Diccionario de Psicología, letra F, Función materna

Diccionario de Psicología, letra F, Función materna

Función: (Del lat. functio, cumplir, or. de «fungible») (Desempeñar, tener, Asignar, Atribuir: Corresponer»). Capacidad de acción o acción de un ser apropiada a su condición natural (para lo que existe) o al destino dado por el hombre (para lo que se usa). Capacidad de acción o acción propia de los seres vivos y de sus órganos y de las maquinas o instrumentos. Madre: (Del lat. «mater, -tris», del gr. «metro», v.: «matern…, matricaria, matrícula, ( … » Mujer que tiene o ha tenido hijos, con respecto a estos. «Hembra de cualquier animal, con respecto a sus crías. ( … ) ( … ) Hembra que ha parido, respecto de sus hijos. ( … ) Matriz, útero. ( … ) Causa, origen raíz de donde proviene una cosa. Definición: Capacidad de acción propia de quien ocupa el lugar de la madre. En las primeras interacciones es capaz de narcisizar el cuerpo del bebe, semantizar, decodificar lo que este expresa a través de su cuerpo. Posibilita la evolución somatopsíquica, al suministrarle los elementos necesarios para su desarrollo. Apuntala sus funciones de autoconservación y formación del aparato psíquico. Transmite la intuición de una presencia por fuera de los dos, el lugar del padre, simbólicamente presente en la madre.

Origen e historia del término

Freud en su obra hace referencia a la madre como objeto de las pulsiones de conservación, madre nutricia, y como objeto de las pulsiones sexuales, estimuladora de la libido. En el recién nacido alude a su indefensión, dada su incapacidad de emprender una acción coordinada y eficaz por si mismo. A la situación del bebé en su incapacidad física y psíquica la describe como desamparo (Hilflosigkeit). El lactante necesita de un otro para satisfacer sus necesidades (sed, hambre), poner fin a la tensión interna, dando lugar a la acción específica, que lo podrá investir narcisísticamente. «El estado de desamparo, inherente a la dependencia total del pequeño ser con respecto a su madre, implica la omnipotencia de ésta. Influye así en forma decisiva en la estructuración del psiquismo, destinado a constituirse enteramente en la relación con el otro». Winnicott hace la distinción entre la función madre-ambiente y madre-objeto de la pulsión o instinto. Destaca la función madre-ambiente: Postula que el bebé es parte de una relación, necesita de una «madre suficientemente buena» en el inicio de su proceso de desarrollo. A la primera fase de unidad madre-bebé la denomina de «dependencia absoluta». Es la madre quien constituye el medio ambiente posibilitador, para lo cual necesita apoyo, (el padre, abuela materna, la familia y el medio ambiente social mas inmediato). Llama a las primeras interacciones «preocupación materna primaria», comprendida durante las últimas semanas del embarazo, el final del mismo y semanas después del parto. Con el refuerzo del yo de la madre, el hijo fortalece el yo y pasa a tener una identidad propia. Sus funciones las agrupa en tres categorías: 1) Sostenimiento (holding): En relación a la capacidad de identificarse con su bebé. 2) Manipulación: Contribuye al desarrollo psicosomático del bebé que le permitirá percibir lo «real» como contrario a lo «irreal». 3) Presentación de objetos: En el bebé promueve la capacidad de relacionarse con objetos. Bion (1966) representa la función materna como el modelo del tubo digestivo, en tanto función. La describe como una «clase de órgano receptivo psicológico» al que denomina «reverie»: capacidad materna de estar abierta a las proyecciones-necesidades de su bebé. Grinberg, en 1985 señala que la principal capacidad materna es poder «contener» la angustia del bebé. Se basa en la teoría de la identificación proyectiva. La madre: «funciona como un continente efectivo de las sensaciones del lactante, y con su madurez logra transformar exitosamente el hambre en satisfacción, el dolor en placer, la soledad en compañía, el miedo de estar muriendo en tranquilidad». P. Castoriadis-Aulagnier plantea que en el infans la vida depende de «una situación de encuentro». La primera representación se realizará en el encuentro con el cuerpo y producciones de la psique materna. La madre anticipa en actos y palabras, dando significados, aún antes que su bebé sea capaz de reconocer su significación y tomarla por sí mismo. En su función de «portavoz», «la madre posee el privilegio de ser para el infans el enunciante y el mediador privilegiado de un ‘discurso ambiental’, del que le transmite, bajo una forma predigerida y premodelada por su propia psique( … )». A las acciones, palabras, significados que la psique materna impone, motivado en su deseo, pero a su vez apoyado en lo que corresponde a la necesidad de su hijo, es lo que llama esta autora como «violencia primaria», necesaria y constitutiva del sujeto psíquico. De las primeras experiencias quedaran huellas a modo de escritura ideográfica, un afecto ligado a la representación y una representación del afecto: «pictograma» correspondiente al estado originario regido por el proceso originario. La antropología estructural cuyo representante es Lévi Strauss hace referencia a que los etnólogos se inclinan a opinar que la familia basada sobre la unión más o menos durable «de dos individuos de sexos diferentes que fundan un matrimonio, procrean y crían hijos», surge como un fenómeno prácticamente universal presente en todo tipo de sociedades. Como excepción se describe el caso de los nayares. Por instinto o tradición ancestral «la madre cuida de sus hijos y es feliz de hacerlo». Disposiciones psicológicas explican que el hombre que viva en intimidad con una mujer manifieste afecto por sus hijos. Algunas sociedades buscan unificar los sentimientos gracias a costumbres como la «covada» (donde el hombre comparte simbólicamente los malestares de la mujer encinta), por la necesidad de consolidación de actitudes que por sí mismas probablemente no una homogeneidad. En este análisis de la familia hace alusión a que ninguna sociedad se mantendría en el tiempo si no existieran reglas precisas para reproducir los lineamientos de la estructura social, generación tras generacion; dando las mujeres a luz y criando a sus hijos, mientras se benefician de la protección masculina durante dicho periodo. En un relato indígena, la mujer es como «el juego de una aguja al coser los tejidos y que unas veces fuera y otras dentro, lleva y vuelve a llevar siempre la misma liana que fija la paja».

Desarrollo desde la perspectiva vincular

Madre en su raíz etimológica está asociada a lo biológico, como mujer que «ha parido», «que tiene o ha tenido hijos». La función materna desde lo intersubjetivo surge de la posibilidad de construir un útero-nido, claustro afectivo necesario para el desarrollo y crecimiento del niño. El bebé nace en un vínculo. Madre implica hijo, e hijo implica madre. No hay mamá sin bebé, ni bebé sin mamá. Nace un bebé y al mismo tiempo nace una mamá y un papá. En la E.F .I. puede ser adscrito al lugar, espacio virtual a ser ocupado por el yo materno, con capacidad de acción, Se es sujeto en relación con un otro. No puede construirse en ausencia del otro. I. Berenstein dice: «Es una condición inherente al ser humano: si otro no se ocupa de satisfacer sus necesidades no sobrevivirá o, dicho de otra manera, la sobrevida depende de que otro satisfaga las necesidades primordiales: hambre, sed, contacto, etcétera. Pero lo que hace del hombre un ser humano es solamente aquello que apoyado en lo biológico se diferencia constituyéndose como campo de significación. (… ) Y continúa «La madre, a través de la satisfacción de las necesidades, se va constituyendo para el niño en la persona que lo solicita y lo marca, indicándole que logra satisfacción con él. Desde la investidura narcisista del pequeño, éste es tomado como objeto deseado por la madre, lo que promueve a su vez el deseo hacia ella». La relación con la madre-pecho permite el pasaje del desamparo al amparo. Sostiene al bebé, le da placer a través de la transitoria cesación de las necesidades básicas, contacto que narcisiza e inviste libidinalmente. J. Puget de I. Berenstein denominan como «Objeto Unico» al vínculo con un otro estable, basado en la necesidad, polaridad vida-muerte. Lo describen como la primera organización objetal investida de narcisismo originario, dotado con cualidades de amparador, omnipotente, omnipresente, omnisciente. Es quien inicialmente provee la acción específica, con aptitud de anticiparse al deseo, al suministrar al yo inerme y desamparado un yo auxiliar capaz de significar». Discrimina mundo interno y mundo externo, yo/no-yo, al dar los primeros índices de realidad. La madre y el hijo desarrollan un lenguaje especial. El bebé responde de acuerdo a sus potencialidades, con lo que trae constitucionalmente y con lo que la propia interacción con su madre va creando. Intervienen gestos, caricias, contacto piel a piel, miradas como forma de dar expresión a los afectos en juego entre ambos. Hay una realimentación constante. La madre semantiza al bebé y en un encuentro de deseos decodifica lo que el hijo expresa a través de su cuerpo, de sus señales y gestos. Capacidad de semantizar y decodificar impregnadas por su historia, por sus vínculos familiares de origen (al resignificar el vínculo de ella como bebé con su madre y padre de la infancia), y actuales. La voz materna, su cadencia, tono y ritmo arrullan al bebé y ponen en palabras sentimientos, emociones e historia. Le transfiere su propia historia infantil, derivada a su vez de la inscripción de lo familiar inconsciente. Proyecta sus vivencias infantiles, identificaciones y afinidades con determinados valores, vinculados a su historia familiar, de pareja y realidad actual. Desde el diseño del vínculo originario-dual, la madre en su efecto anticipatorio, como «portavoz», pennitirá al bebé ir entretejiendo a modo de matriz, fantasías, deseos, sueños, así como novelas familiares. Quedarán inscriptos significantes y significados socioculturales inconscientes que atraviesan las subjetividades y los vínculos. De este particular vínculo, diferente y nuevo, se irán construyendo nuevas significaciones, que serán significaciones singulares del mismo. La madre, como «portavoz» a modo de lectura, significa el cuerpo del bebé, que no es cuerpo biológico sino corporeidad. Al narcisizar el cuerpo del hijo, de acuerdo a su propia representación fantasmática, deja en él huellas y marcas. Cuerpo que, a modo de soporte de significantes, llevará inscripta la historia libidinal y su historia identificatoria. La función de «portavoz» materno puede tomarse excesiva sin la intervención de la función paterna. Esta, al producir el corte, separación, discriminación, impide la dependencia de la madre con su hijo y viceversa, más allá de lo contextualmente apropiado. En el vínculo madre-hijo, el padre podrá estar presente en la pareja interna de la madre, y desde su función, apoyar y apuntalar a ésta en la ocupación de su lugar. El hijo iniciará el proceso de diferenciación, como resultado de que su madre dará cabida a su pareja, al operar desde adentro de ella la función de indicación. Hijo que en lugar de tercero, es parte de una cadena de significantes abierta a nuevas significaciones. «El vínculo de filiación está ocupado por el yo del hijo, lugar de un tercero que primero fue denominación de pareja como ese punto virtual ampliado, luego espacio virtual delimitado por los modelos identificatorios apoyados en la relación de pareja y regulado por la ley del padre». Hijo, que debería nacer simbólicamente en el proyecto-vital de la pareja, en el espacio-tiempo de ésta, recorrido por significantes y significados socioculturales inconscientes de la misma. La función materna ligada al lugar simbólico de la E.F .I., puede ser ocupado en mayor o menor medida por el yo de la madre. La misma implica la capacidad de construir un nido o claustro afectivo, en donde amparar al bebé y permitirle el proceso de desarrollo como sujeto. En el ejercicio de la función incidirán creencias, mitos, los paradigmas de cada cultura en relación a la maternidad.

Problemáticas conexas

Las diferentes líneas teóricas plantean a la función materna como: «continente», con capacidad de «reverie » (Bion); «medio ambiente posibilitador», «holding» (Winnicott); «fenómeno prácticamente universal presente en todo tipo de sociedades ( … ) dando las mujeres a luz y criando a sus hijos, mientras se benefician de la protección masculina durante dicho período» (Lévi Strauss); «una situación de encuentro» significado por el cuerpo y la psique de la madre (P. Castoriadis-Aulagnier). En el psicoanálisis de las configuraciones vinculares la función materna es el lugar en la E.F .I., espacio virtual a ser ocupado por el yo materno. Desde su función, el despliegue de sus capacidades estarán atravesadas por contenidos transubjetivos, significantes y significados socioculturales inconscientes. Contenidos que se irán entretejiendo en el proyecto-vital de pareja, presentes en la inauguración del nacimiento simbólico del hijo y que conformarían la psique del infans desde el inicio. Por otra parte, a fines de este siglo, se han desarrollado una serie de técnicas: Aquellas que permiten al médico y por consecuencia a la mujer embarazada, una percepción y «peculiar contacto» con el feto, lo cual podríamos considerar como un «encuentro» con su bebé a través de la audio-visión. En la esterilidad surge entre otras técnicas la de fertilización asistida o bien la posibilidad de adopción. Ante estas experiencias: ¿se modifican las representaciones intrasubjetivas y vinculares? ¿Cómo se entretejen los contenidos transubjetivos? I. Berenstein plantea que «aunque el corrimiento de los yoes respecto de los lugares es una posibilidad y un hecho observable hay un algo que hace a la soldadura del yo con su lugar y lo hace intransferible». ¿Qué es lo intransferible de este lugar? ¿Sería la voz, el ritmo, lo anafórico* aquello que singulariza a cada yo en su función? ¿Lo particular y característico de cada mujer embarazada, de ese «peculiar encuentro audio-visual» con su bebé? A modo de escritura ideográfica, ¿quedarían en el psiquismo del infans, huellas, marcas intransferibles?

Fuente: Diccionario de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares.

Artículo eleborado por: Psic.Alicia Weigensberg de Perkal, en las paginas 145 a 153