecer como ahistórica la creencia que lo sustenta negando así la falta, la finitud y la sexualidad, núcleo central del complejo de Edipo. La patología grupal produciría sufrimiento vincular obstaculizando el natural atravesamiento de las crisis vitales individuales y familiares así como también la posibilidad de diferenciación y discriminación subjetiva. Es el analista quien deberá intentar descongelar la rigidez defensiva sintomal, poniendo en marcha la temporalidad (función de historiar).